Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18: Arreglos y Sentimientos

Katerine Diana Beckett Pov

—¡Mamá! —llamé en el instante que entré a mi hogar—. ¿Mamá? —repetí extrañada al no recibir una respuesta—. ¡Mamá! —exclamé al escuchar unos trastes.

—¡En la cocina, Katerine!

A pasos apresurados llegué en pocos segundos.

—¿Cuál es el desespero? —dijo ella desconcertada.

—Necesito que me adelantes mi mesada.

—¿Por qué? —consultó extrañada arqueando una ceja.

—Me quedaré en casa de mi amiga una semana —expliqué con prisa.

—¿Una semana?

—Tal vez más —murmuré balanceándome con mis pies.

—Si quieres mudarte, arriba están tus cosas —dijo volviendo su vista a la olla que estaba hirviendo algo.

—No es gracioso —dije frunciendo el ceño y deteniendo mis movimientos.

—Debes ir a la universidad. No quiero recibir una queja de alguna falta o bajas en tus notas.

—Me llevaré mis libros y cuadernos para trabajar. He sido responsable todo este tiempo. No descuidaré mis calificaciones y tampoco faltaré, lo prometo.

Silencio. Emily continúo limpiando con calma la mesa de mármol con un trapo. La miré nerviosa y apreté mis puños para calmar esas emociones que revoloteaban por todo mi cuerpo.

—¿Por qué no me dices que te quedarás en casa de tu novia, Katerine? Es extraño que de repente quieras quedarte en casa de tu "amiga". —Hizo comillas con sus dedos—, y por tanto tiempo. Ayer me pediste permiso para pasar una noche en casa de esa "amiga" y ahora quieres quedarte una semana.

—Es mi amiga.

—Lo comprobaré —dijo mirándome de manera retadora.

Tragué pesado y apreté con más fuerza mis puños. Mi madre despojó su celular de su mantel con bolsillos y marcó el número de Xandra. Ahora me arrepentía de haberla traído ese día y dejar que le diera su contacto. «La vida me odia».

—Buenos días, Xandra, habla la mama de Katerine —dio a conocer, para después ponerla en altavoz.

—Buenos días, Sra. Emily. ¿Sucedió algo?

—¿Katerine, estuvo anoche contigo?

—Sí.

—¿Y se quedará contigo esta semana?

—Eh... ¿Qué?

—Recuerda, te avisé que me quedaría en tu casa —dije alzando un poco la voz.

—Oh... cierto, en mi... casa —dijo vacilante—. Sí, ella estará conmigo. Le avisé mi madre y dijo... que no habría ningún problema.

Mi madre me miró y frunció el ceño.

—Gracias, llamaré más tarde —avisó y colgó sin quitarme la mirada de encima.

—¿Lo ves? —dije con una sonrisa nerviosa.

—Te daré para que tengas estos días. No quiero recibir una queja, Katerine, y hablo enserio. Ten tu celular anuente porque estaré llamándote y...

«Supongo... que eso es algo. Oh dios... te adoro Xandra. Me salvaste».

.

.

Llegué dos horas después con mis cosas a la casa de Akko. Mi madre me obligó a quedarme a comer y en ese tiempo que compartimos juntas tuvimos una pequeña charla que no llegó a nada de lo que tramaba para sacarme información. «Muchas preguntas con respuestas inconclusas».

Abrí la puerta e ingresé con una maleta en mi hombro derecho donde cargaba mis útiles y la otra en mi mano izquierda donde estaba mi ropa. Akko me miró curiosa con sus brazos cruzados.

—Veo que si te dejaron.

—No confiabas en mi astucia —dije orgullosa.

—Es mentir, nunca confiaría en eso.

—¡Pero lo conseguí! —concluí entrando completamente a la casa.

En el camino hacia la habitación me encontré con Amanda en el comedor degustando de lo preparado por Akko, mientras miraba la hoja sostenida por su mano derecha.

«¿Por qué aún no se ha ido? Quiero estar a solas con Akko».

—Continua —ordenó con la boca llena y sin verme.

Fruncí el ceño y subí los escalones. No me gustaba la presencia de Amanda, aunque le agradecía demasiado que hubiera ayudado a Akko, pero... sentía envidia. El dinero movía al mundo; el dinero te daba poder. Lo tenía antes y ahora... no poseía esa cantidad como para darme a destacar o sentir ese derecho y autoridad en mis manos.

«Si tan sólo tuviera...»

—¿Qué estás haciendo? —preguntó imprevistamente ella deteniendo con su voz mi mano a punto de tomar la perilla del cuarto de huésped.

—¿Qué crees que estoy haciendo? —le pregunté confusa volteando a verla.

Akko me sonrió dulcemente provocando que un pequeño rubor apareciera en mis mejillas. Esas sutiles acciones aceleraban, abrazaban y acogían mi corazón, y creaban también ese cosquilleo en mi vientre y otras extremidades de mi cuerpo.

—Dormirás conmigo. Puedes dejar tus cosas en mi habitación —dijo aproximándose a mi ubicación.

Me tensé al tenerla tan de cerca. Seguidamente sitió su mano en mi mejilla y miró fijamente mis ojos.

—Si necesitas que te ayude en algo, dímelo.

Sus labios se acercaron y depositaron un beso en mi mejilla, para después darse la vuelta y dejarme sola en la planta de arriba. Inconscientemente llevé mi mano donde había recibido el pequeño beso, sintiendo nuevamente esas emociones revolotear dentro de mí. Una sonrisa amplia se dibujó en mis labios.

En verdad la amaba mucho. «y la defendería contra mi primo con lo pueda». Me preguntaba... ¿Cuál sería su reacción si me viera? Me gustaría contemplarla; me gustaría verlo y darle a conocer quién era que tenía el corazón de la señorita Kagari. Me provocaba risa de tan sólo imaginar su rostro de incredulidad.

No era la Diana Cavendish que la mayoría una vez conoció. Había cambiado y mis pensamientos se habían desarrollado de manera diferente. Ese mundo me había enseñado muchas cosas que puse a prueba algunas de ellas, sin embargo... ahora que era diferente y había asegurado los sentimientos de Akko hacia mí.

Nadie me la arrebataría.

.

.

—Sólo tienes que firmar.

«Espera. ¿Qué?»

—¿Eso es todo? —pregunté confusa.

No podía creerlo.

—Sí. ¿En qué estabas pensando? —dijo Amanda mirándome con curiosidad.

Parpadeé extrañada y agarré la hoja para leerla nuevamente.

—Somos brujas. Debí haber puesto esa demanda hace tiempo, pero me alegra que pierda su puesto como Conde —explicó Akko—. Ahora. —Extendió su mano—, déjame firmarlo.

«Si lo hace... Andrew sería acusado por intento de violación». Las pruebas eran unos videos que grabaron en el momento donde fue arrastrada hasta un callejón. Amanda decía que se escuchaban sus gritos y algunos que otros golpes, pero que no eran del todo audibles por la lluvia; sin embargo, era más que suficiente como para quitarle ese título; no obstante, sólo si Akko firmaba asegurando sus intenciones.

—¿Estás segura? —le consulté observándola de reojo.

Akko bajó la mano.

—¿Qué piensas tú?

Dirigí mi mirada a la hoja y suspiré profundamente. Si me ponía en la posición de Andrew, perder un puesto demasiado significativo en este mundo donde todos te reconocían por eso, era difícil. Me hacía sentir vacía y triste; aparte de avergonzada y arrepentida.

«Él... ¿Se sentirá arrepentido?»

—Era una Cavendish. Un apellido bastante conocido en el mundo de la magia y... en el actual por los negocios de mi familia. Oh, bueno, antigua familia —corregí riéndome un poco—. En cierta parte... lo entiendo —dije virando a verla. Akko siguió atenta a mis palabras—. Sin embargo... ya no soy una Cavendish y no es mi vida. —Le extendí la hoja—. Es tu decisión, no la mía.

Sus acciones no habían sido buenas; para nada buenas. Y si me ponía en los zapatos de Akko estaría asustada de tener a alguien obsesionado conmigo que llegara a ese punto de querer violarme, e incluyendo que no era cualquiera persona; esa persona tenía poder.

—¿Qué imaginas que pasaría si...?

