Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8: Atrapados en el ascensor

Los días siguientes, Mariana visito a Dylan bastante seguido en su empresa. Con su sonrisa brillante y de niña buena confundía a todos, pero él hacia lo posible para evitarla y no verla.

― ¡Ahí viene, ahí viene! ― aparece Víctor corriendo por el pasillo.

― ¡Maldición! Se me agotan las opciones ― Dylan dice y luego pregunta ― ¿Hoy no hay reuniones pendientes?

― No, no las hay.

― Tengo que estar ocupado en algo ― se da cuenta ― ¡Las planillas!

― No, las revisaste esta mañana.

― ¿Y no las puedo revisar otra vez? ― y lo dice decepcionado.

― Las revisaste cinco veces ― Víctor levanta una ceja.

― ¿Y ahora qué hago?

― No sé ― se rasca la cabeza.

― ¡Hola! ― Mariana aparece con una sonrisa.

― Estoy ocupado ― Dylan dice.

― ¿En qué? ― ella hace puchero.

― En...

― Lo sabía, estas mintiendo ― lo mira enojada y luego sonríe ― mira lo que te traje, Cindy ven ― señalando a la sirvienta que estaba detrás con un cachorro.

― ¡¿Un perro?! ― Dylan queda desconcertado.

Víctor se ríe y tapa su boca.

― ¡Sí! Los animales traen felicidad a las personas y como jure que serias feliz ¿Qué mejor forma de hacerlo que con una mascota? ― ella le explica.

― Pero a ti no te gustan los animales, dices que traen gérmenes, no te entiendo ― le contesta confundido.

― ¡Ah! No sé ― mira a Cindy ― entonces ¿debí haber traído un pastel?

La amiga hace un gesto de tampoco saber.

― ¡¿Pero qué decís?! ¡¿Vos?! ¡¿Cocinando?! ― Dylan pregunta.

― Me salen ricos los de chocolate ― ella sonríe y luego duda ― el de vainilla no tanto ― se hace un silencio y agarra al cachorro ― ¿Qué vas a hacer? ¿Quieres a esta adorable pelusita?

Dylan mira al perrito y lo sostiene.

― Bien, me lo quedare ― lo dice sonrojado y luego piensa ― << No se puede evitar, es adorable >> ― continua ― pero...

― ¿Pero?

― No puede estar aquí en la oficina.

― ¡Ah! Lo siento ¿Qué debería hacer? ― ella preocupada pregunta.

― No hay problema, Víctor, tu, encárgate ― y se lo da a su amigo.

― ¿Y no le vas a poner un nombre? ― Víctor pregunta sin poder dejar de reírse.

― Dije que te encargaras ― frunce el ceño.

― ¡A la orden! Me voy para tu casa, ya vuelvo ― levantando su mano como si fuera del ejército.

― ¡¿Y?! ¿No te ibas?!

― ¡Es que no puedo aguantar la risa!

Dylan lo mira con cansancio.

― Ya voy, ya voy ¿Me acompaña señorita? ― Víctor le giña el ojo a Cindy.

Ella se sonroja y le responde.

― ¡Ah! Si ― y se van juntos.

― Creo que ahí, hay onda ― Mariana sonríe con una sonrisa pícara, señalando la partida de los amigos.

― Que importa ¿Por qué sigues aquí? ― Dylan pregunta.

― ¿Me acompaña señorito? ― ella bromea y hace un silencio ― bueno, solo estaba jugando ¡No estés enojado!

― No estoy enojado.

― ¡Mentira! Siempre estás enojado.

― ¿Si te acompaño me vas a dejar de hablar?

― Okey ― ella hace nuevamente puchero.

Caminan hasta el ascensor y entran. Dylan aprieta el botón de la planta baja y comienza a moverse. El elevador se mueve muy lento, lo notan pero no le dan importancia, luego de bajar dos pisos, este empieza a frenarse y no se mueve más. Mariana aprieta el botón nuevamente pero no hay caso, no funciona. Dylan revisa su celular y no hay señal, se dispone a apretar el botón de emergencia que está preparado para estas ocasiones, ahora solo queda esperar.

― Estamos atrapados ― Mariana dice algo luego de haber prometido no hablar antes de subir al ascensor pero Dylan no le contesta.

Pasa una hora y él se queja.

― ¡¿Cuánto más van a tardar?! ― se mueve en círculos.

Ella no sabe si acotar algo, siente que si le dice alguna palabra él se va a enojar, pero como siempre Mariana termina equivocándose y olvida esa idea.

― Me aburro ― hace puchero.

Dylan deja de moverse y la mira.

― Estas loca si crees que yo puedo ser tu fuente de diversión, ni lo pienses, apaga tus hormonas, me producen dolor de cabeza.

― ¿Qué? ¿Tú crees que yo... quiero aquí... contigo? ― se sonroja intentando entender.

― Ya lo intentaste antes ¿O no lo recuerdas? ― él levanta una ceja.

Mariana busca entre los recuerdos de Elizabeth pero no encuentra en su mente toda esa información. Era normal porque cuando obtuvo los recuerdos de la flor de lis, solo los tenia por fragmentos, era imposible ver todo lo que esa vez su cabeza le había mostrado y una cosa que no significaba tanto para Liz, al parecer su mente no lo procesaba para que Mariana lo pudiera ver y así poder darle una buena contestación a Dylan.

― ¡Que mal! No lo recuerdo... ¡Olvidemos el pasado! Vivamos el presente.

― Ya te dije que...

― Me refiero al ahora, digo estamos en un ascensor, algo hay que hacer mientras esperamos.

― Si dices algo extraño, te mato.

― No sé, quizás... mm, juguemos al ajedrez.

― ¿Qué? ¿Y de dónde quieres sacar las fichas?

― De aquí ― ella saca su celular y presiona los botones ― mira tengo un ajedrez virtual ― le muestra ― ¿Juegas? Es por turno.

Dylan quedo sorprendido pero viendo que no era nada malo, ambos se quedaron jugando al ajedrez un buen rato.

― Jaque mate ― Mariana dice.

― Otra ― le exige Dylan viendo que era la tercera vez que perdia.

― No eres bueno en los juegos ¿No? Digo en el tenis tampoco jugabas bien ¿En que eres bueno? ¡No me digas! El violín, pero eso no es un juego.

― Soy bueno jugando al póker y el truco.

― Ah entiendo, siempre estás enojado ¿Quién podría detectar que cartas tienes? Yo no, soy mala para esos, no caso una.

― Te enseño, no sabía que te gustaba jugar.

― Seria genial ― ella se sonroja viendo que Dylan ofrece su ayuda.

― Como sea, la próxima la gano yo ― refiriéndose al ajedrez.

Continúan jugando, pasa otro rato y Dylan mira su reloj, otra hora ya había pasado. Revisa el botón de emergencia y estaba bien, aun no venían, estaban tardando mucho.

Mariana bosteza, mira a Dylan que observa el botón detenidamente, vuelve a admirar a la hermosa persona que tenía en frente, no puede evitar sentirse atraída, era tan atractivo. Ella suspira y queda atontada como la primera vez que lo vio, no puede evitarlo pero reacciona.

<< ¿Qué estoy haciendo? 1. no es mi prometido real, 2. Aunque esté muerta, tengo novio y 3. Estoy del lado de Liz, es para ella... ¿Por qué? ¿Por qué eres tan atractivo? >> pensaba y suspiraba a la vez mientras lo observaba.

― Deja tus suspiros para después, hay que pensar cómo hacer para ver si se enteran que estamos aquí ¿O es que acaso quieres quedarte encerrada? ― Dylan la retaba.

― ¡Perdón! ― se sonroja ― quiero decir ¡Sí! Hagamos algo para salir de aquí ― se acerca y también mira el monitor, toca los botones, luego dice ― entiendo, el botón no está roto pero...

― ¿Pero?

― Mira los tornillos, están flojos debemos ajustarlos.

― ¡Como si tuviéramos un destornillador! No seas...

Mariana revisa su cartera.

― No pero tengo esto ― saca una lima de uñas ― quizás sirve.

Dylan la agarra y presiona los tornillos.

Cuando oprime el botón nuevamente, esta vez hace un sonido diferente.

― ¿Funciona? ― él dice.

― Creo que sí.

Ambos sonríen y Mariana se da cuenta.

― Estas sonriendo.

― ¿Qué? ― y vuelve su ceño fruncido.

― ¡Hey! No vale, yo te vi.

― No sé de qué hablas ― se sonroja y acomoda su corbata.

― Si, te vi, te vi, ¿Por qué no saque una foto? ― ella insiste.

― Cállate ― se voltea.

― ¡Que sí! Quedará en mi memoria, falta poco.

― ¡Que no! ― y la empuja contra la pared.

Ambos se miran intensamente y se hace un silencio arrasador. Los nervios aumentan, fue como si el tiempo se detuviera y una pausa que hacia parecer que se estaban conectando, acercando, incluso llegando, más y más. Los atrapaba, pero cuando todo parecía perfecto, los dos estaban tan cerca y sus narices casi se tocaban, un sonido se escucha.

― Ding dong.

El ascensor comienza a moverse y ambos se corren sonrojados, ninguno se mira ni entiende lo que casi pudo pasar.

Claramente hubo algo allí pero ellos no lo iban a aceptar. Como si no hubiera pasado nada ambos salen del elevador y Dylan exclama.

― Gracias ― le dice al mecánico que estaba parado allí luego mira a Mariana ― ¿Hasta dónde dijiste que querías que te acompañe?

― Nunca lo dije, solo jugaba.

― ¡Ah! Jugar ¿No dije que te enseñaría a jugar a las cartas?

― ¿Eh? ¡Sí! Enséñame.

Caminan hasta el estacionamiento, entran al auto y se dirigen a la casa de Dylan, donde jugaran cartas por un rato largo, el cual disfrutan como buenos amigos, comiendo y disfrutando un buen momento juntos.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro