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11: Desorden de sentimientos

Atsuko Kagari Pov

Croix: No puedo cre-creerlo. ¡En serio estás aquí!

—En carne y hueso.

Diana sostenía en sus manos un plato con diferentes cosas que escogió de la mesa; papas fritas, Nuggets de pollo con queso, una hamburguesa y tres tozos de pizza.

Lotte: Su primer nombre es Katerine, pero todos optamos por decirle Diana.

—Es mejor. Mis otros amigos me dicen Katerine.

Chariot: ¿Y cómo fue?

—¿De qué habla?

Chariot: ¿Simplemente tomaste una decisión y ya?

—Demoré en tomar esa decisión —explicó un poco nostálgica—. Mi madre estaba de acuerdo desde un comienzo, pero era porque tenía como prioridad mi felicidad.

«Su... felicidad». Su madre había aceptado. Y ahora no me recordaba y llegué a gustarle. Posiblemente aún le gustaba y no quería imaginar su reacción cuando se enterara de que estaba saliendo con su hija. Creía que cavaría mi propia tumba en ese mismo día. Pensaba en la expresión que pondría y no era para nada bonita.

Emily era una mujer muy hermosa. Su cabello era largo y rubio, a diferencia de Diana, ella lo tenía lacio y no ondulado. No conocía la historia detrás de su embarazo, o cómo llegó a embarazarse en primer lugar. «¿Cuántos años tenía cuando sucedió eso?» No quería pensar de números en ese momento.

Mi inseguridad y miedo, era perder a Diana por una chica más joven que pudiera reemplazarme. Viviría más años y nadie la miraría de manera extraña a lado de ella; era una jovencita. La mayoría siempre decían que me veía joven para mi edad, pero eso no quitaba el hecho de que poseía nueve años más que mi actual pareja.

Esos pensamientos e imaginaciones aún rondaban por mi cabeza. Diana tenía la oportunidad de empezar una nueva vida con alguien y, lastimosamente me había escogido a mí para ser ese alguien en su vida.

No me menospreciaba, ni nada por el estilo. Me amaba y valoraba como era. De igual manera, debía admitir que me hacía sentir afortunada al poder tenerla a mi lado de esa forma, cuando en su primera vida no lo conseguí. «Tal vez... esta es una oportunidad para las dos».

—Akko, ¿Estás bien? ¿En qué piensas? Chariot ha estado llamándote tres veces —dijo Diana mirándome con preocupación.

«Oh... me adentré mucho en mi nube mental».

—Lo siento —dije nerviosa con una sonrisa—. ¿Decías? —le pregunté a mi ex profesora.

Chariot: No era nada importante, pero cambiando un poco el tema. ¿Cómo te ha ido con tu negocio?

—Mal —respondí enseguida—. Por el momento estoy centrándome en hacer más dinero, pero la tía actual de Diana dijo que me recomendaría a otra persona que pudiera ser la patente que busco.

Lotte: Esas son buenas noticias.

—Sí... —dije dudosa.

Esperaba que no fuera igual que la primera, porque me sentía capaz de tolerar de nuevo a otra persona con esa actitud. Aunque no había dejado que esa mujer se burlara de mí. No era una niña como para que solamente cerrara la boca y escuchara todo lo que tenía que decir.

Barbara: Tengo algo para ti —dijo con una sonrisa cursiva.

Un periódico fue puesto en la mesa cerca de mí. Incliné mi espalda un poco hacia delante y contemplé una foto en primera plana de mi persona montada en la escoba; vestida con mi atuendo de bruja. En esa fotografía aparecía sonriendo con mi larga cabellera castaña y mi sombrero que ocultaba uno de mis ojos. Abajo, decía: "La bruja Atsuko Kagari, derrota al mago de la capital"

«Espera, ¿Cuándo tomaron eso?»

Croix: También vi eso. Hiciste un buen trabajo.

—Lo hice por el dinero —contesté sin titubeo.

«No lo hubiera hecho si no me pagaran». Era algo obvio. Ya no era la Akko de antes que se ofrecía a realizar un Show de magia sin ningún costo.

—Quiero esa foto —pidió Diana.

Amanda: Yo te la envío.

—¿Es enserio? —le pregunté a Diana arqueando una ceja.

—¿Qué? Te ves hermosa. Quiero todas las fotos posibles de ti.

«Eso es exagerar».

Sucy: ¿Y qué harás con ellas?

—¿Qué crees que haré con ellas? —dijo mirándola con extrañes.

Sucy: Lo que todo adolescente haría si tuviera tantas fotografías de la persona que le gusta.

—Me estás malinterpretando.

