Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10: Reencuentro inesperado

Atsuko Kagari Pov

—¿Qué pasa si lo lanza?

—Dependiendo si se rompe o lo daña, me compraría otro o lo mandaría a reparar.

—Como digas, no quiero verte arrepintiéndote de tus palabras luego —dije con mi móvil en mano.

Pensaba que, aunque los bebés le llamaran la atención los aparatos electrónicos, no debían tenerlos si no sabían cómo usarlo. Sin embargo, cuando Diana se lo quitó empezó a llorar. Eso le pasaba por mostrárselo. De igual manera, si llegaba a romperlo no era mi culpa.

Nos encontrábamos en mi habitación después de haber almorzado lo que preparé. Habían pasado tres horas y el bebé sólo había llorado un poco cuando se levantó, pero se calmó rápidamente con el bebedero. Cuidar a una cría podía ser fácil, pero difícil a la vez. Tenía sus ventajas y desventajas.

Estando en mi WhatsApp entré en el mensaje reciente, dejando los otros que no era tan importantes a un lado. Y con sin importancia me refería a los mensajes de mi ''jefe'', o debería decir administradora del jefe que no me dejaba realizar mi trabajo con tranquilidad, teniéndome un ojo encima mío todo el tiempo.

Amanda:
Sucedió un problema.

Akko:
¿Qué hiciste?

Amanda:
Espera, te llamo.

Suspiré y aproveché ese poco tiempo para observar a Diana jugar con Bri o, mejor dicho, a Diana tratando de que Bri no le lanzara su celular. Cuando recibí la llamada contesté inmediatamente.

—¿Qué sucedió?

—Mira tú WhatsApp, te voy a enviar una foto.

«¿Qué? Que extraño». Hice caso y desbloqueé nuevamente la pantalla entrando a la conversación. La foto no demoró en llegar, pero la descarga se tomó sus segundos. Al divisar bien la imagen me espanté y confundí.

Había... un pobre perro tieso, como una roca, en el piso. Hice zoom a la fotografía tratando de buscar alguna herida que lo hubiera matado.

—¡¿Qué le ocurrió?! —exclamé llamando la atención de Diana y Bri.

—Le di el jarabe y pareció colapsar luego de... una hora.

«¿Una hora?»

—¿Lo acabas de ver? ¿Qué estabas haciendo que no te percataste que estaba muriendo?

—Cuando lo hice, petó.

«¡Mierda!»

—¡¿Qué carajos le diste?!

—¡Lo que me dijiste!

—¡Eso no tenía que matarlo!

—¡Pues lo hizo!

—¡Debiste hacer algo mal! ¡¿Qué jarabe le diste?!

—Eh... ¿Jarabe normal? El que tomamos.

«¡Maldita sea!»

—¡Era jarabe de perro! ¡No de humano!

—Oh...

Silencio.

—Bueno, le haré un funeral.

—¿Le comprarán un ataúd? —pregunté extrañada.

—No, posiblemente lo meta en una caja y le tire flores. Luego compraré otro igual y se lo entregaré a mi prima. Le diré que ya está curao.

«¿Curao? ¿Dónde conseguirá otro perro igual?» Bueno... no importaba; no era mi problema.

—Bien, la próxima vez no aceptes cuidar de un animal enfermo.

—Mira el lado positivo, no está sufriendo más. Por cierto, ¿Estás lista para lo de esta noche?

—Sí... —Exhalé suavemente—. Cuido del bebé mientras.

—Uh... Me olvidé que andas de madre ahora. ¿Diana está contigo?

—Desde las una, ¿Por?

—¿Me dejarías usar la poción otra vez?

—No —respondí rápidamente frunciendo el ceño.

—Bien, bien, te veo en la noche. Suerte con tu intento de mamá.

Amanda colgó y enseguida suspendí el celular para arrojarlo a un lado poco lejos de mí.

—¿Era Amanda? —consultó Diana.

