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Hipo

La Hermosa bestia negra se encontraba vagando por la ciudad, era otro tedioso día para vivir, camino entre esos edificios abandonados, recorrió las calles desiertas llenas de basura y autos...como odiaba ese lugar.

Recordó el día que se fue de Berk, voló por días sin descanso, deseando alejarse de ese lugar que tanto lo dañaba, paso una temporada en una isla desierta, luego voló al norte (sin que él lo supiera llego a otro continente), exploro el lugar recordando sus viejas aventuras con Hipo, habito ahí por varios años cuidando que ningún humano lo viera.

Humanos...ya no quería conocer más humanos, el único que le importaba estaba muerto, los demás le daban igual. Después de algún tiempo volvió a emigrar, así lo hizo por décadas, siempre cuidando no ser visto; fue testigo de grandes masacres, observo como los humanos se mataban entre ellos y como los de su especie empezaban a escasear... pero esto no le importo, siempre se mantuvo al margen.

Un ruido a sus pies lo volvió a la realidad, tres enormes ratas corrían frente a él, los roedores lo miraron y chillaron molestos para alejarse corriendo, Chimuelo solo los vio partir, continuo su camino a paso tranquilo, su imponente figura paso al lado de una camioneta abandonada, había crecido, su tamaño se triplicó, ahora era más grande que diente púa, estaba seguro. Continuo hasta llegar a un enorme estadio, entro por una abertura en la pared y camino en un inmenso pasillo hasta llegar a una puerta de cristal, en sus tiempos debió de ser una puerta muy bella pero ahora estaba sucia y rota, tan solo le quedaban algunos vidrios en la parte baja y algunas esquinas, cruzo la entrada y brinco entre las gradas hasta llegar a un pequeño y sucio lago en medio de la cancha.

Esa sucia y putrefacta agua era lo único que quedaba de la cala, de ese lugar tan especial para él.

Había regresado hace treinta años, la verdad no esperaba encontrar Berk como lo dejo, pero lo que vio al llegar lo dejo aterrado. Las enormes casas de madera donde los vikingos y algunos dragones habitaban ya no estaban, toda la aldea desapareció, la herrería, la academia de dragones, los nidos en las colinas...nada, ya no quedaba nada de la antigua ciudad.

Edificios en ruinas, aire contaminado y pestilente y una gran plaga de ratas y cucarachas, su querida Berk había sido cambiada por ellos; busco por días a alguno de sus amigos, sabía que los pequeños descendientes de Hipo habían muerto hace siglos pero los dragones...los dragones no. Llamo a diente púa, a tormentula, Barf y Belch, gargonzua incluso a tornado...pero ninguno respondió, sus compañeros no estaban. Molesto se dirigió a la cala, su lugar favorito. Ese lugar tenía que seguir ahí, no podía perderlo también.

Cuando llego se encontró con un gran edificio de concreto y metal, adornado con algunas paredes de cristal, roto y sucio, entro a la construcción un poco temeroso, ¿que era ese lugar? Y ¿Dónde estaba su hermosa cala?

Adentro solo había polvo, basura, ratas y pasillos vacíos, recorrió el lugar mientras la tristeza inundaba sus ojos...todo, todo lo que amo había desaparecido, estaba por abandonar el lugar cuando su nariz se llenó de un aroma conocido....agua, el agua del lago, comenzó a correr en esa dirección, cruzo una gran puerta de cristal hasta llegar a una cancha, bajo por las gradas que rodeaban el lugar hasta la cancha de Básquet, en medio de esta se podía apreciar un pequeño charco, con cuidado comenzó a olfatear el lugar, abajo, abajo se encontraba el lago.

Pronto sus filosas garras comenzaron a destruir la fina madera que cubría el suelo, no tardo en mucho en llegar al cemento pero este corrió con la misma suerte, cabo cerca de diez metros y finalmente llego al lago...ese pequeño lago que intento ser drenado y cubierto, pero que se negó a desaparecer, pequeños borbotones comenzaron a inundar el agujero que Chimuelo había creado, el dragón salió de un brinco mirando feliz como el cráter se llenaba...no, no había perdido todo, el lago donde él e Hipo jugaban aún seguía ahí, dio un rugido de felicidad y lanzo una bola de plasma al aire, aun había algo de su antigua ciudad, algo de su antigua vida.
🌲

Un joven de dieciséis años caminaba por los pasillos de esa vieja escuela, era delgado de cabello castaño y ojos verdes, con el rostro cubierto de algunas pecas que le daban un aspecto inocente e infantil.

El chico bajo unas escaleras de metal hasta llegar a un pequeño patio, no tenía ganas de ir, pero no le quedaba de otra, averiguaría lo que Patán quería de él y después se marcharía, aunque conociendo a ese brabucón lo más probable es que fuera a hacerle una broma o burlarse de él...pero esta vez no se lo toleraría, si el pelinegro quería pelea con gusto se la daría.

Cuando llego al patio vio a Patán y sus secuaces cerca del bebedero, dio un bufido molesto y se acercó asía ellos.

-oh, miren pero si es el pequeño huérfano, se burló el azabache, -¿Cómo estas chico basura?

Mmm, era de esperarse, solo lo había citado ahí para burlarse, el joven lo miro molesto apretando los puños, tenía unas enormes ganas de partirle la cara, Patán se percató de ello y borro la sonrisa de su rostro, ya había tenido encuentros con el castaño y sabía que lo mejor era no hacerlo enfadar, guardo su actitud arrogante (por el momento), si quería que Hipo hiciera su trabajo era mejor no hacerlo enfadar.

-cálmate hombre, no vine a pelear solo quiero hablar contigo.

Hipo lo miro serio sin quitar su semblante de enojado, de cuando acá él quería hablar.

-¿Qué es lo que quieres?

-vamos, cálmate chico ya dije que solo hablar...digamos que quiero proponerte algo.

-¿Qué es?

Patán sonrió satisfecho, al menos lo escucharía.

-bueno, el moreno se acercó mirando sus uñas, -quería proponerte un reto

-¿un reto?

- sí, quiero ver que tan valiente eres.

Pronto las miradas del joven y sus amigos se clavaron en Hipo, este solo frunció el ceño esto no estaba bien.

-¿de qué se trata?

-es algo sencillo, Patán comenzó a rondar cual felino al castaño, -queremos que vayas a la ciudad en ruinas y traigas un banderín del estadio, soltó el chico mientras lo miraba fijamente, -claro si no eres una gallina, menciono con una sonrisa.

Hipo lo miro sorprendido, ir a la ciudad den ruinas, acaso estaba loco, ese lugar era muy peligroso y estaba prohibido ir, la iglesia (la cual controlaba todo en esa época) lo había prohibido, incluso algunos templarios custodiaban la entrada. No, él no podía ir ahí, si tomaba en cuenta de que el orfanato donde vivía era propiedad de la iglesia ir ahí era una verdadera locura.

-y bien que dices huérfano, aceptas el reto.

-claro que no, no estoy loco, respondió serio el chico.

La sonrisa de Patán se borró, tenía que convencer a ese inútil de ir, ¿pero, como?, un rayo de luz llego a su cabeza, el talón de Aquiles de Hipo...su orgullo; Patán comenzó a reírse como un loco mientras lo señalaba.

-ja, ja , ja, lo ven, se los dije, este estúpido huérfano es un maldito cobarde, grito a los cuatro vientos, - lo sabía maldita gallina, ahora entiendo porque tus padres te tiraron a la basura, ja, ja ,ja, sabían que no servirías para nada.

Las risas de sus compañeros no se hicieron esperar, pronto todos los jóvenes se reían mientras lo señalaban, Hipo mordió sus labios y apretó sus puños, odiaba que se mofaran de él.

-gallina, gallina, gallina, canturreaba el moreno seguido de sus compañeros mientras señalaban a Hipo.

Antes de que siguiera hablando fue alado por el cuello de su camisa, Hipo lo miraba fijamente con el puño cerrado.

-iré, murmuro con odio mientras soltaba a su compañero

-perfecto, pero no olvides los banderines, solo para comprobar que fuiste.

El castaño lo miro con odio y se alejó...maldita sea porque había aceptado.

El resto del día transcurrió normal, entre clases aburridas y miradas de desprecio, cuando la jornada de trabajo termino se apresuró a regresar a su "casa", el chico atravesó una ciudad pequeña repleta de edificios de cristal y casas de varios pisos, la gente que pasaba a su lado le daba igual, ninguno de ellos merecía su atención, finalmente llego a la parte menos poblada de la ciudad.

Era una casa de madera de dos pisos adornada con una cruz templaría en el techo; detrás de la casa se podía apreciar una enorme barda de más de veinte metros de altura, sus ojos verdes se clavaron en la silueta de un hombre, este recorría el perímetro, vestido con una capa blanca y una enorme cruz roja en su espalda, Hipo lo miro unos segundos antes de entrar.

Cuando ingreso se topó con el padre Thomas, el encargado del lugar.

-¿Cómo te fue?, ¿algún problema?, el hombre lo miraba serio con esos ojos grises y fríos

-no señor, tuve un buen día, respondió de forma monótona.

-perfecto, ve a hacer tus labores

El chico asintió y se marchó por un pasillo ubicado al costado de la entrada, al llegar al final bajo por unas viejas escaleras de madera hasta topar con una puerta roja, ingreso a la habitación sin mucho ánimo. Era un cuarto pequeño, la cama abarcaba la mitad de la superficie, a su lado un pequeño escritorio y una silla y al frente un diminuto armario. Hipo boto la mochila a su cama para salir y dirigirse a la cocina, ahí le esperaba una monja con ropaje azul.

-comienza a preparar la masa para el pan, iré a comprar algunos ingredientes.

-si hermana

El chico la vio marcharse molesto, siempre era lo mismo, después de la escuela tenía que trabajar en el orfanato hasta altas horas de la noche, bufo y comenzó con su tarea mezclando harina y huevos...bueno, no podía quejarse, era el destino de cualquier huérfano abandonado en un bote de basura al nacer ser un maldito empleado...o, no.

Cuando termino espero el regreso de la monja, esta lo puso a hornear una cantidad considerable de pan, el joven estuvo metido ahí hasta la media noche, cansado ceno un poco de sopa y se retiró con un pequeño plato.

Se dirigió al ático a un pequeño cuarto pintado de blanco, entro en la diminuta habitación con el plato en su mano; en la esquina, en una pequeña cama se hallaba una niña rubia de cuatro años, la pequeña se encontraba acurrucada bajo una frazada gris, Hipo se acercó despacio, dejo el plato en la mesa y comenzó a mover a la niña.

-Camicazi, Camicazi despierta, te traje algo de sopa.

La niña comenzó a moverse, dio un bostezo y se limpió los ojitos con sus manitas.

-hola Hipo, mmm, ¿Qué esh?

-sopa de cebolla

-wacada

-je, ni hablar te la tienes que comer.

-bueno.

Con cuidado hipo la sentó en sus piernas y comenzó a alimentarla, la pequeña se acurruco en su vientre y comenzó a contarle historias que se le ocurrían mientras estaba encerrada en ese lugar.

-y luego la silena comenzó a coler detlas del oso.

-enserio, y como corrió si no tenía pies

-esssh, que le salielon de lepente

-guau, bueno ya es muy tarde, duérmete y mañana me cuentas el final, está bien.

-esta ben.

Hipo la arropo, le dio un beso de buenas noches y salió del lugar, dejo el plato en la cocina y se dirigió a su cuarto, estaba por dormirse cuando recordó la bendita apuesta.

No, era una locura, aparte había una gran cantidad de templarios vigilando la entrada, no podría pasarlos y no había otra entrada...otra entrada...pero si había un acceso y él lo conocía, una estación abandonada del metro.

Muy a su pesar se levantó, vacía su mochila y se preparó para salir, le demostraría a esa bola de idiotas que él no era ninguna gallina, con cuidado se quitó los zapatos y comenzó a andar por el pasillo, si tenía suerte el padre y las hermanas se encontrarían dormidos, camino a la parte trasera de la casa, no podía salir por el frente, entro a una pequeña biblioteca, al final había una ventana que daba al patio, deslizo el marco con cuidado, arrojo su mochila al patio y después salió él. Algunas hortalizas adornaban el lugar, hipo conocía muy bien ese pequeño huerto, el chico se encargaba de cuidarlo (entre otras tareas), se colocó sus zapatos y mochila y comenzó a deslizarse entre las plantas; no había luna por lo cual la obscuridad se encargó de cubrirlo, finalmente llego a una calle poco transitada, lo único que había ahí era una gasolinera abandonada y nos metros más adelante una escalera subterránea cubierta por la maleza.

El chicocomenzó a apartar las raíces con mucho cuidado, después de algunos minutos seencontró con una reja de metal cerrada con candado; el tiempo había hecho de lasuya en ese lugar, las constantes lluvias habían oxidado los barrotes y algunasenredaderas los habían comprimido. Hipo jalo las barras de metal buscandodesprender alguna, finalmente la encontró, se escuchó un chirrido y la barra se partió de la parte de abajo permitiéndole el acceso. En esos momentos el joven agradeció su complexión delgada, entro a gatas en la estación perdiéndose en la obscuridad.

Jamás le había temido a la obscuridad, incluso esta le gustaba, se sentía más cómodo ahí, donde nadie lo miraba con desprecio ni se burlaban de él; sus pasos resonaron en todo el lugar, el chico caminaba atientas desplazando sus dedos por las empolvadas paredes, escucho el chillido de las ratas y sus diminutas patas desplazándose, el ambiente comenzó a ponerse más denso a causa del polvo, Hipo cubrió su rostro con una de sus manos intentado así soportar el aroma, continuo caminando por varios minutos mientras se reprendía mentalmente por no haber traído una linterna, finalmente llego a la plancha de la terminal, con cuidado se dirigió a la orilla, donde deberían de estar las vías, empezó a tentar con su pierna el suelo hasta toparse con el vacío...perfecto, ahora solo tenía que seguir el camino recto y llegaría al otro lado de la muralla, más confiado hecho a correr, ya había perdido demasiado tiempo y tenía que volver antes del amanecer.

Hipo realizo el mismo procedimiento para salir del lugar, el chico se desplazó a tientas hasta la salida, conto con suerte ya que las escaleras no se encontraban bloqueadas y la puerta estaba tirada.

Una ciudad muerta lo recibió, todo se encontraba en silencio, el joven empezó a desplazarse con cuidado mirando por todos lados, sabía que no había nadie, pero era mejor ser precavido; ahora tenía que dar con ese estadio, coger un banderín y salir de ahí.

Con cuidado subió a una escalera de incendios ubicada a un costado de un edificio, si tenía suerte podría ver el estadio desde la altura y no perdería tanto tiempo.

-waaa, esta ciudad era muy grande, murmuro a llegar arriba.

Comenzó a buscar el estadio, tendría que ser un edificio enorme que sobresaliera, pronto sus ojos se toparon con una construcción semicircular, alrededor de esta había un enorme estacionamiento, su cúpula estaba destruida pero se podía apreciar los restos de un mástil en el techo.

-ese debe ser

El joven sonrió satisfecho, no estaba tan lejos, un par de horas más y estaría en casa; dirigió su vista a la calle para saber qué camino seguir, de pronto sus pupilas se dilataron sorprendidas, una enorme sombra se desplazaba por una avenida...no, eso no podía ser, el chico se restregó los ojos asustado, cuando volvió a fijar su vista no vio nada.

-posiblemente fue mi imaginación...mejor me apresuro.

Hipo bajo corriendo del lugar y hecho a andarpor la calle, almenos el transito no era un problema, tardo un poco pero llegoal estacionamiento y posteriormente a la entrada...desgraciadamente esta se encontraba fuertemente cerrada, dio un bufido molesto y comenzó a inspeccionar el lugar buscando una entrada.

A unos metros había un gran cráter en la pared, escalo un poco para poder ingresar, antes de entrar se encontró con algunas escamas en la abertura, ¿Qué clase de animal dejaba esas escamas tan grandes?, solo esperaba que no se tratara de una boa y lo más importante que no se la encontrara, guardo las escamas en su pantalón e ingreso al recinto, comenzó a caminar por un pasillo amplio lleno de máquinas expendedoras buscando alguna vendita tienda.

Chimuelo había llegado al lago, el dragón se encontraba echado sobre algunas gradas, como todas las noches se quedó contemplando el agua mientras los recuerdos invadían su mente.

Decidió dormir un poco antes de marcharse, ya no quería estar ahí, pensó que vivir en un lugar conocido le aliviaría el dolor pero no fue así, se marcharía al día siguiente y jamás volvería, fijo su vista en su cola, su aleta izquierda había crecido como todo su cuerpo, en el lado derecho no había nada, hace mucho tiempo que su prótesis se había roto, lo único que quedaba era esa tela roja con una especie de calavera blanca, la cual siempre iba amarrada a.... un momento, no estaba, la tela de su prótesis no estaba.

El reptil se paró espantado y comenzó a buscar alrededor, estaba seguro que la traía atada a su cola, un ruido en la parte de arriba lo puso alerta, se había escuchado un objeto caer y vidrios despedazándose, rápidamente hecho a correr asía arriba, había detectado un aroma que no era precisamente el delas ratas.

Maldita sea, quien deja un máquina de dulces a mitad de un pasillo, el chico se levantó adolorido, molesto se recargo en una pared, un crujido se escuchó a su espalda y nuevamente cayó al piso, para la mala suerte del chico la supuesta pared era un puerta de vidrio que cedió ante su peso.

demonios!, se levantó furioso y lanzo algunas patadas volcando algunos objetos, -espero que almenos sea una tienda.

Para su suerte así fue, había varios estantes llenos de tazas, platos, cajas y polvo, todas ellas con insignias de equipos; sonrió satisfecho, parece que su suerte comenzaba a cambiar, ahora solo tenía que encontrar un banderín para callar a Patán y su tropa de idiotas...je, talvez debería llevar varias cosas para ver su tonta expresión.

Comenzó arevisar los estantes buscando a tientas algunos artículos, había varias cosapero muchas de ellas estaban en ruinas, en ocasiones se topó con cucarachas ytelarañas muy grandes, parecía que nada de ahí le serviría; una bolsa de plásticoroso sus dedos, curioso la abrió encontrando n conejito de peluche dentro, elanimalito se encontraba en buen estado gracias a la envoltura, sonriósatisfecho y lo guardo en su mochila, sería un buen regalo para Camicazi

Continuo con su búsqueda, finalmente se hizo de un plato, algunas playeras y varios banderines, perfecto era hora de regresar, antes de salir encontró una caja de lámparas, las reviso sin mucha suerte, varias de ellas habían sido dañadas ya que el contenido delas pilas se había regado, por fortuna una de ellas logro prender (lo cual es poco probable en la realidad ¬¬), tamo el aparato y se dispuso a regresar.

-ah, con esto me caí, el joven alumbro la maquina en el suelo, - waahhh, algunos dulces ya se deshicieron...mmmm, ¿Qué es esto?

Hipo alumbro el suelo, una tela roja se encontraba en el piso, la desdoblo con cuidado, parecía una bandera rasgada, comenzó a inspeccionarla curioso, parecía que se había encontrado atada a varias varillas.

-¿Qué es esto?, una calavera, delineo la figura con sus dedos, era una tela muy gruesa y parece que también muy resistente,- jo, esto es una buena bandera.

Con cuidado guardo su descubrimiento, estaba por cerrar su mochila cuando un ruido a su espalda lo puso alerta, alguien o algo se acercaba y por el eco de sus pisadas era algo muy grande, rápidamente se escondió debajo de una banca apagando la luz.

Chimuelo llego corriendo al pasillo, el dragón se encontró una máquina rota y una puerta destrozada, comenzó a caminar con cuidado, se podía percibir otro aroma en el ambiente, sus ojos brillaban en la obscuridad, no había nada fuera de lo normal, pero, ¿entonces quien había roto la máquina?, clavo su mirada en una banca, había algo que no encajaba en ella.

Los ojos de Hipo se abrieron asustados, no veía bien, pero el sonido de las pisadas era muy claro, tapo su boca con su mano intentando con esto ocultar su presencia.

Chimuelo estaba por voltear la banca con su hocico cuando un ruido a su espalda lo hizo voltear, algo en la tienda donde Hipo había estado se cayó, rápidamente se giró y corrió a esa dirección adentrándose en el local.

En cuanto esa cosa se alejó Hipo salió corriendo de su escondite, el joven hecho a correr con lámpara en mano, tenía que alejarse antes de que esa cosa volviera.

Ratas, unas malditas ratas se estaban peleando por un plato, Chimuelo las miro molesto, por un momento creyó que alguien había invadido su santuario, se giró dispuesto a buscar su aleta y salir de ahí...el sonar de unos pasos alejándose lo hizo correr al pasillo, si había alguien más ahí, en el pasillo se podía ver una luz alejándose, lanzo un rugido y salió detrás de él.

