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confianza y miedo


Hipo balanceaba nerviosos el lápiz en su mano, el chico no ponía atención a nada de lo que su profesor decía, en cuanto a cabo la clase corrió al baño a lavarse la cara mientras respiraba agitadamente.

-ah, miren si es el huérfano

Una voz burlona lo saco de sus pensamientos, Patán y otro sujeto se encontraba a sus espaldas.

-y dime gallina, ¿Qué hay de nuevo?, Hipo lo miro molesto, -oye no me mires así, no es mi culpa que seas un cobarde, no fuiste a la ciudad en ruinas lo olvidas, menciono burlón.

Una ira se apodero del castaño, por culpa de ese idiota casi muere, furioso lo sujeto de la camisa y lo estampo en la pared, tenía unas ganas inmensas de romperle la cara, pero no lo haría, después de todo él fue el que decidió aceptar el reto. Soltó al morocho alejándose un poco, saco una bolsa de su mochila y se la arrojo a la cara para salir después.

Patán abrió con cuidado la bolsa, los ojos del chico se abrieron sorprendidos, Hipo lo había logrado, comenzó a sacar los banderines mirándolos emocionado, ahora solo tenía que mostrarlos a sus amigas...talvez también a los demás alumnos, así todos lo alabarían.

Cuando Hipo regreso a su "casa" se pasó toda la tarde limpiando los pisos (mendigos explotadores ò.ó) mientras intentaba alejar las imágenes de la noche anterior de su mente.

-¿Qué te paso en la cara?, una voz fría detrás de él lo asusto.

El chico se llevó las manos al rostro, al salir corriendo de la estación se había lastimado.

-¿Hipo?, murmuro con voz fría el hombre

-me caí en unos rosales, esta mañana mientras iba a la escuela.

El hombre se acercó y comenzó a inspeccionar las heridas, tenía varios arañazos producidos por las espinas.

-¿acaso te peleaste?, pregunto sin soltar al joven.

No!, intente tomar un atajo y me resbale...fue en las escaleras del parque.

-¿el parque?, eso está alejado, no es un buen atajo

-sí, ya me di cuenta, respondió apenado.

Lo miro serio, afirmo con la cabeza soltándolo, sin decir más se retiró: el joven suspiro aliviado, de momento se había salvado de un regaño, continúo con su trabajo hasta entrada la noche, al terminar ceno un poco y le llevo su cena a Camicazi.

-Hola Hipo

-Hola Camicazi

Nuevamente la acomodo en sus piernas y comenzó a alimentarla, la niña le narraba emocionada todas las historias que se le había ocurrido ese día...pero Hipo no prestaba atención y seguía pensando en la creatura que había visto en el metro.

-Hipo, Hipo te hablo

-eh, ah, perdón, es que estoy muy cansado, hablamos mañana de acuerdo, con cuidado la acostó y le dio un beso.

-esta ben

Bajo las escaleras y dejo el plato en la cocina,estaba por irse a dormir cuando alguien toco a la puerta, camino a abrir,¿Quién vendría a esa hora?, la última vez que alguien los visito fue cuando llevaron a Camicazi y de eso ya habían pasado dos años; cuando abrió la puerta sus ojos se abrieron temerosos, frente a él se encontraba un templario.

-buenas noches, hablo una voz neutra detrás de la capucha

-bu...buenas...noches

-necesito hablar con el padre Thomas, ¿puedo pasar?

Hipo asintió y le llevo a la sala, después fue en busca de su tutor, cuando el sacerdote miro al templario se tensó un poco.

-vete a dormir Hipo, ordeno con voz helada

El chico asintió y se retiró, estaba seguro de poder sentir la mirada de ambos mientras se retiraba, llego a su cuarto y cerró la puerta con cuidado...esto estaba mal, estaba muy mal, posiblemente ese templario lo había visto, sabía que había ido a la ciudad en ruinas y venía a informárselo al padre. Comenzó a caminar dando vueltas en su habitación, ¿ahora que hacia?, pasaron más de dos horas y nada. Aun asustado se dispuso a dormir, lo que tendría que pasar pasaría, mientras deba vueltas en su cama recordó la bandera roja, había separado esta y el pequeño conejo de felpa de lo demás.

Sin hacer ruido se levantó y busco la tela, la extendió en su cama mirándola con detalle...viéndolo bien no parecía una bandera, o si lo era tenía un corte un tanto extraño, parecía que cinco varillas la habían sostenido ya que se podía ver rastro de óxido en una esquina, era de una tela muy resistente pero también muy ligera, y esa especie de calavera...mmm, tal vez era de algún equipo, los piratas o algo así, se quedó mirando el objeto un poco más...mmmm, una aleta, si más bien parecía una aleta.

Sus ojos se abrieron de repente, no había observado detalladamente al ser que lo ataco, pero recordaba vagamente su cola, la aleta derecha tenía el mismo diseño, solo que era más grande y negra.

Pero esta era roja, rápidamente busco las escamas que había guardado en su pantalón, no había duda eran negras, incluso brillaban en la luz dándole un tono tornasol, pero, entonces, ¿Por qué una aleta roja?, un ruido en la parte de arriba lo puso alerta, rápidamente guardo las cosas en su armario y se acostó, escucho algunas voces y pisadas en la parte de arriba pero eso fue todo.

-oh, mejor me duermo, mañana veré como solucionar las cosas.

-----------------------------Cuatro días después-------------------------

El castaño observaba molesto mientras comía su almuerzo, todos en el patio rodeaban a Patán deseosos de escuchar cómo había entrado en la ciudad en ruinas.

-...entonces arranque las enredaderas con mis manos, había algunas serpientes pero eso no me asusto y bla, bla, bla...

Hipo rodo los ojos, era la quinta vez que cambiaba la historia y esa bola de idiotas se lo creía...pero era mejor, si su tutor se enteraba se podía dar por muerto; se retiró a estudiar a la biblioteca, aún tenía mucha tarea y le gustaba aprovechar sus horas libres.

-hola Hipo, le saludo una anciana detrás de un escritorio

-hola

-tiempo libre

-sí, un rato.

-entonces aprovéchalo muchacho, la mujer le sonrió y se retiró a acomodar algunos libros.

El chico la miro adentrarse en los pasillos, Margot la bibliotecaria le caía bien, era de las pocas personas que no lo molestaba, se sentó en una mesa alejada y comenzó a buscar lo que necesitaba, por suerte lo encontró rápidamente por lo que no tardó mucho en terminar su trabajo, estaba por retirarse cuando una idea cruzo en su cabeza, no había pensado en el accidente desde hace días, bueno, no perdía nada con intentarlo.

-oye Margot

-dime

-hay algún libro que hable de demonios y esas cosas, intento parecer calmado

-mmm, ¿te refieres a Tratados de Demonología, rituales, cultos y esas cosas?

-no, más bien creaturas extrañas

-oh, seres míticos, si hay varios abajo, ¿Por qué?

-ah, me dieron curiosidad es todo, respondió nervioso.

-si quieres te los muestro, ¿pero no tienes otra clase?

-Deportes...pero no tengo ganas de oír al profesor alabando a Patán.

-no sé cómo lo soportan, ese chico es muy molesto

-dímelo a mí.

Bajaron las escaleras hasta llegar a un pequeño cuarto lleno de libros, atravesaron algunas columnas de estos para llegar al fondo.

-mira son esos, no están clasificados, revísalos y si te interesa alguno avísame.

Si, gracias.

La mujer se retiró dejando solo al chico, Hipo comenzó a inspeccionarlos, algunos traían ilustraciones y leyendas anexadas, miraba de reojo las imágenes buscando alguna creatura parecida a lo que vio, paso varios minutos buscando en los polvorientos libros.

-Trolls, centauros, elfos, Hidra, Dragón, unic... un momento, regresando la página, -Dragón.

La imagen mostraba un reptil de color rojo, con enormes alas y cola, de garras afiladas muy grandes, su cabeza estaba adornada con una cresta y dos imponentes cuernos, el chico comenzó a mirarla detalladamente...no, esa cosa no tenía cuernos, más bien parecían orejas, si parecía un reptil (después de todo tenía escamas), también poseía una cola y alas y estaba seguro de sus garras

-eso era, ¿un dragón?

Comenzó a buscar más libros que hablaran sobre ellos, al final se decidió por tres.

-me puedo llevar estos

-claro Hipo, solo no los pierdas de acuerdo, la mujer le guiño el ojo.

-no lo are.

----------------------------mientras tanto------------------------

-a partir de mañana comenzaremos el entrenamiento, debes estar preparado para el ataque de las bestias.

-mi señor, hace años que no tenemos informes de ataques.

-¡no te confíes!, yo lo hice y esa cosa casi me mata.

-lo siento mi señor, no lo are.

---------------------------------------------------------------------------

El chico llego al orfanato agotado, ya tenía días que no podía dormir en paz, a su mente le llegaban imágenes de dos enormes ojos verdes mirándolo fijamente, esto siempre le despertaba y después no podía volver a dormir.

-hola Hipo

Un joven rubio de ojos lilas lo saludo; el templario que había conocido hace algunos días se quedó a vivir con ellos, esto lo asusto un poco ya que no sabía el motivo, pero tampoco fue tan tonto como para preguntar.

hola Jedan, devolvió el saludo cortes, había algo en ese sujeto que le inspiraba temor, muy parecido al que sentía por su tutor.

HIPOOOO!, un grito proveniente de la cocina los interrumpió

-parece que te llaman, mejor ve antes de que se enfaden, el joven se retiró dejando solo al chico.

El castaño suspiro aliviado, se dirigió a la cocina para su trabajo diario, al terminar subió a acompañar a su pequeña "hermanita".

-Hipo, ¿puedo bajal al jaldin mañana?, pregunto la niña mirándolo a los ojos.

-le preguntare al padre, si te da permiso te llevo de acuerdo.

-si ^.^

-sabes, te traje un regalo

-¿encelio?, pregunto con ojitos brillantes.

-sip, pero tienes que esconderlo bien, no dejes que nadie aparte de mi lo vea, entendido.

-sí, si, la pequeña aplaudía saltando en la cama

Hipo saco de entre sus ropas el pequeño conejo de peluche, el animalito era de color blanco, con su pancita rosa y de ojos azules, llevaba un bonito moño de color rojo con lunares blancos.

-¿te gusta?

-shiii, Camicazi lo abrazo amorosa

-pero no lo olvides, nadie debe verlo o me meteré en problemas.

-no, yo lo ocuto, lo plometo.

-bueno, a dormir

-si hata mañana

El joven salió dejando a una feliz rubia, al menos la escapada tenía un lado bueno y eso era la sonrisa de la niña, cuando regreso a su habitación comenzó a leer los libros que había traído, esto hasta que el sueño lo venció.

----------------------------al día siguiente----------------

-Hipo

-¿Qué sucede?

-¿ay, algen?, pregunto la rubia sentada en una silla.

El joven volteo a ambos lados antes de negar, la niña sonrió emocionada mientras sacaba su conejo de la manta que la cubría.

-mida Blass, este es el jaldin.

-Blas, ¿así lo llamaste?

Camicazi asintió emocionada, comenzó a contarle una gran cantidad de historias a su muñeco mientras Hipo arreglaba las plantas.

-ya termine, esconde a Blas, voy a llevarte a tu cuarto.

Cargo a la pequeña y la subió a su habitación, la dejo ahí y bajo por su comida.

-Hipo, donde taba Blass

-eh, bueno, el...estaba solo, si eso, estaba solo y por eso lo traje, para que te hiciera compañía.

-ah, ¿pelo donde taba? (oh, chamacos curiosos)

-ah, te lo diré, pero no debes decirle a nadie de acuerdo, la niña afirmo, fui a la ciudad en ruinas, Camicazi abrió los ojos espantada, sabía que ese lugar estaba prohibido, -no debes decirlo Camicazi o me meteré en problemas.

-no, no dile a nadie, Camicazi hizo una cruz en su pecho prometiéndolo.

-buena niña, Hipo le dio un beso en la frente y la acostó, -ahora descansa.

-sí, Camicazi se acostó cubriendo con la manta a su conejito, -Hipo, lo detuvo antes de que se marchara, -si vuelves a il, trais oto blass.

-ja, ja, ja, no lo creo, jamás volveré a ir a ese lugar, ahora duérmete.

No, jamás volvería a ir, estaría loco para hacerlo, ya se salvó una vez como para arriesgarse de nuevo, aparte solo fue por esa tonta prueba, pero ya la había ganado y demostró que no era ningún gallina....entonces... ¡¿Por qué estaba caminando de nuevo por esa endemoniada vía?! ¿acaso estaba loco? se había escapado de milagro.

Detuvo su andar antes de subir al vagón y cruzar al otro lado, su cuerpo le temblaba y se reflejaba en la luz de la lámpara que se mecía de un lado a otro.

-Dios,estoy completamente loco,dio un suspiro antes de subir, escucho el eco de sus pasos en esa estructura metálica, cuando llego al final abrió los ojos sorprendido, -parece que no lo soñé, frente a él se encontraba una gran cantidad de destrozos, las paredes del vagón mostraban una gran cantidad de zarpazos y la puerta se encontraba en la vía hecha añicos

Hipo bajo temeroso al lugar, aun se podía apreciar la mancha de tizne en la columna, inspecciono, parece que no había nadie, con cuidado comenzó a avanzar, no quería alejarse mucho por si tenía que correr, llego hasta la plataforma sin ningún problema, estaba por subir cuando un ruido le detuvo, dos ratas pasaron corriendo frente a él mientras se mordían y chillaban, logro sentir como su corazón se detenía por el susto, no, esa no era una buena idea, -al diablo me voy a casa, en cuanto dio la vuelta choco con el hocico de Chimuelo, el joven dejo caer la lámpara mientras sus ojos se abrían aterrados, ahora si no la libraba.

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Chimuelo no se movió de la estación, espero paciente por tres días a que Hipo regresara, en muchas ocasiones pensó en volar el vagón e ir a buscarlo, pero logro controlarse. Abandono el lugar para ir a buscarlo en la ciudad, posiblemente entro por otro lado, recorrió la ciudad y lo espero en el estadio, por desgracia Hipo no apareció, por tal motivo regreso al metro.

Se tumbó de nuevo en las vías, empezaba a dudar si de verdad había visto a Hipo, pero no alucino y la cicatriz en su pata lo demostraba así como su aleta extraviada que no había encontrado en ningún lugar.

Ya era más de media noche cuando escucho unos pasos en el túnel, en esta ocasión no lo dejaría escapar, pego un brinco y se trepo al techo mirando fijamente abajo, una luz comenzó a aparecer y los pasos se escucharon más fuerte, en poco tiempo la figura de Hipo se hizo presente, el chico caminaba despacio mirando a todos lados, Chimuelo cerro los ojos cuando la luz de la lámpara paso cerca de él.

En cuanto Hipo se acercó a la plataforma el comenzó a descender por una columna cual reptil, con mucho cuidado se acercó al joven sin que lo notara, un ruido producido por los roedores altero a Hipo, je, no recordaba que Hipo le temiera a las ratas.

De improvisto el castaño volteo chocando con él...si, era Hipo y de nuevo lo tenía de frente; con cuidado acerco su hocico al estómago del chico, podía sentir su calor, cerró los ojos y se acercó más, escucho un leve quejido pero lo ignoro, su aroma, había cambiado un poco, era más fuerte y un poco agrio, con un ligero toque de...miedo, sorprendido abrió los ojos.

El joven delante de él estaba temblando, lo miraba fijamente mientras mordía su labio, el dragón se alejó un poco, Hipo tenía miedo, miedo de él.

El castaño trago grueso cuando el reptil se sentó en sus cuartos traseros mirándolo fijamente, con miedo se agacho a recoger la lámpara (si tenía suerte podría engañarlo de nuevo), antes de que se irguiera por completo fue sujetado (o más bien mordido).

Chimuelo lo tomo cual cachorro y subió a la plataforma, el reptil comenzó a correr con su "presa" directo a la ciudad, podía sentir como el joven pataleaba y le gritaba que se detuviera pero lo ignoro, salió corriendo del metro rumbo al estadio, tal vez en algún lugar conocido Hipo lo recordaría.

Bueno, ahora sabía lo que sentían los gatitos cuando los cargaba su madre...unas terribles ganas de vomitar, dejo de gritar y llevo sus manos a la boca, de saber que esto le pasaría no habría cenado, cerró los ojos con fuerza, ver pasar el suelo tan rápido no ayudaba mucho y si le agregabas las vueltas y el zangoloteo peor. Cuando finalmente dejo de moverse se sintió aliviado, un alivio que no duro mucho ya que fue arrojado a un charco de agua.

-ahhh, ¿pero qué diablos te pasa?, se levantó sacudiéndose el agua, esto no sirvió ya que una nueva ráfaga (producto de un coletazo) se encargó de bañarlo nuevamente, -ahhh, esta fría.

Chimuelo brincaba feliz arrojándole agua al castaño, tal vez si jugaban de nuevo lo recordaría.

¿Qué diablos le pasaba a ese dragón?, ¿acaso lo estaba sazonando con agua?

-para, aghhh, no detente, aghh,... ¡ya basta!

El reptil detuvo su juego y volteo a ver a su amigo, el chico estaba hecho una sopa, mmm, parece que había exagerado un poquito, intento acercarse a Hipo pero este retrocedió espantado mientras se protegía con sus manos.

-no te acerques, quédate ahí.

Chimuelo obedeció y se quedó quieto a escasos centímetros, continuo mirándolo fijamente para la incomodidad de Hipo; parece que no tenía planeado comerlo, al menos por ahora, con cuidado se acercó a una de las gradas (Chimuelo lo seguía de cerca), se quitó su sudadera y playera y comenzó a exprimirlas.

El mismo cuerpo delgado que recordaba, aunque a un no entendía porque era un niño, un ligero estornudo lo saco de sus pensamientos, Hipo frotaba sus brazos intentando calentarse, Chimuelo busco  acercarse si lo cubría con su ala ya no tendría frio.

-¡no!, no te acerque, quédate ahí, el reptil obedeció y se sentó, -achuu!! genial ahora me voy a resfriar si no me cambio...mmm, ahora que lo pienso arriba hay algo de ropa, se paró dispuesto a buscarla, solo la usaría por un momento y al llegar a su casa la tiraría.

Comenzó a caminar con una enorme sombra detrás de él, muy a su pesar no protesto, lo mejor era no hacer enfadar a la bestia escupe fuego. Bueno alumbrando los pasillos era más fácil saber dónde estaban las puertas, pero por desgracia todas estaban cerradas.

-maldición ahora como las abro, se alejó un poco para buscar alguna palanca, CRASSS, cuando volteo encontró la puerta y parte de la pared en el piso y a su lado un sonriente Chimuelo, -...O...K...supongo que gracias, Hipo paso a su lado temeroso, tenía que buscar un poco de ropa y salir de ahí.

Chimuelo lo esperaba afuera meneando la cola,sus ojos no lo perdían de vista, el humano revisaba los estantes pero le lanzaba miradas de reojo, esto lo emociono tal vez comenzaba a recordarlo (no lo creo chimuelo ¬¬u), Hipo salió cambiado con un pans negro, aun le escurría el cabello pero al menos ya no tenía frio.

-... y... ¿eres un dragón?, este afirmo efusivamente, -valla, así que si existen eh, es obvio que me entiendes ¿cierto?, nueva afirmación, - y, puedes hablar, Chimuelo asintió y comenzó a gruñir, -no, no, no , espera, hablar como yo, como un humano, el dragón lo miro y negó lentamente, oh, valla, Hipo comenzó a mirar a ambos lados mientras hacía algunas muecas, -oye...y ...me...vas...a comer.

Los ojos de Chimuelo se abrieron sorprendidos, comerlo, ¿Por qué haría algo así?, rápidamente comenzó a negar, no, el jamás lo dañaría,

-uff, menos mal.

Sin decir nada más comenzó a caminar a la salida, ya eran suficientes emociones por una noche, al llegar al agujero comenzó a escalar, Chimuelo intento ayudarle pero este se negó y le pidió que no lo tocara, muy a su pesar obedeció. Caminaron de regreso a la estación en silencio, Hipo iba al frente volteando de vez en cuando a mirarlo, ya había descartado la idea de correr, era más que obvio que no le ganaría, aparte de que había dicho que no lo lastimaría, no es que le creyera...pero parecía que no mentía.

-bueno, yo me retiro, hablo nervioso mientras bajaba a las vías, - fue un placer, el chico se despidió con la mano y comenzó a andar más rápido, un ruido a su espalda lo obligo a voltear, -no, no puedes venir, créeme no es una buena idea.

Chimuelo lo miro extrañado, Hipo avanzo y él le siguió.

-escucha no puedes venir, es muy peligroso créeme, los ojos del reptil lo miraron sorprendido, si era peligroso no podía dejarlo ir, -tú quédate, aquí estas a salvo, Chimuelo negó con la cabeza y se acercó más.

¿Ahora que hacia?, si llegaba con un dragón se podía dar por muerto y algo le decía que este no lo dejaría marchar.

-escucha yo regresare mañana de acuerdo, mañana en la noche volveré, pero tú debes quedarte aquí de acuerdo, tal vez si le prometía regresar lo dejaría marchar, pero ni loco cumpliría esa promesa, -vamos, obedece si, hablo con una voz más calmada, -te prometo que regresare mañana en la noche, Chimuelo desvió la mirada como si lo estuviera pensando, - te lo prometo, de verdad volveré mañana, hablo con voz más tierna.

Un movimiento de cabeza fue su respuesta, esto hizo a Hipo sonreír, al menos lo había convencido, subió al vagón dispuesto a amarcharse, un ligero bufido a su espalda lo detuvo, Chimuelo acercaba su hocico con calma, Hipo lo miro confundido, ¿ahora que quería?, unos suaves cabeceos le dieron la respuesta, una caricia, solo deseaba una caricia, muy a su pesar se acercó, tímidamente extendiendo el brazo, Chimuelo lo miro feliz, cerró los ojos esperando el contacto... contacto que no llegó. Hipo retiro la mano y se marchó, perdiendo la oportunidad de acariciar a un dragón.

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