Daños colaterales
Antes de leer: Desde aquí Ace adulto es Deuce para evitar confusiones.
...
— ¡¿Qu-Qué estás diciendo?!
Las manos del almirante de flota temblaban sosteniendo el comunicador de su den den mushi. Nuevamente el informe de lo sucedido fue repetido a través de la línea y no importó cuántas veces repasó los acontecimientos ni la confirmación entregada ahora en un informe escrito tanto de la marina como los agentes del gobierno del ataque recibido a un Dragón Celestial. Para Sengoku, nada terminaba de tener sentido.
Un golpeteo contra la puerta de su oficina detuvo todo tipo de pensamientos en busca de respuestas.
— Adelante.
— Señor, se requiere su presencia de manera urgente en Mary Geoise.
Un dolor de cabeza punzó terriblemente al saber el significado de las palabras; Los Cinco Ancianos lo estaban convocando. Tras despedir al marín sopesó largamente sus opciones en ese momento. Nunca hubo caos en los cuatro azules, mucho menos en el East Blue que era considerado el más débil. Pero incluso ¿la Isla Dawn precisamente? Sabía que era el hogar de Garp y donde usualmente el hombre se tomaba sus vacaciones, ¿cómo siquiera debía proceder si sabía lo que sería ordenado? Nadie ni nada quedaba en pie después de una Buster Call.
...
— Sengoku, adelante. Te estábamos esperando.
Habló San Topman Warcury, indicándole dónde tomar posición. Sengoku mantuvo su postura respetuosa ante la mayor ley del gobierno mundial. El ambiente estaba tenso y pesado, sin embargo, el almirante de flota se mantuvo firme.
— Me imagino que ya has recibido el informe. —Intervino San Ethanbaron V. Nusjuro.
— Sí, señor.
— Será ordenada una Buster Call. Mantén alejado a Garp, hasta ahora el incidente ha sido tratado de forma confidencial, pero no sabremos cuánto tardará en darse cuenta.
Un escalofrío luchaba por recorrer la espalda de Sengoku, no obstante, se mantuvo imperturbable ante Los Cinco Ancianos. Había sopesado todas sus posibilidades antes de ir ante lo inminente, por lo que, en un desesperado intento de desviar la inevitable Buster Call, habló.
— Entendido. Sin embargo... —Cada penetrante mirada de los altos mandos fue dirigida hacia el almirante de flota— sería importante investigar antes de la Buster Call. El informe recibido de los marines de la Isla Dawn y los sobrevivientes que acompañaban a San Jalmack tiene muchos vacíos, no sabemos si solo se trata de un solo hombre o una organización. Si fuera el caso de un hombre sería importante recolectar la mayor información posible, debido que ha pasado suficiente tiempo desde el incidente para que pudiera huir y eso significaría que un usuario de una de las logias más poderosas esté suelto causando caos.
San Shepherd Ju Peter asintió en reconocimiento a Sengoku, secundando su teoría.
— Sería una pérdida para nosotros si solo fuera un hombre, especialmente si los informes hablan de un usuario de logia. Una Buster Call no lo borraría del mapa, tampoco sería prudente atacar a ciegas.
— ¡Un noble mundial fue gravemente herido! —Interrumpió San Jaygarcia Saturn, evidentemente molesto— No podemos ser condescendientes con los humanos.
— Sin embargo, tienen razón. —Se unió San Marcus Mars— Si atacamos sin pensar en las consecuencias de dejar libre a un hombre altamente peligroso solo centrándonos en la existencia de organización, eso mancharía la credibilidad de la marina alterando los tres poderes mundiales. La imagen que el mundo tiene de la marina es la confiabilidad que el héroe de la marina ha entregado: Monkey D. Garp.
Los Cinco Ancianos compartieron miradas como si pudieran comunicarse entre sí, pasando por alto por completo a Sengoku que aún se hallaba de pie esperando las órdenes, sin poder creer del todo que su plan de aplazar lo inminente tuviera resultados.
— De acuerdo. Realizarás una investigación encubierta, nada se puede filtrar a ningún mando que no sea seleccionado por ti. Esto no puede filtrarse a Garp.
— Dependiendo de la información obtenida durante la investigación, confiaremos en tu criterio y serás el encargado de ordenar la Buster Call.
La presión en el pecho y estómago de Sengoku aumentaba a cada segundo. Había logrado retrasar la Buster Call, pero no deshacer lo inevitable.
— Mantén alejado a Garp del East Blue. Cualquier misión donde se encuentre lo suficientemente alejado será útil.
— Haz un buen trabajo, Sengoku. Ya sabes lo que sucederá si no cumples.
El almirante de flota apretó sus dientes. Por supuesto que sabía lo que sucedería si fallaba. No solo perdería su trabajo, sino la vida.
— ¡Entendido! Me haré cargo por completo de la misión. Serán informados de todo lo que ocurra en la Isla Dawn a partir de ahora.
Dando por finalizada la reunión y despidiéndose de los altos mandos respetuosamente, dejó Mary Geoise. Jaló sus cabellos nerviosamente antes de abordar la bondola que lo llevaría de regreso a tierra.
...
Una semana había transcurrido del arribo encubierto del barco de la marina en las costas del Reino de Goa. No había sido difícil recopilar información de lo ocurrido durante la llegada del noble mundial a la isla. Cada relato obtenido de los residentes del reino eran iguales: un barco pesquero interfiriendo en la ceremonia, un niño abordo, luego el caos cundió al ver a un hombre de fuego surcando el horizonte con sus llamas y, finalmente, un enorme puño hecho de fuego impactando el barco del dragón celestial.
Sin embargo, todavía había cabos sueltos. Algunos rumores hablaban de que el barco pesquero donde se hallaba el atacante había sido robado, otros de que el niño abordo del mismo provenía de una familia noble.
Toda sospecha fue confirmada durante el patrullaje en la zona alta.
— ¿Todavía hablan del mocoso que arruinó la ceremonia? —Interrumpió una mujer refinada en la fiesta organizada por la realeza donde la nobleza se juntaba mensualmente— Espero que haya muerto en el mar, no puedo creer que esos imbéciles hayan criado a tal monstruo. ¡Golpeó a mi bebé cuando lo conoció! ¡Mi niño! ¡Un niño de la realeza!
Posterior a la recopilación de información de un arduo trabajo, lograron capturar a la familia noble de Outlook III y al dueño del barco robado. Aquellos que se hallaban encarcelados en el barco que, tanto la marina como el cipher pool autorizado en la misión, utilizaban como guarida de operaciones.
— Dinos dónde está tu hijo.
Ordenó un agente del gobierno frente a Outlook III, quien se hallaba esposado al techo, apenas con la punta de sus dedos de los pies tocando el suelo húmedo de la celda. El lamentable hombre temblaba de terror, inútilmente pudiendo articular un par de palabras antes de que un nuevo azote resonara en el calabozo haciendo eco, pudiendo oírse un grito agudo de pánico de la mujer noble vestida con harapos y manchada en sangre.
— ¡Ya-Ya les dije todo! —Gritó el hombre gimiendo de dolor— ¡Se fue de casa por años, no sabíamos nada de él!
El agente a cargo del interrogatorio y tortura a los nobles asintió hacia su compñaero, quien cortó otro de los dedos de la mano de la mujer. Un espantoso y molesto grito se oyó de la víctima, implorando piedad entre gritos resonando en las cuatro paredes de la celda.
— Mientes. Un pirata dice que les pagaste por encontrarlo.
— ¡Lo hice, pero huyó!
El agente suspiró agotado por la nula participación del hombre. Era tan sencillo como decir la verdad, pero aún tenían algo que esconder. Simplemente la paciencia se había acabado.
Haciendo unas señas hacia sus compañeros, arrastraron a la mujer y al niño que apenas despertaba de la inconsciencia frente prisionero encadenado. El primer disparo resonó fuertemente, seguido de un golpe seco contra el suelo húmedo de madera debido al cuerpo sin vida de la mujer.
— ¡Didit!
— ¡Madre!
Los puños de los agentes arremetieron contra Outlook III, sin dejar un espacio libre de dolor. Sterry observaba aterrorizado el cuerpo de su madre desangrándose ante él con un gran agujero de salida de bala en su cabeza manchando su rubia cabellera. El shock lo había desconectado momentáneamente de la realidad, demasiado perdido en su cabeza para notar como su padre parecía estar perdiendo igualmente la vida ante la brutalidad de los golpes.
— ¡Ya basta! ¡Basta, basta, por favor! ¡Sabo no vivía con nosotros, vivía en el bosque con otros niños!
Los golpes de los agentes se detuvieron lentamente para poder oír al mocoso que lloraba, sucio de mocos, lágrimas y salpicaduras de sangre de ambos padres.
— ¿Cuáles eran sus nombres?
— ¡Ace y Luffy! ¡Yo le dije que quemarían Gray Terminal para erradicar toda la basura del reino! ¡Sabo intentó huir, pero los guardias le dieron una paliza!
— ¿Tú lo liberaste?
— ¡No, no, no! ¡Yo quería matarlo para ser el único hijo de mis padres!
Antes de continuar con el interrogatorio con el niño, un agente fuera de las celdas interrumpió.
— Nos necesitan en la sala de operaciones, los marines descubrieron información relevante y el almirante de flota está en línea.
— Oh, perfecto. Nosotros también. Vamos muchachos. —Los tres agentes caminaron hacia la puerta de la celda, sin embargo, antes de siquiera cruzar dos de ellos se voltearon hacia los prisioneros para dispararles directamente en sus cabezas. Eran prisioneros terribles, no obstante, brindaron la suficiente información. Después de todo, los tres agentes sabían que no darían más información que pudiera ser útil. Ya era hora de deshacerse de la basura.
...
El den den mushi se encontraba con una llamada en curso con el almirante de flota recibiendo la información recolectada a lo largo de la semana que la misión se hallaba activa.
— Denme sus informes.
— El niño abordo del barco pesquero robado es un noble de nombre Sabo. Sus padres ocultaron información al respecto, sin embargo, es un niño que vivió en la montaña robando y viviendo a su suerte, acompañado por otros dos niños de nombre Ace y Luffy, aún desconocemos sus apellidos y paradero.
— Correcto. Tendrán que adentrarse al bosque para obtener más información.
— ¡Sí, señor!
— Hemos recopilado información con relación al ejército revolucionario. Durante las fechas en que sería recibido el barco del gobierno mundial con San Jalmack recolectamos variados relatos de este grupo misterioso de personas. No solo en Isla Dawn, sino también en islas cercanas como la Villa Shimotsuki. Se confirmó la presencia de Dragon al mostrar a los habitantes una imagen de él.
El silencio reinó un par de segundos. Sengoku quería a toda costa descartar la participación de una organización en dicho ataque para poder evitar la Buster Call, sin embargo, oír que el ejército revolucionario podría estar involucrado acababa con todas sus esperanzas.
— Muy bien. Sigan la pista de los niños en el bosque. Estaré en espera de su próximo informe.
...
El último eslabón había sido descubierto. Ya no quedaban dudas y Sengoku no pudo vacilar en su decisión. No existía la posibilidad de enviar un barco de rescate, el informe final había sido dictado y no había marcha atrás.
No había certeza de quiénes eran inocentes y quienes no. El Reino de Goa sería conocido como la isla de la revolución y, eventualmente, borrada de la historia y los mapas.
— Sakazuki, tú estarás a cargo de la Buster Call. Los buques de guerra serán comandados por ti, eres libre de elegir a los vicealmirantes que te acompañen en la misión. Nadie puede huir de la isla, ¿entendido?
— Sí, señor.
— Bien. Partirás hoy mismo.
Sengoku no podía sacarse de la cabeza al sujeto logia no encontrado. Según los informes recolectados en la misión, fue la cabecilla del ataque y, considerando la existencia del complot de los habitantes a favor del ejército revolucionario, sin dudas sería un soldado de las filas de Dragon. Tampoco podía olvidar la sospechosa desaparición del grupo de bandidos y la tabernera que cuidó de uno de los niños según el alcalde de la villa.
Pero todavía quedaba lo peor: Garp.
2 días después de la partida de Ace y los niños
— No puedo creer que ese chico dijera la verdad. Creí que bromeaba sobre haber atacado el barco del dragón celestial, pero ¡cuando Dogra lo confirmó!
— Ese muchacho está loco.
Los bandidos aún comentaban los acontecimientos pasados, incrédulos ante los hechos. Mientras tanto, Dadan no podía dejar de fumar ansiosa y preocupada. Para ella no era un simple extraño huyendo y escondiéndose del caos provocado, era Ace sobreviviendo ante las repercusiones que llegarían.
— ¡Jefa, jefa! —Ingresó uno de los bandidos apresurado con una carta en mano— ¡Llegó esto para usted!
La promesa de Ace de darle noticias lo antes posible la llenaron de anticipación, sus nervios a punto de romperse ante la sola idea. Por lo que, al abrir la carta y confirmar que se trataba de Ace y los niños, un largo suspiro abandonó su cuerpo.
Sin embargo, conforme leía sus expresiones lentamente se contorsionaron de la felicidad y calma, al pánico y terror.
"... no me arrepiento de lo que hice, salvaría a Sabo las veces que fuesen necesarias, pero no puedo cambiar el pasado... un poco irónico.
Solo lamento alterar su tranquilidad... es importante que huyan en la noche apenas recibas esta carta. La marina irá por mí, es muy probable que la isla desaparezca por completo.
Salgan de ahí y lleva a Makino contigo..."
— ¿Jefa?
— Jefa, pareciera que ha visto un fantasma...
Las manos de Dadan se apretaron fuertemente contra el papel, sin percatarse de que algo más cayó del sobre.
— ¡Jefa, mire esto! —Habló Magra, elevando un pequeño papel ante ella, sonriéndole tan feliz por lo descubierto— ¡Son los chicos, ellos se ven bien!
Sí, ellos estaban bien. Vestían ropas nuevas, Sabo y Luffy sonreían, mientras Ace los miraba a ambos molesto. Se veían mucho mejor que viviendo con ellos, de eso no cabía duda, pero lo que más aliviaba sus nervios, era que los tres diablos se veían felices y sanos.
Sabía en el fondo de su corazón que no podía dudar de lo que Ace le advertía. Él mismo no hace mucho le había demostrado quién era y, por supuesto, él tenía mucha más experiencia sobre el mundo que ellos.
Maldición, no quería dejar su hogar, pero tampoco quería morir ni poner en peligro a sus hombres.
— ¡Muy bien, escúchenme todos! —Con cada bandido reuniéndose entorno a Dadan, prosiguió— Junten sus pertenencias. Se dividirán en dos grupos: uno recolectará suministros y otro bajará hacia el puerto para ver cada barco que pueda ser útil para irnos de aquí.
— ¡¿Qué?!
— ¡¿Irnos?!
— Sí. Confíen en mí, si no nos vamos esta noche, moriremos.