—Sí. Se le murió el perro de su prima.

—Pobre animal, cayó en manos equivocadas. —Se aproximó sentándose cerca mío.

—¿Estás aprendiendo? —le pregunté refiriéndome a los tratados que le daba a Bri.

—Eso creo. No es tan difícil cuidar o tranquilizar a un bebé, pero cuando los inyecte gritarán. ¿Qué debería hacer en ese momento?

—Dale una paleta y listo. —Crucé mis brazos buscando con la mirada el control de la televisión para apagarlo, ya que Bri no estaba viendo la caricatura.

—No es tan fácil... —murmuró extendiéndome lo que buscaba.

—Lo es. Ya verás —dije tomándolo.

Apagué la televisión y la habitación quedé en completo silencio, aparte de los balbuceos de Bri. La luz del atardecer entraba por la ventana y el aire acondicionado estaba a un nivel adecuado; ni muy alto, ni muy bajo, para que se mantuviera frio. Las sabanas de mi cama ocultaban mis piernas, y gracias a la camisa manga larga de tela de algodón poco transparente de color blanca, me ayudaba a abrigarme a la perfección.

Diana poseía una camisa común manga corta de tonalidad azul oscuro. Su pantalón era largo de color negro y poseía medias blancas. Bri utilizaba un gorro que ocultaba su poco cabello que era de color negro. Sorprendentemente era negro y no rubio. «Posiblemente por su padre».

Me informé previamente de la alimentación que debía tener un bebé de cinco meses, y casi era hora de volver a darle de comer. Cada tres o cuatro horas empezaban a tener hambre. Lo bueno era que, anteriormente, ya había dejado preparada la leche. También de que dormiría a las seis y no volvería a levantarse hasta el día siguiente, o eso esperaba.

Algunos bebés dormían bastante en las noches y añoraba que Bri fuera de ese tipo. No quería levantarme en la madrugada a calmar su llanto; sería frustrante. Mi sueño no podía ser interrumpido, pero necesitaba hacer un buen trabajo o no tendría mis dibujos. Shae tenía que ver a su hija en buen estado.

—Pásamela —le ordené a Diana agarrando el biberón que estaba en la mesa de al lado.

La agité varias veces mientras acomodaba a Bri en mis brazos. Suspiré un poco cansada y quité la tapa antes de acercar la tetina a su boca. Bri la tomó con sus manos empezando a succionar con naturalidad. No la solté y la sostuve con cuidado. Sus manos tenían la suficiente fuerza para sostenerlo por su cuenta, pero era más seguro que la sostuviera hasta que acábese, o se llenase.

—Te ves hermosa.

—No te hagas imaginaciones, por favor.

—¿Por qué no?

La volteé a ver frunciendo mi entrecejo.

—No voy a tener un bebe.

—¿Estás... segura de eso?

—Muy segura —respondí y dirigí mi vista otra vez a Bri.

Silencio. Pasaron unos cuantos minutos en un agradable silencio donde sólo se escuchaba el sonido del aire acondicionado. Cuando Bri acabó, la levanté con cuidado y la acomodé en mi hombro para palmear su espalda. Demoré otro tiempo contando esos minutos necesarios que debía tenerla en esa posición, y a la vez debía palmear su espalda para que cuando la acostara, no se ahogara o devolviera la leche.

Al pasar esos minutos obligatorios, la volví a poner en el centro de la cama con unas almohadas rodeándola completamente. Diana tuvo que buscar las del otro cuarto para que pudiéramos hacer ese pequeño ''nido'' y evitar que se cayera. Seguidamente Bri volvió a tomar el celular de Diana y empezó a jugar con él, metiéndolo a su boca o simplemente golpeándolo contra la cama.

Dejé el biberón nuevamente en la mesa y acomodé la almohada detrás de mi espalda. Al momento que volteé a ver a Diana para hacer una pregunta, sus labios se juntaron con los míos dándome un pequeño beso acompañado de otro seguido y otro más.

Parpadeé confundida sintiendo el calor en mis mejillas.

—¿Qu-qué fue...?

—Hagamos uno —pidió mirándome fijamente.

—¿Eh? Diana... —Arqueé una ceja—. Somos mujeres, no pode...

—Sí podemos —me interrumpió—. He estado leyendo algunos libros de posiciones cuando visité a Sucy.

«¿Visitó a Sucy?»

—Seré una doctora, y era necesario que también averiguara acerca de eso —continuó tomando mis manos—. Y.... mucho tiempo antes... igualmente lo investigué.

«¿Qué?»

—¿Qu-qué tratas de decirme?

—Hay posibilidades. Y ahora esas posibilidades han aumentado. Pasaron muchos años y la tecnología y la magia avanzaron. ¿No te has puesto buscar eso?

—No... —dije segura inclinando confusa mi cabeza hacia un lado.

«No tengo ningún interés en esas cosas. ¿Para qué lo buscaría?»

—Debiste. ¿Qué hubiera sucedido si una mujer, ya sea bruja, vertiera en tu bebida una de esas posiciones super caras de la tienda de Sucy?

—¿Poción?

No recordaba que una poción hiciera tal cosa.

—Su funcionamiento es simple. La tienes que beber y luego decir unas palabras. ¡Y Boom! Baby en camino. —Hizo una pequeña pausa—. Claro, primero tendrías que tener relaciones con esa persona para conseguirlo —aclaró—. Hay otra que funciona diferente. Recuerdas que, anteriormente las brujas se reproducían entre sí con ayuda de diferentes plantas.

«¿Plantas?»

—Tenías que dormir entre ellas con tu pareja como si fuera una cama. Obviamente antes debías decir un hechizo y unos días después sabrás si conseguiste lo que querías. Pero ese no es recomendable porque perderías una parte de ti. Actualmente nadie lo utiliza. ¡Oh! Hay otras maneras también, pero usando la creación de la humanidad. Sin magia. Funciona...

—Entiendo, entiendo —le interrumpí—. Hay muchas formas de que ahora la mujer pueda quedar embarazada de otra. Pero, como te dije, no quiero bebes.

—Tal vez... puedas considerarlo después —dijo, un poco... ¿Desanimada?

«¿Desanimada? Espera...»

—¿Tú... quieres...? —consulté observándola con atención.

—Contigo quiero todo —dijo con sencillez, pero demostrando seguridad en su mirada—. No será un descendiente de los Cavendish, pero seríamos una familia.

Tensé mi mandíbula y sentí como me quedaba sin aire por unos segundos debido a la sorpresa que me creó su respuesta. Mi corazón latió deprisa y mis mejillas no tardaron en ruborizarse. Diana sonrió y apareció también un color carmesí en las suyas. Sus labios se aproximaron a mi rostro y un beso tierno fue depositado cerca de mi comisura.

—Aún hay tiempo para pensarlo... —susurró con dulzura.

«Sí... Tal vez aún lo haya».

.

.

Después de unas horas. Mis amigas llegaron, e igualmente Chariot y Croix. Opté para esta noche colocarme un vestido largo de color rojo vino abierto hasta la mitad de mi muslo derecho. Coloqué un poco de maquillaje en mi rostro como siempre, nada excesivo, y me puse un poco de labial transparente.

Diana, igualmente se cambió a una camisa manga larga de jean color negra con botones y dos bolsillos frontales; teniendo las mangas recogidas hasta la mitad del antebrazo. Y llevaba puesto un pantalón largo de la misma tonalidad con las zapatillas.

La vi antes de bajar con esa vestimenta, pero aún no estaba con nosotras. Amanda comentó que sería una sorpresa para nuestras nuevas invitadas. Lastimosamente, Jasmika y Constanze no había podido asistir en esa noche. Sus hogares quedaban lejos y le tomaba bastante tiempo en venir.