La pregunta de Amanda quedó inconclusa por unos toques en la puerta. Estando a punto de levantarme, Akko puso su mano encima de mi pierna avisando que ella iría. En ningún momento aparte la mirada de la puerta observando primero la hermosa sonrisa de mi novia cuando la abrió; lo segundo que observé fueron a Hannah, Barbara y Lotte ingresar a la casa.

—Diana —llamó Amanda.

—¿Sí?

—No la dejes sola —pidió mirándome con seriedad.

—No pienso hacerlo —aseguré volteando a verla.

—Eso espero porque una persona común de mente débil no soportaría lo que está pasando en este momento.

—¿Qué quieres decir? —pregunté extrañada no entendiendo sus palabras.

—Lotte me contó unas cosas cuando antes... ocurrían estas situaciones con Andrew. —Hizo una pequeña pausa—. Akko es fuerte, de eso no tengo duda, pero a veces una persona fuerte desea el consuelo de esa persona que es importante en su vida. Y esa, lastimosamente, eres tú.

«Ahora tiene sentido... Espera, ¿Cómo que lastimosamente?»

—Gracias, Amanda.

Sus palabras quitaron un poco ese sentimiento de envidia que...

—Y actúa maduramente, no eres una chiquilla.

«¿Eh?»

—Y no me interesa si estuviste muerta y luego reviviste.

«Es reencarnar. No revivir, idiota». Aunque era un poco lo mismo, tenían sus diferencias.

—Para mí tienes veinte, no diecinueve.

—¿Gracias?

—Cuida de Akko, o te devolveré al mundo de los muertos.

—Es agradable, si te lo preguntas —dije siguiéndole la conversación "amistosa".

—No estoy interesada en morir.

—Yo tampoco.

«Ninguna de las dos querrá ir a ese lugar. Te lo aseguro».

.

.

.

—Siento que lo hice fue estúpido.

«¿Por qué sería estúpido?», me pregunté. Ella se veía muy segura de tomar esa decisión.

—Akko... —llamé observándola como caminaba de un lado a otro frente a mí.

—¿Qué sucede si no resulta?

—Funcionará —aseguré.

Ella me miró dudosa con sus puños cerrados. Seguidamente se sentó a mi lado provocándome ese deseo de abrazarla e inhalar su embriagante aroma. Su cabello se veía tan sedoso y suave; su camisa me daba la gloriosa vista para apreciar sus curvas y sus pechos; y sus... «Santo cielo... Ese trasero...» Como lo quería en mi rostro.

—¿Me estás prestando atención?

«¿Qué? ¿Dijo algo?»

—Cla... claro.

Akko arqueó una ceja.

—¿Qué estás mirando?

—Nada. —Carraspeé mi garganta sintiendo mis mejillas un poco calurosas—. ¿Empezarás a construir?

«Concéntrate, Diana, no es momento para lujuriar su cuerpo». Lo había hecho incontables de veces, pero debía ser paciente; debía controlarme. Akko era una mujer hermosa con un físico que consideraba de dioses. Deseaba tocarlo, marcarlo y besarlo; deseaba chupar sus senos y probar su vagi...

—Diana, ¿ocurre algo?

—¿Eh?

«¡Rayos! ¡No otra vez!»

—Hablamos mañana —dijo poniéndose de pies.

—No, espera —dije imitando su acción.

«¡Maldición! ¡Cada día que pasa ese deseo se vuelve incontrolable! ¡Y eso que sólo ha pasado un mes!» Tenía suerte de que mi madre dejara de preguntar y me diera el permiso con el dinero, sin embargo, no tardaría en hacerlo si me pasaba mucho tiempo fuera de casa para quedarme en la de mi "amiga".

Xandra me había cubierto demasiado.

Suponía que, más adelante cuando las cosas se calmaran un poco y Akko estuviera lista para confrontar eso, le diría sobre mi relación. Pero por el momento, no. Aunque Akko había demostrado estar tranquilidad conmigo, no quería decir que hubiera superado lo que sucedió con Andrew.

Empezaba a odiar ese nombre. «Lo siento primo, pero no eres el mismo. Y verte en televisión siendo arrastrado por la policía me creo tanta... satisfacción, pero a la vez lastima. ¿Cómo llegaste a caer tan bajo?».