Amanda: ¿No eres capaz?

«¿De qué hablan?»

—Esa es una pregunta personal e íntima.

Amanda: No lo niegas.

—Tampoco lo confirmo —contestó frunciendo el ceño.

Sucy: Estamos en confianza, puedes...

—¡No! —exclamó avergonzada—. Rayos... ¿Por quién me toman? —Colocó su mano en el rostro tratando de ocultar rubor intenso.

«Oh... Ahora entiendo bien». No había comprendido de que estaban hablando de... ese especifico tema. «Oh no, mis mejillas se sienten calientes». Y ahora me sentía avergonzada e incómoda.

Barbara: Que lenta eres.

Croix: Que inocente, diría —corrigió con una sonrisa—. Algunas cosas no cambian —dijo, para después beber de su trago.

Viré a ver a Diana contemplando su semblante avergonzado y su boca con una pequeña mueca que demostraba la incomodidad y nervios que le causó esa suposición. Sus mejillas estaban igual de sonrojadas que las mías, sus parpados se encontraban cerrados y el plato era sujetado por una de sus manos. Suspiré con profundidad antes de tomar el plato y dejarlo en la mesa, para luego cambiar el tema de la conversación.

Los minutos fueron pasando en una charla agradable. Diana recibió muchas preguntas de parte de Croix que demostró un claro interés en conocer más de esa "magia" que la había traído de nuevo al mundo. Sin embargo, la respuesta a eso fue clara y obvia.

La magia de las nueve brujas o, primordialmente la bruja Beatrix, era más grande que cualquier magia conocida en la actualidad. La vara brillante era una de esas, pero desapareció después de haberla liberado. No la había visto en años; específicamente trece años.

Nunca olvidaré ese día en donde pude ver las estrellas y contemplar el mundo desde arriba. Había sido impresionante y agradable por la persona que estaba a mi lado en ese momento.

Agradecí que Bri, no se levantara y permaneciera durmiendo. Sin embargo, Diana fue a verla por si seguía respirando, ya que habían pasado tres horas y no dio ni una señal de vida con su llanto. Pensé en ese momento que, sí era así con un bebé que no le pertenecía, sería mejor con uno que viniera de sus genes. Ella podría llegar a hacer una gran madre en un futuro.

Una música relajante estaba puesta para ambientar el lugar. Amanda insistió en poner una más animada, pero le dije que la bebé no toleraría ese tipo de música, y lo que menos quería era que se despertara.

Chariot: ¿Y... Bernadette lo sabe?

—¿Saber qué?

Chariot: Tu relación —aclaró.

—No. Y es mejor que por el momento no le diga nada.

Croix: ¿Por qué? Dudo que se lo tome a mal. Era una mujer muy entendible y amable.

Diana hizo una mueca dudosa.

—No dirías eso si la conocieras ahora. Bernadette ha cambiado igual que yo. Ella no recuerda absolutamente nada —explicó.

Lotte agarró el vino y empezó a servirle a todas, excepto a Diana que se tomó unos segundos para preguntar antes de distribuir el líquido en su vaso de vidrio.

Lotte: ¿Quieres jugo o....?

Diana: Dame el...

—Jugo —interrumpí—. Nada de alcohol, por favor —rogué recordando la primera vez que estuvo ebria y lo que quería evitar en esa noche. Su estado de embriagues era cariñoso, pero demasiado como para proponerme matrimonio con tan solo... ¿7 meses de relación? No lo sabía, pero lo sentía demasiado pronto.

Diana: Jugo será —dijo mirándome con una sonrisa cariñosa sin poner alguna oposición.

—Gracias... —susurré aliviada.

Hannah: Es tiempo de que me despida —habló con el celular en mano—. Mi padre quiere una respuesta y pienso dársela hoy mismo. Ya me decidí.

Amanda: ¿Aceptarás?

Hannah: Eso esperas, ¿No es así? —le dijo observándola con una ceja levantada.

Amanda: Deberías hacerlo. Más dinero para ti y más dinero para mí.

Hannah: Si esas expectativas tienes del amor, creo que ya conoces mi respuesta.

Amanda se sobresaltó.

Amanda: ¡Espera! ¿Puedes pensarlo mejor?

Hannah: ¿Por qué debería? Dame una buena razón.

—¿Me perdí de algo? —me susurró Diana.

—Solo escucha —contesté.

Amanda: Porque... Yo... Ah... ¿Te quiero?

Hannah la miró con aburrimiento.

Hannah: ¿A cuántas personas le has dicho lo mismo?

Amanda: Eres la primera —confesó con sinceridad observando fijamente a Hannah.