En mi salón habían cuatros sofás cremas, uno para una sola persona, tres dobles y uno triple. Amanda se encontraba sentada con Hannah. Lotte con Barbara. Sucy sola. Croix y Chariot se hallaban en el triple. Y en mi caso, por el momento estaba sin compañía.

La mesa de al frente se encontraba llena de comida, bebidas alcohólicas y jugo. Lo que necesitaba para Diana cuando bajase; no la dejaría tomar otra vez y no quería que me propusiera matrimonio delante de las demás. Sería vergonzoso y, obviamente no aceptaría. Era muy temprano para pensar en esas cosas.

Chariot fue la que me abrazó con fuerza cuando me vio, diciendo lo grande y poco cambiada que estaba. Aduló mi belleza y demostró clara felicidad al estar conmigo. No nos habíamos visto en meses, sólo en fotografías. Sin embargo vernos en persona era diferente. Igualmente me había puesto feliz al verla.

Hannah: ¿Cómo van las cosas en la academia?

Croix: Normal. Aún continúo trabajando en lo que mejor hago, y digamos que me he cansado de dar clases acerca de mi conocimiento en la magia moderna.

Chariot: Recuerden que tomamos la decisión de retirarnos y comenzar una vida aparte. Como ustedes.

Croix: Suerte para nosotras, tengo un buen negocio y pensamos depender de eso una vez que terminemos nuestro tiempo en Luna Nova.

—Eso es asombro. Las felicito.

Tenían treinta y siete años y su progreso era grande. Faltaba poco para que llegaran a los cuarenta y tenía que admitir que aún se veían en buena forma.

Amanda: Sabían que se me murió el perro de mi prima.

—No me tires la culpa de eso —agregué de inmediato.

Amanda: ¡Hey! No fue culpa de nadie.

—¿Ah sí? —Levanté una ceja—. ¿Entonces se murió solo?

Lotte: ¿Qué le sucedió?

—Amanda le dio un medicamento para humano. El perro se encontraba enfermo y lo terminó matando.

Miré a Sucy observando cómo se aguantaba las ganas de reírse.

Barbara: Pobre animal.

Chariot: Eso me recuerda al cachorro que te regalé.

«Oh cierto». Ella me lo había obsequiado.

—Escapó. Creo que no le gustaba mi compañía.

Hannah: Pudiste haberlo buscado con magia.

—No quería estar conmigo y no iba a obligarlo a que lo estuviera —aclaré con simpleza y le di un sorbo a mi vino.

Croix rio ligeramente.

Croix: ¿Cómo les ha ido a ustedes?

Barbara: Mucho trabajo.

Lotte: En mi caso, todo ha estado bien.

Sucy: Meh.

Hannah: Tengo un dolor de cabeza que me sigue a todos lados.

Amanda: ¿Enserio? —dijo mirándola con confusión.

Hannah: Ah, si... está aquí ahora mismo. ¿Cuándo te decidirás? —dijo con sus brazos cruzados.

Amanda: Soy una paloma libre, te lo dije.

Hannah: ¿Entonces porque no me dejas tranquila? Van tres días seguidos que no paras de enviarme rosas a mi trabajo. ¿No puedes al menos enviarlas a mi casa?

Amanda: Te gusta —aseguró con una sonrisa y guiñó uno de sus ojos.

Hannah: Necesito hablar contigo seriamente. No puedo tener una relación de esta manera.

Croix: ¿Están saliendo? —preguntó sorprendida.

Hannah: Estábamos saliendo. Luego terminamos y ella volvió. Después terminamos y de nuevo volvió.

Barbara: ¿Y ahora?

Hannah: Estamos comprometidas por decisiones de nuestros padres.

—¿Qué? —solté sorprendida.

Hannah viró a verme.