Todos los bandidos palidecieron. Asustados y sorprendidos, Dadan siempre siendo la jefa que necesitaban en la familia, pero nunca la habían visto tomar decisiones tan drásticas que involucraran la muerte.
— ¡Hagan bien su trabajo! Nuestras vidas son las que están en riesgo. —Cada uno asintió vigorosamente— Yo bajaré a la villa Foosha, necesito atender asuntos importantes.
— ¡Sí, jefa!
...
— ¿De qué estás hablando? ¿Estás segura? —Cuestionó una vez más Makino, no sabiendo como digerir la información entregada por Dadan.
— Sí... no puedo darte más información, cuando estemos en el barco podré contarte todo.
— Yo... no lo sé... ¿por qué debería creerte?
— ¿Crees que yo jugaría con algo así? ¡Claro que no! No puedo dejarte aquí.
— ¡Pero...!
Makino se abrazó a sí misma detrás de la barra. Había oído del incidente del noble mundial, pero jamás imaginó que uno de los niños estaría involucrado. Ni mucho menos creer que el gobierno mundial haría algo tan espantoso como destruir la isla solo por algo como eso... ¡Era grave, por supuesto! Pero... ¿acabar con miles de vidas por una persona? No... le costaba creerlo.
— Está bien, escúchame... —Intentó Dadan tranquilizarla— Vayamos al mar, lejos de aquí. Estaremos atentas a las noticias y si, en unas semanas no ocurre nada, volvemos ¡Míralo como unas vacaciones!
— Es-Está bien... sí, solo va-vacaciones...
— Junta tus pertenencias y algunas provisiones, espéranos en el puerto a las diez de la noche...
...
Reunidos en la guarida Dadan realizó una repaso de la recopilación de información con su familia. Cada uno empacó lo necesario en unas bolsas, las municiones estaban en orden, incluso incluyeron un par de cañas de pescar por si sería necesario en mar abierto.
— Vimos un par de barcos, pero solo dos son lo suficientemente grandes para nosotros.
— ¡Uno de ellos es pesquero! Sería fácil robarlo.
El sol ya se había puesto hace un par de minutos, todavía tenían tiempo. Sin embargo, quedaba lo más difícil: robar un barco lo suficientemente grande para no ser notados.
— ¿Y si robáramos dos pequeños? Nos dividiremos.
— Eso suena mucho mejor. ¡Ahora, necesito que me escuchen! Todos bajaremos sin ser notados, pero dos se quedarán aquí para borrar los rastros y crear una distracción. Cuando den las diez de la noche... —Dadan suspiró largamente. Había construido este hogar por largos años con sudor y sangre, era difícil desprenderse, pero estaba segura que sería lo mejor— quemarán todo. No dejen rastros, ¿oyeron? Cuando empiece el incendio robaremos esos barcos y los estaremos esperando en el puerto escondido al oeste.
— ¡Sí, jefa!
— ¡Muy bien, quienes van conmigo síganme!
En medio de un mar de lágrimas y lamentos por tener que dejar lo que por años fue su hogar, los bandidos y Dadan emprendieron camino. Bajando hacia la Villa Foosha se dividieron en grupos, aquellos que robarían los barcos y los otros que esperarían en el puerto indicado.
Dadan continúo descendiendo hacia la villa, usando atajos lo suficientemente escondidos para no ser vistos. Todavía le quedaba el pendiente de encontrar a Makino en el puerto.
...
Cautelosos y en silencio habían seleccionado los barcos que necesitarían. Tras una inspección exhaustiva de que ambos barcos se encontraban solos, abordaron silenciosamente esperando la señal.
Dadan observaba nerviosa al puerto en espera de la joven Makino. Todavía faltaban treinta minutos para que todo iniciara y Makino no daba señales de unirse a ellos. Quizá pudo haberse arrepentido y aún con esa posibilidad, no sabría cómo podría darle la cara a Ace y los niños por haber dejado atrás a Makino, sin embargo, el tiempo era oro y se estaba agotando.
— ¿Dadan-san?
La repentina voz causó un pánico colectivo. Los bandidos y Dadan chillaron en pánico, llevándose sus manos al pecho tratando de calmar sus corazones aterrorizados.
— ¡Shhh! Nos delatarán si hacen mucho ruido. —La suave risa de la joven tranquilizó el ambiente, con algunos riéndose torpemente y otros suspirando.
— Pensé que no vendrías, no te veía por ninguna parte
— Estamos huyendo, ¿no? Sería ilógico aparecer directamente en el puerto, me vería sospechosa.
Tenía razón, Dadan fue muy ingenua por creer que la vería llegar por el puerto, pero ahora que la tenía frente suyo, rápidamente la ayudó a subir y acomodarse, indicándole que se escondiera mientras esperaban la señal.
Una señal que no tardó en llegar.
Una pequeña luz comenzaba a asomarse en lo profundo del bosque. Ese fue el momento en que soltaron las cuerdas de los barcos y emprendieron viaje.
— ¿Qué es eso? No debería haber luz a esta hora...
— Es fuego...
— ¡¿Fuego?!
— Debíamos borrar todos los rastros de que alguna vez estuvimos ahí...
— ¡Pero cuando volvamos no tendrán dónde vivir!
— Quizá no podamos volver, Makino...
Un nudo en la garganta se apoderó de ambas mujeres. Makino inocentemente se había convencido de la idea de solo vacaciones, pero ver con sus propios ojos pruebas de que realmente estaba sucediendo, era mucho más impactante y doloroso.
Lentamente los barcos se alejaban en la dirección acordada, después de todo, el incendio fue una gran distracción. Nadie miró hacia el puerto, nadie se preocupó de nada más que el incendio que se hacía cada vez más enorme en lo profundo del bosque donde alguna vez estuvo el hogar de la Familia Dadan.
Cuando finalmente llegaron hacia el segundo puerto acordado para recoger al resto de la familia, dejando atrás la isla Dawn, todos se permitieron llorar sin vergüenza, sin el temor de ser juzgados. Algo terrible se avecinaba, pero ellos fueron los únicos en recibir la advertencia. A pesar de que Makino aún se hallaba escéptica, todavía se sentía incorrecto huir y dejar tantas vidas atrás, aunque aún no supieran lo que realmente ocurriría.
...
Los días en el mar eran mucho más aburridos que en tierra firme de lo que se imaginaron. A pesar de que simplemente huyeron, ninguno sabía realmente cómo operar barcos, por lo que, decidieron atar ambos barcos para no separarse. Makino había sido precavida antes de partir, pensó que era una tontería llevar un libro de navegación solo por curiosidad, pero definitivamente esa curiosidad inocente les había salvado el trasero en más de una ocasión.
Diariamente recibían el periódico del News Coo esperando noticias de la Isla Dawn, pero todo estaba demasiado silencioso. Incluso intentando leer mensajes encriptados que no existían.
Sin embargo, cuando la fatídica noticia llegó a los noticieros, los dos pequeños barcos se silenciaron. Solo oyéndose la madera crujir y las olas golpeando.
Página tras página del incidente en el East blue.
Isla Dawn, la cuna de la revolución
No cabían en la sorpresa. En la incredulidad ante las falsas acusaciones. Cada párrafo hablaba de la gran organización terrorista que el reino de Goa escondía, poniendo en evidencia el gran ataque que recibió el noble mundial ante este grupo de revolucionarios aliados al ejército revolucionario, adjudicando toda culpa a dicho ejército.
En intentos vagos y absurdos de justificar el ataque a la isla.
Un llanto se hizo presente en ambos barcos, sumándose a más y más lamentos. Todos llorando e impactados por lo sucedido. Lentamente la realidad caía sobre Makino.
No eran vacaciones. Era una huida completa que se había negado a creer. Si no hubiera sido por Dadan, ahora estaría muerta y olvidada en una isla ahora borrada del mapa.
— Dadan... —Logró hablar a través de su llanto desconsolado y el frío de sus emociones que la estremecía— quiero saber la verdad...
La mujer de rizos asintió lentamente, acomodándose junto a Makino en el suelo para comenzar a relatar los incidentes que involucraban a Sabo. Estaba segura que Ace no querría ser descubierto por alguien más, mucho menos existía la posibilidad de ser creíble, por lo que, continúo relatando usando ese tonto nombre por el cual de autodenominó: Deuce.
Contó cómo Deuce salvó a Sabo de ser asesinado por el noble mundial, la razón de por qué los niños no estaban con ellos en esa huida y la razón de por qué, inesperadamente, irrumpió para que todos huyeran con la excusa de salvar sus vidas.
Conforme el relato se desarrollaba, Makino asentía lentamente. No había sido intencional. Este misterioso hombre llamado Deuce había salvado a un niño inocente sin pensarlo demasiado, pero salvándolos ante las consecuencias de sus actos. No lo culpaba, pero todavía pesaba demasiado sobre sus hombros todas esas vidas que pudieron ser salvadas y fueron dejadas atrás tan ingenuas de la atrocidad que estaba sobre ellos.
— Entiendo...
— Makino...
— Estoy bien... solo... vayan a descansar, yo haré guardia esta noche...
En una pequeña guerra de miradas que Dadan no pudo ganar, suspiró largamente rindiéndose ante la joven. Secándose las lágrimas y encendiendo un nuevo cigarrillo, le indicó a sus hombres que descansaran, recordándoles el cambio de guardia a quienes correspondía.
Makino quedó sobre la cubierta del pequeño barco principal, llorando silenciosa pero amargamente. En algún momento de su inocencia había creído ciegamente en que la marina los protegería, pero entendió que así como hay buenos piratas como la tripulación de Shanks, también hay algo mucho peor y podrido en los mandos que juran protección a los civiles.
No quería sentir aquel rencor en su corazón, pero la noche continuaba y el silencio solo era llenado con el sonido del mar a su alrededor. Apenas dándose cuenta por su cansancio y como sucumbía al sueño.
La sonrisa de Makino resplandecía de felicidad viéndose envuelta en un lugar repleto de paz y tranquilidad en su taberna en la Villa Foosha, pero tan pronto como esa felicidad y comodidad se asentada en su corazón, un estridente sonido la despertó.
Abrió los ojos asustada, no sabiendo cuánto tiempo había transcurrido desde que se durmió, pero sin lugar a dudas había sido el tiempo suficiente si la posición de la luna se había movido notablemente.
De pie en la cubierta tratando de entender qué sucedía, una nueva exploción causó un pitido insoportable en sus oídos, sacudiendo por completo los barcos que se hallaban unidos.
— ¡Estamos bajo ataque! —Gritó haciendo sonar la campana que solo utilizaban en medio de las tormentas, pero esa situación era completamente nueva y terrorífica.
No muy lejos de donde se hallaban, un enorme barco surcó el horizonte nocturno con sus luces brillantes. Una bandera que juraba protección ondeando mientras atacaba un par de barcos pesqueros.
— ¡Son los bandidos que huyeron de la isla Dawn! —Se oyó por los megáfonos del barco. Makino y los bandidos palidecieron— ¡Ataquen!
En la desesperación intentaron navegar lo suficientemente lejos de los marines, pero sus pequeños barcos apenas avanzaban a comparación de lo que era un buque de guerra.
— ¡Hundan esos barcos!
Los cañones resonaron una vez más y, de pronto, todo se oscureció.
...
En algún lugar del East Blue después de la Buster Call
— ¡Deuce! —Gritó Luffy corriendo por la arena en dirección al barco atracado.— ¡Deeeuuceeee!
El llamado constante de la aniñada voz resonaba lejanamente en la conciencia de Deuce. Lentamente sus ojos se abrieron con pesar, sintiendo como sus extremidades pesaban más kilos de lo que deberían.
Maldición, se había dormido otra vez.
Poco a poco recuperando el control de su cuerpo, se acercó hacia el borde de la cubierta por donde oía los llamados de Luffy.
— ¿Qué pasa, qué pasa? —Masculló fregando uno de sus ojos al ver la pequeña figura del niño sonriéndole tan brillantemente como ese recuerdo anhelado sacudía su corazón.
— ¡Deuce! —Volvió a llamarlo alegremente.— ¡Ace y Sabo cazaron algunos animales, ven a comer!
Los días posteriores de la huida de la isla Dawn habían sido una locura absoluta. Recordaba la hiperactividad de Luffy, la forma en que nunca se quedaban los tres en un mismo lugar por voluntad propia, pero jamás se imaginó cómo sería vivirlo siendo el adulto responsable entre este caos en forma de niños. ¡No se recordaba siendo así de caótico!
Sin embargo, lentamente logró construir una relación con cada uno de los niños.
Luffy no fue un mayor problema. Rápidamente se aferró a Deuce en el momento en que el hombre le brindó protección, comida, un lugar donde dormir y abrazos cuando los necesitaba.
Sabo, por el contrario, se había mantenido cauteloso y aún no dejaba caer por completo las paredes hacia Deuce. No lo culpaba, todavía era completamente válido. Pero el niño se movía con más confianza entorno a Deuce, mostrándose curioso ante las habilidades de navegación del hombre y muy tímido ante la posibilidad de contacto físico (que el niño realmente necesitaba y añoraba, pero jamás lo admitiría).
Ace... Ace era quien más le sorprendió de todos. Después de aquella noche en que pudieron tener tan sincera charla, en que su corazón se abrió hacia el niño atemorizado, la dinámica había sido otra.
Ace lo buscaba voluntariamente, ya sea para comer juntos o pidiendo entrenamiento. En algunas ocasiones era el niño quien, lentamente, se acercaba al hombre buscando esa sensación tan mágica que experimentó la mañana después de la charla.
¿Cómo iba a saber que despertar en los brazos de alguien que realmente quería cuidarlo y a quien le importaba se sentiría tan bien? ¡Nunca lo había experimentado y quería aprovechar hasta la mínima oportunidad!
Por supuesto que se acercaba a Deuce cuando sus hermanos no estaban junto a él, no obstante, la noche que cometió tal pequeño desliz en que despertó a su hermano menor, fue cuando Luffy se unió a las noche de abrazos. Le gustaba acurrucarse junto a Luffy contra Deuce, pero a la mañana siguiente era ley silenciosa que lo negaría hasta la muerte.
Ahora los cuatro se encontraban navegando sin rumbo alguno. Moviéndose de isla en isla sin establecerse, Deude se mantenía alerta ante cualquier noticia importante; ante miradas críticas de cualquier persona sobre ellos en los pueblos que iban por provisiones (robadas por supuesto).
Pero había algo que no lo dejaba en paz.
Al menos seis veces al día marcaba religiosamente hacia el den den mushi que sabía Dadan había conseguido después de su partida. Las cartas no surtieron efecto después de la primera que envió. El silencio lo estaba volviendo loco.
No quería pensar en la peor de las posibilidades, pero Deuce sabía más que nadie cómo funcionaba el gobierno mundial.
Por lo que, cuando el News Coo llegó sin falta sobre ellos en mar abierto después de haber dejado la última isla, sabía que ahí estaban sus respuestas. Algo en su pecho se apretó fuertemente, no quería tocar el periódico. Estaba aterrado.
Sin embargo, no fue lo suficientemente rápido cuando lo peor sucedió:
Sabo inocentemente y tan feliz como solo el podía estar mientras estaba a cargo de la navegación (solo por una hora, permitió Deuce), se acercó hacia el olvidado periódico sin percatarse del estado del hombre.
Sus pequeñas manos abrieron el papel y para Deuce fue demasiado tarde para intervenir en el momento que los azules ojos del niño leyeron la portada.
El color del rostro de Sabo se drenó por completo. Las manos temblaban apretando el papel. Ni una sola palabra, pero la profunda inhalación llamó la atención de los niños.
— ¡¿Sabo?!
Ambos niños se apresuraron en busca de señales que pudieran estar afectando a su hermano, por lo que, Deuce aprovechó ese momento de distracción para arrebatarle el periódico de las manos.
Isla Dawn, la cuna de la revolución
Los sonidos caóticos en la cubierta por los niños desaparecieron para Deuce. No podía oír nada más que el pitido explotando en sus tímpanos.
Una Buster call.
Una maldita Buster call.
De pronto, el ruido de los cañones disparando explotaron en sus oídos llevándolo de regreso a la guerra. Trayéndole oscuros recuerdos que no dejaban su mente. Atormentándolo cada día, cada noche... incluso ahora.
La culpa lo golpeó brutalmente.
¿Por qué sus nakamas iban a la guerra a morir solo por él? ¿Quién era él?... solo era un pirata inútil que los llevó a la muerte.
¿Qué clase de hermano era si causó que su hermano pequeño sufriera a cada paso que daba para rescatarlo, para ser el mismo quien se expuso a la muerte? Todo fue en vano... era una completa basura.
¿Cómo pudo hacerle eso a la gente inocente de la isla Dawn? Otra vez su impulsividad lo había dominado. No pensó en las consecuencias, demasiado perdido en solo salvar a quien perdió hace una década.
Otra vez era un maldito inútil que llevó a gente inocente a la muerte.
No...
No merecía vivir...
¿Por qué seguía vivo?
¿Por qué no solo se moría?
Maldita sea... murió y todavía cometía errores donde sea que estuviera...
Los niños a unos metros de Deuce estaban sorprendidos... asustados, preocupados... incluso sintiendo lástima por el colapso de Deuce.
Sabo estaba en shock, pero cuando oyó el pesado golpe de la madera retumbando en la cubierta, volvió en sí mirando hacia la causa.
Deuce estaba de rodillas, llorando desconsoladamente mientras jalaba sus oscuros cabellos y rasgaba su gruesa cicatriz en su pecho que había comenzado a sangrar.
Cada palabra de Deuce en medio de su llanto e hipidos los sorprendió.
Deuce jamás habló de lo que ocurrió con el antes de llegar a ellos. Sí, tenían curiosidad, pero era un acuerdo unánime de que no lo presionarían.
Sin embargo, oírlo culparse, llorar, gritar y denigrarse de aquella manera tocó una fibra en cada hermano que no podían explicar.
Ace apretó sus puños fuertemente. Jamás se imaginó lo profundamente dañado que se encontraba su... el del futuro...
Pero fue en ese momento que lo entendió. Entendió cuando Deuce le dijo aquella noche:
"...tú no eres yo y me aseguraré de que así sea."
Deuce no quería que siguiera el mismo camino que él tuvo que seguir. No quería que sufriera como él sufrió... y estaba viendo de primera mano las profundas secuelas del daño que debió vivir injustamente.
Los tres niños saltaron de la impresión cuando otro golpe estridente resonó en la cubierta. Deuce se había desmayado y ellos no pudieron hacer nada por ayudarlo a salir del agujero en que había caído... en el agujero en que su mente lo llevó a la mismísima oscuridad.
Los tres compartieron una mirada preocupada y en silencio se acercaron al cuerpo inconsciente.
Aquella tarde Sabo olvidó por completo el periódico, demasiado ocupado con sus hermanos moviendo el cuerpo de Deuce hacia la habitación del capitán para cuidar de las graves heridas que se había infringido.
Cuando pudieron descansar del arduo trabajo, fue cuando se permitieron sentarse en el suelo contra la pared. Mirando hacia el cuerpo que descansaba pacíficamente...
Después de unos minutos de silencio, Luffy se acercó al hombre acomodándose junto a él en la cama. Cuidaba del sueño de Deuce, acercando sus pequeñas manos al rostro entristecido cada vez que algún mal sueño lo asaltaba, acariciándolo con tanta suavidad y cuidado como podía.
— ¿Qué fue todo eso? —Preguntó Ace en un susurro a Sabo.— Perdió la cabeza cuando vio el periód...
Inmediatamente Ace saltó de su lugar corriendo hacia la cubierta, dirigiéndose directamente hacia el papel arrugado manchado de lágrimas y sangre seca.
De vuelta en la habitación tomó lugar una vez más junto a Sabo, queriendo comprender lo que había causado tal colapso.
No obstante, una pesada mano impidió que Ace leyera. Los ojos serios y fríos de Sabo le advirtieron algo que no pudo comprender.
— No lo leas...
— ¿Por qué?
— Simplemente no lo le-...
Alejó a Sabo de en medio, rápidamente leyendo la portada. Sin embargo, no pudo creerlo. Cada palabra leída, cada imagen mostrada en la notica... no, no podía ser...
— ¿Q-Qué?...
No se percató de los hombros temblorosos de Sabo a su lado. Solo leía palabras completamente falsas de la isla en donde creció. ¡Todo era falso! Y todavía... no existía más...
— Si yo-o... si yo no hubiera querido irme... toda esa ge-gente estaría viva...
Sollozó el rubio a su lado. Ace lo observó sorprendido. Nunca había visto a Sabo llorar, pero ahí estaba, abrazando sus piernas y escondiendo su cara entre sus rodillas temblando entre sollozos desgarradores.
— E-Es mi cul-culpa... —Lloró de forma angustiante, apretando el corazón de Ace que estaba paralizado a su lado.
— ¿Sabo? —Se oyó una suave y curiosa voz.
Luffy había dejado atrás a Deuce, corriendo en dirección a Sabo que lloraba amargamente. Los brazos de goma rodearon fuertemente al rubio que no tuvo más opción que fundirse en el pequeño cuerpo.
— No es tu culpa —Habló Ace— Tu solo querías ser libre, no habrías podido saber que...
— ¡Por mi culpa están muertos!
— ¿Quiénes están muertos? —Preguntó Luffy inocentemente, ignorante de lo que estaba sucediendo.
— ¡No es tu culpa! —Insistió el pecoso.
— ¡Dadan, los bandidos, Makino! Ellos... ellos... están muer-
— ¡No lo digas! ¡No te atrevas!
El labio inferior de Ace comenzó a temblar incontrolablemente. Ae se negaba a llorar, pero entonces... ¿Dadan, los bandidos... la amable Makino?
Apretó sus labios duramente, pero simplemente no pudo soportarlo cuando un llanto desgarrador se oyó en la habitación. Luffy no comprendía nada, pero las sola idea de que quienes había considerado familia estaban muertos... junto a la desesperación de sus hermanos solo le confirmaba lo inminente...
Los niños lloraban angustiosamente. Abrazados entre sí en busca de un consuelo que no podrían darse, pero ahí estaban. No se dejarían solos. Se tenían entre ellos y... tenían a Deuce.
...
Habían pasado dos días desde la noticia que los devastó por completo. El ambiente en el barco era lúgubre... peor aún con Deuce que no había despertado desde su última crisis.
Para suerte de los niños, el clima los acompañó aquellos días y noches. No habían necesitado de mucha ayuda para mantenerse a flote y afrontar las adversidades del clima, pero aún la preocupación era latente.
Ninguno se atrevía a mencionar una sola palabra. Solo dedicándose a ayudar con las velas, el timón, la comida y, por supuesto, el cuidado de Deuce.
— Lleva tantos días dormido...
— ¿Crees que despertará? —Preguntó Luffy tristemente.
— Por supuesto que sí, Deuce es fuerte —La sonrisa que le dirigió Sabo a Luffy calmó la incertidumbre del niño, ambos ayudándose a limpiar las cicatrices que comenzaban a sanar del pecho del hombre.
El fuerte golpe de la campana los alertó. Los gritos de Ace los llevaron rápidamente hacia la cubierta.
— ¡Barco a la vista! ¡Barco a la vista!
Los niños se apoyaron contra el borde de la cubierta observando hacia mar abierto donde apenas lograba verse un barco.
Era improbable saber si se acercaba a ellos, pero todavía necesitaban tener precaución en caso de cualquier tipo de ataque, especialmente si eso que ondeaba se trataba de una bandera pirata...
Con el monocular siendo usado por Luffy tratando de ver más allá de la pequeña forma que veía del barco, una sonrisa comenzó a ampliarse lentamente en el niño. Los ojos del sombrero de paja brillaron de ilusión cuando reconoció la bandera.
— ¡Es la bandera de Shanks! ¡Es la fuerza roja a la vista!
Chilló emocionado, saltando en su mismo lugar. Miró a ambos de sus hermanos mayores repitiéndoles la información con tanta emoción que sus hermanos solo se reían del niño.
— ¡Vamos en dirección a Shanks, el podrá ayudarnos! —Continuó emocionando, corriendo en dirección al timón queriendo guiar el barco.
— ¡Luffy, no! —Intervino Sabo preocupado, haciéndose cargo del timón.
— ¿Estás seguro que es ese tal... Shanks? —Preguntó Ace.
— ¡Sí —Los ojos se Luffy brillaron como resplandecientes estrellas.— ¡Ahí podremos encontrar ayuda para Deuce! ¡Vamos, vamos!
Ace y Sabo compartieron una larga mirada que acabó con un largo suspiro por ambos. Si bien Luffy tenía razón, no lo conocían del todo. ¡Estaban profundamente agradecidos de que protegiera a Luffy del Señor de la costa! Pero no estaban seguros si podrían confiar del todo en él, especialmente con Deuce inconsciente.
— Deberíamos ir... —Sugirió Sabo aún inseguro— Me preocupa que Deuce no despierte...
— Sí —Apoyó Ace la idea— También podremos preguntarle sobre lo que vimos en el periódico...
— ¡Apresúrense, no perdamos tiempo! Shishishi
El pequeño Luffy corría emocionado por la cubierta, en espera de instrucciones de Sabo.
Tras una decisión unánime, Sabo comenzó a dar órdenes a sus hermanos para agilizar el encuentro con el barco pirata. Les tomaría un par de horas, pero por todos los Dioses, esperaban llegar sin más percances.
...
Exactamente como Sabo supuso, les tomó tres horas estar considerablemente cerca. Estaba seguro de que ya habían sido vistos y no eran percibidos como amenazas, de lo contrario ya habrían sido atacados sin un solo aviso.
— ¿Luffy? —Preguntó Sabo
— ¿Sí?
— ¿Este Shanks no es quien te dio tu sombrero de paja?
La comprensión golpeó profundamente a Luffy. Inmediatamente corrió a esconderse detrás del mástil, como si no hubiera sido visto ya hace kilómetros por la tripulación pirata.
— ¡Vámonos de aquí! —Lloriqueó Luffy, pesadas lágrimas ensuciando su rostro.
— ¡Tu nos dijiste que nos acercáramos!
— ¡Le prometí a Shanks que le regresaría su sombrero cuando fuera el rey de los piratas! —Sollozó— ¡Demos la vuelta!
— ¡Luffy, no seas egoísta! —Regañó Ace— ¡Deuce necesita atención médica!
— ¡No me importa! —Hipó con un puchero en sus labios
— ¡Luffy, no digas eso! —Intervino Sabo regañándolo— ¡Además, el que dijeras que le regresarás el sombrero cuando seas el rey de los piratas no significa que no puedas verlo! ¡Todavía conservarás el sombrero!
— Estás en lo correcto, muchacho
— Por supuesto que tengo ra-...
Un grito colectivo en pánico los alertó de la presencia que se hallaba en el barco. Allí en la cima de la cofa se encontraba un hombre de cabello rojo observándolos con una sonrisa amable, muy cómodamente sentado desde aquel lugar..
— ¡Shanks! —En una mezcla de pavor e ilusión, Luffy corrió escondiéndose en la habitación donde Deuce se hallaba.
— ¿Tu eres el famoso Shanks? —Preguntó sorprendido Ace.
— Soy yo —Con una agilidad que jamás se imaginaron ver, el hombre saltó despreocupadamente en lo alto de la cofa, aterrizando ante los niños como si la caída no hubiera sido la gran cosa.— Los estaba esperando.
— ¿A... nosotros?
— Sí —Asintió manteniendo esa sonrisa tan casual— De hecho, los estábamos esperando —Repitió en esta ocasión haciendo énfasis.
— ¿Quiénes?
Shanks apuntó en dirección a su barco a pocos metros del pequeño barco en donde los niños habían estado navegando. El barco era enorme, pero más allá de la magnitud de la nave, los niños pudieron verlo; estaban vivos, visiblemente heridos ¡pero vivos!
— ¡Ace, Sabo, Luffy!
Gritó débilmente Dadan con la voz rota desde el borde de la cubierta, sonriéndole con tanta felicidad y alivio que ellos jamás habían visto en ella.
Makino se hallaba a su lado, sonriéndoles con la misma calidez que la caracterizaba.
Pero no pudieron evitar notarlo; vendas envolvían los cuerpos de las mujeres y los bandidos, incluso Dadan tenía su ojo izquierdo vendado cuidadosamente. Sin embargo, lo único que importaba en ese momento era la prueba de que estaban con vida.
— ¡Ustedes están vivos! Pero... ¡¿cómo?!
...
Ace se sentó fuera de la habitación donde descansaba Deuce. Después del impacto y el alivio de saber que la familia Dadan y Makino estaban a salvo, decidió dejar el resto a Sabo.
Sí, quería correr y abrazar a las dos mujeres que fueron amables con él. Pero todavía no podía confiar... quería profundamente agradecerle a Shanks por lo que hizo por Luffy, no obstante, no podía confiarse tan rápidamente. Mucho menos cuando alguien importante de la pequeña tripulación que se formó después de zarpar de la Isla Dawn no estaba en condiciones.
No le importaba exactamente Luffy escondido dentro de la habitación. Sabía que eventualmente dejaría su absurdo berrinche, pero ahí estuvo, lealmente protegiendo la entrada hacia Deuce aferrándose fuertemente a su pipa.
— ¡Luffy, Ace! —Llamó Sabo volteándose hacia su dirección— ¡Vamos, tenemos permiso para abordar!
El puño entorno a la tubería de Ace se apretó fuertemente. Guardó silencio, mirando a Sabo seriamente.
— No me iré de aquí sin Deuce.
La comprensión golpeó en su totalidad a Sabo. Había estado tan feliz y aliviado por la noticia de la supervivencia de los bandidos y Makino que lo había olvidado.
— ¿Deuce? —Preguntó el pelirrojo— ¿El causante del ataque?
Ace vio rojo. Sabía que estaba siendo dominado por la impulsividad y por una rabia enloquecedora por proteger a Deuce, pero no podía controlarlo. Imágenes se repetían en su mente una y otra vez del colapso del hombre.
— ¡No hables así de él! —Estalló protectoramente— ¡No sabes absolutamente nada!
De pie ahora de forma defensiva apuntando con su pipa, observó repleto de ira hacia el pirata ante él.
— ¡Lo siento, lo siento, lo siento! —Intervino Shanks rápidamente, mostrándose notablemente apenado— Fue un mal uso de mis palabras, no quise ofenderte.
La postura de Ace no se relajó en ningún momento. Fue la pequeña mano gomosa de Luffy quien logró volverlo en sí a su espalda.
— Está bien, Ace. Puedes confiar en Shanks —Lo reconfortó su hermano menor, acariciando suavemente el hombro del joven pecoso.
Respiró profundamente, sintiendo como lentamente conectaba a tierra a través del tacto del niño como del olor a caucho que, extrañamente, era reconfortante para sus sentidos.
— ¡Ancla! —Shanks dio unos pasos hacia los niños, sin embargo, ambos dieron un paso atrás por diferentes motivos.
Luffy se sentía profundamente avergonzado. No debería estar ante Shanks tan pronto después de su promesa, pero oír al pelirrojo hablando de Deuce sumado a la reacción de Ace acabó por hacerlo salir de su escondite.
Luffy mantuvo su cabeza gacha de tal forma que el sombrero de paja ocultaba sus ojos. La enorme necesidad de esconderse detrás de Ace era latente, pero debía mantenerse firme. ¡Había prometido y asegurado que era fuerte y estaba listo para ser un pirata!
— Subiremos a tu barco solo si... revisan a Deuce...
Shanks se sintió herido al ver a Luffy retroceder. Podía comprender lo que estaba sintiendo después de la promesa que hicieron en el puerto de la villa Foosha, pero todavía dolió.
No estaba abordo del barco de los niños por capricho. Verdaderamente los estaba esperando, había mucho que explicarles y, por supuesto que sabía un poco sobre lo ocurrido antes de la buster call, por lo que, la ayuda siempre estaría dispuesta.
— Lo ayudaremos. —Sentenció con absoluta convicción, esperando expresar la confianza a través de sus palabras— ¿Qué sucede con el?
— ¡Lleva dos días sin despertar, se desmayó y no volvió a despertar! —Exclamó Luffy, mordiendo el labio inferior para evitar llorar ante el pelirrojo.
— Comprendo... —Dio la espalda a los niños caminando hacia la barandilla del barco en dirección a la fuerza roja— ¡Hongo, te necesito aquí!
Tras dar órdenes a su médico y oficial, regresó ante los niños.
— Hongo es mi médico. ¡Es el mejor médico de todos los mares, Deuce estará en buenas manos!
Ace y Luffy finalmente pudieron sentir alivio. Sabo a unos pocos metros de lo que acontecía por fin podía respirar tranquilamente.
...
Hongo siguió las órdenes de su capitán al abordar el barco pequeño. Con todo su equipo transportable se encargó del hombre inconsciente.
El médico se movió entorno a Deuce con experiencia, siempre siendo seguido por una penetrante mirada que no lo dejaba ni un segundo. Definitivamente, Ace resultó ser un gran guardián.
Tras un largo y exhaustivo chequeo, Hongo suspiró largamente recolectando sus herramientas en su botiquín.
— ¿El est...
— ¿Cuál es el diagnóstico? —Interrumpió Shanks a Ace sin percatarse de la intención ni preocupación del niño.
Ace frunció profundamente su entrecejo. Si bien tenía una deuda pendiente con Shanks, ¡lo estaba irritando muchísimo!
— No estoy seguro... —Respondió el médico desanimado al no obtener una respuesta clara a pesar de su experiencia— Su cuerpo manifiesta un enorme cansancio, por suerte, sus heridas del pecho están curadas. Pero tal parece que la razón de su falta de conciencia está netamente relacionada con su mente.
— ¿Eso qué significa? —Preguntó Ace
La mirada de ambos adultos se dirigieron al niño que todavía sostenía defensivamente su pipa cruzado de brazos contra la pared de la habitación.
— Significa que depende de él salir de ese estado. Probablemente algo lo ha estado molestando y su cuerpo ha decidido entrar en una especie de... suspensión.
Ace apretó fuertemente sus brazos. No sabía exactamente todo lo que había sucedido con Deuce, pero lo oyó aquél día cuando habló con Dadan y más tarde en la noche cuando lo consoló en la partida de la isla Dawn.
Comprendía la gravedad de lo que podría estar perturbando a Deuce y, sin importar lo que dijera el médico, se quedaría junto al hombre en espera de que despertara.
—... ¿Ace? Hey, ¿estás bien?
Pestañeó rápidamente saliendo de sus pensamientos al oír la voz de Shanks tan cerca suyo. No se había percatado de la mano del pelirrojo y como ambos adultos lo observaban con curiosidad.
— ¿Mh?... Sí, sí, estoy bien...
— Te están esperando en mi barco, debo llevarte hasta ahí...
— No.
Tajantemente se había negado. No subiría. No por no sentirse en confianza con el hombre, pero no le parecía justo. ¡Quería oír todo lo que había sucedido con Dadan y Makino! Pero todavía... no podía.
— Pero Dadan y Mak...
— No. —Repitió Ace— No subiré y no oiré nada hasta que Deuce no despierte. No es justo que él no esté presente.
Eso fue todo. No habría discusión después de lo que el niño decidió. Shanks apretó fuertemente sus dientes ante la terquedad del niño. Le frustraba a cierta medida, pero no podía evitar sentirse... familiarizado y con cierto cariño hacia él y su actitud tan punzante.
— Está bien, daré la información al resto. —Dejando al niño en paz, hizo una señal para que Hongo liderara el camino de vuelta a la fuerza roja— Me imagino que no abordarás mi barco.
Una ceja del pelirrojo se elevó de forma interrogativa, sin embargo, al no obtener respuesta lo asumió como una confirmación.
— Amarraré tu barco al mío y enviaré suministros para ti y Deuce en lo que despierta. —Una vez más, solo fue recibido con un largo silencio— Si necesitas algo, solo grita.
Sin más que decir, salió de la habitación cerrando la puerta detrás suyo. Inmediatamente Ace soltó su pipa y se acercó a Deuce. Desde su lugar se veía tan tranquilo, sin ningún rastro de la angustia y desesperación que no podía sacar de su cabeza.
Con cuidado llevó una silla junto a la cama cuidando del hombre, vigilando ante cualquier cambio.
...
Los días transcurrieron con pesar para Ace. Se mantuvo esperanzado, ilusionado en espera de que Deuce despertara, pero la decepción era un pan de cada día para el niño.
Todavía se mantenía diligentemente cuidando a Deuce, permitiendo que Hongo lo revisara cada dos días para mantener un control de su estado. Sus hermanos lo visitaban diariamente, incluso acompañándolo por las noches.
No los culpaba por mantenerse en el gran barco del pelirrojo. ¡Él estaría feliz de poder recorrerlo por completo y ver el mar desde ahí! Pero... no podía. No podía dejar a Deuce en manos de otros o dejarlo solo... porque él sabía lo que era estar solo y no quería que Deuce se... se volviera a sentir de esa forma.
— No entiendo por qué no me puedo despegar de ti... —Habló Ace a nadie en particular con un Deuce durmiente— ¿Es porque eres yo?... no lo sé, simplemente no quiero dejarte...
Con sus pequeñas manos tomó una de Deuce, apretándola suavemente. Su mano estaba fría, pero aún fuerte y protectora.
— Una vez el viejo me dijo que, a medida que crezca, sabré si merecí nacer...
No sabía exactamente por qué estaba hablando sobre eso en particular, pero de cierta forma le tranquilizaba. Sabía que Deuce comprendía lo que se alojaba en su maltrecho corazón y, aunque estuviera dormido, mantenía su esperanza de que podría estar escuchándolo.
— No era lo que quise oír... me dolió más de lo que esperaba... y me castigué por haber buscado esa respuesta en ese viejo de porquería... pero... pero entonces tú... tú dijiste lo que tanto he querido oír y... me sentí muy feliz y aliviado...
Con sus dos manos dio un fuerte apretón a la mano de Deuce, escondiendo su rostro contra la mano del hombre tratando de reprimir sus lágrimas que amenazaban con desbordar.
— Gracias... —Sollozó sorbiendo sus mocos inútilmente.
— No es... no es nada, Ace...
Inmediatamente Ace elevó su cabeza observando con sorpresa a Deuce que apenas abría sus ojos y le sonreía amablemente.
Las lágrimas de Ace no pudieron más; mojaron su rostro por completo, su llanto haciendo un estruendo en la habitación e, inmediatamente, se aferró al cuerpo de Deuce contra la cama.
Esperaba a todos los dioses existentes que sus hermanos no se les ocurriera asomarse en ese momento ¡o sería su fin!
Deuce reía en un tono rasposo, acariciando la espalda del niño que se abrazaba a él. Los temblores de Ace sacudían el pecho de Deuce, quien sin más, movió al niño para acostarlo junto a él en un intento de apaciguar el llanto y dolor que desprendía de Ace.
El dolor que estuvo sintiendo en su pecho se había liberado. Deuce había despertado.
Todo ese tiempo de incertidumbre se negó a reconocer el miedo y preocupación de que el hombre jamás despertara. No quería perder a la única persona que entendía lo que sentía y que le dio un lugar seguro sin esperar nada a cambio. ¡Apenas lo tenía, no podía perderlo!
— Shhh... no pasa nada
Tranquilizó Deuce. Estaba sorprendido por decirlo menos. Jamás se esperó una reacción de ese tipo con Ace, pero el mismo episodio lo remontó al día que leyó la carta que Sabo les dejó antes de partir a su eventual muerte. La forma en que se quebró en el acantilado le recordó el dolor y angustia de Ace contra él.
— ¿Cuánto tiempo llevo fuera? —Preguntó en un intento de distraer a Ace.
El niño no se molestó en salir de su escondite, pero pudo sentirlo tomar aire profundamente antes de responder.
— Ocho días en total...
— ¡Una semana! —Sorprendido, tomó asiento en la cama sintiendo sus músculos entumecidos, moviendo consigo a Ace contra su cuerpo— ¿Dónde están los chicos?
— Con Shanks...
— ¡¿Shanks?!... ¿Shanks el pelirrojo?
— ¿Lo conoces?
— ¿Quién no conoce al emperador pelirrojo? —Preguntó sarcásticamente
— ¿Qué es un emperador?
— ... —La mano de Deuce aterrizó contra su propio rostro ante su estupidez— Demonios, olvídalo. No es nada, solo una tontería.
Tras un breve momento de ponerse en corriente con el pequeño de pecas, este último tomó un momento para limpiar su rostro y tranquilizarse. Finalmente había llegado el día de lo inminente con Dadan, Makino y Shanks, no debía dejar rastros de su debilidad y ser el hazme reír de sus hermanos. Por supuesto, omitió la parte de la supervivencia de las mujeres, eso prefirió reservarlo para el descubrimiento del hombre.
— Bien... entonces, vamos a hablar con Shanks y luego ¡a comer! —Sentenció Deuce en el mismo momento que su estómago y el de Ace gruñeron de hambre.
Entre risas en medio del caos emocional de ambos hombres, se dirigieron a la cubierta en dirección a la barandilla, siendo Ace quien llamaba hacia la fuerza roja.
Una cabellera negra y rubia se asomaron al instante, observando hacía Ace y Deuce. Inmediatamente ambos niños comenzaron a llamar alegremente al hombre de pecas, gritando hacia la tripulación de Shanks para que fueran por ellos.
— ¡Tranquilos, yo subiré! —Intervino Deuce— ¿Tengo permiso para abordar? —Preguntó hacia los piratas que no conocía y dedujo que eran parte de la tripulación.
Sin embargo, una imponente figura que conocía, pero mucho más joven se asomó. La sonrisa era amable, pero todavía podía percibir cautela en su mirada.
— Concedido.
Al tomar a Ace entre sus brazos, se impulsó con sus propias llamas en sus piernas para volar hacia el gran barco del pelirrojo, aterrizando con gracia en cubierta.
— ¡Deuce! —Gritaron Luffy y Sabo en el momento que dejo a Ace en el suelo.
Los dos pequeños monstruos se abrazaron a sus piernas, Luffy rodeando el pecho del hombre una y otra vez con sus largas extremidades de goma.
Las risas llenaron el lugar. Los tres niños no podían dejar de reír y contarles lo feliz que estaban por su despertar, sin embargo, no muy lejos de su lugar, notó movimiento en su periferia y volteó hacia el lugar.
Sus ojos se abrieron con sorpresa. Había perdido instantáneamente la capacidad de hablar en el momento que vio a Dadan y a Makino una al lado de la otra sonriéndoles.
Los niños se detuvieron al ver la escena. Luffy inmediatamente lo liberó.
Deuce no podía creer lo que estaba viendo. Había leído el periódico, podía recordar el horror de saber que la isla desapareció y el silencio que había seguido de eso ante sus constantes llamadas y cartas sin respuestas.
El labio inferior de Deuce tembló, el mismo que atrapó entre sus dientes para evitar las lágrimas que empañaban sus ojos.
Lentamente se acercó a las mujeres, temeroso de que fuera una ilusión, de que su cerebro le estuviera jugando una mala pasada.
Dadan lentamente se acercó a él tomando su mano extendida. Inmediatamente Deuce se aferró a ese toque y solo pudo llorar. Se abrazó con fuerza a Dadan llorando en su hombro, inhalando el olor de la mujer buscando la calma que ella le daba (pero nunca le dijo).
Deuce acunó con ambas manos el rostro de Dadan, recién notando la venda que cubría el ojo izquierdo y los rastros de quemadura que tenía en la parte izquierda de su cuerpo.
— Nos atacaron en mar abierto, mocoso —A pesar de la tragedia que Dadan le contaba, todavía reía como si no fuera nada— Pensamos que íbamos a morir, pero apareció él para salvarnos.
— De eso queríamos hablar con ustedes —Habló Shanks a sus espaldas— Están siendo cazados por la marina y el gobierno, pero aquí tienen protección. No necesitan huir o esconderse con nosotros.
Deuce se volteó hacia el pirata pelirrojo, observándolo con gratitud y añoranza por, otra vez, haber salvado a su familia sin siquiera saberlo.
— Muchas gracias, ¡muchas gracias por salvar a mi familia! —Se inclinó en una profunda reverencia, negándose a llorar una vez más.
— No es nada, muchacho —Sonrió con amabilidad y simpatía— Están a salvo conmigo.
...
Después de leer: Dejé un final abierto porque no se si pronto escribiré una tercera parte. ¡Tengo ganas! Pero tampoco quiero comprometerme. Mucho drama sale de aquí.
En fin, espero hayan disfrutado la lectura.
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