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Parte 2

—Lo sé, pero mi hermano y mi padre siguen aquí. No los puedo abandonar.

—Claro, busquémoslos y salgamos de aquí.

—Bien —dije, empezando a caminar, asegurándome que esté cargada y con la traba fuera.

Mientras caminábamos, podíamos sentir una sensación de no estar solos, que algo nos observaba.

—¿No sientes como si algo nos... vigilara?

—¡Hola! —gritó de la nada Peter, apareciendo por detrás, asustándonos a ambos, ocasionando que dispare.

—¡Wow, por algo está la traba! —dijo.

—¡Maldita seas Peter! —dije, mirando para todos lados, por si esa cosa estuviera viniendo —. Hay que salir de aquí, ¿dónde está papá?

—Por aquí cerca, ¿Por qué hay que salir? —preguntó—, ¿Y por qué tu noviecito está lleno de sangre?

—Hay una criatura por aquí, y la sangre es de... su padre.

—¿Están bromeando?

—Peter...

—Estamos hablando en serio. Mi padre está muerto y estoy con su sangre por haberle abrazado... si no nos crees, prueba la sangre y sentirás el sabor a hierro —dijo Mark, enojado.

—Mierda... no debí dejar solo a...

De la nada, tal y como pasó antes, un grito, esta vez de mi padre.

—Oh mierda...

Automáticamente comenzamos a correr hacía allí, encontrándonos con esa cosa.

—¡Aléjate de él! —grité, disparándole, errándole por milímetros, aunque le rozó.

—¡Papá! —Peter trató de tomar su arma, colgada en su espalda, pero esa cosa, al huir, le rasguñó en el cuello a Peter.

—No... no, esto debe de ser una pesadilla —dije, mientras veía como Peter se arrodillaba y ponía sus manos en su cuello, para caer rendido en tan solo segundos.

—Mierda...

—Salgamos de aquí.

—De acuerdo.

Viajamos en todo el camino en silencio, sin decir ni una sola palabra.

Ya estábamos cerca de por donde, al menos mi familia, entramos.

—Oli... — dijo en casi un susurro Mark.

—¿Sí cariño? —podría estar dolido y deprimido, pero no iba a dejar que esto afecte mi relación con él.

—Cr-creo que nos está acechando —susurró.

Mire hacia nuestros costados, y pude ver como esa cosa se movía entre árbol y árbol, sigilosamente, de izquierda a derecha, de atrás a delante.

—Mierda —susurré.

Me volví a asegurar que el rifle esté cargado, sabiendo que esa cosa atacaría en cualquier momento.

De la nada, tal y como si de un rayo veloz se tratara, se abalanzó sobre Mark, sabiendo que es el más débil de los dos.

Rápidamente le disparé en la cara, haciéndolo retroceder.

—Mataste a Ramsey —dije, disparándole una vez—, luego a Norbert —volví a disparar, en su cara pues parece su punto débil—, y a Peter —disparé otra vez —. Podría llegar a perdonarte por ello pero... ¿a Mark? No —mi voz se volvió oscura, comenzando a disparar hasta gastar el cartucho completo y no fallar ni una sola vez.

La bestia, asustada, salió huyendo.

—O-Oliver —la voz agonizante de Mark me volvió a mí, por un momento había perdido la cabeza.

—Mark... —él estaba lleno de sangre, pero no tan grave como los demás, gracias a que le disparé rápido.

—D-duele —dijo, haciendo que corra hacia él y lo abrace.

—P-por favor quédate, no te vayas —sollocé —. No puedo perderte a ti también.

Comencé a gritar por ayuda, pero nadie estaba cerca.

—Oliver... creo que no sobreviviré —dijo, mirándome a los ojos.

—No, lo harás, y tendremos a un hijo, ¿sí?

—Pero habías d-dicho...

—Lo sé... pero esto me hizo darme cuenta que te quiero a mi lado de por vida, y si tenerte significa ser padre sin quererlo o no estar preparado... estoy dispuesto a aceptarlo. Porque te amo, Mark.

—Oli...ver... Yo también... te... —dejó de hablar por un momento—... te amo.

De pronto, unas sirenas se comenzaron a escuchar, era la patrulla.

—¡Aquí, estamos aquí, vengan rápido por favor! —grité con toda mi fuerza, haciendo que algunos pájaros vuelen temerosos.

Luego de unos momentos largos, dos policías con una tabla médica llegaron.

—Gracias a dios que llegaron —dije, casi llorando.

—Mierda, hay mucha sangre —dijo uno.

—Deben ayudarlo por favor —respondí, sollozando.

—Cl-claro —dijo uno, poniendo a Mark en la tabla.

Cuando por fin salimos, pude sentir la libertad de nuevo, aunque fue opacada por el sentimiento de perder a Mark.

Y justo a tiempo llegó la ambulancia.

Pusieron a Mark dentro de la ambulancia, en la camilla. Yo me senté dentro, atrás junto a él.

—Todo estará bien, ¿sí Mark?

—Oliver...

—No gastes tus fuerzas ahora cariño. Aguanta por favor.

...

Al llegar al hospital, los doctores lo atendieron lo más rápido posible.

Obviamente tuve que quedarme en la sala de espera. Luego de un rato, mi madre y hermana llegaron.

—¿¡Qué pasó!?

—Lo siento... intenté salvarlos pero... no pude. Están muertos y no pude hacer nada para salvarlos —comencé a llorar.

—Mierda... sabía que no debían ir a cazar este año —dijo Caroline, poniendo sus manos en la cara.

—¿Fue un oso? —preguntó Madison.

—No... fue una bestia horrible —respondí, con sollozos.

Luego de un tiempo, el doctor que estaba salvando a Mark, apareció.

—Dime que está bien por favor —supliqué, sollozando.

—Tranquilo, está relativamente bien. Está en Cuidados Intensivos.

—¿Está despierto?

—Aún no, pero tal vez despierte hoy o mañana.

—Gracias —agradecí—. ¿Puedo ir a verlo?

—Solo la familia directa puede ir a verlo, lo lamento.

—Lo sé, pero debo verlo por favor.

—Espere a que venga la familia, ¿sí?

—Pero vendrán de otro estado, no puedo esperar tanto —sollocé.

Él suspiró, mirando a sus costados.

—Ven, te llevaré con él.

—Gracias.

...

—Te dejaré solo —sonrió.

Miré hacia la camilla, donde estaba Mark, lleno de vendajes.

—Dios... ¿por qué nos pasó esto Mark?

Me senté a su lado, tomando la mano.

—Siento no haberte protegido completamente. Esa cosa... era muy veloz. Lo siento.

Apoyé mi cabeza a su lado, en la camilla.

Luego de varias horas, entró una señora con canas, su abuela.

—¿Qué haces tú aquí? —oh sí, no estaba de acuerdo con lo nuestro.

—Lo siento —fue lo único que pude decir.

—¿Qué? ¿Tú lo causaste?

Comencé a sollozar.

—Intenté protegerlo de esa cosa... pero no pude. Fue muy rápida. Lo siento, lo siento tanto.

—¿Tú lo intentaste salvar?

—Y lo logró —dijo de la nada Mark, sonriente y adolorido.

—¿M-Mark? —sonreí.

—Me alegra poder verte de nuevo —dijo Mark.

—¿Él está... vivo gracias a... ti? —la señora no podía creerlo.

—Siento no haberte protegido bien.

—¿Estás bromeando? Gracias a ti no terminé como Ramsey. Estoy vivo gracias a ti —dijo sonriendo.

Nancy, la abuela de Mark, se acercó a mí y me abrazó.

—Gracias —fue lo único que dijo, pero se notaba que era sincero.

Luego salió para completar unos formularios.

—O-Oliver.

—¿Sí?

—¿En serio quieres tener un hijo conmigo?

—Si con eso significa estar a tu lado por toda la eternidad... sí, sí quiero.

Él sonrió, besándome.

—Te amo —dije sonriendo.

—Yo mucho más —sonrió él.

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