Sacrificio
- ¡¡¡Damien!!! ¡¡¡Anthony!!!!- grité lo más fuerte que pude, aunque mi voz salía sin fuerza.
La desesperación me invadió. Busque que Adam me mirara pero había cerrado los ojos. ¿Aún respiraba? Ahogué un sollozo mientras me acercaba a su pecho. Apoyé mi oído y los nervios me jugaron una mala pasada. No escuché sus latidos. Me desesperé, pero justo cuando iba a levantar la cabeza, me llegó el sonido de un latido débil.
Sollocé.
- ¡Adam!- lo zarandeé, buscando que se despertara, que reaccionara.
Y suspiré de alivio cuando vi que sus ojos me miraban.
- ¡Adam!- me agaché a su lado. Me acerqué para que me viera y me oyera- ¡¡¡Damien!!! Volví a gritar desesperado cuando me pareció que cerraba sus ojos otra vez.
Miré en todas direcciones pero no vi nada. La oscuridad nos rodeaba implacable. No veía sendas, ni luces por ningún lado. Los árboles altos parecían encerrarnos. El claro en donde estábamos era, por lo visto, la única parte con un poco de luminosidad. La luz de la luna se las ingeniaba de alguna manera para atravesar las ramas y llegar hasta el rostro pálido de Adam. Me lo mostraba iluminado de una forma sobrenatural. Estaba al borde de la muerte. Yo lo sabía. Y él también. Con cada exhalación que hacía se le escapaba un poco de vida.
- Adam…, escúchame. Resiste. Tienes que hacerlo. Damien y Anthony vendrán pronto.- dije mirándolo fijamente.
Sostuve sus manos entre las mías. Estaban frías y ese frío me estremeció.
- Adam…
- Eden…- Adam abrió los ojos y se notaba que hacía un esfuerzo notable por hablar- Lamento no…haber llegado…antes. Marie plantó…pistas falsas…para entretenernos. ¿Te ha hecho…daño?
- No, Adam. Estoy bien- dije llorando- Y tú también estarás bien. Damien sabrá qué hacer.
- No, Ángel.- la voz de Adam temblaba pero sonaba con convicción- Ni Damien ni Anthony…pueden hacer nada. Estoy herido de muerte. Me han herido…con cuchillos mágicos… Son como venenos para los íncubos y sus descendientes.
- ¿Y qué puedo hacer? Dime. Adam, ¡no te rindas! Algo habrá que pueda hacer.- reprimí un sollozo.
No estaba preparado para perderlo. No podía creer que Adam se estuviera muriendo. Yo lo creía inmortal.
Adam volvió a cerrar los ojos y volví a desesperarme.
-¿¡Adam!?- comencé a llorar otra vez. Perdí el control- ¡Por favor, Padre, no te lo lleves, por favor!- la voz apenas me salía.
Levanté mi rostro hacia la oscuridad, con la intensión de ver el cielo pero cientos de ramas me lo impidieron. Aún así traté imaginármelo. Cerré los ojos mientras sentía que el aire frío me azotaba el rostro. Y en pocos segundos tenía la cara empapada. Al principio creí que eran mis propias lágrimas pero al abrir los ojos me di cuenta de que había empezado a llover. El suelo en menos de un minuto se volvió fangoso y los charcos de agua se multiplicaron por doquier. Volví mis ojos a Adam. Me miraba fijamente.
- Mi amor…- suspiré- ¡No puedes irte! ¡No puedes dejarme!…¡¡¡No, otra vez!
- Eden…, estos días han sido…los más felices de mi vida. He sido feliz, mi Ángel. Y ya…no tengo miedo. Antes creía que esta vida era mi única opción.
- Adam…- lloré sin control.
Sabía perfectamente a dónde quería llegar con sus palabras. Y yo no quería oírlo. Cada sílaba suya me dolía en el alma.
- Ahora estoy listo.- me dijo apretándome la mano- Me has devuelto la fe, Eden. La fe en el amor, la fe en que hay algo más allá… Iré con el Padre. Sé que me juzgará pero también sé…que tengo una oportunidad de ser redimido. Tu amor me ha redimido, Ángel. Sé que Él te ha enviado a mi vida para redimirme…
Sollocé. Cada segundo que pasaba, el dolor en mi pecho recrudecía.
- Adam…,¿tú me amas? ¿De verdad me amas?
Él me miró extrañado. Tosió y no pudo seguir hablando, así que asintió enérgico.
- Entonces, si me amas, sabes lo que tienes que hacer…
Tomé su mano y le quité el guante. Me aseguré de que me mirara y llevé su mano a mi pecho.
- Adam, ¡hazlo! Mi prana te salvará. Es más poderoso que cualquier maldición o herida. Lo sé. ¡Úsalo!
Adam hizo un esfuerzo para soltarse. Pero no lo dejé.
- ¡Hazlo!- le dije llorando- ¡Si me amas lo tienes que hacer!
- ¡No! ¡Jamás! Jamás…te haré daño.- su voz sonaba entrecortada- Antes de volver a hacerte daño…prefiero mil veces la muerte y la condena eterna.
-¡No, Adam! ¡Hazlo! ¡Es mi decisión! Tienes que hacerlo. Toma todo el prana que necesites.
De repente, Adam comenzó a temblar. Parecía estar convulsionando. Me desesperé. Vi que los ojos se le iban hacia atrás y su rostro cambiaba intermitentemente entre sus facciones humanas y su verdadera identidad.
-¡¡¡Adam!!!
-¡Eden!
Aquella voz me estremeció de pies a cabeza.
- ¡¿Damien?!
Damien se acercó a mí y se dejó caer a mi lado. Me miró urgido y luego posó sus ojos en Adam. Palideció de repente. Sentí su respiración agitada y sus ojos volvieron a los míos.
- ¡Se muere…, Damien! ¡Se muere!- apenas me salía la voz.
Rompí en llanto. Un llanto violento y crudo. Me tiré sobre el cuerpo de Adam que ahora yacía quieto y tranquilo, empapado por la lluvia. Su rostro de joven adolescente se veía extremadamente pálido.
Sentí unas manos fuertes que me rodearon por la cintura. Pero no les hice caso. Me aferré a Adam. Las manos entonces se apretaron un poco más y sin el menor esfuerzo- y pese a mi resistencia- me levantaron y me alejaron un par de metros.
-¡No! ¡Suéltame!- miré a quien me sostenía.
Los ojos de Anthony me miraban fijamente. Me acercó hacia su pecho y me envolvió entre sus brazos. Sentí de inmediato su calor y sin saber cómo mi corazón comenzó a latir con un poco más de normalidad, pese a que mi intención era zafarme y volver con Adam. Anthony estaba usando su energía para calmarme. Me moví entre sus brazos pero era inútil. Su fuerza era enorme. Y supe que no me soltaría. Volví mis ojos hacia Adam y entonces dejé de moverme.
Damien estaba de rodillas. Sostenía la mano izquierda de Adam. Y Me miró. Fue una mirada profunda, impactante pero nueva para mí. Jamás había visto en Damien una mirada como esa. ¡Entonces lo supe! Damien miró a Adam, inspiró profundo y puso su mano, ya desnuda, en el pecho de su primo. Cerró los ojos. Y en seguida, una luz brillante, roja, como si fuera una llamarada surgió del cuerpo de Damien y envolvió a Adam. Primero sólo su cuerpo fue envuelto, luego todo alrededor, hasta donde estábamos Anthony y yo.
¡Y unos segundos después, vi cómo Adam comenzaba a moverse, hasta finalmente abrir los ojos!
La luz se apagó y por un momento, me costó volver a ver en la oscuridad. Cuando mis ojos se adaptaron, pude ver que Adam estaba despierto. Y su semblante lucía como si estuviera completamente sano. Sentí que Anthony aflojaba su abrazo. Me solté y corrí hacia Adam. Me dejé caer en un charco de sangre y barro, a su lado.
-¡¿Adam?!
Él me miró y me sonrió. Y fue una sonrisa tan hermosa que me hizo romper en llanto otra vez. Pero esta vez, de completa felicidad. Revisé sus heridas y para mi sorpresa ya no estaban.
- Adam… ¿puedes oírme?
Él asintió. Parecía que le costaba hablar pero su sonrisa me convenció de que estaba bien. Me tomó de la mano, la acercó a su boca y le dio un beso dulce y sostenido. Me quebré y me puse a llorar en silencio. Iba a ayudarlo a incorporarse cuando sentí un gemido de dolor cerca de mí. Levanté la vista y quedé petrificado. Damien estaba tirado, en el fango, a unos metros, convulsionando. La luz que siempre solía envolverlo como un aura, se estaba apagando.
¡Y entonces lo comprendí!
Me levanté, como pude, en el medio del barro y corrí hacia él. La desesperación no dejaba que me salieran las palabras. Lo tomé de las manos con fuerza. Luego de un momento pude hablar.
-Damien, ¡háblame!
Pero él no me habló. Tampoco me miraba. Tosía compulsivamente y su cuerpo temblaba, sin control.
- ¡Anthony!
Anthony se acercó a mí y trató de tomarme otra vez de la cintura pero no se lo permití.
-¡Damien!
Damien abrió los ojos y su cuerpo pareció disminuir las convulsiones. Me miró fijamente y vi que tenía el rostro mojado. No era la lluvia. Estaba llorando.
- Precioso,- me dijo- quédate conmigo…hasta que me vaya…
-¡No! Damien, ¡no me dejes! ¡No te puedes marchar! Te necesito.
Apenas podía hablar. Lloraba desesperadamente y sentía que mi cuerpo temblaba de pies a cabeza. Un dolor intenso volvió a apoderarse de mí. Y el corazón se me aceleró de una forma dolorosa.
Sabía que Adam estaba vivo pero la sola idea de perder a Damien me sacudió despiadadamente.
- Eden…, yo… te amo…- me susurró Damien.
Me acerqué más a su rostro y acaricié su boca. Mi mano temblaba y sentirlo me hizo vibrar aún más. Su respiración me llegó cálida y me reconfortó. Inexplicablemente, en su último hálito, Damien buscaba hacerme sentirme mejor, compartiendo lo poco que le quedaba de prana conmigo. Su rostro estaba pálido y demacrado.
- Damien…
Parpadeó otra vez. Luego, dos veces. Y volvió a clavar sus ojos en mí.
- Prométeme… que serás feliz…
- Damien…
- Y prométeme…que no me olvidarás.
- ¡No! ¡No le haré!- apreté su mano- ¡No me dejes! Te lo prohíbo. Toma mi prana. ¡Hazlo!- le ordené, llorando.
- Jamás…haré eso…
- Te condenarás si lo haces…,¿es por eso?
- No, precioso…, es porque jamás te haría daño. Además ahora entiendo que lo único que puede redimirme…es el amor. Enamorarme de ti, me ha redimido. Por eso acepto ahora mi rendición…
- Damien, ¿vas a dejarme solo?
- No estarás solo. Adam estará contigo.
- Toma mi prana. ¡Hazlo! Así como le diste tu prana a Adam, toma el mío.
Damien movió su cabeza negativamente. Busqué a Adam con la mirada. Aún estaba en el suelo pero parecía repuesto. Anthony estaba a su lado y ambos me miraban fijamente.
- Anthony, ¿no puedes hacer nada?- mi voz sonó urgida.
Anthony siguió con sus ojos clavados en mí pero no dijo nada. Lo observé bien y noté que él también estaba llorando.
- Lo lamento, Eden.- me dijo unos segundos después, extremadamente conmovido- Yo no poseo prana para darle. Sólo tengo poder de curar pequeñas heridas. Sólo alguien que posea un alma, puede darle prana para salvarlo. Y yo soy un Demonio. Los obligaría a ellos…- Anthony me señaló a Jack y a Amber- pero están muertos.
Recién allí me di cuenta de que los dos yacían a unos metros de nosotros. Me había olvidado por completo de ellos.
- Damien…- tomé su mano y la apoyé en mi pecho, sin permitirle que se soltara- ¡Hazlo!
Pero por más fuerza que intenté hacer para retenerlo, él se zafó de inmediato y vi que su mirada se volvía seria.
Volví a clavar mis ojos en él y me acerqué más. Quería que lo último que sintiera antes de partir fuera mi respiración.
- Eres bellísimo…- me susurró.
Me acarició el rostro con extremada dulzura. Bajó sus dedos hasta mi cuello y llegó hasta mi garganta. Y entonces vi que sus ojos se abrían de golpe y una extraña mirada pareció nacer de él. Bajó sus ojos hasta mi pecho y mi corazón se aceleró.
¡Lo iba a hacer!
Finalmente iba a absorber mi prana. Y yo estaba dispuesto a dárselo. Me miró fijamente y me estremecí. Sentí la boca seca y el corazón desbocado. Hice un esfuerzo para hablar:
- ¡Hazlo!
-¡¡¡No!!!- la voz de Adam me asustó pero no me hizo cambiar de opinión.
Damien abrió su mano y la apoyó en mi pecho. Me preparé para sentir lo que fuera que se sintiera cuando un Penitente te absorbe la energía vital. Creí que sentiría alguna clase de dolor o calor, o alguna extraña sensación. Pero no fue nada de eso. Bajé la mirada y vi cómo la mano de Damien brillaba envuelta en un hermoso color azul radiante. Y entonces lo comprendí. Su mano no estaba absorbiendo prana de mi cuerpo sino de mi colgante. La amatista que estaba engarzada en el ala plateada podía verse brillar a través de la palma de Damien, que ahora lucía traslúcida.
Me quedé como embelezado por varios segundos viendo aquella luz que parecía iluminarlo todo. Pero de repente, sentí unas manos fuertes que me levantaban con mucha rapidez y me separaban de Damien. Traté de resistirme pero los brazos de Adam me sostenían implacables.
- No, Adam, ¡suéltame! Él no está absorbiendo mi prana.
Tomé mi colgante y lo levanté para que lo viera. Y cuando logré que Adam se calmara y lo mirara, sentí que sus manos se aflojaban.
Volví mis ojos a Damien y lo vi con sus ojos clavados en mí, sentado, con su rostro perfecto y brillando más que nunca.
- ¡¿Damien?!- la voz de Adam era apenas un susurro.
Damien se frotó el pecho y luego miró su mano desnuda- su Dálet destellaba intensamente- mientras Anthony se le acercaba y lo revisaba.
- Eres…realmente…un Ángel- me dijo Damien, sonriendo.
Me estremecí. Sabía lo que aquello significaba. Sabía que desde ese momento las reglas habían cambiado. Intenté dar un paso y acercarme a Damien pero todo se oscureció en cuestión de segundos. Las piernas me comenzaron a fallar y comencé a caer.
Lo último que vi fueron los ojos desesperados de Adam en los míos y sentí sus brazos sujetarme con fuerza mientras todo lo demás se esfumó de repente.
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