Hipo corría lo más rápido que sus piernas se lo permitían, frente a él se encontraba la salida, el joven se congelo al oír un fuerte rugido, instintivamente volteo y pudo apreciar como dos luces verdes se dirigían a él, sin perder tiempo trepo para salir y hecho a acorrer al estacionamiento.

Chimuelo miro como esa figura desaparecía, eldragón dio un gruñido y se apresuró a alcanzarla, antes de que la sombradesapareciera pudo observar su aleta en la espalda de ese ladrón, cuando llegoal estacionamiento no vio a nadie, solo una gran cantidad de autos abandonados, comenzó a olfatear el lugar como un sabueso, tenía que encontrar a ese ladrón y hacerle pagar por haber tomado lo más importante para él.

Hipo se desplazaba en cuclillas entre los autos, la luz de las estrellas no era mucha pero almenos le permitía ver el camino, con cuidado se asomó del toldo de un carro, sus ojos casi se le salen del susto al ver una sombra alada, sea lo que sea sobresalía entre los autos, el joven se tiro en el piso, guardo bien la bandera en su mochila y comenzó a desplazarse pecho tierra debajo de los autos, con un poco de suerte y esa cosa no lo encontraba.

Ese ladrón se movía muy rápido, por un momento pensó en incinerar todo el lugar, pero lo descarto rápidamente, si asía eso su preciosa se quemaría, molesto comenzó a arrojar los autos lanzándolos con su hocico, los vehículos comenzaron a chocar unos con otros, se escuchaba el crujir de los cristales y alguna que otra sirena (que buena batería ^.^).

Hipo llego hasta el último automóvil, frente a él aún quedaba un buen tramo de estacionamiento libre, por el momento la bestia se encontraba entretenida destruyendo algunos autos, pero estaba seguro que en cuanto pegara la carrera se daría cuenta de su presencia, salió con cuidado y comenzó a respirar tenía que arriesgarse si quería salir de ahí.

Dando un último suspiro se echó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían.

Chimuelo escucho los pasos del ladrón, la bestia negra lo miro correr asía la calle, molesto comenzó a perseguirlo brincando sobre algunos automóviles; el castaño corría desesperado, esa cosa lo seguía de cerca y por los rugidos a su espalda estaba enfadado, el chico doblo en una esquina, podía escuchar cómo se acercaba, desesperado se internó en un callejón suplicando que la sombra no lo acorralara ahí. Por suerte para hipo no fue así, debido a su tamaño Chimuelo tuvo que buscar otra entrada, rápidamente se adelantó algunas calles cortando camino para cazar a su presa al otro lado del callejón, unos metros más y ese sujeto seria suyo, antes de llegar observo una diminuta figura salir corriendo del lugar y adentrarse por las calles, ese humano sí que era rápido (créeme, cuando un dragón te viene persiguiendo te vuelves en atleta olímpico¬¬), nuevamente esa rata se escondió en otro callejón para alejarse, molesto escalo el edificio y comenzó a perseguirlo desde la azotea.

Una bola de plasma se impactó cerca de Hipo, el chico estuvo a punto de caer al piso pero logro controlarse y seguir corriendo, a este ataque siguieron otras tres, esa cosa lo perseguía desde las azoteas, la entrada del metro estaba cerca, unas cuantas calles más y lo lograría...solo había un pequeño problema, la mendiga entrada estaba cerca de una avenida, el joven quedaría expuesto por algunos segundos, y algo le decía que esa cosa no desaprovecharía la oportunidad para atacar.

Cuando llego al final del callejón Hipo se asomó como un ratón asustado, dirigió su mirada arriba pero no había nada, posiblemente esa cosa se había marchado, todo se veía muy tranquilo, tomo otra gran bocanada de aire y se preparó para correr.

Los ojos verdes de Chimuelo lo miraron al salir,el dragón se había quedado inmóvil en el techo de un edificio esperando a supresa, en cuanto el joven salió corriendo se apresuró a descender, planeo hastala mitad de la calle mientras arrojaba una bola de fuego, su ataque dio a uncostado de Hipo haciéndolo caer al piso, con un movimiento rápido aprisiono alchico debajo de su garra mientras se preparaba para atacar....sus ojos se abrieron y su cuerpo se congelo, la luz producida por su ataque aún no se extinguía por lo que pudo ver claramente al ladrón...no, esto no podía ser cierto, pero...cabello castaño, piel blanca con algunas pecas en ella, ojos verdes y rasgos infantiles, un deja bu llego a su mente, la primera vez que lo miro de frente después de que lo había soltado...era él, el mismo vikingo que lo había derribado, chimuelo se quedó inmóvil, esto tenía que ser una broma del destino.

Hipo lo miraba aterrado, esa cosa lo tenía inmóvil debajo de esa enorme pata, inconscientemente comenzó a tantear el suelo buscando con que defenderse, su mano se encontró con un cacho de metal que se había desprendido de un auto en el ataque de Chimuelo, el chico no lo pensó y lo encerró en su mano, sacando fuerzas de flaqueza lo incrusto en la pata de Chimuelo haciéndolo gritar, en cuanto lo soltó se paró y le propino una patada en el hocico al dragón para después echarse a correr al subterráneo.

Chimuelo se arrancó el metal de su pata y volteo para mirar como el joven ingresaba al metro, rápidamente lo empezó a seguir tenía que estar seguro de que era Hipo.

El castaño ingreso rápidamente a la estación, ¿Qué era esa cosa?, alumbrando los tétricos pasillos se dispuso a huir, casi cae escaleras abajo pero logro mantener el equilibrio, en cuanto llego a los torniquetes los salto sin problema y corrió hasta la plataforma, pronto llego a una vía bloqueada por un tren, solo tenía que atravesarlo y estaría del otro lado, una bola de plasma se impactó en una de las columnas alumbrando el lugar, espantado dirigió su mirada atrás.

No había duda, ese ladronzuelo era Hipo...él hipo que conoció cuando ataco Berk, el mismo chico debilucho que lo había derribado... ¿pero eso era imposible?, él había visto a hipo fallecer, y el chico delante de él era un niño, no, hipo había madurado, él lo vio, lo vio crecer hasta convertirse en un anciano, entonces, ¿Por qué?, ¿Cómo estaba delante de él?

Hipo retrocedió espantado, esa cosa lo veía fijamente, con cuidado comenzó a subir al tren, solo tenía que cruzarlo y ya, el chico se tensó cuando Chimuelo comenzó a caminar asía él.

-a..a..aléjate, hablo con voz temblorosa, -no te acerques.

Su voz, incluso su voz era muy parecida, tenía que acercarse, tenía que verlo, sentirlo para saber que era real.

El joven apago la linterna pero no la guardo, solo tendría una oportunidad, con calma se subió al vagón sin apartar la mirada de Chimuelo, cuando este estaba más cerca levanto tímidamente la mano.

Chimuelo miro esto ansioso, comenzó a acercarse más, deseoso de que lo tocara, solo unos centímetros más, solo un poco más.

Antes de tocarlo hipo dirigió su lámpara a losojos de chimuelo, cuando estuvo cerca la prendió, una fuerte luz blanca cegómomentáneamente al reptil que bajo la cabeza molesto, alcanzo a escuchar los pasos del joven alejándose por esa estructura de metal y perdiéndose a lo lejos, empezó a llamarlo sin ningún resultado...molesto comenzó a destrozar el vagón con sus garras, se calmó después de algunos minutos...no, no había sido una alucinación estaba seguro, pero, entonces porque Hipo no había regresado, ¿Por qué se había asustado al verlo?, no reconocido, y ¿Por qué Hipo era un niño?, confundido se tiro en las vías mirando asía el frente.

El castaño salió como alma que lleva el diablo de la estación, poco le importo los raspones que las maleza le provoco, no detuvo su carrera hasta llegar al orfanato, ingreso al edificio y corrió hasta llegar a su habitación, en cuanto llego a esta cerro y se tiro en el piso temblando y abrazando su mochila, ¿Qué era esa cosa?, asustado comenzó a mecerse mientras frotaba sus brazos, eso no podía ser real, los monstros no existían.

Un ruido en la parte de arriba lo puso alerta, había llegado un poco antes del amanecer.

Y se acabó, espero que les gustara el capítulo ^.^.

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