En algunas veces anteriores me puse en su situación y la verdad... no llegaría al punto de dañar a la persona que amaba simplemente para satisfacer esos deseos egoístas. Sin embargo, yo no era él, y él no era yo.

.

.

.

—¿Qué te parece este lugar? —pregunté mientras observaba desde una colina alta la ciudad alumbrada por el atardecer.

La brisa era perfecta: fresca y acogedora. Y el ambiente era tranquilo.

—Es relajante —dijo con una sonrisa en sus labios estando apoyada en la tapadera del auto con las manos apoyadas a los costados—. Es demasiado relajante... —repitió, pero en susurro.

«Quiero un helado».

—Acabamos de comer uno.

—¿Lo dije en voz alta?

—Sí —aseguró divertida.

«Rayos».

—Lo siento... —murmuré avergonzada.

—Podemos ir por...

—No —interrumpí—, aún no.

«Fue un deseo repentino». Me encantaba el helado, pero más me gustaba que me hubiera invitado a salir. Recordaba su tono de voz temerosa cuando me lo preguntó; había sido demasiado tierno. Ella era demasiada tierna para mi corazón, y lo amaba; amaba lo que provoca en mí.

Ahora que lo pensaba era la primera invitación viniendo de su parte. Me había puesto nerviosa. Muy nerviosa. No quería que algo saliera mal que llegara a estropear ese día, aunque lo había hecho pidiendo otro helado.

Lastimosamente no tenía mucho dinero y me daba un poco de vergüenza que ella costeara todos los gastos. No obstante tenía un pequeño ahorro que comencé a hacer cuando tenía dieciocho años.

Tenía muchos planes, pero... ¿Ella los aceptaría?

—¿Me dejarías vivir contigo? —consulté de repente rompiendo el silencio.

Akko me miro sorprendida y con una de sus manos llevó un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Pensaba... después de que consiga el empleo poder... estar contigo.

Faltaban unos meses para eso, pero en ese tiempo estaba segura de lograrlo al finalizar de ese mismo año. Mis notas seguían iguales y no pensaba desinclinar. Necesitaba esos estudios para tener un trabajo prospero en el mundo donde me encontraba, aunque antes tenía la vida resuelta, ahora era diferente y en cierta parte me encantaba.

—Tendrías que hablar con Emily sobre nosotras.

—Aún faltan algunos meses, no hay prisa —contesté.

—¿Por qué no lo has hecho?

«Por tu estado emocional».

—Porque... Porque no he encontrado el... momento.

—¿Enserio? —dijo no muy convencida.

—No es... ¿Importante...?

Akko arqueó una ceja.

—Está bien, lo es, pero no quiero decirlo en este momento; quiero estar contigo primero.

—¿Crees que nos separe?

—¿Qué? No, por supuesto que no. Es... complicado, Akko.

La verdad no lo era, pero no deseaba tocar un tema en específico que causaría una...

—¿Es por lo de Andrew?

«Y otra vez ese nombre». Lo empezaba a detestar.

—No tanto... Estás ocupada en la edificación de tu negocio. No quiero llegar a estresarte más por si algo malo llega a pasar.

«Que buena excusa, bien pensado».

—Está bien, esperaré.

—Gracias...

«No he arruinado la cita, ¿cierto?», pensé inquieta. «¡Debí haber pensado en las posibles respuestas que obtendría y no haber preguntado así sin más! ¡Soy una estúpida!»

.

.

.

«¿Cómo acabe así?» Mi corazón se saldría de mi pecho y me daría un colapso mental si seguía en esa posición. «¡Dios!» Estaba aguantándome demasiado las ganas de no bajar la mirada. Sus senos se encontraban tan... «No. No pienses en eso, piensa en otra cosa».

Estábamos viendo una película en su habitación. Empezamos con besos, luego jugamos y de un instante a otro había quedado arriba de ella. Su expresión era de sorpresa y sus mejillas estaban totalmente ruborizadas; al igual que las mías.

No nos habíamos percatado de la posición hasta que, por deseo mío, tiré levemente de su labio inferior con mis dientes y volví a besarla con más intensidad causando que soltara un gemido profundo que fue ahogado.

