03
JiMin estaba teniendo graves problemas consigo mismo desde que YoonGi había llegado a su vida.
Lo extraño es que realmente esos problemas no le molestaban, se sentía más bien ansioso y nervioso cada vez que tenía al pelinegro cerca.
Jamás le preguntó el por qué lo había encontrado inconsciente cerca de su granja. Jamás hizo preguntas que pudieran ponerlos en situaciones incómodas.
JiMin se hacía una idea, pero no quería confirmarlo todavía.
YoonGi era tan... jodidamente atractivo. Había pasado gran parte de su vida aislado de varias personas, solamente cuando iba a la ciudad cada mes se juntaba con sus amigos, bueno, casi amigos, pues al estar tan lejos de ellos y sin contacto durante tanto tiempo, la amistad que tenían se iba distanciando poco a poco.
Lo último que supo de uno de sus amigos que vive en Seúl, era que ahora tenía pareja. Lo había visto hace algunos meses y se le veía mejor que nunca, pero cuando vio a la pareja de su amigo se le enchinó la piel, pues el tipo tenía pinta de mafioso.
Las razones por las cuales se había alejado de la ciudad iban más allá de lo que cualquiera pudiera pensar.
Pero es que, no le gustó la vida que consiguió cuando pensó estar enamorado de aquel hombre que le juró la vida entera. Una decepción amorosa es mala, pero vivir una relación con un mal tipo es aún peor, sobre todo si ese hombre no era precisamente una persona común y corriente.
Hace mucho tiempo que eso había pasado, desde entonces no había vuelto a tener contacto con nadie, con ningún hombre. Y tener a Min YoonGi aquí, en su casa, mostrando su pálido y fornido torso al sol, con leves gotas de sudor bajando de él, le hacía tener pensamientos impuros.
YoonGi ya se veía mucho mejor, y también sus heridas habían mejorado poco a poco. Comenzó a ayudarlo en la granja con algunas tareas pesadas, JiMin no se quejaba pues le venía muy bien algo de ayuda, y YoonGi estaba buscando la forma de pagar por sus cuidados.
-Señor - JiMin llamó su atención al estar algunos metros de distancia de él -, tome algo de agua.
El pelinegro asintió, aceptando el vaso de agua que JiMin había traído para él, había pasado casi ya dos horas desde que se había ofrecido a componer la cerca que estaba del lado de los cerditos, y debía admitir que era un trabajo pesado.
Y ese día estaba haciendo un calor terrible.
-Creo que ya es tarde, debería dejar eso de lado e ir a descansar por hoy. - JiMin le dijo, dándole una suave sonrisa.
YoonGi lo escudriñó de la cabeza a los pies, el pequeño rubio portaba una playera blanca y unos shorts un poco arriba de las rodillas. Se veía extremadamente hermoso a pesar de lucir tan natural.
-Estoy bien, terminaré esto rápido y después iré a descansar.
-Pero ya es tarde - el rubio hizo un puchero -, ¡tengo una idea! puede dejar esto de lado y terminarlo después, no me urge. Hay un lugar muy hermoso a unos metros de aquí, podemos ir juntos, nunca nadie a venido aquí así que no muchas personas lo conocen, al menos por ahora usted puede hacerlo.
-Pero creí-
-Olvide la cerca, después puede terminarla. - el menor le dio una cautivadora sonrisa, haciendo que YoonGi ablandara su semblante y sintiera su vientre cosquillear.
Estaba seguro de que esté chico podía ocasionarle un orgasmo con sólo sonreír.
-Está bien.
Terminó por aceptar, correspondiendo su sonrisa un poco. JiMin le dio indicaciones de que no era necesario que se bañara, pues el lugar al que irían era en realidad una cascada, la cual formaba el río más cercano a sus tierras. YoonGi estaba seguro de que nada bueno podría salir de eso, si iban a estar juntos en un río o donde fuera, y tendrían que desvestirse, no podría resistirse a mirar de más al menor.
O más bien, no podría mantener sus manos alejadas de él.
Había visto a JiMin varias veces desnudo, no por completo, pero lo había hecho. No era un alma inocente, así que en más de una ocasión se había escabullido en su habitación para poder verlo, y por alguna extraña razón, la puerta de esta estaba entreabierta.
JiMin manejó alrededor de una hora para poder llegar al lugar, aunque estaba algo alejado de la granja, el lugar era bonito. Había bastantes árboles y se escuchaba el ruido del agua que corría por el río, además de que la cascada se encontraba a unos metros de distancia de ahí.
El lugar estaba completamente solo, había un poso de agua cerca de ahí y había espacio suficiente para sentarse sobre el verde pasto que rodeaba el río. Estaba fresco y el aire era puro, se sentía tan cómodo desde que habían llegado.
-¿Así que este es tu lugar secreto?- preguntó el mayor, alzando una ceja con diversión.
-Sí, algo así - JiMin rió bajito -, lo descubrí hace un año, casi no vengo ya que está algo lejos de casa, pero de vez en cuando me doy mis escapadas. Seguramente algunas personas ya han venido, pero siempre corro con la suerte de que está completamente solitario cuando yo estoy aquí.
-Es un lugar muy hermoso.
JiMin sonrió ante sus palabras, mirándolo rápidamente al descubrir a YoonGi observando todo el lugar. Sabía que esto le gustaría, pues era un buen lugar para pasar el rato, fresco gracias al río y la vegetación, y sobre todo, muy tranquilo.
YoonGi debía admitir que esto era sumamente nuevo para él, desde pequeño había vivido encerrado en una gran casa llena de tecnología y lujos, su padre lo llevaba con él a varias ciudades, lo traía de aquí para allá, se acostumbró tanto a eso que realmente nunca tuvo el interés de salir de esa vida tan monótona a la cual ya estaba acostumbrado.
Estar aquí con JiMin, en una granja rodeado de animales, de paz y cero presiones, era como encontrar el paraíso, tener un momento de descanso fuera de la bruma.
Jamás había conocido algo igual a esto, la paz y tranquilidad que le proporcionaba le hacía sentir como si no tuviera ya muchos problemas detrás.
Cuando pensaba en su vida, solamente veía una gran fila de trabajo que le hacía cuidarse la espalda todo el tiempo, trabajar sucio y ver un poco de sangre cada cierto tiempo. Pero cuando volteaba la mirada, y lo primero que veía era a JiMin, su rostro angelical, lo precioso que se veía y lo amable que era, sólo podía pensar en que tenía mucha suerte.
Nunca había sido la clase de hombre que se enamoraba, porque para ser sinceros, él no podía darse el lujo de tener a una persona para amar, no podía ser acompañado por una pareja con la cual compartiría momentos de vida, porque una persona como él no podía ser el indicado para alguien.
Pero si se seguía quedando aquí con JiMin, podía al menos imaginar que tenía una vida normal, y que se merecía todo eso.
-Señor... - JiMin murmuró, llamando su atención -, ¿tiene hambre? Traje de comer, lo hice mientras usted trabajaba en la cerca de los cerditos.
YoonGi asintió, recordando que mientras él ayudaba a JiMin con las cosas de su granja, el menor estaba cocinando para él. El simple hecho de pensar en ello, le hacía sentirse cálido, como si fueran una pareja hogareña.
Después de que JiMin sacara la comida de una canasta, encontraron un lugar para poder sentarse cerca del río. Comieron en silencio, disfrutando del estofado que JiMin había hecho, y también de los pastelillos que había preparado.
Cuando terminaron, el menor decidió tomar una siesta sobre el lugar donde estaba, pues realmente se sentía cansado. YoonGi en cambio le dijo que iría a caminar un rato, no tan lejos de ahí.
El pelinegro no se dio cuenta cuanto tiempo estuvo husmeando, tratando de respirar todo el aire que le fuera posible de aquel lugar. Su corazón se hundió en una tristeza insólita cuando recordó que esto no duraría para siempre.
Quería saber muchas otras cosas sobre JiMin, pero temía invadir su espacio emocional, ganarse su confianza y luego, simplemente irse y dejarlo solo de nuevo. Porque por lo que había escuchado, JiMin había estado solo desde que llegó a vivir a esa granja.
Después de lo que fueron algunas horas caminando por aquel lugar, decidió regresar rápidamente a la orilla del río, siguiendo sus instintos.
Sin embargo, no esperó encontrarse con aquélla escena tan... provocativa.
El precioso rubio ya no estaba durmiendo, ahora estaba en el agua, completamente desnudo. Su tersa piel brillaba ante la luz que se colaba por la copa de los árboles. YoonGi no pudo evitar suspirar al ver su cuerpo, perfecto y deslumbrante, sus caderas eran en verdad estrechas y tenía los abdominales levemente marcados, sus brazos eran fuertes y su trasero, dios mio, YoonGi realmente había llegado a su límite.
JiMin había aprovechado que YoonGi se había ido para tomar un pequeño baño, ya que la noche no tardaba en caer y sinceramente, no quería bañarse con el agua caliente de su casa.
No obstante, se sobresaltó cuando sintió como el agua se movía por la presente de otra persona a sus espaldas, y aunque no estaba viendo en esa dirección, ya sabía de quien se trataba.
Una exaltada respiración se pegó a su cuello y su cuerpo tembló cuando aquéllas grandes manos tomaron de sus caderas, JiMin podía sentir algo duro pegado a su trasero, y sabía de que se trataba. Una de las manos de YoonGi subió por toda su espalda, empezando un recorrido suave y excitante para JiMin.
Soltó un jadeo cuando el mayor llegó hasta su cuello, tomando de este con algo de fuerza, haciendo que por la presión de su mano volteara su rostro un poco.
JiMin mordió su labio inferior con algo de nervios, evitando a toda cosas soltar un gemido cuando YoonGi simuló una embestida con su pene contra sus nalgas. El pelinegro se acercó a su rostro, dejando besos por su oreja y detrás de esta.
-Está también será mi forma de pagarte por tu hospitalidad. - murmuró sobre el oído del menor, para después juntar sus labios con brusquedad, siendo correspondido en segundos con la misma intensidad.
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