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07


YoonGi debía admitir que sus mejores días estaban siendo a lado de JiMin, aunque sonara un poco interesado decir que le gustaba el sexo con el rubio, le gustaba más levantarse por las mañanas y encontrarse al adorable chico a su lado, verlo cocinar, atender a sus animales, ser correteado por las gallinas, cuidar de los pollitos y peinar a sus caballos, eran de las cosas cotidianas que amaba ver de JiMin.

Pero últimamente, veía al chico algo distraído.

No quería sacar conclusiones apresuradas, pero era de las personas más calculadoras del mundo, sabía que JiMin estaba inquieto, y muchas de las veces indagaba en sus platicas queriendo saber un poco más de YoonGi.

YoonGi por otro lado, era más de evitar tener esas conversaciones con JiMin, por eso de alguna manera trataba de ingeniárselas para no tocar ese tema, por muy mal que se viera.

Aún no era el momento.

Decirle la verdad a JiMin sólo los llevaría a un mismo final; el dejarlo.

Y YoonGi quería fingir un poco más, quería fingir que era un simple chico enajenado de un campesino, porque dios. Definitivamente había caído ante los encantos de ese bonito chico que portaba overoles, colores alegres y chillones, y en su cabello rubio siempre llevaba un sombrero de paja.

YoonGi se consideraba una persona difícil, cualquiera que lo conoce lo suficiente sabe que él no es la clase de hombre que se conforma con un simple romance, pero es aquí en donde él mismo se da cuenta de que, ni siquiera él se conoce bien. Pues ahora está aquí, entregado completamente ante JiMin.

El rubio estaba sentado sobre la repisa del comedor en la cocina, con las piernas abiertas mientras YoonGi estaba abrazado a su cintura, quejándose de dolor al sentir como JiMin pasaba una pequeña bola de algodón con alcohol sobre su pómulo derecho.

—YoonGi, no te muevas, debo aplicar bastante para que en unas horas ya no duela — el rubio hizo un leve puchero al ver que el mayor estaba sintiendo dolor por el alcohol —, es mi culpa que estés así, lo siento.

YoonGi le miró desde abajo, negó ante lo que dijo y dio un ligero apretón a su cintura.

—No es tu culpa, yo dije que te ayudaría, no creí que fuera tan difícil controlar un caballo. — soltó una ligera risita, a pesar de que no era divertida la situación, pero pensar en sus desgracias era lo único que le quedaba.

—Lo es, debí haberte advertido desde un inicio — JiMin sostuvo con delicadeza su rostro, dejando suaves caricias sobre este.

La piel de YoonGi era tan suave ante las manos de JiMin, un suave color rosita adornaba la comisura de sus labios y de sus ojos, su nariz tenía un leve color rosado, sabía que la piel de YoonGi de por sí era muy pálida, pero aún así era perfecto.

—Ahora por mi culpa volviste a tener heridas. — el menor arrugó la nariz un poco, sintiéndose por completo como el culpable de la situación, sintiendo en segundos como YoonGi se alzaba un poco para dejar un beso sobre sus labios.

—Ya dije que no fue tu culpa, si tu lo hubieras hecho probablemente el lastimado serías tu, en cambio, estás bien y ayudándome de nuevo — le regaló una ligera sonrisa, haciendo que los ojitos del rubio brillarán con adoración —, ahora ¿qué dices de ir a la cama? ya es tarde.

JiMin asintió rápidamente y de un salto bajó de la encimera para subir por las escaleras. YoonGi siguió sus pasos de manera veloz, tomando de su cintura antes de que entrara en la habitación, escuchando la risa del chico por haber sido atrapado.

YoonGi besó sus labios con intensidad, tratando de transmitir sus sentimientos, queriendo gritarle a través de esos besos cuanto lo amaba. Porque diablos, no había palabra más lógica que esa para declarar lo que sentía que el amor.

Pero tal vez, nunca sería capaz de decírselo a JiMin.

—Yoon... YoonGi, estas herido, no pode-

Sus palabras quedaron ahogadas entre su boca, perdiéndose en el olvido gracias a YoonGi, quien le robó hasta el aliento, besando con necesidad su boca y tomando sus caderas para depositarlo en la cama con fuerza.

JiMin ya estaba acostumbrado a su forma de ser en la cama, por ende, ya no le preocupaba.

Simplemente se dejó hacer, se dejó desvestir y tocar por el mayor, escuchando como las ramas fuera de la casa crujían y el aire entraba por la ventana, como los búhos se escuchaban con claridad y como sus caballos relinchaban un poco.

Pero ignoró todo eso, ignoró todo lo que no fuera Min YoonGi y se dejó tomar por el pelinegro una vez más, soltando jadeos de placer al sentir su polla clavándose en él.

YoonGi le robó el aliento más de lo normal aquélla noche, pues terminó profundamente dormido.

El mayor por otro lado, cubrió su cuerpo con la sábana que ambos utilizaban para dormir, acarició con lentitud su espalda y después de ponerse de nuevo su ropa, dejó un beso sobre la mejilla de JiMin, para después salir de la habitación y buscar a Namjoon.

———— 🌙 ————

—Ya veo que mientras unos mueven cielo, mar y tierra para encontrarte, tu estás aquí muy tranquilo, follándote al vaquerito ese.

YoonGi rodó los ojos al escuchar las palabras de Namjoon, se cruzó de brazos mientras se recargaba contra la cerca de los caballos.

—¿Qué diablos haces aquí?

Namjoon soltó una ligera risita, sintiendo el enojo convertirse en diversión. Había hecho de todo para llegar hasta él a escondidas de los demás hombre de su padre, y no podía creer que YoonGi estuviera tan bien atendido.

—¿Es todo? ¿ni siquiera un buenas noches?— el moreno rió con descaro y bufó, parándose justo frente a YoonGi —, ¿qué mierda crees que haces? ¿estabas tan apresurado de librar de nosotros que fingiste tu muerte?

YoonGi pasó su lengua por dentro de su mejilla, comenzando a molestarse por las palabras de Namjoon.

—Estás aquí, fingiendo ser una persona normal, cogiendote a un precioso vaquerito, viviendo en un rancho lejos de la ciudad. ¿Vale la pena?— Namjoon dijo, acercándose aún más a él a modo de retarlo —, ¿qué tan bien te monta la polla? ¿tan fascinante es que no te quieres ir? porque si es así, yo también quiero probar.

YoonGi tuvo suficiente de su compañero hablando de esa manera, llevó una de sus manos hasta la cara de Namjoon y lo empujó con fuerza lejos de él.

—Cierra la boca, para tu información, sí, me monta muy bien, y para tu mala suerte, no, no puede probarlo a menos que quieras que te arranque la cabeza. No fingí mi muerte, realmente hubo una emboscada y terminaron por matar a los demás, a mí me dejaron de milagro con un poco de vida, ¿sabes que hizo el chico de allá? — dijo, apuntando en dirección a la casa —, cuidó de mí día y noche, me dio un techo, me dio ropa, me dio comida, se preocupó por mí.

—Y a cambio te lo estas fo-

Está vez Namjoon no terminó de hablar para cuando Min ya le había proporcionado un golpe a puño cerrado, haciendo que su rostro se moviera bruscamente por la fuerza.

—Cierra la puta boca, Kim.

Namjoon soltó un quejido, sintiéndose molesto por haber sido golpeado. De acuerdo, tal vez se lo merecía, pero es que, joder. Por fin encontró a su hermano después de un mes y medio creyendo que estaba muerto, y mientras Seokjin, Hoseok y él se atormentaban, YoonGi estaba siendo cuidado por un lindo chico.

Desde luego que estaba molesto.

—Bien, bien, me callo — el moreno se cruzó de brazos —, ¡pero mierda! pudiste al menor mandar señales de humo para avisarnos de que seguías con vida, pero en cambio, papá se ha vuelto loco buscándote y yo también, Hoseok está mal, sé que Seokjin y yo te importamos muy poco, pero Hobi... — Namjoon suspiró con cansancio —, la está pasando mal, y la pasará peor.

YoonGi sintió su cuerpo ponerse rígido en segundos, recordando al menor de los cuatro, Hoseok era un niño agradable, el más alegre de todos y quien les traía un poco de paz a sus vidas, nada que ver con su padre o ellos.

Hasta hace algunos meses se enteraron de lo peor, el señor Jung estaba dispuesto en vender a Hoseok a otro tipo, un señor que siempre quiso un hijo para cuidar y así tener una razón para seguir viviendo, por lo que sabían, el señor era sólo un hombre de negocios, sí, también estaba involucrado en negocios algo sucios, pero ya no era tan riesgoso.

Hoseok estaría a salvo con ese señor, YoonGi aseguraba eso.

Pero aún así, ninguno de los tres adoptados, estaba de acuerdo en que el señor Jung se deshiciera de su hijo tan fácil, así como si fuera una simple cosa de nada a la cual podía votar cuando quisiera.

La verdad es que, aunque el señor Jung lo había salvado de las calles y de volver al orfanato, y le agradecía por su hospitalidad, ya estaba harto de ese hombre y de las cosas que se veía obligado a hacer sólo para complacerlo.

Era el colmo para él ser el hijo adoptivo de un mafioso, manejar su lavado de dinero más grande de Seúl, pero aún así detestar todo eso, porque debía admitir que era horrible.

—¿El señor Jung ha dicho algo respecto a lo de Hoseok?— preguntó YoonGi un poco más tranquilo.

—Sabes que no, papá-

—No le digas papá, no es nuestro padre, es papá de Hoseok.

—Yo le digo papá porque soy su hijo, adoptivo tal vez, pero él es mi padre ahora — Namjoon comenzaba a enojarse una vez más —, ¿a quién quieres que llame papá? ¿al tipo que abusó de mi desde pequeño? si es así, entonces vete a la mierda.

YoonGi cerró los ojos, tranquilizándose al recordar que no todos habían tenido una infancia bonita. Tal vez por eso Seokjin y Namjoon se sentían en deuda con el señor Jung, porque habían sido rescatados de un infierno, a Seokjin lo salvó de morir de hambre en las calles, después de haber sido abandonado a los seis años por su madre, a Namjoon lo salvó de los abusos contantes que tenía de su padre biológico, y a él, bueno, simplemente le mejoró la vida los tres.

Pero YoonGi sentía que ya había saldado todas sus deudas, sólo quería... tener paz.

—Como sea... — YoonGi recordó al chico que lo esperaba dormido en aquélla cama dentro de la casa, observó en dirección a la ventana de su habitación y sonrió ligeramente —, Namjoon...

El moreno estuvo por soltarse a decir groserías, hasta que vio directamente a los ojos de su hermano. Cualquier palabra que fuese a decir, quedó atascada en su boca al verle ahí, con los ojos brillando y leves gotas de lagrimas cubriendo sus ojos.

YoonGi las secó bruscamente, para quitar todo rastro de ellas.

—Vuelve a casa — respondió el pelinegro, dando media vuelta para poder irse —, en un par de días regresaré, primero... debo despedirme.

Fue todo lo que dijo para después perderse dentro de aquélla casa.

Sólo cuando YoonGi lo dejó solo en aquel establo, sólo cuando la imagen del mayor con los ojos llenos de lágrimas, después de mirar hacia la ventana de aquel chico, se reflejó por primera vez frente a él, sólo entonces se dio cuenta de lo que sucedía.

YoonGi estaba enamorado.

Y probablemente sería la única vez que pasaría eso en toda su vida.

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