«¡Dios! ¡Su gemido! ¡¡¡No!!! ¡Piensa en otra cosa! ¡¡¡No recuerdes eso!!! ¡Me está tocando! ¡¡¡Me está tocando!!! ¡¿Será este el momento?! ¡No estaba preparada mentalmente! ¡Creo que voy a morir! ¡Hace demasiado calor y la sabana encima no ayuda, y tampoco el silencio en la habitación!», pensaba en pánico.

Sus manos eran tan suaves y delicadas que me creaban una sensación demasiada agradable al pasearse con sutileza por mi espalda. Lentamente fui acercándome hasta llegar a rosar sus labios con los míos. Su aliento tibio me hizo suspirar suavemente y el ambiente se volvió cada vez más sofocante.

Me encantaba besarla. Sus labios eran suaves y exquisitos; la sensación de estar moviéndose contra los míos era simplemente encantador y adictivo. Me preguntaba... cómo se sentiría si... «¿Qué es ese sonido? ¿Alguien está llamando?»

—Discúlpame —dijo apartándome con delicadeza de encima.

Parpadeé desconcertada varias veces saliendo de mis pensamientos. Miré mis manos, y luego recordé que estaba haciendo o lo que estuvimos a punto de hacer. «¡¿Por qué siempre nos interrumpen?! ¡Esto parece ya una película cliché! ¡Estoy cansada de las interrupciones!»

Dejé caer mi rostro en la almohada soltando un pequeño quejido. Había pasado tres meses y medio desde aquel problema con el ex Conde. Mi madre había notado que la mayoría del tiempo estaba en la casa de mi "amiga" y eso parece molestarle un poco, ya que había dejado de pedir permiso y su expresión cuando me veía llegar me daba a entender que no le gustaba que desapareciera por tanto tiempo.

—Sí, gracias por informármelo. No, no se preocupe. Entiendo, buenas noches.

«Además, ¿Por qué le interesa tanto que tenga una relación? ¿O... acaso ya sospecha quién es? No, es imposible. Xandra y ninguno de mis amigos le dirían».

—¿Diana?

—¿Hm?

—¿Estás bien?

—Perfecta —murmuré.

Sólo estaba de mal humor; lo normal cuando interrumpían un momento importante entre nosotras. «Al menos, Halloween es en... dos semanas. Espera», analicé para después retroceder. «Halloween es en... ¿Dos semanas? ¡¡¡Dos semanas!!!»

—¡Akko! —exclamé levantando de un salto mi rostro de la almohada.

—¿S-sí...? —contestó asombrada y confusa.

—Me preguntaba... ¿Quieres ir... a una fiesta de Halloween?

—¿Halloween?

—Sí.

—¿Dónde será?

«¿Está aceptando?»

—En mi universidad.

—¿Y puedo ir?

«¿Eso es un sí? Cálmate, Diana. Espera la respuesta, no te ilusiones aún».

—Está permitido llevar familiares y pareja —expliqué empezando a sentirme nerviosa.

Akko permaneció en silencio mirándome fijamente. Pasaron tan solo unos pocos minutos para que hablara otra vez.

—Iré, pero con una condición.

«¡Sí! Espera, ¿Condición?»

—¿Cuál?

—Ámame.

«¿Qué?»

—Eso...

«Se está acercando mucho».

—Ya... ya lo hago —concluí.

Su rostro estaba muy cerca.

—Ámame más —susurró cerca de mis labios causando que mis mejillas volvieran a ruborizarse.

Entrecerré mis ojos observando la distancia de nuestras bocas, y cuando estaba a punto de cerrarla, otra vez... ¡Otra vez el maldito celular comenzó a sonar! Akko se rio y nuevamente se separó.

—¿Debo llevar disfraz o vestimenta normal? —consultó agarrando el teléfono.

—Un disfraz. De lo que gustes vestir.

—Bien, ¿De qué iras tu?

Abrí mis labios para responderle, pero inmediatamente los cerré al no tener idea de lo que usaría. Akko respondió la llamada y por mi parte me quedé pensativa.

«¿Qué debería usar?»

--------------------

Fin del Cap. 18 (Arreglos y Sentimientos)

.

.

.

────────♡────────  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro