inicio de un brillante futuo
Hace cientos de años.
El extranjero y pájaro de fuego llegaron a la Cueva del Wendigo, una gruta oculta a las faldas de la montaña. El ave se paró en una rama y le indicó con la cabeza que entrara. El hombre tomo una gruesa rama del piso, le ato un poco de tela y volteo a ver a su acompañante.
-¿te importaría?
Zar-Ptitsa meneo la cabeza divertido, de su boca broto un aliento cálido, tan cálido que prendió la tela. El hombre miro su antorcha, se giró a ver al ave y le regalo una hermosa sonrisa.
-muchas gracias mi bella ave, te lo agradezco desde el fondo de mi corazón. Se inclinó en señal de respeto e ingreso a la cueva.
El pájaro de fuego le miro con tristeza, seguro de no volver a verlo, extendió sus doradas alas y se preparó para volar.
*****.....*****.....*****.....
La última vez que estuvo en sus piernas, era un pequeño de cuatro años de edad, con sus mejillas abultadas y su cuerpecito de bebe, con una sonrisa radiante y ojos brillantes, pero ahora. Ya no era más su niño, ahora era un joven, un chico delgado de mediana estatura, con ojos tristes y sin una sonrisa en su rostro.
-Hipo (retirando un mechón de su frente) ¿Por qué estás aquí?
El castaño se tensó al oír su voz, le miró fijamente mientras mordía su labio. - ¿estoy en problemas?
-si polluelo, lo estas...casi me da un infarto al no encontrarte.
-lo...lo siento.
-ah, ya no importa...ahora dime ¿Por qué estás aquí?
Levanto a Hipo de sus piernas y sujeto sus hombros, obligando a que le viera.
El chico mordió su labio y apretó su brazo, a buena hora se le ocurre alejarse de Rasmus, tomo un respiro antes de contestar, después de todo iba a enterarse.
-yo...yo...ah...yo acepte una tonta apuesta con Snoutlout. Me reto a venir a la ciudad en ruinas, yo...lo siento, no debí de aceptar.
-cierto, no debiste, lo regaño
-pero, es que el me llamo cobarde...y gallina, se excusó el joven.
El peli plata levanto una ceja inquisidor, ¡Diablos! eso lo heredo de su bisabuelo, a él tampoco le gustaba que le llamara gallina o debilucho...y hacia lo que fuera para demostrar lo contrario.
-polluelo, no puedes dejar que tus emociones te guíen, tienes que aprender a ignorar ese tipo de comentarios.
-Lo hago, ¡Pero ellos no dejan de molestarme! reclamo furioso, -todos los días, todo el tiempo, se la viven insultándome... ¡y ya estoy harto!
El mayor lo veía incrédulo. Hipo bajo la cabeza y apretó los puños.
-no es justo, susurro, -la vida no es justa...para qué diablos nací...si nadie me iba a querer.
-te equivocas Hipo yo...
-No, No me equivoco...ni siquiera mis padres me quisieron, me abandonaron en cuanto tuvieron oportunidad, me tiraron en un contenedor...Snoutlout tiene razón...soy basura.
Le partía el corazón ver a su hijo tan deprimido; Hipo jamás había tenido una autoestima baja...o al menos nunca la había demostrado.
-yo, escu...escuche que el castigo por venir a este lugar es la...muerte... ¿por eso está aquí, verdad?...podría hacerlo rápido...por favor, solo quiero....termínelo.
El padre Tomas fue un templario, era el héroe de esa ciudad, almenos eso le dijo Jedan. Ahora estaba ahí, frente a él, era obvio que se enteró de sus escapadas, por lo que decidió ponerle un alto; el chico era su protegido, tal vez lo sentía como una falta personal, un error al no percatarse de lo ocurrido, un error que le correspondía arreglar personalmente...y la verdad lo agradecía, había llegado a su límite, tomo un respiro y cerró los ojos, esperando, almenos agradecía que fuera amable en sus últimos segundos.
Tomas no lo podía creer, en tan mal concepto lo tenía Hipo (que esperaba), triste se paró y coloco delante del chico (Hipo se tensó y cerró los ojos) levanto las manos y sujeto a Hipo con fuerza, abrazándolo.
-mi polluelo...mi pequeño polluelo, lo siento tanto...perdón Hipo, perdóname (besando su cabeza)
Hipo no entendía lo que sucedía ¿acaso se disculpaba por tener que asesinarlo?, pero...debería estar feliz, finalmente se desharía de su pequeña y molesta cruz, ya no tendría que alimentarlo, vestirle, darle un techo, finalmente podría descansar de él...entonces... ¿Por qué se disculpaba? ¿por qué lo abrazaba tan fuerte?, ¿Por qué...lloraba?
El chico abrió los ojos sorprendido, su tutor... ¿estaba llorando? Sin saber por qué, se aferró a su ropa y oculto el rostro en su chamarra, mientras un bello carmín cubría sus mejillas y sus ojos se volvían a aguar.
-no es verdad Hipo...lo que ese MOCOSO idiota te dice, lo que todos dicen, no es verdad. Tu eres muy importante Hipo, eres una persona valiosa (Tomas levanto su cara, acunándola con sus manos) eres listo, trabajador, amable, leal...pese a tener todo en tu contra, sigues avanzando, nunca te rindes...y eso me llena de orgullo. Tú eres mi más grande tesoro polluelo...
El castaño lo miraba asombrado, sus oídos y mente no creían lo que escuchaba. Su tutor, el hombre más frio del planeta... ¿lo quería? ¿Sentía orgullo por él? ...pero...eso era imposible, el jamás demostró interés, almenos no de forma directa. Observaba el rostro del hombre, esperando encontrar la mentira, pero no. Lo único que Hipo encontró fue una mirada cálida. Llena de ternura y amor. La misma mirada que los padres de sus compañeros les dedicaban a sus hijos. Mordió su labio para comprobar que no era un sueño...el dolor lo confirmo.
-po... ¿Por qué...me dice polluelo? su mente era un caos, por lo que pregunto lo primero que se le ocurrió.
Tomas sonrió y comenzó a jugar con sus mejillas, sacándole una sonrisa al menor que coloco las manos sobre las de su padre.
-En mi familia, al más pequeño de la casa se le dice polluelo, el padre de mi abuelo se lo decía, mi abuelo lo decía a mi padre...y él a mi...pero ahora, tú eres el más pequeño de los Torquemada Hipo...mi polluelo...mi hijo.
Los ojos del chico se abrieron como platos, su estómago dio un vuelco, un extraño calor recorrió su cuerpo y se concentró en su marca. Era imposible, el padre no dijo eso... ¿verdad? miro a todos lados buscando la respuesta, estaba confundido, nervioso. Al girar el peli plata le miro serio y asintió con la cabeza...si, si dijo eso.
-¿po...porque? ¿Por qué no me lo dijo antes? pregunto al borde del llanto.
-lo siento...tenía un enorme deseo de decirte la verdad...pero no podía hacerlo, era peligroso...para ti...de verdad lo siento Hipo...yo...
El chico apretó sus puños y mordió su labio.
Un fuerte golpe en su estómago le saco todo el aire...auch, Hipo sí que tenía la manita pesadita. No tuvo tiempo de doblarse por el dolor, Hipo se arrojó sobre él...acunándose en su pecho y llorando (no esperaban que le golpeara verdad...porque yo sí).
-te odio...eres el peor padre del mundo, te odio... el chico se restregaba cual gato, mientras continuaba insultando a su progenitor.
Tomas suspiro aliviado y comenzó a frotar su espalda, su hijo...sus dos hijos resultaron ser más comprensivos de lo que esperaba.
-te va a costar muy caro que te perdone...snif...me vas a tener que compensar muchas cosas, sentencio el menor con sus ojos dorados.
El peli plata trago saliva...bueno, tal vez no tan comprensivos.
*****.....*****.....*****.....
Hace cientos de años.
El lugar apestaba a podrido, era húmedo, las paredes se encontraban pegajosas y el piso resbaloso. Camino por varios minutos, en ocasiones el camino se reducía, en otras se agrandaba o volvía más bajo, se vio obligado a arrastrarse en varias partes, llenándose del viscoso líquido y raspando sus piernas, ¿de verdad el Wendigo paso por ahí?
Llego a un callejón sin salida, viro a todos lados buscando una, pero nada, ¿acaso se equivocó? La luz de la antorcha le marco el camino correcto, la pared contaba con una gran cantidad de arañazos...tenía que subir.
Clavo la antorcha en el suelo y comenzó el ascenso, si bien los guantes ayudaban, el tener una pared resbalosa y un brazo lastimado le dificultaba la tarea.
-ah-
Una especie de quejido le hizo parar, se encontraba alto y la luz de la antorcha casi no se distinguía, agudizo la vista pero no encontró nada, intrigado continuo su camino, no tenía tiempo que perder.
*****
Miro con rabia las rocas, ese líquido estaba manchando sus hermosas plumas, soltó aire y continuo... ¿Qué diablos hacia? esa no era su pelea.
*****
Al llegar a la cima, casi cae ante tal espectáculo. Una montaña de Huesos le recibió, cráneos, costillas, fémur, vertebras, cientos de osamentas se encontraban apiladas en ese lugar. Algunas Humanas, otras animales y...otra no sabía de qué eran. Enormes y gordas ratas corrían por el lugar royendo los huesos y llenando el ambiente con sus chillidos infernales; gusanos grandes y viscosos se deleitaban con los restos de sangre, viajando entre los huesos. El cementerio se encontraba rodeado por una muralla, esparcido en una enorme plancha, el cielo nocturno podía verse a lo lejos, en un semicírculo.
-buuu....buaaaa....mamá....mamá...
El llanto de la niña provenía del centro del lúgubre paisaje. Desenfundo su espada y camino cauteloso al lugar. Pese a controlar sus pasos, el crujido bajo sus pies era inevitable, caminaba delatando su posición, directo a una trampa, pero no podía abandonar a la pequeña.
La chiquilla se encontraba sentada, abrazándose a sí misma, su cara y cuerpo tenían algunos rasguños, su ropa estaba sucia y presentaba restos de sangre y lodo.
-pequeña...hey pequeña... ¿estás bien?...
La niña levanto la vista al escuchar que le llamaban. Sus ojos cafés se abrieron esperanzados, reconocía al hombre, era el cazador que llego a su aldea hace unos días y se ofreció a ayudarles. ¿Cuál era su nombre?...ah, cierto Alexander Torquemada, así es como se presentó.
-Señor Torquemada.
Asustada se arrastró entre los restos hasta el extranjero, este la recibió amoroso y reviso que no contara con alguna herida letal...por suerte solo eran raspones.
-tranquila, te sacare de aquí.
-¡AHUUUUUUU! (ya saben mis malos efectos)
En la cima apareció el Wendigo. Su enorme silueta estaba bañada por la pálida luz que reflejaban las estrellas. De su trompa brotaba una enorme cantidad de saliva, la cual le daba un aspecto fiero, sus garras destrozaban las rocas debajo de ellas, grandes cicatrices adornaban su cuerpo, pero la más llamativa se encontraba en su asta cercenada, la cual aún escurría sangre.
El animal gruño y bajo con gran velocidad el risco, brincando de roca en roca.
Alexander ordeno a la pequeña esconderse, apretó con fuerza la espada y se preparó para la batalla.
Los huesos volaban conforme el Wendigo se acercaba. El choque del asta y la espada no se hizo esperar; el impacto obligo al hombre a retroceder unos metros, pese a ello no se rindió y comenzó a avanzar adelante.
*****.....*****.....*****.....
Ese camino no se dirigía al orfanato, se alejaban cada vez más de la ciudad. Su padre le llevaba de la mano y él le seguía sin dudar.
Después de escuchar hasta de lo que moriría, el mayor emprendió la huida, aun no entendía que hacia Hipo ahí, pero no tenía tiempo que perder, debía alejar a su hijo de ese lugar cuanto antes.
-¿A dónde vamos?
-nos marchamos, nos iremos de esta isla...a un lugar seguro.
