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Humanos, Híbridos y Dragones (primera parte).

Se maldecía mentalmente, el chico se encontraba sentado en la calle recargado en un coche viejo, a su lado (un poco alejado) estaba Chimuelo lamiendo su pata, sus ojos verdes lo miraron, parecía un cachorro enorme, dio una ligera risa y continuo mirando el cielo, aun no entendía, ¿por qué continuaba ahí?, para empezar, ¿Por qué iba?

No tenía planeado volver nunca más...pero lo hizo, regreso la noche siguiente y encontró a Chimuelo esperándolo junto al vagón (como un cachorro fiel esperando a su amo), no cruzaron palabra o gruñido, el chico se sentó al filo del destrozado vehículo y no se movió, los dos se miraron por varios minutos hasta que Hipo desvió el contacto y comenzó a jugar con la lámpara alumbrando el lugar, Chimuelo seguía la luz divertido, jugaron así por un rato hasta que la lámpara comenzó a fallar, esta fue la señal para que el joven se retirara, nuevamente prometió regresar tras ver la tristeza en los ojos del dragón...y lo hizo, noche tras noche regreso y ya habían pasado dos semanas; ahora estaba ahí, en medio de la avenida sin miedo a ser atropellado o devorado.

-oye dragón, voy al baño, regreso en un minuto.

Chimuelo asintió molesto, detestaba que lo llamara "dragón", él tenía un nombre y era Chimuelo, ¿Cómo es que no se acordaba?, aunque pensándolo bien este Hipo se comportaba un poco raro, era más huraño y en ocasiones agresivo, también tenía algunos gestos que no le conocía, como morder su labio cada vez que algo le incomodaba, caminaba más erguido, mantener la mirada por más tiempo, no , nada de eso le recordaba al Hipo de Dieciséis años, incluso estaba seguro que su firmeza y confianza no la obtuvo hasta que fue adulto...pero ahora, era distinto, prácticamente era como ver a un adulto en el cuerpo de un niño.

-ya vine dragón, Hipo se sentó en el suelo sin decir nada más

"Dragón", de verdad detestaba que le dijera así...de acuerdo si era uno, pero tenía un nombre... y ya había intentado decírselo más de veinte veces.

Antes de irse el segundo día le pregunto su nombre, esto lo emociono, tal vez así lo recordaría, se acercó emocionado y le mostro sus dientes retractiles (después de todo le puso el nombre tras verlos), en principio Hipo se espantó y alejo un poco, pero después de unos minutos se calmó, el castaño lo miraba desconcertado, ¿eso qué?, sin saber porque comenzó a decir una serie de palabras relacionadas.

-ammm, dientes, chimuelo negó con la cabeza, -mmm, -colmillo, negación, -mordelón, negación, -ahhh, mordida, negación, -dentista, negación, negación, negación, -ahhh, olvídalo luego me dices.

Y así fue, día tras día por una semana, el chico nombro una gran cantidad de pastas dentales y cepillos sin ningún efecto, después comenzó a nombrar animales con el mismo resultado, lo mismo ocurrió con los fenómenos naturales como trueno o centella, exhausto y molesto decidió llamarlo simplemente Dragón, después de todo era uno no. El pobre Chimuelo no tuvo otra opción más que aceptarlo, ¿qué le pasaba a Hipo?, ¿Por qué no se acordaba de su nombre?

-bueno me voy, ya es tarde y mañana tengo escuela.

Se levantó y comenzó a caminar, esa doble vida comenzaba a agotarlo demasiado, volteo de reojo para mirar al dragón, este lo seguía cabizbajo, Hipo se molestó un poco, por una extraña razón no le gustaba verlo deprimido, una sonrisa traviesa se formó en su rostro le dio una breve mirada y se echó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían, Chimuelo lo miro extrañado, rápidamente dio un grito de alegría y comenzó a correr detrás del chico, tenía que atraparlo antes de que llegara a las escaleras del metro para ganar el juego, Hipo esquivaba los coches y en ocasiones las patas de Chimuelo así como su cola, el chico estaba por llegar a la meta cuando Chimuelo apareció frente a él, esto no lo asusto, continuo corriendo de frente y se barrió entre las patas del dragón, satisfecho se dispuso a bajar las escaleras, estaba por ganar el juego cuando una enorme cola negra se enredó en su cintura y lo levanto del suelo.

-oye, eso no es justo, reclamo asiendo un puchero.

La sonrisa gutural no se hizo esperar, con cuidado bajo al chico mientras lo miraba con ternura, le fascinaba cuando Hipo se comportaba como el Hipo que el recordaba.

-Tramposo, susurro el chico bajito mientras comenzaba a ingresar al metro.

Estaba por marcharse, ingreso al vagón y se despidió de su amigo, el joven se detuvo tras dar dos pasos y volteo a ver al reptil; los ojos de Chimuelo se abrieron sorprendidos, Hipo estiraba su mano dispuesto a tocarlo, una gran alegría lo embargo, había esperado esa caricia desde hace días, pero dejo de pedirla al ver las muecas de Hipo, emocionado se acercó de golpe, esto hizo que Hipo retrocediera mirándolo desconfiado.

Como un Flas back recordó su reacción cuando conoció a Hipo, él había tenido la misma reacción de desconfianza, tomo un poco de aire y decidió aplicar la misma estrategia que el castaño, cerro sus ojos y se mantuvo quieto esperando a que Hipo lo tocara.

Una pequeña y cálida mano se posó en su trompa, logro sentir como se deslizaba poco a poco sobre sus escamas, Chimuelo disfruto como nunca esa caricia, se sentía nuevamente en contacto con su jinete, abrió lentamente los ojos al sentir como el chico retiraba su mano; Hipo mantenía la cabeza agachada, su cabello le cubría la cara y temblaba un poco.

-no...nos...vemos mañana dragón.

Hipo hecho a correr y se perdió en las sombras, los ojos verde/amarillos lo miraron partir, se tumbó en las vías (como todos los días) esperando el regreso del joven.
*****/////*****/////.

La verdad los libros que trajo no eran de mucha ayuda, todos ellos repetían la misma información una y otra vez: Reptil alado capaz de lanzar fuego por su boca,...Creatura mítica presente en varias culturas,...animal fantástico de cuentos de hadas...

No, nada de eso le servía; molesto se tumbó en su cama, ya sabía que el dragón entendía el lenguaje humano (por desgracia no lo hablaba ¬¬), de que arrojaba fuego por la boca no lo dudaba (experiencia personal), tal vez volaba, la verdad jamás lo había visto hacerlo, pero eso era todo.

No, no era todo...expresivo, Hipo descubrió que era expresivo y sus enormes ojos lo mostraban, también le guastaba mucho jugar (en especial con el agua ¬¬) y algo le decía que era muy leal.

Busco una libreta nueva entre sus cosas, comenzó a dibujar la silueta de Chimuelo en la primera hoja intentando recordar cada detalle del reptil...y, si iniciaba una investigación, sí, anotaría todo lo que aprendiera del dragón en esa libreta, comenzó a reírse muy fuerte ante la demencial idea que se le acababa de ocurrir, un libro de dragones, era lo más tonto que había escuchado; lo mejor era dormir, faltaba poco para el amanecer y él aun no descansaba.

Lo hermoso de los fines de semana es el librarte de las tareas de la escuela (si como no ¬¬), es un tiempo para descansar y salir con tus amigos, o almenos así debe ser para los adolescentes...por desgracia para Hipo no era así, el pobre chico se encontraba limpiando las ventanas mientras buscaba no queda darse dormido.

-¿no lograste dormir de nuevo?

La voz fría de Jedan lo sobresalto, el chico volteo a ver temeroso al templario.

-¿acaso estas enfermo?

-...n...no..., no, de verdad estoy bien, respondió apenado.

