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Prólogo Alizée

Barcelona, Venezuela 4 de Julio de 2000

El joven Carlos Hernández parte rumbo al aeropuerto, en donde abordara un avión que lo llevara a París, Francia, por motivos de trabajo; a su lado, mientras espera el anuncio para abordar su vuelo, esta su madre Miriam, quien pese a estar literalmente muerta de miedo, apoya totalmente a su hijo, y espera sinceramente que ese empleo tan lejos de su casa, mejore la situación de su familia, no pasan hambre, pero han pasado por tiempos difíciles; y este trabajo paga bastante bien, es lo que la señora Miriam se repite como si fuese un pasaje bíblico.
Por su parte Carlos tiene grandes planes, seguro de que este trabajo le abrirá puertas a otros trabajos aún mejores que este; así ha visto que ocurre con otros que se dedican a lo mismo que él, ventas de automóviles; desde los 15 años vendía cosas en las calles de su ciudad natal, al alcanzar la mayoría de edad tuvo un trabajo con horario, sueldo fijo y demás prestaciones, por un golpe de suerte, un tipo europeo llego a su agencia, al parecer era representante de una de las automotrices importantes de aquel continente, pidió entrevistarse con los mejores vendedores de la agencia, uno de ellos fue Carlos, impresiono bastante al sujeto puesto que este le estrecho la mano con mucho mayor brío que con los otros vendedores, eso y el hecho de ser el único que no tuvo miedo de viajar en avión al otro lado del charco, solo requirió un par de semanas tener lista su documentación, tramitar su pasaporte y estaba listo para emprender el viaje; una de las empleadas del aeropuerto empezó a hablar por los altavoces, lo cual saco a Carlos de sus pensamientos, la voz anunciaba que el siguiente avión partiría rumbo a París en cuestión de hora y media, tras una muy emotiva despedida de parte de su madre, en la cual no faltaron lagrimas y muy repetidas promesas de llamarle en cuanto llegara a su destino, Carlos paso por los protocolarios controles de seguridad, tras pasarlos sin mayor problema, se dirigió a la terminal donde tomaría su vuelo.

El viaje no tuvo nada destacable, así como el aterrizaje, su paso por la seguridad aeroportuaria. Carlos hizo la tantas veces prometida llamada a su familia apenas pudo pasar todos los controles de seguridad; su madre aseguraba no haber dejado de rezar para que su niño llegara sano y salvo a su destino, lo cual Carlos le agradeció, le pidió saludar a todos sus tíos, primos y demás familiares, tras lo cual colgó, y se dirigió a la salida del aeropuerto donde su ahora jefe lo esperaba para llevarlo a conocer su nuevo lugar de trabajo, durante el trayecto platicaron del puesto en el que trabajaría desde ese día, la ciudad, además del requerimiento por el momento de un buen nivel de dominio del idioma inglés, a petición de tomar lo mas pronto posible clases de francés (el idioma local), a ambas cosas Carlos dijo que si, su introducción a su nuevo puesto no es algo que valga la pena narrar puesto que no fue nada del otro mundo.

Los primeros tres meses los sobrellevo bastante bien, dado que su nivel de inglés era muy bueno, no tuvo muchos problemas al principio; su principal problema fue aprender el idioma francés; a mediados del segundo mes hizo grandes progresos puesto que encontró una excelente maestra, irónicamente la encontró en su trabajo, siendo específicos en una encantadora joven francesa conocida de otra joven recién contratada: Françoise Roux Hardy, la cual trabajaba en ese momento como edecán de la concesionaria así como a su maestra Alizée Reno, Carlos conoció a ambas casi por casualidad.

A Alizee la conoció casi desde que empezó a trabajar en la agencia, podría decirse que la chica se convirtió en la guía de Carlos, las principales razones fueron su amabilidad, su facilidad de palabra, y que tenia un buen dominio del idioma ingles y de la lengua materna de Carlos, el español, al mes de conocerse, Carlos le pidio a Alizée que la ayudara a aprender el idioma local, por suerte para ella, solo le aclaraba pequeñas dudas, por ejemplo, como y cuando usar tal palabra, o aquel complemento