Hipo le miro sorprendido. Una parte del joven se alegró, jamás volvería a ver a sus tontos compañeros, ni sus maestros...aunque, extrañaría a Margot, la bibliotecaria si le caía bien...pero viendo el lado positivo, no tendría que volver a trabajar haciendo pan, o limpiando ventanas, trapeando o cualquier otro trabajo doméstico, no volvería a escuchar los regaños de las molestas monjas ni tendría que aguantar sus miradas de odio, tampoco tendría que cuidar de...
Los ojos del chico se abrieron espantados, una enorme culpa recorrió su ser. ¿Cómo fue tan estúpido? se la vivió en su propio paraíso-infierno y olvido a una de las personas más importantes en su vida, aquella que le ayudo a sobrevivir el infierno de su casa.
-No, espera, freno deteniendo a su padre y obligándole a retroceder, -no podemos abandonar a Camicazi, ya la deje sola mucho tiempo, tenemos que regresar, suplico angustiado.
-no te preocupes polluelo, ella está bien, incluso, nos está esperando, aseguro el hombre.
-¿enserio?
-sí, un amigo mío la cuida en este momento.
Hipo lo miro confundido, ¿un amigo? ¿Quién podría ser? en toda su vida se percató que su padre tuviese un amigo.
-¿Quién es? ¿Dónde está Camicazi?
El mayor rodo los ojos y soltó un suspiro, ¿Cómo explicarlo?
-escucha Hipo, Camicazi esta...en un lugar lejos de aquí, nos tomara algunos días llegar ahí, pero ella está bien, lo prometo (su polluelo asintió), en cuanto a la persona que la cuida, digamos que es de fiar...mucho más que un humano.
-¿eh?
-ah, es un buen y querido amigo Hipo, él se encargara de protegerla en lo que llegamos...descuida, sabrá cómo cuidarla.
-lo prometes...prometes que ella estará bien.
-claro polluelo, jamás dejaría a mi niña...también la quiero.
-de acuerdo.
Ya más calmado emprendieron su marcha.
-buen chico...ahora tenemos que apresurarnos, no tardaran en seguirnos.
-¿seguirnos?... ¿Quiénes?
-los templarios.
-¡Los Templarios! un escalofrió recorrió la columna vertebral del joven, -pero... ¿porque?
-bueno, primero que nada por algo que acabo de hacer, digamos que castigue a alguien sin autorización...en segunda, si yo me entere de que tú estabas aquí, no dudo que ellos también y ya lo dijiste venir a este lugar se paga con la vida, tengo que alejarte de aquí cuanto antes. Estoy seguro de que no tardaran en bajar a la ciudad y rastrearnos.
El temor invadió el corazón de Hipo. Templarios en la ciudad en ruinas, templarios en Berck, eso era peligroso, en especial para... aún se encontraba dolido, y furioso. Pero, ¡por Dios!... amaba a ese dragón y no deseaba que algo le pasara.
-espera, papá.
Tomas se detuvo y giro a ver a su hijo, era la primera vez que lo llamaba así.
-¿Qué sucede?
-ay...ay alguien más, susurro mordiendo su labio.
-¿alguien más?
-sí, él, es...bueno, él... el sonrojo en las mejillas del pecoso no le agrado a Tomas, -es, un conocido, alguien a quien tenemos que sacar de aquí.
-alguien vive en esta ciudad, Hipo afirmo, -Hipo...tú... ¿has estado viviendo con alguien aquí?, Hipo volvió a afirmar.- Hijo, ¿ese sujeto es el que te hizo llorar?
El chico trago grueso ante la seriedad de su padre, el tic que este tenía en su ojo izquierdo no era buena señal.
Un fuerte estallido salvo al chico de contestar y condenar a su amante. A lo lejos se escuchó un rugido, una llama purpura alumbraba el lugar mientras algunos edificios se caían.
-¿Qué es eso? Tomas miraba extrañado el lugar.
-¡RASMUS!
Hipo estaba por echarse a correr directo a ese lugar, pero su padre lo sujeto del brazo.
-Papá tenemos que ayudarle, o los templarios lo van a matar, rogo el pequeño.
-Hipo espera no te estoy entendiendo, explícate.
-mi amigo, se encuentra en esa dirección, tenemos que ayudarlo.
-olvídalo es peligroso, si los templarios lo encontraron ya debe estar muerto.
-no, no, el no ese débil.
-hijo entiende es muy peligroso, no importa que tan fuerte sea tú amigo no podrá gana...
-¡ES UN DRAGÓN!, soltó de golpe el chico, -él es un dragón, no es débil, pero si los enfrenta solo va a morir.
El hombre se congelo ante lo dicho... ¿un dragón?...eso, era imposible, él asesino a los dos últimos (sin intención claro está). Hipo aprovecho la oportunidad y se soltó, echó a correr directo al lugar mientras le gritaba a su padre que se apresurar.
Tomas salió de su asombro al ver a Hipo desaparecer en una esquina, sin sudar salió detrás de él. De saber que esto pasaría, habría aceptado la ayuda de Aster.
Hace cientos de años.
Oculta, detrás de una montaña de huesos, la pequeña contemplaba la pelea.
Wendigo lanzaba feroces zarpazos, su presa se movía con agilidad, rodando en las osamentas. Inclino su cuerpo y enterró las garras en el suelo, al subirla una gran cantidad de huesos salieron disparados contra el hombre.
Un esternón golpeo su hombro con fuerza, obligándole a tirar su arma. Alcanzo a brincar antes de que la zarpa lo alcanzara, rodo por los huesos. Al levantarse sujeto un cráneo y lo arrojo contra su oponente.
El proyectil golpeo directo en la nariz de la bestia, a este le siguió otro que se impactó en su mandíbula, tambaleándole.
Alexander aprovecho la oportunidad, corrió directo a la bestia, trepo su espalda y clavo sus dagas en esta, rasgo la piel en zigzag, provocando un rio de sangre en el Wendigo.
El animal reparo cual toro, arrojando a su oponente al suelo, una feroz sacudida desprendió las daga. Preparo sus garras y se arrojó contra su oponente; el cazador recién se levantaba; rasgo su pantorrilla y lo obligo a caer, sus golpes no se hicieron esperar; la ropa del humano comenzó a teñirse de rojo, el Wendigo jugaba con él, como un gato con un ratón.
Tenía que salir de ahí, las púas en su guante fueron de mucha utilidad, tomo aire y lanzo un golpe, rasgando el hocico de la bestia y deteniendo su mordida. Sacando fuerzas de flaqueza le propino una patada en el gañote, consiguiendo que el Wendigo se alejara...por desgracia se encontraba lastimado y exhausto, su vista comenzaba a fallarle, al igual que sus piernas.
Los ojos negros brillaron con odio, se paró en sus patas traseras y rugió, para arrojarse embistiendo a su enemigo.
¡AGHHHH!
Parte de su hombro fue atravesado. Wendigo le levanto como si se tratara de un muñeco de trapo, el animal pelo sus dientes y los ensalivo, le arrancaría la cabeza de un solo tajo.
Los ojos de Alexander comenzaban a opacarse, sus fuerzas le abandonaban
¡Guaghhhhhhhh!
Ocho filosas garras se clavaron en la cara del Wendigo. Zar-Ptitsa había llegado.
El ave destrozaba el ojo derecho del animal, obligándole a soltar a su presa.
Alexander cayó al suelo, con una enorme herida, tambaleándose consiguió hincarse. El hombre no creía lo que veía. El Pájaro de Fuego le había salvado de una muerte segura.
Wendigo lanzaba zarpazos, intentando capturarle, pero Zar -Ptitsa era más rápido. Dio un giro y arrojo su cálido aliento. La espalda de Wendigo se incendió, las heridas producidas por Alexander abrieron paso al fuego, que no tardo en quemar su carne. Descontrolado comenzó a zangolotearse, buscando apagar las llamas.
Al retroceder Wendigo resbalo con un fémur, el pájaro de fuego aprovecho la oportunidad y le empujo al acantilado. La enorme bestia cayo, golpeándose en esas resbalosas rocas y perdiéndose en la obscuridad.
El pájaro de fuego suspiro aliviado, dio un giro y descendió frente a Alexander. Este se paró adolorido, sus ojos se clavaron en los soles que tenía frente a él, una sonrisa adorno su rostro, se inclinó en señal de respeto y agradecimiento.
La pequeña llego corriendo al lado del hombre, el cual le recibió amoroso.
-¡que linda!, estiro sus manitas y acaricio al animal, este solo cerro los ojos y acepto el mimo.
-ah, es momento de regresar, miro el camino por el cual Wendigo bajo, -creo que tendremos que subir.
El pájaro de fuego les iluminaba el camino, subían despacio, debido a las heridas del cazador y los pequeños pasos de la chiquilla, el hombre la cargaba y ayudaba a trepar, avanzando detrás de ella, listo para cacharla por si resbalaba.
Comenzaba a amanecer, los primeros rayos del alba se abrían paso, iluminando algunas nubes de colores rojos y fiusha.
Logro subir a la niña a la cima, la chiquilla gateo y se alejó del borde. La herida en su hombro le punzaba, pero había conseguido detener la hemorragia, al llegar se giró a ver al ave de fuego que volaba frente a él.
Ya les había ayudado, algo muy raro en él, por lo que no tenía que continuar ahí...pese a ello no deseaba retirarse, clavo sus dorados ojos en los grisáceos ojos de su "compañero"...de verdad ese humano tenía algo que lo hacía sentir raro.
"Has escuchado del amor a primera vista", recordó las palabras de un viejo amigo.
¡CRACK!
Un ligero crujido se escuchó. De la nada una sombra negra salió disparada del acantilado, directo contra el ave de fuego. Zar-Ptitsa grito, su ala y costado fueron heridos por unos filosos colmillos, el ave fue arrojada contra un árbol, lastimando su costado y manchando la blanca y pura nieve de carmín.
La niña grito aterrada mientras veía como el Wendigo aterrizaba al lado del pájaro de fuego.
Ese maldito entrometido, la había herido y lo haría pagar por ello, su boca se abrió dispuesta a destrozar el cuello del ave.
Una embestida lo arrojo lejos, Alexander lo ataco antes de que lastimara al pájaro.
-¡Corre!
Le ordeno a la pequeña mientras se preparaba para luchar. Sus ojos se llenaron de furia al ver como los soles de Zar-Ptitsa se apagaban; no tenía armas, excepto sus manos, giro los guantes y cerro el puño, tendría que jugársela.
El animal aulló molesto tras recibir una cortada en su mejilla, si bien su fuerza sobrepasaba la del humano, las heridas producidas por el ave le habían debilitado.
Garras de acero y naturales, herían la piel de ambos, la nieve entorpecía los movimientos por igual, mientras gotas carmesí comenzaban a adornarle, era una pelea encarnizada, una pelea cuerpo a cuerpo.
Los ojos de Zar-Ptitsa se abrieron al momento que Alexander era sujetado y arrojado al piso, esta escena le produjo un fuerte dolor en su pecho, con trabajo arranco una de sus plumas y la arrojo directo al Wendigo.
El proyectil se incrusto en su pecho, Wendigo retrocedió gimiendo de dolor, el animal se golpeaba intentando apagar las llamas. Una punzada atravesó su corazón, sus ojos se abrieron asustados, se escuchó un crujido, sus costillas cedieron ante la intromisión de un objeto filoso y duro.
Alexander había aprovechado la oportunidad, tomo un tronco puntiagudo que se encontraba a su lado y se levantó con rapidez, el hombre concentro toda su fuerza en sus manos, mientras se arrojaba contra el Wendigo, su improvisada espada se adentró en la cavernosa piel del Wendigo, dándole mayor cavidad al fuego que le consumía, la llama se impregno en la punta de la madera y la utilizo como conducto, una especie de centella atravesó al demonio, partiendo su corazón a la mitad.
Ambos personajes retrocedían, estaban cerca del acantilado; los ojos de la bestia perdieron el color, una bocanada de sangre broto de su boca, mientras caía de espaldas, con un movimiento pos morte alcanzo a sujetar a Alexander del abrigo y lo arrastro con él.
El peli plata alcanzo a girar antes de caer de lleno, sujetándose de unas rocas. Bajo él se escuchó un golpe seco, el cuerpo de su enemigo cayendo en ese mar de huesos. Intentaba subir, pero por desgracia no contaba con un punto de apoyo.
Se arrastró con dolor, dejando un rostro carmesí, llego al filo del acantilado y observo el precipicio. Wendigo yacía abajo...muerto, rodeado de los restos de sus víctimas; más arriba se encontraba Alexander. El humano hacia un enorme esfuerzo por no caer, pero las rocas de las que se sostenía crujían y amenazaban con desprenderse.
Grazno captando la atención del peli plata, este le veía asustado, intentaba subir, pero sus fuerzas se acababan. Desesperado giro a todos lado, no había nadie que pudiese ayudarle, intento volar, pero su ala se encontraba rota. Tomo una gran bocanada de aire y se preparó, era estúpido dejarle morir ahora.
Sus ojos se llenaron de luz. Al filo del acantilado apareció una llamarada. Se estiro hasta una raíz, tomo el tubérculo e intento subir...por desgracia la humedad y la poca fuerza de sus dedos jugaron en su contra. Vio en cámara lenta como sus dedos resbalaban, cerró los ojos y espero el golpe...golpe que no llego.
Lo que sintió fue una fuerte presión en su muñeca. Una pálida y delgada mano le sujetaba. Sin perder la oportunidad se agarró fuerte y comenzó a subir, ayudado por esos delgados brazos.
Arriba fue recibido por un joven pelirrojo. Un chico delgado de unos 20 años aproximadamente, con el cabello rojo y ondulado que llegaba hasta su cadera, de piel blanca como la nieve, salvo en la mano y costado derecho, donde se encontraba adornada con sangre, a su espalda dos bellas alas doradas, una de ellas partida a la mitad.
Dos soles le miraron alegre, mientras una delgada y pequeña mano acariciaba su mejilla. Alexander alcanzo a sujetar al joven que cayo inconsciente, miro el desnudo cuerpo que tenía en sus brazos y el camino de sangre que llegaba hasta el árbol donde el ave fue arrojada... ¿eso era imposible?
-Zar-Ptitsa, susurro la pequeña saliendo de su escondite detrás de unos arbustos, -Él es Zar-Ptitsa, señalando al inconsciente muchacho.
Los ojos del hombre se abrieron sorprendidos, había escuchado esa historia, un ave de fuego que podía cumplir cualquier deseo, convirtiendo a su poseedor en una ser con inmensa dicha...o desgracia, todo dependiendo de su corazón.
-¡AHHH!
Un quejido broto de los delgados y rosados labios. Esto volvió a Alexander a la realidad, no tenía tiempo para averiguar si la historia era verdad, cubrió al joven con su abrigo y sacando fuerzas de flaqueza lo cargo, tenía que regresar a la aldea y atender sus heridas.
*****.....*****.....*****.....
Rasmus respiraba agitado, ahora entendía porque Hipo le prohibía ir a ese lugar...de verdad la gente de ahí era peligrosa.
El desnudo chico miro con odio a las personas delante de él, en especial al rubio. Intento romper la red que le aprisionaba, pero no lo consiguió, lo único que logro fue que esta se pegara más a su cuerpo.
Jedan se acercó con una sonrisa de superioridad en su cara, el chico abrió su, quemada y rota, gabardina sacando una espada corta, se acercó a Rasmus y levanto su arma, listo para matar a su rival...rival en muchos sentidos, de acuerdo a lo que se enteró.
¡BANG!
Una bala cruzo el aire, el proyectil se impactó con el acero del arma, arrojándola lejos de su dueño. El rubio y los demás giraron a sombrados.
-¿maestro?
Tomas apareció en la calle, apuntándole con un arma a su exalumno.
-¿Por qué esta aquí?... él es mi caza, no tiene derecho a interrumpir, reclamo el menor.
El Mayor le ignoro olímpicamente, sus frías gemas se posaron en la figura tirada en el piso.
Rasmus se tensó ante tal mirada...ese sujeto le daba miedo.
En la esquina Hipo miraba la escena, el chico trago saliva, su padre lucia molesto, solo rogaba que su viejo no matara al moreno.
Creo que eso de: "Padre por favor ayúdale que es mi novio" no fue una buena idea.
continuara
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