Hannah permaneció unos segundos haciendo contacto visual con los ojos verdes de Amanda. Sus mejillas se ruborizaron al no encontrar en la mirada de mi amiga algo que la hiciera dudar de sus palabras. Exhaló en rendimiento y miró nuevamente su celular.

Hannah: Hablaremos de esto después. Mi padre está esperándome. —Levantó la mirada—. Las veo el próximo sábado.

Barbara: Ten cuidado al volver.

Lotte: Buenas noches.

Las demás también se despidieron de nuestra amiga. Cuando Hannah salió de mi casa, Amanda agachó la cabeza y dio un largo suspiro que llamó la atención de todas.

—¿Sucede algo?

Amanda: Ella no me cree.

Croix: Las acciones pasadas tienen sus consecuencias —dijo con tranquilidad.

Amanda: No me he acostado con nadie durante... ¡Un año!

Barbara: Debe ser duro para ti.

Amanda: ¡Lo es! —exclamó exasperada—. Le mando rosas, chocolates, almuerzos. Intenté invitarla a salir, pero...

Croix: ¿Pero...?

Amanda: Me acobardé y nunca lo hice —admitió cruzándose de brazos.

—En serio te gusta.

—Estoy perdida... —susurró nuevamente Diana.

Sonreí colocando mi mano izquierda en su brazo. Ella volteó a verme y me devolvió la sonrisa enseguida.

Sucy: Bésense.

«¿Qué?»

—¿Disculpa? —dije con indignación girando a verla con una ceja arqueada.

Sucy: ¿Qué? Es tu novia, ¿no? No es malo besar a tu novia.

«Que se trae entre manos...»

—Una cosa es besarnos y la otra frente a ustedes.

Amanda: ¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! —insistió animada, quitando ese rastro de confusión y tristeza que tenía. El alcohol parecía estar haciendo su trabajo.

La miré de manera fulminante haciendo que se callara. Mis mejillas se sonrojaron y una acción vista de reojo por Lotte, me impresionó.

—¿Tu también?

Lotte: ¿Qué? Quiero verlo y necesito un recuerdo —dijo con el móvil expuesto.

Amanda: Me lo pasas.

Croix: Yo también lo quiero.

Chariot: ¿Habrá boda?

«¡¿Boda?!»

—¡Chariot! —exclamé avergonzada.

Ella rio y negó con sus manos de manera nerviosa.

Chariot: Bro-bromeo.

—Me gustaría una boda —agregó Diana mirando con vacilación su vaso medio vacío.

«Y a mí me gustaría no hablar de casamientos e hijos».

—No voy a presionarte —continuó con una sonrisa ligera.

Sucy: Vamos, no tenemos toda la noche, algunas tienen que regresar a casa.

Todas debían volver. Eran las doce. Aún me incomodaba el hecho de besarla frente a más personas, aunque esas personas fueran conocidas no quitaba ese sentimiento. Suspiré profundamente e hice una señal a Diana con mi dedo índice.

—Ven —ordené nerviosa con mi mirada desviada.

Mojé inconscientemente un poco mis labios y respiré suavemente por mi boca. Cuando la presentí cerca la miré dudosa con mis mejillas sonrojadas. Empecé a maldecirme mentalmente por lo que sentía en ese momento; era una combinación de felicidad, anhelo, incomodidad, inseguridad, miedo y vergüenza. Diana pareció notar en mi expresión cada una de esas emociones. Ella se ruborizó y dio ese paso que no me atrevía a dar.

Sus labios se unieron a los míos con delicadeza. Cerré mis parpados en un intento de disfrutar esa sensación cosquillosa que apareció en mi vientre, sin embargo, en mi mente estaba consciente de que habían ojos mirándonos y toda esa sensación hermosa que cosquilleó también mi corazón, desapareció.

Me separé con un sentimiento de tristeza que no creía haber ocultado y, que posiblemente se hubiera reflejado en mi rostro, puesto que, Diana me miró con preocupación. Sin embargo, las demás no lo notaron y un grito alto de Amanda nos sacó de ese círculo.

Amanda: ¡Que vivan las novias!

Lotte: Lo imprimiré y lo repartiré el día de la boda.

Barbara: Le daremos una copia a todos.

«¿Enserio... duraremos?», pensé dudosa. Era vergonzoso. Demasiado vergonzoso. Mi corazón latía muy rápido y la temperatura de mis mejillas no habían disminuido. Estaba empezando a marearme un poco.

Chariot: Diana, ¿Estás segura de no contarle a tu tía?

—¿Daryl?

Chariot asintió.

—No puedo. Ella me reconocería y, posiblemente, aunque dejé de ser una Cavendish quiera darme el título.

Croix: Serías millonaria otra vez.

—Desaparecería —dijo con nostalgia—. No tengo permitido hablarle a mi antigua familia.

Sucy: ¿Qué sucede si te ven? Akko es medio famosa en el mundo de la magia. No me sorprendería que vengan a esta casa a hablar contigo —dijo señalándome con su dedo índice.

Lotte: ¿Qué pasaría si eso sucede?

—Estoy segura de que Akko no le dirá nada sobre mí.

Barbara: Pero si estás aquí. ¿Qué responderías?

—Soy Katerine, no Diana.

—Eso no suena muy convincente —murmuré.

No había pensado en esa posibilidad antes. Era extremadamente peligroso y dudaba que pudiera mentirles; era muy mala en eso cuando se trataba de ese tipo de personas. La familia Cavendish, me creaba nervios.

Croix: Algo mejor se les ocurrirá. Esperemos que no suceda nada malo.

«Esperemos...» Eso no me hacía sentir mejor. No quería que Diana desapareciera y me dejara. Ahora poseía ese sentimiento de miedo de nuevo y estaba empezando a odiarlo.

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No había podido dormir; mi mente daba muchas vueltas a esa situación. Mi pecho se sentía presionado y dolía un poco. Diana se había dormido rápido en el otro lado de la cama. Ella con anterioridad creyó que me había dormido enseguida al haber optado un comportamiento que reflejara "cansancio". Sin embargo, habían pasado tres horas y no lograba conciliar ese sueño que tanto me gustaría tener en ese momento.

Tenía muchas cosas pendientes que realizar y también poseía muchos planes futuros que deseaba lograr. Todo estaba junto; y todo parecía hacerse complicado después de esa "entrevista". No debía desanimarme tan rápido. Era obvio que no conseguiría a alguien a la primera. Podía ser reconocida en el mundo de la magia, pero durante mucho tiempo, me había topado con gente que llegaban a hacer buenos amigos u otros buenos enemigos.

¿Por qué me odiaban? «No lo sé». ¿Era envidia? «Tal vez eso es lo que sienten». De igual manera no debía ponerme a pensar en esas personas que no me toleraban por motivos que desconocía. No debía darles importancia a aquellos seres humanos que no les gustaba la magia o, simplemente no querían saber nada de ella.

La magia había salvado a cientos de personas actualmente. Los hospitales habían logrado encontrar curas efectivas contra enfermedades graves gracias a la ayuda de las brujas que experimentaban con pociones. Una de esas era Sucy. Sus inventos y tiendas de pociones eran reconocidas. Algunas cosas que vendía no eran muy... recomendables, puesto que, podían dar otros resultados que posiblemente no le llegaran a gustar a mucho.

Había pasado tanto tiempo y aún le gustaba experimentar con sus clientes. Esa poción que llevaba Amanda consigo en esas reuniones, era sacada del negocio de nuestra amiga. La compraba; hacía una apuesta; la utilizaba; y perdía el dinero que apostaba. Había invertido en otras cosas también y en esas si había ganado. Amanda le gustaba también ir en ciertas ocasiones a los casinos a gastarse o conseguir más dinero del que tenía.

«Como última opción, posiblemente vaya a probar mi suerte en esos lugares». Aunque en realidad, no me llamaba la atención desperdiciar mi tiempo y efectivo. Si me sobraba, lo intentaría. Sin embargo, tenía gastos de la casa, necesitaba comprar más comida y enviarle más dinero a mis padres para que pagaran sus deudas; no demoraría en llegar su mensaje con otra foto de un recibo.

El llanto de Bri me sacó de mis pensamientos nocturnos acerca de la vida. Me senté en la cama dejando escapar un suspiro de cansancio, y segundos después escuché un pequeño murmurar que compadeció mi corazón.

—Yo iré...

—Sigue durmiendo. Yo me encargo.

Lentamente sus parpados fueron abriéndose, pero impedí que se levantara colocando mi mano derecha encima de su brazo izquierdo.

—Sigue durmiendo... —repetí en voz baja cerca de su oreja.

—Akko... —susurró.

—¿Sí?

—Te quiero. Te quiero mucho —aclaró dándose la vuelta para poder verme mejor.

Sonreí sutilmente, mire fijamente sus ojos antes de que volvieran a cerrarse, acaricie sus mejillas unos segundos y alejé mi mano para ir a atender al bebe.

—Yo también te quiero... —susurré para mí misma.

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Fin del Cap. 11 (Desorden de sentimientos)  

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