Carlos conmemoraba ya dos meses de estadía en Paris, hablaba casi a diario con su madre, lo cual ella agradecía, esa mañana se dirigía a su trabajo, quienes se lo cruzaban en su camino siempre lo veían de buen humor, lo cual empezaba a generar confianza entre sus vecinos, varios de ellos empezaron a saludarlo cada vez que lo veían, lo cual el agradecía pues hacia grandes progresos en su aprendizaje del idioma local; llego a la concesionaria y, como siempre saludo a todos sus compañeros, pero ese día había algo distinto, en el grupo de edecanes que recibían a los clientes había una joven que nunca había visto antes; se trataba de una despampanante rubia de ojos azules, labios carnosos, no demasiado delgada, al presentarla supo que se llama Françoise Roux, que su familia vivía en el país desde hace varias generaciones, incluso decía su abuelo que enfrentó a los nazis en la segunda guerra, y su abuela formó parte de la resistencia en la misma época, cuentan muy orgullosos que ambos fueron condecorados por el general De Gaulle en persona.

Durante los primeros meses de conocerse el sentimiento que se inspiraban mutuamente era de animadversión, él la veía a ella como una especie de ególatra que cree que el mundo no la merece, y para ella, él es un hijo de mami.

Su relación en general mejoro cierto día al ocurrirles simultáneamente incidentes parecidos en su acción, y totalmente idénticos en su conclusión. Resulta que aquel día ambos se vistieron con ropa muy ajustada, ella se vistió con un vestido azul aguamarina para nada vulgar, ni muy largo ni demasiado corto, su único problema es que estruja su cuerpo como si de una faja se tratase; por su parte, él cometió un error al lavar su mejor camisa, de algún modo hizo que esta se encogiese, de alguna forma el problema es imperceptible con los ojos, el cuerpo de Carlos es quien siente y sufre el encogimiento. Ambos llegaron a trabajar como todos los días, aparentemente, el día transcurría con normalidad para ambos, cuando, aproximadamente al mediodía, tanto a Françoise como a Carlos se les rompió una prenda, a ella su hermoso vestido, y a él su camisa, curiosamente el accidente les paso al mismo tiempo, pero por causas muy diferentes, ella intento agacharse a levantar un lapicero cuando sintió y escucho que una tela se rasgo, se levanto tan rápido como pudo y al revisar con sus manos su ropa, encontró la fuente del ruido, su vestido; por otro lado a Carlos se le rasgo su camisa, al parecer comió demasiado.

Ambos fueron corriendo a los sanitarios, Carlos, contrario al estereotípico modelo masculino que suele predominar en los países latinoamericanos, sabia realizar tareas como coser, cocinar, en pocas palabras, muchas de las consideradas "tareas de la mujer".

Carlos escucho a Françoise llorar en el sanitario para mujeres, lo cual era increíble, pues su llanto era apenas audible para una persona promedio, él solo entro al baño de hombres para quitarse la camisa y remendarla tranquilamente, apenas noto el llanto fue a intentar ayudar, pero, al encontrar cerrada la puerta que lleva al baño de mujeres, y al notar que el llanto provenía precisamente de ese lugar, hizo lo único que pudo ocurrírsele, tocar insistentemente la puerta y preguntar

—Bonjour, quelqu'un est là?- Pregunto Carlos con no poca preocupación.

—Va-t'en, s'il te plaît. Respondió ella, secándose las lagrimas.

—No puedo irme, me pareció escuchar a alguien llorar. Fue la decidida respuesta del hombre.

—No creo pueda ayudar con lo que me pasa.

Mademoiselle, todo en este mundo tiene arreglo excepto morir, no puede ser tan grave.

Tras esa ultima frase, Françoise salió de su encierro y abrió algunos centímetros la puerta, apenas lo suficiente para permitirle al hombre ver el problema.

-Mira, tengo aguja e hilos, si te quedas quieta unos minutos lo arreglare. Dijo Carlos con un tono tranquilo, mas como si le hablara a un niño asustado que a una mujer mayor de edad, la cual, no dijo una palabra y dejo al hombre trabajar en paz, este tomo aguja y un hilo de un tono lo mas parecido posible al color del vestido de la chica. Tardo mas en encontrar un hilo adecuado que en zurcir el vestido, en cuanto termino el trabajo, a la joven le faltaban las palabras para expresar cuan agradecida estaba, desde ese día y por todo un año, Françoise y Carlos almorzaban juntos prácticamente cada día laboral, aprendieron mucho uno del otro, ella, como cualquier mujer francesa, le gustaba ser independiente, y al mismo tiempo, como una nativa del país considerado a nivel mundial como la capital del romance, le encantaba en un hombre la caballerosidad; claro, sin exagerar.

Por su parte, a él le parecía admirable que la chica fuese tan independiente siendo tan joven, ya tocado el tema, a ella parecía derretirle el hecho de que él fuese tan autosuficiente, de llegar a algo mas con él, no tendría que preocuparse por volverse su sirvienta (solo en la cama, pensó con lujuria), sin mencionar el hecho de que hablaba al menos dos idiomas, francés y español, en esas comidas descubrió que además hablaba ingles bastante bien (la cereza del paquete a su parecer).

Era evidente, para cualquiera que los viese caminando por la calle, que ambos se gustaban, pero por algún tipo de respeto a la chica, él no se decidía a dar el salto en la relación, y en cuanto a ella, quería que él se le declarara con todo el numerito completo, y no se conformaría con menos, desde que su relación mejoro había pasado un año, y desde hace tres meses Françoise esperaba su soñada petición de relación, pero el tiempo pasaba y la dichosa petición solo brillaba por su ausencia; un amigo en común de la pareja, Jean, tuvo que tomar cartas en el asunto, junto con todas las edecanes de la agencia planearon a espaldas de la "pareja" la declaración soñada de Françoise, lo único que tendría que hacer su querida amiga es estar presente, y Carlos, bueno, él tenia planeado pedirle ser su novia, pero de un modo a años luz de distancia de lo que su amada esperaba, así que Jean y las chicas, básicamente solo condimentarían la soporífera petición de Carlos al gusto y capricho exactos de Françoise.

Así se pensó y así se hizo, la pareja planeo para ese día, dar un paseo por la avenida de los campos elíseos, destino soñado de millones de mujeres alrededor del mundo, a pie, actividad que consumió varias horas, puesto que la avenida mide casi dos kilómetros de longitud, y a cada paso hay algo interesante que ver, visitaron los museos, las galerías, observaron cualquier cantidad de artistas inspirándose con la belleza de la naturaleza, dado que empezaron desde la parte baja, en la plaza de la concordia, en el sudeste de la ciudad, deambularon el tiempo suficiente para que a media tarde, ya no pudieran soportar el hambre, el día anterior Jean dio a Carlos un curioso regalo, un cupón válido en el mejor restaurante de los campos elíseos, todo planeado para que Françoise reciba la pedida de noviazgo que tanto soñaba.
Apenas llegaron Carlos y Françoise a la parte alta de la avenida, él la invitó a comer algo, ella apenas descubrió que era llevada a su restaurante soñado, literalmente corrió hasta la entrada, con el pobre Carlos a rastras.

Una vez llegaron al lugar, debieron esperar puesto que el lugar estaba lleno, por suerte no esperaron mas de cinco minutos, un mesero bastante joven, vestido de acuerdo a la categoría del lugar, es decir, traje negro totalmente hecho a la medida, y a mano, de la mas fina tela; les guio hasta su mesa, les ofreció la carta, y recomendó el plato del día y la especialidad; la pareja prefirió según el gusto particular de cada uno, coincidieron en empezar con un plato de ratatouille, Carlos pidió después un plato de magret de pato y Françoise pidió un plato de sopa de cebolla, acompañado todo de una buena y espumosa champaña, ambos son grandes adeptos a esa bebida en particular; mientras esperaban la comida platicaban de nimiedades, se conocieron un poco mas y excavaron en el pasado del otro, así como supieron mas de la familia del otro, iban a tocar el tema temido de muchos hombres, exparejas; para suerte del hombre, en ese momento apareció el mesero con sus platillos, jamás cruzo su mente la idea de abrazar al mesero, pero si le dejo a aquel una generosa propina, conversaban un poco esperando que la comida se enfriase, disfrutaron la comida en un cómodo silencio, aquel que solo las parejas que llevan años juntos logran sin que este sea incomodo, al terminar de comer, Carlos pago la cuenta y entrego personalmente en la mano del mesero que los atendió la generosa propina antes mencionada, al salir, continuaron su caminata hasta el arco del triunfo, donde admiraron el edificio y platicaron sobre la historia del edificio y de la plaza donde este monumento se ubica, la pareja estaba tan enfrascada en su platica, que jamás notaron que un grupo de artistas caminaban en su dirección, ni que estos se detuvieron a escasos centímetros de la pareja; fue hasta que uno de los artistas, el cual vestia de maestro de ceremonias alzo la voz:

—Mesdames et messieurs. Je suis honoré d'ouvrir cette petite représentation.sur une princesse et son sauveur— Explicó brevemente el maestro, para moverse detrás de los otros artistas, para cambiar su chaqueta y moño, por un gorro de bufón con cascabeles de alegre tintineo, tras carraspear un par de veces, su voz cambio a un tono muy alegre y volvió al frente de la representación, nadie lo vio cambiarse pues toda la atención se centraba en los artistas en movimiento.

La representación consistía, tras la apertura del maestro, en lo que parece una versión muy simplificada de casi cualquier cuento de hadas, había un actor, que portaba una burda armadura, representaba al valiente caballero que salva a la princesa o mujer secuestrada o en desgracia, a varios metros, una joven interpreta a la damisela en apuros, la muchacha solo yacía en el suelo llorando desconsolada, lo cual fue culpa de un tercer actor que portaba una especie de mascara con muchas arrugas, verrugas, dando a entender que era el villano del cuento, el bufón, antes maestro de ceremonia, era el narrador y a veces saltaba, brincaba y hacia bromas entre el publico, incluyendo a Carlos y Françoise, a quienes roció con varios puñados de confeti y diamantina. Tras una veintena de minutos, la historia concluyo con el caballero salvando a la damisela, y antes de besarse, revelan por primera vez sus nombres, él pronuncia el nombre de ella, y ella el de él.

—Carlos...

—Françoise...

Tras lo cual se dan un tierno y romántico beso, una gran muchedumbre, niños en su mayoría, se reunió a observar la obra, los cuales, se dispersaban lentamente en cuanto la misma termino, solo Carlos permanecía callado, mientras que Françoise no dejaba de comentar la obra, quizás Carlos no fuera muy brillante, pero creyó notar que aquellos personajes representaban tanto a él como a Françoise, sabia que había millones que se llaman como él, pero le pareció mucha coincidencia; dedujo quien estaba detrás del numerito, y decidió participar.

Carlos apenas llego a dicha conclusión cuando el caballero y el bufón se le acercaron, lo tomo cada uno de un brazo, el bufón discretamente puso una cajita en la chaqueta del hombre, mientras hacían que lo llevaban lejos de la chica, tras entregarle discretamente la pequeña caja Carlos la abrió disimuladamente, siempre de espaldas a la mujer, se sorprendió al verla vacía, pero rápidamente pensó en colocar en ese estuche la sortija que había comprado para Françoise, hacer esto no le tomo a los involucrados mas de unos minutos a lo mucho, por lo que el caballero y el bufón le devolvieron a Françoise al hombre que hace un instante se habían llevado; como en esos videos de la vida animal, la chica examino, a punto estuvo de incluso olfatearlo buscando alguna señal de que este estuviera herido, tal como hacen las madres en los ya mencionados videos.

Mientras la chica estaba concentrada en su labor, de no se sabe donde, salieron los artistas faltantes, vestidos toscamente como guardias medievales, pero en vez de llevar lanzas, espadas o cualquier arma en general, llevaban algunos trompetas (en realidad eran cornetas que se compran en los estadios mexicanos antes de un partido de futbol), otros improvisados estandartes con un corazón rosa dibujado sobre un fondo vino tinto, y dentro del corazón las iniciales "C+F".

Apenas llegaron estos guardias con la pareja, el bufón le dio a Carlos un suave puntapié, con la implícita intención de que este se arrodillara, por suerte entendió el mensaje y se arrodillo, colocando la cajita con el anillo en sus manos todo el tiempo, Françoise al entender que pasaba, solo pudo llevarse las manos a la boca, enmudeciendo por la sorpresa, dejo que las lagrimas de alegría brotaran de sus cristalinos ojos azules, la única palabra que surgió de sus labios en esa ocasión fue "si", la cual pronuncio después que Carlos le pidiera ser su novia. Sellaron la relación con un apasionado beso.

Al día siguiente, Jean, el amigo detrás de todo aquel numero, visito la concesionaria donde trabajaban Carlos y Françoise, saludo a las edecanes, hablo unos minutos con el gerente del establecimiento sobre la publicidad a usar, y al terminar dicha platica, prácticamente corrió a averiguar como acabo su plan, al mismo tiempo todas las edecanes acosaron a Françoise con preguntas sobre su ahora novio.

En la sala de juntas estaban Jean y Carlos platicando

—Deberías agradecerme, tu petición será algo que muy difícilmente igualara o superara su próxima pareja, dijo Jean algo cansado de los reclamos pasivos de Carlos

—Avísame la próxima vez marico*, pero tienes razón, te debo una y muy grande

Hablaron mas, pero fue sobre cosas de tan poco interés para usted, lector, aunque para ellos si eran interesantes.

Mientras tanto, todas las edecanes felicitaron a Françoise por su relación, pero la mas emocionada por la noticia fue otra amiga en común de la pareja: Alizee, en los meses transcurridos le tomo un gran aprecio a Carlos y con Françoise llego a considerarla como una gran amiga, solo le pidió, cuando las lagrimas dejaron de brotarle y le permitieron hablar, que cuidara al hombre y no lo hiciera sufrir.

Tres años después

Carlos y Françoise han decidido casarse tras tres años de relación, ambos debían admitir que no fue un camino fácil, para empezar las madres de ambos se opusieron al principio a la relación, cada familia tuvo que intervenir y convencer a ambas mujeres, el argumento que convenció a ambas fue el recordarles que cuando ellas se casaron y tuvieron a sus hijos sus suegras también se opusieron a que sus hijitos anduvieran con "esas mujeres". La boda fue simplemente perfecta, claro que al planearla, organizarla, etcétera, ocurrieron mil y un calamidades, los celos y nervios de Carlos y de Françoise, en fin, todas las hojas del mundo serian poco para describir las emociones de aquel momento.

20 de Marzo de 2004. Caracas, Venezuela

Una hermosa rubia de ojos azules despierta de su sueño, al hacerlo, se estira aun acostada, para acto seguido acariciar su abultado vientre y darle los buenos días a la pequeña vida que crece dentro de ella, se levanta con algo de dificultad de la cama para buscar a alguien; por suerte, ese alguien entraba en la habitación justo cuando ella se levantaba, Carlos, su esposo y padre de la vida que crece dentro de ella, la abrazo, la beso y volvió a depositarla suavemente en la cama

-Pero amor, estoy harta de descansar. Se quejo la mujer

-Fueron ordenes del doctor, y tu mama y tu suegra estuvieron de acuerdo totalmente. Fue todo el argumento del hombre.

Al mediodía

Una típica familia venezolana empieza a reunirse para la hora de la comida, las mujeres adultas se reúnen en la cocina o cerca de ella para ayudar a preparar los alimentos; por su parte los hombres ayudan en otras tareas, salen por las bebidas, compran algún ingrediente faltante, alguno de ellos al azar, prepara un asador y prende el carbón, minutos mas tarde una de las mujeres le lleva una generosa porción de carne variada lista para asarse.

Entre las mujeres de piel morena destaca, como si fuese un alienígena, una joven rubia de piel casi tan blanca como el marfil, la cual yace sentada siendo atendida casi por todas las otras mujeres jóvenes, y era vigilada por las de mayor edad. Al poco rato la comida fue servida, la mujer rubia y su marido se sentaron juntos como siempre, disfrutaron una amena, alegre y bastante animada, al terminar los hombres mas jóvenes levantaron los trastes y quienes perdieron el sorteo se preparaban resignados a lavar dichos trastes, en la mesa, la mayoría seguía conversando animadamente, la mujer rubia descansaba apoyando su cabeza en el hombro de su esposo, de pronto, sintió un dolor, unos minutos después el dolor se repitió, pero esta vez llego acompañado de una sensación de humedad en sus jeans, uno de los primos de Carlos por curiosidad se agacho para ver debajo de la mesa; y vio el pantalón de la joven empapado casi totalmente, alarmado aviso a sus mayores, muchos de los hombres -tíos, primos, cuñados de Carlos- ofrecieron llevar a la pareja al hospital mas cercano, los y las miembros de mas edad optaron por llamar una ambulancia, lo cual fue realizado con la misma rapidez con que se ejecuta una orden dada por el mismo dios, la mencionada ambulancia llego con la rapidez típica de dichos vehículos; las contracciones de la rubia aumentaban cada hora, tanto en frecuencia como en intensidad, para cuando llegaron al hospital el doctor dedujo que la labor de parto acababa de iniciar, rápidamente fue llevada a una sala de operaciones, mientras, el angustiado padre se quedaba en la sala de espera, junto a los otros padres y pacientes. Fueron siete angustiantes horas de espera, pero a las ocho de la noche una enfermera llamo a Carlos para llevarlo con su esposa y su primogénita, a la mañana siguiente, por mutuo acuerdo de la pareja, llamaron a su retoño Alizée, como la amiga de la pareja, y a esta la nombrarían madrina de la pequeña.

Notas

* Regionalismo de Venezuela usado como un saludo informal, equivalente de algún modo al güey usado en México, y es usado como una forma despectiva para referirse a un hombre homosexual, o a un hombre de rasgos o conducta femenina

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