Hannah: Las dos somos herederas de unas empresas. Nuestros padres se conocieron hace más de tres años y tomaron la decisión dos años después de unir los negocios con nosotras. Sin embargo, ha pasado un año y la boda no se llevará a cabo hasta que firme los papeles. Podría decirse que no estoy comprometida aún, y tengo tiempo para retractarme.

Amanda: Sé que me quieres.

Hannah: Te quisieras más si dejaras de ser tan mujeriega —incluyó mirándola con un semblante neutro—. No quiero estar unida a una persona que no se conforma con lo que tiene.

Amanda: Auch, eso me lastima —dijo ''fingiendo'' estar adolorida, pero no lo hizo muy bien.

Hannah: A mí también, pero no quiero seguir hablando de este tema porque me enojaré y después de esta casa saldrás con un ojo morado.

Amanda: Que agresiva. Me gusta.

Hannah rodó los ojos y agarró su copa para darle un trago largo.

Chariot: Eso parece muy complicado.

Amanda levantó sus hombros en desinterés.

Amanda: Lo resolveremos.

Barbara: No sabíamos que estaban... Bueno, no lo están, pero, ¿Por qué no lo dijiste?

Hannah: No era relevante, hasta ahora... Mi padre me está exigiendo una respuesta lo antes posible. Dijo que ya habían esperado demasiado y tiene razón. Sólo no he querido dársela.

Lotte: ¿Te sientes presionada?

Hannah: Un poco. Admito que la quiero, pero no deseo que cuando estemos casadas ande acostándose con prostitutas.

Croix: ¿Haces eso? —preguntó con una sonrisa ligera en sus labios.

Amanda: Hacía —aclaró—. Dejé de llamarlas cuando me enteré de ese ''compromiso''.

Hannah: ¿Y cómo explicas las prendas que he encontrado en tu habitación?

Amanda: Te dije que eran de la sirvienta.

Hannah: ¿Te acuestas con tu sirvienta ahora?

Amanda: ¡No! Rayos. Esa era de mi padre.

Hannah arqueó una ceja observándola con impresión.

Amanda: No debí decir eso. Ustedes. —Nos señaló—, no escucharon nada.

Croix nuevamente rio.

Croix: Bien, cambiemos un poco de tema. —Volteó a verme—. ¿Qué hay de ti? ¿Estás otra vez en una relación?

Lotte: ¡Lo está!

Barbara: ¡Y esta vez es seria!

«¡¿Seria?! ¡¿Cuándo se convirtió en una relación seria?!»

Chariot: Vaya... —dijo sorprendida—. ¿Quién es el afortunado o afortunada?

Amanda rio.

—Ya lo verán —dijo Amanda con una sonrisa amplia.

Croix: ¿Está aquí?

Chariot: ¿Esta en tu habitación? ¿O no ha venido?

—Creo que antes de eso, debo explicarles... algunos detalles importantes —dije nerviosa dejando mi copa en la mesa.

Pasaron los minutos en donde narré la historia desde el comienzo y resumí algunas partes. Mis amigas me ayudaron y confirmaron todo lo que contaba por mi cuenta y las pocas cosas que agregaba. Cuando llegó el momento, le envíe un mensaje a Diana para que bajara. Mientras contemplé las expresiones de extrañez y perplejidad de las profesoras.

Unos pasos bajando se escucharon en los escalones y todas fijaron su mirada hacia donde provenía el sonido; menos mi persona. Al estar presente, Croix dejó caer la copa al piso de la impresión rompiéndose en pedazos al tocar el suelo. Y Chariot quedó petrificada teniendo su rostro más pálido de lo normal; posiblemente no creyendo lo que veían sus ojos.

Giré a ver a Diana con un leve rubor en mis mejillas.

—¡Buenas noches! —dijo alegre acercándose a mi ubicación.

Croix: ¿Di...Diana...?

«Aquí vamos...» La ultima vez que la vieron, estaba muerta.

----------

Fin del Cap. 10 (Reencuentro inesperado)

.

.

.

────────♡────────

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro