Jimin:

Detestaba las cenas con la familia de Sooyeon, mis padres actuaban tan falsos, fingían que éramos una familia feliz y estable. Mi madre con depresión y mi padre con una amante.

Sooyeon miró con atención mi mejilla al verla con un moretón verdoso en forma de mordida. Mis padres cuando vieron la mordida en mi cara se exaltaron. Les dije que hice molestar a Jungkook y él se defendió así. Al principio no los convencí del todo, pero no les quedó de otra que creerlo.

—Cielos, Jiminie... —dijo sorprendida— debió haberte dolido mucho.

En realidad lo disfruté demasiado. Ella ya lo había visto antes, no tenía idea del por qué lo mencionó, pero aquello provocó que mi madre hablara de los Min de forma abrupta.

—Es un niño inválido —explicó ella—. Me da pena porque sus padres son muy descuidados con el niño, y su otro hijo, un vago. No le dan cuidado a ninguno. El mayor en veces parece vagabundo —mi madre me miró—. No hay razón para que sigas estando con esas personas.

Me dio mucha vergüenza y coraje; la madre de Sooyeon aceptaba los comentarios de mi madre. Yo también odiaba a la madre de Yoongi, pero ¿cómo podía hablar así de él?

Me levanté de la mesa y fui a mi habitación, estaba algo deprimido, no me gustaba que hablaran mal de Yoongi. Esas cosas no debían afectarme, pero lo hacían. Cerré con seguro y para mi sorpresa, él estaba sentado en mi cama esperándome. Me fue inevitable correr hacia él y besarlo.

Yoongi me abrazó, sus ojos estaban rojos, por un momento pensé que estaba drogado, pero no, solo había estado llorando. Me sentí feliz de que pidiera consuelo conmigo y no en otro lugar.

—Mi madre se llevó a Jungkook a vivir con ella. —dijo, su rostro se volvió como el de un cachorrito y yo lo abracé.

Solo pude besarlo y decirle que todo estaría bien. Me dijo que eso ya llevaba días, no nos habíamos visto ni hablado debido a mis salidas a la casa de mi "futura esposa", pero él ya no soportó no verme.

Su madre estaba loca, ¿cómo cuidaría de Jungkook si ella trabaja casi todo el día? Quizás estaba subestimándolo mucho, pero él dependía mucho de Yoongi y aún tenía su mentalidad de un niño más pequeño.

—Lo iremos a visitar todos los días —dije—. Es más, larguémonos de aquí. —le sonreí amistosamente y él asintió con su cabeza. 

Salimos por mi ventana. Si me iba por las escaleras mis padres se volverían locos.

Yoongi tomó mi mano y me llevó a la casa de su madre, que al parecer se había mudado cerca de la mía. Y entiendo la razón.

—¿De dónde sacó dinero tu madre? —le pregunté.

—No sé, pero posiblemente tu padre se la compró.

Aquella respuesta me la esperaba, pero en verdad me enfurecía que comprara cosas así en vez de comprarle alguna prótesis a Jungkook.

Llegamos a su casa y no era una casa pequeña, más grande que la de Yoongi sí era. Él tocó la puerta. No escuchamos ningún ruido, pero la ventana de arriba se abrió. Jungkook se asomó con cuidado.

—No Jungkook, no te inclines tanto —le advirtió Yoongi—. ¿Cómo estás?

—¡Yoongi! —exclamó con una enorme sonrisa, sonrisa que hizo sonreír a su hermano—. Bien, mamá no está. ¿Tú?

—Estoy bien, pero te extraño mucho.

—También —dijo con tristeza—. Mamá no deja jugar.

—¿Por qué?

—Dice a papá no le gustan... maricón. —aquello le tomó trabajo formular, lo supe por su expresión.

Miré el rostro de tristeza de mi amor, Jungkook era un niño especial para él. No creo que el padre de Yoongi diga que Jungkook es maricón.

—No eres maricón, Jungkook. Eres un niño que le gusta jugar con muñecas. —le explicó.

Yo no podía decir mucho porque no lo entendía. Mi padre era igual, si él supiera que Yoongi y yo somos novios, lo asesinaría.

Estuvimos todo el tiempo afuera, esperamos a que se hicieran las cinco de la tarde, pero la madre de Jungkook nunca llegó. Yoongi iba muy enojado, siempre he odiado verlo así, quise decirle algo para hacerle sentir mejor pero fallé.

—Si quieres, puedo resolverlo. —dije con una sonrisa.

Él volteó a mirarme. Habíamos estado caminando sin rumbo hasta llegar a un pequeño canal.

—¿Qué cosa? —dijo lanzando una piedra a las aguas negras.

—Puedo deshacerme de ella. —dije completamente en serio.

Yoongi abrió los ojos como platos, y cuando pensé que diría algo, su vista se dirigió a una pequeña choza de madera escondida entre los matorrales.

Él se adelantó un poquito a esa choza. Yo me acerqué a él, tomé su mano; él se asustó un poco, pero al ver que le sonreí, me devolvió el gesto. Sabía que tenía miedo de mí; nunca me atrevería a hacerle daño, él es al único que protegería de este mundo.

Nos acercamos a la choza. Yoongi estaba fascinado; se miraba algo vieja, así que supuso que nadie vivía allí.

Al abrir la puerta, había una persona atada de manos y muñecas. Su boca estaba tapada con cinta adhesiva. Yo retrocedí al ver, pero Yoongi se metió. Desató al sujetó y lo ayudó a salir.

Al verlo, lo reconocí; era uno de los sujetos que me molestaba en el colegio. Debo admitir que me alegré de su situación. Pero él al verme comenzó a llorar y se abrazó a Yoongi.

Yoongi:

La mirada del sujeto hacia Jimin me había hecho pensar cosas, pero en especial la mirada de Jimin y también su propuesta.

Mi madre no era la mejor, ¿pero deshacerse de ella? Era una completa locura y ¿en qué sentido decía esas palabras? También, en cuanto encontramos al chico, me pareció ver a Jimin sonreír, y no solo eso, su mirada se tornó extraña, sus pupilas se dilataron y se volvieron sus ojos brillosos, y la gota que derramó el vaso, fue que el chico huyó de nosotros en cuanto lo estábamos ayudando. 

Al día siguiente lo encontraron muerto en el canal; una fractura en el cráneo fue la que lo mató.

Si ese chico se hubiera dejado ayudar hubiera podido denunciar. Porque yo sé que fue Jimin el que lo hizo, el que lo ató y el que lo asesinó, y tengo miedo, porque lo amo.