El rubio se acercó y tomo la cara de Hipo entre sus manos comenzando a inspeccionarle

-tienes unas pronunciadas ojeras, casi pareces mapache, comenzó a delinear los ojos de Hipo, el cual los cerro al contacto, -incluso están un poco inflamados y tienes los ojos rojos, ¿tienes gripe?

-no...de verdad...estoy bien

Jedan retiro sus manos lentamente, -de acuerdo, pero si te sientes mal avísame, el rubio le sonrió y se retiró.

Hipo suspiro aliviada, últimamente su compañero se portaba muy atento con él, restándole importancia continuo con su labor, quería terminar rápido para descansar un poco antes de ir a ver al dragón.

A medio día fue a buscar al rubio para que fuera a comer, este se encontraba leyendo en el jardín, varios libros se encontraban a su lado en una columna.

-Jedan...la comida ya está...

-gracias Hipo, ya voy.

Fue solo por unos segundos, los ojos de Hipo se abrieron con sorpresa, el rubio dejo el libro que leía y se levantó, -vamos Hipo, no sería bueno hacer esperar a las hermanas y al Padre, tomo al castaño de los hombros y lo incitó a caminar, -y dime, ¿qué hay de comer?

-estofado, respondió mientras sus ojos viajaban a un libro de pasta roja tirado en el pasto.

Cuando llegaron al comedor Hipo se retiró con la comida de Camicazi y la suya, el Padre le dio permiso de comer con la niña en la habitación de esta.

-Hipo, ¿puedo il al jaldin?

-no Cami, lo siento pero Jedan está ahí.

-ah, queliamos vel las pantas

-después, lo prometo.

Camicazi era una hermosa niña de cuatro años, de cabello rubio y ojos azules, de bellas facciones y mejillas rosadas, parecía un pequeño ángel de porcelana...pese a ello nadie la adoptaba.

Para mala suerte de la niña su madre había muerto cuando tenía un año y medio, su padre era un ebrio que no se ocupaba de su cuidado dejándola sola todo el tiempo. Una noche llego de mal humor, ya que había perdido una gran cantidad de dinero en las cartas, molesto se desquito con lo primero que encontró, y eso fue Camicazi. Golpeo al pobre bebe tan fuerte que le provoco una lesión en la espalda, después la abandono en un parque. Los policías la encontraron y llevaron al hospital, ahí la atendieron parcialmente para mandarla luego al orfanato.

En cuanto llego Hipo comenzó a ocuparse de ella, el castaño la alimentaba, cambiaba y bañaba, en poco tiempo los dos se tomaron mucho cariño, las hermanas la atendían cuando Hipo estaba en la escuela, pero la pequeña les tenía más miedo que confianza. Habían intentado ponerla en adopción, pero siempre era igual, las familias la rechazaban al ver los cuidados que necesitaba; si bien podía moverse un poco era obvio que necesitaba ayuda la mayor parte del tiempo.

Un ruido en la puerta hizo que Camicazi guardara rápidamente a su conejo, el Padre apareció delante de ellos mirándolos con sus ojos grises y fríos.

-Hipo necesito que vayas a recoger un paquete al centro.

-si señor

-bien...Camicazi la hermana Sofía vendrá a bañarte, unas personas te visitaran en una hora.

La niña asintió temerosa, no le agradaba que la gente la mirara. El padre salió dejando solos a los chicos.

-no quedo que me adopten, se quejó la rubia escondiendo su cara en la almohada, - y si no me quelen.

Hipo se acercó y comenzó a sobar su espalda, -no te preocupes, todo saldrá bien, estoy seguro que te querrán eres una buena niña.

La pequeña volteo a verlo con los ojos tristes, -Hipo adoptalme

-lo siento Cami no puedo, no me dejarían.

La rubia hizo un puchero y se acurruco en su cama, la hermana Sofía entro a la habitación por lo que el chico se marchó a hacer su encargo. En el almacén, ubicado en el centro de la ciudad, le dieron una enorme caja de madera, sea lo que fuere pesaba demasiado, el chico se vio en la necesidad de descansar repetidas veces antes de llegar al orfanato, cuando le entrego la caja a su tutor esté la bajo sin ningún problema al sótano, tiempo después Jedan se le unió.

Como lo esperaba la familia que fue en la tarde se negó a adoptar a Camicazi, el castaño se sintió aliviado por ello, la verdad no le agradaba la idea de separarse de la rubia y no confiaba en nadie más para cuidarla. La tarde transcurrió igual que siempre...bueno... no exactamente, desde que Hipo les entrego el paquete el Padre y Jedan no habían vuelto a subir, incluso se saltaron la cena.

A las once el chico se preparaba para salir, en esta ocasión no se dirigió directo a la biblioteca, no, fue directo al cuarto del templario, estaba seguro de que Jedan aun no subía, con mucho cuidado entro en la habitación. Era un cuarto más amplio, el uniforme del rubio colgaba junto a su cama con una enorme espada, la cama era mucho más grande y contaba con un sillón y computadora, el chico entro despacio y comenzó a buscar, se dirigió rápidamente al librero, sabía que el rubio tenía
varios libros antiguos y la verdad no creía que se los fuese a prestar si se los pedía, pero esa tarde uno de ellos le había llamado la atención, fue solo por unos segundos pero estaba seguro de que la imagen que vio era un dragón.

Un libro de pasta roja sobresalía a un costado, el chico se apresuró a tomarlo y lo guardo en su mochila, salió tan rápido como entro y se dirigió a la biblioteca, después de escapar por la ventana se echó a correr a la estación, ahí leería con más calma el libro.

Chimuelo miraba al castaño curioso, desde que llego no le había quitado la vista a ese libro. Hipo lo había saludado como de costumbre y después se sentó comenzando a leer, aun no salían de la estación y ya habían pasado tres horas, en ocasiones el joven lo miraba y regresaba su vista al libro, en otras se golpeaba la cabeza mientras hablaba consigo mismo, Chimuelo intento acercarse pero Hipo lo reprendió argumentando que le tapaba la luz.

El bendito libro estaba en latín, un latín antiguo que por suerte Hipo conocía (el Padre Thomas se había encargado de enseñarle cuando era pequeño), pero como casi no lo practicaba en ocasiones se trababa en las palabras. El libro hablaba de varios seres mitológicos, entre ellos los dragones. Daba descripciones mucho más específicas sobre los reptiles, mencionaba razas y habilidades, traía ilustraciones donde se podía apreciar su anatomía.

El chico leía fascinado, ¿porque Jedan tenía un libro así?, continuo pasando las hojas, parece que con ese libro aprendería más de su amigo, varios esquemas y anotaciones llenaban las páginas, pero fueron las últimas dos las que más le llamaron la atención.

La imagen en tinta negra de un hombre alado lo sorprendió, en el dibujo se veía un híbrido, parecía que tenía una piel llena de escamas y de su espalda brotaban dos alas, su cabeza tenía un aspecto reptiliano adornado con dos cuernos.

Hipo se levantó de golpe sosteniendo el libro en sus manos, con cuidado comenzó a leer lo que decía; la curiosidad invadió al pobre de Chimuelo, deseaba saber qué es lo que Hipo leía tan concentrado, se acercó más al vagón estirando el cuello, afiló su mirada y la centro en el libro, no lograba distinguir nada, solo algunas palabras y alguno que otro trazo, busco introducirse un poco más en el vagón, ¿Por qué Hipo no le mostraba?, siempre le había enseñado lo que dibujaba o escribía.

Increíble, era realmente increíble, si lo que decía el libro era cierto los dragones eran seres fantásticos. Hipo volteo a ver a su amigo, el pobre de Chimuelo se encontraba atorado en uno de los asientos intentando zafar su pata, sin decir nada se acercó hasta el reptil y coloco el libro frente a él.

-¿puedes hacerlo?, ¿puedes transformarte en esto?, señalando emocionado el libro.

Chimuelo lo miro confuso, ¿convertirse?, dirigió su vista al libro para saber de qué hablaba el castaño, una imagen de un"humano alado" y varias palabras es lo que vio.

-y bien, ¿sí puedes hacerlo?, pregunto emocionado, sus ojos viajaron de Hipo al libro y del libro a Hipo, el joven rápido capto la idea, -ah, escucha de acuerdo a este libro algunos dragones lograban transformarse en semi humanos, sabes lo que es ¿cierto?, Chimuelo negó, -mmm, como te explico, mmm, es como si fueras un humano, vez, tiene manos y piernas en lugar de patas, señalando el libro, Chimuelo vio la figura y asintió, -pero tiene alas y cola, ¿las vez?, la bestia negra volvió a afirmar, -es una mezcla entre dragón y humano, un semi humano o un hibrido... ¿tú puedes hacerlo?, ¿puedes transformarte en algo así?

¿Transformarse?se quedó pensándo, él no recordaba a ningún dragón con ese aspecto, todos sus camaradas tenían una figura similar a la de él y  nunca vio a algún dragón con aspecto humano.

Los ojos curiosos de Hipo lo miraban esperanzado, suplicando mentalmente por una respuesta afirmativa. Chimuelo lo miro un rato antes de negar con la cabeza.

-oh, ya veo...posiblemente no todos los dragones lo pueden hacer, el joven guardo su libro en silencio mientras se comenzaba a mecer en sus pies asiendo algunas muecas de disgusto,-...oye tengo mucho sueño, ya me voy te veo mañana, sin decir nada más se marchó casi corriendo.

Chimuelo lo miro partir y dio un bufido de tristeza, estaba seguro de que Hipo se había decepcionado de él.
*****/////*****.

Se la pasó toda la noche dando vueltas en su cama molesto, de acuerdo al libro todos los dragones lo podían hacer...entonces... ¿Por qué el suyo no?, acaso de verdad no sabía cómo hacerlo...o, o no le tenía confianza para mostrarle, molesto pateo el asiento de enfrente, ¿por qué diablos no le quería mostrar su transformación?, él no se lo iba a contar a nadie...para empezar no le había contado a nadie sobre su existencia...- estúpido dragón bueno para nada, murmuro molesto mientras volvía a patear la silla de enfrente.

-¡Oye ya basta!, se quejó su compañera, -deja de patear mi silla

Pronto toda la clase volteo a verlo, estaba tan metido en sus pensamientos que olvido donde estaba, apenado se disculpó con su compañera que lo miraba molesta, otro motivo para enojarse con ese dragón.

Cuando regreso a su casa se dirigió al jardín, si tenía suerte este se encontraría despejado, saco el libro de su mochila y comenzó a hojearlo, se concentró en la imagen del hibrido, la verdad estaba desilusionado, una parte de él (una muy grande) deseaba que ese dragón se transformara...por qué entonces, tal vez así sería capaz de hablar con él, tal vez en esa forma el dragón podría hablar.

-¿de verdad los dragones podían cambiar a esta forma?, pregunto bajito

-no todos, solo los más fuertes y aquellos que habían vivido más de mil años

Hipo volteo espantado, tropezó con el amplio pecho del templario, temeroso levanto la vista, pronto sus ojos verdes veían los ojos violeta de jedan.

El templario tomo el libro de las manos de Hipo, con una de sus manos sujeto el rostro del joven.

-lo estaba buscando, ¿Dónde lo encontraste Hipo?

Por fortuna para todos Hipo reaccionaba muy rápido bajo presión, sus ojos se desviaron a unos arbustos.

-ahí...estaba debajo de esas plantas

-mmm, que raro, juraría que lo deje en mi habitación, bueno no importa, gracias por encontrarlo Hipo.

Antes de que se marchara el chico lo tomo del brazo, tenía que aprovechar la oportunidad para sacar información.

-espera

-¿Qué sucede?

-¿de...de verdad...existieron los dragones?... ¿en serio se podían transformar en humanos?

El rubio le sonrió de forma arrogante, se acercó hasta el oído de Hipo y comenzó a hablar en voz baja.

