pasado o Presente (1 parte)
El paraíso, así es como se sintió al despertar. Ese pequeño vagón era su paraíso personal. Aun no creía lo que sus tóxicos ojos veían, temeroso abrazo al menor, acunándolo entre sus alas, retiro algunos cabellos de su frente y se dedicó a tocar esa lechosa y suave piel.
Aun no creía lo que paso, finalmente...finalmente consiguió el amor de Hipo...después de tantos años.
-mmm....ah...hola...buenos días.
El pequeño le saludo adormilado, tallando sus ojos, se estiro un poco y se recargo en el pecho de su amante.
Rasmus sonrió satisfecho; levanto el mentón del chico y comenzó a besarle, mientras sus manos se deleitaban recorriendo esa suave espalda.
El tener a Hipo era un sueño hecho realidad, un sueño que creyó inalcanzable.
-mío...solo mío
Susurro posesivo mientras comenzaba a lamer su cuello y repartir pequeñas mordidas. Hipo se tensó al principio, pero no tardo en soltar ligeros gemidos, un ligero calor inundaba su estómago, parece que el celo aún seguía.
Rasmus pego sus cuerpos y comenzó a moverse, excitando a ambos. Sentía su sangre hervir, su respiración aumentaba e incluso sus colmillos crecieron un poco.
-¡Ah, Rasmus!
Un grito broto de la garganta del chico, Rasmus dirigió sus manos a su trasero y separo sus glúteos, introduciendo uno de sus dedos en la entrada del menor. ¡AHHHH!...La intromisión no fue lo doloroso, ya que aún se encontraba dilatado, lo realmente molesto fue la garra de su compañero. La afilada uña roía las paredes de su entrada, de forma lenta y suave, ocasionándole una extraña sensación de placer.
-mmm....ah...se siente raro...ah...sigue...
Un segundo dedo no tardo en ingresar, aumentando el deseo masoquista del chico. Hipo se retorcía excitado, era una sensación extraña, la garra le producía una cierta molesta al rasgar sus paredes, pero también un calor exquisito que comenzaba a invadir todo su ser. Los jugos de su cuerpo no tardaron en inundar la mano de su amante, el cual se deleitaba embistiéndole y escuchando sus gemidos.
-es genial...sigue Ras...
Unos ojos viperinos brillaron con lujuria, sin retirar su mano se sentó frente al castaño, tomo su miembro y comenzó a masturbarle. Era su turno de comenzar, su turno de ser el macho alfa.
-ahhh...Rasmus...ahhh...
Hipo se retorcía de placer en las sabanas, el chico estrujo la tela, mordiendo sus labios y arqueando la espalda, mordió sus labios intentando contener los gemidos, mientras sus bellos ojos se cerraban con fuerza, ocultando unas lágrimas producto del placer.
-ah...es...espera...mmm...
Esto fue música para sus orejas, escuchar a Hipo tan excitado era un sueño hecho realidad. Retiro la mano, ganándose un gruñido como queja, sujeto las caderas del menor y aprisiono el pene de este en su boca, comenzó a chuparlo de forma lenta, justo como Hipo hizo con él.
-no...Ras...no...
El menor intento negarse, pero su pareja lo sujetaba con fuerza. Su miembro salía de esa cálida boca, la cual chupaba y regalaba pequeñas mordidas. No tardo ni un minuto en perderse en el placer y enredar sus dedos en el negro cabello de su chico, incitándole a aumentar el ritmo, cosa que Rasmus hizo feliz.
Era demasiado, el calor en su cuerpo se incrementó y el éxtasis nublo su visión, con un grito sonoro se dejó venir en la boca del moreno. Rasmus trago toda la semilla del pequeño, degustándole cual ambrosia. Guardo un poco y se lo dio a probar a Hipo en un apasionado beso. El menor acepto gustoso el regalo, era raro probar su propia esencia.
-sabes delicioso, menciono divertido colocándose entre sus piernas.
-pe...pervertido, Hipo le veía ligeramente molesto, -¿Quién te dio permiso de tocarme? reclamo con un puchero.
-bueno, es mi venganza, anoche te deje comenzar, ahora es mi turno, susurro seductor.
Hipo trago grueso mientras se sonrojaba. Estaba a punto de protestar, pero el Azabache no lo dejo. Rasmus sujeto con fuerza sus caderas y le penetro de una sola estocada. Hipo ni siquiera pudo gritar, su compañero le beso de forma salvaje, robándole todo el oxígeno de los pulmones. El menor se aferró con fuerza a su espalda de su compañero, arañando la comisura de las alas.
Muy a su pesar Rasmus libero sus labios, permitiendo la entrada del preciado oxígeno. El moreno comenzó con un vaivén rápido y fuerte, ocasionando que el cuerpo debajo de él se estremeciera. Los gemidos brotaron de la boca de Hipo, mientras sus uñas se clavaban en la espalda del moreno. Era doloroso...pero agradable.
-más...más duro...Rasmus dame más...
-claro.
Las manos del mayor sujetaron con fuerza los glúteos del chico, lo pego más a su cuerpo y continuo con los salvajes movimientos, mientras se inclinaba y comenzaba a succionar sus pezones. Los gritos del menor inundaron el lugar, el chiquillo abrazo con sus piernas la cintura de su amante, mientras suplicaba por más. El sudor bañaba sus cuerpos y la lujuria los guiaba.
-eres mío Hipo...finalmente eres mío, gruño con voz ronca cerca de su oído.
El menor asintió sonrojado, mientras compartían un cálido beso... pero, algo en la manera de hablar de su pareja no le agrado, le hizo sentir incómodo.
Continuaron con su faena mañanera hasta que sus cuerpos exigieron un descanso. Al mediodía Rasmus fue por algo de comida, desayunaron y salieron a dar una vuelta, vuelta que les regalo otra buena sesión de sexo en el parque.
Por tres días la joven pareja vivió en el paraíso, en especial el dragón que veía finalmente cumplido su fantasía milenaria....
*****.....*****.....*****.....
El cuarto día Hipo se despertó más temprano que su compañero, decidió no molestarle y salir a explorar un rato, como en ocasiones lo hacía. Aun no creía lo que había hecho... ¡Por Dios! ¡Había escapado de casa! ¡Y se había emparejado con un dragón! Estaba seguro de que si tutor le veía seguro lo mataba...a los dos. Negó con la cabeza, lo mejor ni pensar en ello.
Sus pies le llevaron hasta un área boscosa, la cual no recordaba haber visto antes. No había casi edificaciones en ese lugar y las que había no excedían de los 2 ó 3 pisos, parecía que antaño fue un área residencial...o comercial.
Pasado algunos robles se encontró con un pequeño muro, no mayor a los 2 metros, adornado con imágenes de niños jugando. Curioso trepo la barda y se adentró en el lugar.
Le recibió un salvaje jardín, con juegos cubiertos por maleza, cajones de arena y juguetes enterrados. Al final una vieja construcción, una pequeña escuela preescolar.
Era un edificio con una sola planta, amplio, rodeado de estatuas de elefantitos. Cruzo la enorme puerta de madera, para ser recibido por un amplio pasillo, este dividía los salones en dos partes, 5 en cada lado y al final 4 cubículos y los baños.
Hipo se adentró en el primer salón del lado derecho, era muy grande, pero estaba lleno de cucarachas y basura. Los siguientes 3 estaban en iguales condiciones, pero el último no.
El salón se encontraba sucio, pero no tanto como los demás, sus enormes ventanas al final estaban en buen estado y por ellas se podía ver unos árboles de manzanas, pequeños escritorios y mesitas se encontraban dispersos por el lugar, al igual que algunos juguetes.
En la pared del final encontró una pizarra con dibujos. Una sonrisa adorno su rostro al ver las obras de arte de los pequeños.
"Mi Papá"
Eso se leía en la parte superior. Parece que ele último trabajo que realizaron en ese salón fue un dibujo de su padre, divertido examino algunas obras. Había hombres gordos, flacos, bajos, altos, con cabello negro, rubio e incluso azul. Vestidos de policía, bombero, doctor, etc.
Mientras examinaba los dibujos a su memoria llego un recuerdo.
Cuando era pequeño escuchaba a sus compañeros discutir por ver quien tenía el mejor padre.
-el mío es más alto
-el mío mas fuerte
-el mío es doctor.
Eran discusiones tontas...pero que en realidad le dolían. En ocasiones se preguntaba ¿Dónde estaba su padre y madre? ¿Por qué no iban por él? ¿Acaso no le querían?
Para desgracia del niño las respuestas llegaron, pero de la peor manera. El padre de uno de sus compañeros, Snoutlout, era jefe de policía...y todos en la policía conocían su situación, lo que provoco que el hombre le prohibiese a su hijo jugar con el huérfano ese.
Y como los niños son especialistas en ser crueles, en poco tiempo el pelinegro y otro grupo de niños comenzaron a llamarle chico basura. Esto le dolió mucho al chiquillo, el cual no supo a quién recurrir, porque si era verdad...entonces nadie lo quería.
Pero en ese entonces Hipo era tierno y optimista. Bueno, sus sus padres no le quisieron, entonces conseguiría nuevos padres. Comenzó a pensar entonces en lo que sus compañeritos siempre decían, no le interesaba mucho tener una mamá (con las monjas le bastaba), pero si deseaba tener un papá... ¡El Mejor de Todos!...y ya tenía al candidato perfecto.
Se pasó varios días pensando en cómo pedírselo, y lo mejor que se le ocurrió fue hacerlo a través de un dibujo. Tomo una hoja, sus crayones y comenzó a plasmar su obra de arte, llenándola con todos sus deseos.
Tenía planeado entregarla al día siguiente, cuando le entregaban por primera vez sus calificaciones.
El pequeño estaba feliz dela vida, no le había ido mal, salvo por un 9 en deportes. Nervioso le entrego la boleta a su tutor, mientras apretaba el dibujo bajo su camisa. El hombre lo miro serio, firmo el documento y se retiró, susurrando un: mejora en deportes.
Hipo lo miro triste, parece que lo había decepcionado con ese 9 (uy yo saco eso y mi mamá me hace fiesta), por lo que decidió esperar a la siguiente entrega, cuando tuviese solo 10.
Por desgracia eso nunca paso, no es que el mocoso fuera malo en deportes, no. El problema eran sus compañeros. Snoutlout y sus compañeros lo agarraron como puerquito (ya saben bullyn), los chicos lo empujaban, le tiraban los balones con fuerza, lo hacían tropezar, etc, todo lo necesario para que el niño fallara.
Ninguno de sus maestros le ayudo, los adultos preferían ignorar las riñas de niños. El chiquillo estaba molesto, por su culpa no podía entregar su dibujo y por consiguiente conseguir al padre que quería, por tal motivo decidió actuar. En unos meses no solo fue en deportes donde bajo, ahora también en conducta. El pequeño se enfrasco en una pelea con sus compañeros, si ellos le empujaban, él los empujaban, si le arrojaban la pelota, él se las arrojaba con más fuerza.
Esto lo alejo más de su tutor, el cual se la pasaba regañándole. Por lo que, los deseos del niño para conseguir un padre se perdieron poco a poco. El chico se volvió más huraño y agresivo, molesto con todo el mundo, con sus padres por dejarlo, con sus compañeros por frustrar sus planes, con su tutor por no escucharlo.
Al final llego a la conclusión que solo se tenía a él mismo y si quería salir adelante seria por y para él.
Molesto por el recuerdo abandono la escuela, rodeo la barda en busca de unos frutos, antes de regresar.
*****.....*****.....*****.....
A Rasmus no le agrado mucho el despertar y no encontrar a Hipo a su lado, con molestia arrojo las sabanas y comenzó a vestirse y salió a buscarlo. Tenía que admitir, que si bien esos días habían sido increíbles, había algo que aún le incomodaba y era la relación fría que el chico tenia para con él.
Si pasaban gran parte de los días juntos, pero en ocasiones (como ahora) el pecoso se marchaba sin decirle a donde, tal vez se apareaban, pero eso no quitaba que Hipo aún se molestara cuando lo abrazaba o besaba de sorpresa. Esto lo frustraba, quería que la atención del chico fuera totalmente suya. Que Hipo iniciara por una vez la conversación con él, que le respondiera a sus preguntas y no las evadiera como siempre, hasta ahora seguía sin saber nada de la vida de su pareja tras el muro.
¿Por qué? ¿Por qué no le contaba nada?
Una ligera punzada se clavó en su pecho. Tal vez Hipo no confiaba en él. Por eso no respondía a sus preguntas ni hablaba de su vida. No lo creía digno de su confianza...o de su cariño.
Rasmus se detuvo a media calle, sentía como una garra invisible estrujaba su corazón. No, eso era imposible, después de todo lo que habían pasado, de todo lo que...habían hecho. Llego a creer que Hipo lo quería tanto como él, que la confianza y el amor era recíproco, pero...parece que se equivocó.
Triste comenzó a caminar, ¿entonces qué significaba él para Hipo?
¿Cómo lograr que ese pequeño humano le amara tanto como él?
*****.....*****.....*****.....
El castaño regresaba con una sonrisa en sus labios, después de reflexionar un rato en el árbol de manzanas, llego a una gran conclusión.
La palabra soledad ya no se aplicaba a él, porque ya tenía a alguien a su lado, alguien que lo quería pese a su rudo carácter.
Tomo una bocanada de aire y se preparó mentalmente, hoy sería diferente, al diablo el miedo, hoy lo perdería y se abriría con su pareja. Un sonrojo cubrió su cara, si, ellos ya eran pareja, después de lo ocurrido los últimos días era más que claro.
Así que hoy respondería a todas sus preguntas, olvidaría el temor a ser rechazado, aunque no estaba seguro de cómo lo tomaría el otro.
Ah, mis padres, pues fíjate que me abandonaron de bebe, tirándome en un bote de basura. Todos mis compañeros me odian, las personas con las que vivo me desprecian y no tengo absolutamente a nadie.
Uy sí, que bien sonaba. La verdad le daba pavor y vergüenza decirle esto a Rasmus, que tal si al enterarse él también lo rechazaba, decidía que él no valía nada (como todos lo creían) no podría soportar perderlo a él...pero tampoco quería seguir ocultándole su vida.
Mordió su labio al ver a su compañero acercarse. Era verdad que no tenía nada de valor para ofrecerle, pero por Dios como testigo, se esforzaría para hacerlo el dragón más feliz del mundo, mucho más de lo que ese vikingo pudo hacerlo.
Bueno, primero que nada, adiós a la vergüenza de ser cariñoso, Rasmus siempre lo besaba y abrazaba, pero él lo apartaba por pena, ya que no sabía cómo reaccionar, después de todo no estaba acostumbrado al contacto emocional.
Con paso tímido y una sonrisa temblorosa se acercó.
-buen día Rasmus...te...te traje fruta...
El pecoso le ofreció el regalo, mientras un ligero carmín adornaba sus mejillas.
-¿manzanas? mmm, si tenías hambre me hubieses dicho y yo traía algo mejor, respondió de forma fría.
-¿eh?
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Según recordaba, cuando Balder (el hijo de su jinete) se enamoró de una chica, esta no le hacia el mínimo de caso (ósea igualito que a su apa) sin importar cuantas atenciones tuviese con ella, por lo que el chico pidió ayuda a sus amigos para conquistarla.
La chica le recordaba un poco a Hipo, ya que era casi tan agresiva como este e igual de arisca.
Los compañeros del joven vikingo le sugirieron dejar de ser atento con ella y tratarla de forma fría, así la chica se interesaría más por él.
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Hipo miraba de reojo a su compañero, este se encontraba a unos metros de distancia, comiendo las, no tan buenas, manzanas. Los delgados dedos tamborileaban el piso, mordía su labio inferior, en espera de que el moreno iniciara la conversación.
Pero nada salía de la boca de Rasmus, salvo ligeros gruñidos.
Bueno, entonces el iniciaría la plática.
-eh...Ras...
-Hipo siempre me dijo que yo era el mejor cazador y recolector de toda la isla, soltó con voz fría.
El castaño lo miro sorprendido, era raro que él usara ese tono de voz tan frio.
-eres el mejor Toothless, ninguno delos otros dragones es tan hábil como tú, el moreno lo miraba de reojo, -ni Hookfang, Stormfly o cloujumper.
-ah... ¿enserio?
-claro, e Hipo sabía lo que decía, ya que era el jefe de toda la aldea.
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Segundo consejo que Balder recibió por parte de sus amigos...bueno la verdad fue más bien una ayuda. Los chicos se encargaron de promoverlo con la rubia. Que si era bien parecido, fuerte, alto, buen cazador, un gran entrenador, etc. Esperaban a que la chica se acercara y comenzaban a alabar a su amigo, en esperas de que esto activara su interés por él.
Pero en vista de que él no tenía a su amigos a su lado...entonces se auto alagaría...pero con un ligero cambio, su jinete.
Estaba seguro de que si Hipo escuchaba cuanto había querido su antepasado a Rasmus, pues él también lo querría igual. Después de todo era Hipo Horrendo Abadejo quien le recomendaba, el más importante de todos los vikingos. Rasmus juraba que con semejante recomendación Hipo no tardaría en caer a sus pies.
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Para el quinto día todo se vino abajo.
Hipo estaba hasta la madre de escuchar al moreno repetir cuanto lo quería su jinete.
Hipo siempre me dijo que mis escamas eran las más bonitas, Hipo siempre dijo que yo era el más fuerte, Hipo decía que yo era el más velos....
Porque diablos le repetía cosas que él ya sabía. Claro que era el más fuerte, de lo contrario no habría sobrevivido hasta hoy. Que su forma dragonesca era hermosa, eso ni negarlo. Le encantaba el brillo plateado que sus escamas proyectaban bajo la luz dela luna, sus expresivos y grandes ojos tóxicos, su elegancia felina al caminar, la textura de sus alas, todo, le encantaba todo de ese dragón...y le gustaba más en su sexi forma hibrida.
Pero ese no era el problema, no, el problema era que ya estaba harto de Hipo, Hipo, Hipo. El que rememorara tanto a su vikingo lo ponía de mal humor; se suponía que él ya había ganado terreno ante su antepasado, pero...parecía que regresaba al principio, donde el solo era una sombra, una copia.
El joven se encontraba sentado en la playa, contemplando el atardecer, esperando a que Rasmus apareciera con la cena. El chico se ofreció a ayudarle, pero el moreno se negó, es más ni siquiera lo dejo ayudarle con la fogata.
-no te preocupes, yo puedo hacer todo solo, después de todo soy el gran Toothless, el ultimo furia nocturna y compañero del gran Hipo, el rey de los vikingos.
De verdad, empezaba a odiar de nuevo a su antecesor.
Sus ojos se clavaron en las llamas, era una tarde fría y el calor dela fogata era agradable. ¿Por qué no dejaba que le ayudara? ¿Por qué ya no le hacía preguntas? ¿Acaso perdió el interés en él?
Tal vez se había equivocado, tal vez Rasmus no le amaba, todo lo que le había dicho fue producto de la calentura del momento, su cuerpo y cerebro solo reaccionaban por su celo...después de todo, Rasmus se empezó a comportar extraño tras su última vez, después de ahí no le volvió a tocar....incluso, parecía que su presencia le incomodaba.
Mordió su labio intentando controlar el llanto, que tonto, él fue el único que se ilusiono.
Estaba tan metido en su pena que no se dio cuenta cuando deslizo la mano, esta ingreso en las brasas de la fogata, envolviendo sus blancos dedos.
(Continúa)
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