-te contare un secreto, sí, los dragones existieron, pero eran muy malvados y la Santa Iglesia tuvo que erradicarlos...y en cuanto a la transformación ya te lo dije, solo aquellos que superaban los mil años lo lograban.

Hipo lo miro a los ojos mientras se alejaba...la Iglesia y los dragones habían luchado, los dragones eran "malos", ¿de verdad?, porque el que él conocía no lo parecía...

-no te preocupes Hipo, Jedan le sonrió mientras se alejaba, -esas bestias ya no existen, y si existieran no dejaría que te hicieran daño, una sonrisa fría fue dirigida al castaño, -ahora mejor ve a hacer tus deberes antes de que el Padre se enoje.

Hipo asintió y se retiró...Mil años, de acuerdo al templario solo los dragones que excedían esa edad lograban transformarse...aja, ese era el problema, posiblemente su dragón aun no excedía esa edad, por eso no sabía cómo hacerlo, esta información hizo sentir a Hipo más animado, ahora tenía que averiguar la edad de su amigo.

Cuando llego al metro le sorprendió no ver a Chimuelo en el subterráneo, por lo general siempre lo esperaba ahí, salió a las calles y comenzó a llamarlo, después de algunos minutos se desesperó y comenzó a caminar rumbo al estadio, lo más seguro era que estuviera ahí.

Chimuelo se encontraba echado en las gradas mirando tristemente el agua; ni siquiera sabía que algunos dragones se podían transformar en humanos y mira que había conocido a miles, durante su viaje se topó con muchos algunos más grandes que muerte roja y el alfa, incluso llego a conocer a algunos con aspecto de serpientes gigantescas, que eran capaces de volar sin alas, hablo y convivio con algunos pero jamás se quedó en un lugar, le gustaba más estar solo.

Talvez alguno de ellos lo podía hacer, tal vez alguno de ellos se podía transformar en humano...diablos, de haber sabido se habría quedado más tiempo con ellos, así habría aprendido e Hipo no se hubiera desilusionado.

-¡OYE DRAGÓN!, ¿DÓNDE ESTAS?

La voz del castaño lo saco de sus pensamientos, ya era de noche e Hipo lo buscaba, se levantó de un brinco y corrió a reunirse con su humano.

-oh, con que aquí estabas, te he estado buscando, ¿Por qué no me esperaste en el metro eh?

El castaño se acercó más afectuoso de lo normal, esto sorprendió a la bestia ébano pero no le desagrado.

-adivina que, me entere de algo muy importante, Chimuelo lo miraba curioso, -parece que solo los dragones que tienen más de mil años se pueden transformar, el joven se acercó y toco su trompa, -¿aún no tienes mil años verdad?

Mil años...bueno, si las cuentas no le fallaban ya había excedido esa edad hace mucho, incluso ya la había duplicado.

-¿y qué edad tienes eh?, ¿te falta mucho?, pregunto entusiasmado, Chimuelo negó con la cabeza, -¿te falta poco? Pregunto alegre, el reptil negó con la cabeza confundiendo al humano, - no te entiendo, espera diré un número y tu afirmas si es correcto de acuerdo, Chimuelo asintió, -bien, mmm, ¿tienes más de cien?, afirmación, -¿más de quinientos?, afirmación, -que bien, ¿más de novecientos?, afirmación, eso era perfecto, ese dragón estaba por cumplir los mil, ahora solo tenía que averiguar cuento faltaba, -haber, novecientos treinta, negación, -¿más?, afirmación, -¿novecientos cincuenta?, no, -¿más?, si, -¿novecientos noventa?, no,- ¿más? Si, -¿novecientos noventa y nueve?, no, -¿menos?, no, -¿más?, si, -¿mil cien?, no, -¿menos?, no- ¿más?, sí.

¿Tenía más?, ¿pero cómo?, ¿entonces por qué no se transformaba?, Hipo lo miro molesto, acaso estaba jugando con él.

-oye, ¿excedes por mucho?, Chimuelo asintió, los ojos de Hipo lo miraron con reproche, entonces por qué no se transformaba, molesto comenzó a alejarse, -está bien, si no quieres mostrarme no me importa, me largo de aquí.

El dragón comenzó a seguirlo pero Hipo lo ignoro y se alejó de él, sin pensarlo lo sujeto de su chaqueta para detenerlo, el humano comenzó a forcejear exigiéndole que lo soltara, molesto le acomodo un puñetazo en la trompa al pobre de Chimuelo logrando zafarse, esto hizo enfadar a la bestia negra, ¿por qué le pegaba?, enojado enrollo su cola en la cintura del joven y lo estampo en el suelo, Hipo se quejó pero esto no le importo al dragón que comenzó a reclamarle por su actitud, no tenía derecho a tratarlo así, no era su culpa si no sabía cómo transformarse.

El chico lo miraba temeroso, por un momento pensó que de verdad lo iba a lastimar, a su mente vinieron las palabras de Jedan, "los dragones eran malos y peligrosos", sus ojos se abrieron espantados cuando Chimuelo acerco su boca, pensó que lo mordería o tal vez lo quemaría, pero no fue así, lo único que salió de la trompa del reptil fueron quejas.

Hipo miro sorprendido a Chimuelo, estaba molesto y de eso no había duda los gruñidos eran una clara muestra, así como sus ojos...sus ojos, no, esos ojos no lo veían molesto, más bien lo miraban dolidos, el dragón estaba dolido por lo que Hipo decía.

Chimuelo dejo de reclamar y desvió la mirada, desenrollo su cola de la cintura de Hipo y se alejó un poco con la cabeza gacha y sus orejas caídas. El castaño se levantó sacudiendo su ropa, guardo silencio por algunos minutos y después se acercó a su compañero.

-...lo...lo siento...yo no quería...perdona

El dragón lo miro fijamente y después se acercó a él, recargo una parte de su trompa en el estómago del chico, Hipo podía sentir la respiración de su amigo, el cálido aliento envolvía su cuerpo, con un poco de pena comenzó a acariciar su trompa.

-nadie...nadie te enseño verdad, Chimuelo negó, -perdona, pensé que no querías mostrarme, pensé...que no...creí que no confiabas en mi...

Chimuelo se separó un poco y lo miro, ¿acaso estaba loco?, él siempre confiaría en Hipo, dio una pequeña risa y procedió a lamer la cara del joven con mucho amor.

Hipo se congelo al sentir esa bífida y cálida lengua en su cara y cuello, sintió una corriente eléctrica recorrer su espina dorsal, el calor en sus mejillas se incrementó tornando su piel roja, se quedó quieto mirando a Chimuelo, en lo que va de su vida nunca había recibido una muestra de cariño de parte de alguien (bueno tal vez de Camicazi, pero de ahí en fuera nadie), bajo la cabeza apenado mientras le reclamaba al dragón por babearlo, este solo rio más y pego su cabeza en la espalda del castaño mientras ronroneaba.

-bueno...va...vámonos, no me gusta estar encerrado.

El chico comenzó a caminar seguido por Chimuelo, era estúpido que se sintiera tan feliz por la muestra de afecto de lo que podrías considerar como tú "mascota", pero, entonces, ¿Por qué diablos estaba feliz? se sentaron nuevamente en la calle contemplando el cielo, en esta ocasión Hipo se acomodó a un costado de Chimuelo (para deleite del dragón).

-podemos...podemos intentarlo, podemos tratar de transformarte en un hibrido, murmuro bajito, -pe...pero solo si tú quieres.

Los ojos de Chimuelo se abrieron, convertirse en un semi humano, la idea sonaba descabellada, la verdad no estaba muy seguro...pero, por otro lado, si se convertían en semi humano podría estar más cerca de Hipo, ese pensamiento basto para convencerlo, afirmo efusivamente mientras meneaba la cola.

-¡perfecto!, Hipo se paró como resorte, -entonces a partir de mañana lo intentaremos, voy a investigar todo lo que pueda sobre el tema y te ayudare a transformante en humano, ambos rieron felices, no podía ser tan difícil ¿O sí?

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