Capítulo 2
Jimin y yo hicimos click casi a la semana. Concordamos en muchas cosas. Jimin era lo único importante para mí y yo para él. Incluso llegué a quererlo más que a mis padres. Él deseaba poder haber sido mi hermano y yo igual. Nuestros días juntos eran perfectos. A veces yo iba a su casa y llevaba mis juguetes u otras veces Jimin me contaba cuentos aburridos; yo quería escuchar acción, no historias de ciencias.
—Esos cuentos son aburridos. —comenté bostezando.
Él me miró y después continuó leyendo, sonrojándose.
—...ambos estaban destinados a estar juntos, y nadie ni nada iba a separar su amor —dio vuelta a la hoja—. Él la besó con mucha pasión, y a pesar de que sabían que esto les costaría su vida, él se encargó de alejar a todo aquel que quisiera separarlos.
Jimin terminó de leer y me miró; era su primer libro de amor y fue un regalo de mi parte. Lo compré porque se me hizo bonita la portada. Papá me había llevado a buscar un libro de historia, y al ver ese, quise darle esa sorpresa.
—¿Por qué me ves así? —pregunté confundido.
—¿Tú me amas?
—¡Por supuesto! Eres mi mejor amigo.
—Yo también te amo. —dijo y volvió a su lectura.
Nuestra vida juntos era perfecta, hasta que un día recibí "la noticia". Mamá estaba embarazada. Todos nos emocionamos, pero Jimin estaba celoso porque yo hablaba mucho de mi futuro hermanito, y no pensé cómo le afectaba hasta que me lo dijo de una forma no muy agradable.
—Mamá dice que el bebé no podrá jugar con nosotros hasta que aprenda a caminar —expliqué y escuché a Jimin bufar. Yo estaba sobre un columpio y él me empujaba—. Voy a ser el mejor hermano mayor.
Y Jimin me empujó tan fuerte haciendo que saliera volando del columpio. Al caer me raspé la mejilla, rodillas y manos; me quedé llorando en el suelo. Mamá no estaba, habíamos salido solos y sin permiso. Jimin se acercó lentamente hacia mí y se quedó parado escuchando cómo lloraba. Luego escuché su respiración agitada, alcé la mirada y él también estaba llorando.
—Odio a tu hermano, ¡lo odio! —gritó—. Eres el peor amigo. Sabes que no quiero a tu hermano y tú hablas de él.
—N-No lo sabía. —dije entre el llanto.
—¡Pues ya lo sabes!
Él se fue del parque llorando y me dejó solo, con mis heridas.
No le dije a mamá que Jimin odiaba al futuro bebé, y tenía mis sospechas de que odiaba a mamá también porque hacía caras cada que papá preguntaba por ella o cada que la miraba entrar a la casa.
Resulta que el padre de Jimin trabaja con mi madre, vaya coincidencia. Y la coincidencia que incluso yo noté fue que mamá tuvo un hijo con una piel blanca pero no de la misma tonalidad de nosotros. Papá era de tez pálida y mamá también. A pesar de eso, mi papá lo reconoció como suyo y le dio todo el amor de un padre. Yo también le di el amor de un hermano mayor; y Jimin solo no podía verlo, no le agradaba que yo lo quisiera.
Mamá le llamó Jungkook.
—Eres el bastardo más grande que conozco —dijo Jimin mirando a mi hermano. Ese día yo había bajado porque mamá me había llamado y dejé a Jungkook con él—. Todos son tan idiotas, todos son unos ingenuos; debieron matarte en cuanto se enteró la señora Min de ti —hizo una pausa—. Debiste ver lo asustada que estaba cuando supo que estaba embarazada de ti... —murmuró.
Me acerqué a Jimin y le toqué un hombro, él saltó del susto. Iba a preguntarle si quería comer helado, no me esperaba escuchar aquello, incluso a mí me asustó mucho, su voz sonaba tan seria.
—¿Quieres un helado? —le pregunté finalmente, ignorando lo pasado.
Él me miró sorprendido, y al escuchar mi pregunta, asintió con una sonrisa. No sospechó que lo había escuchado.
Me acompañó por el helado, pero antes, me aseguré de que mi hermano estuviera bien, y sí, se encontraba bien. Mientras íbamos por el helado, Jimin siguió siendo el niño simpático y alegre que conozco; ya no sabía si estaba mintiéndome.
A mis diez años ocurrió una tragedia, y fue culpa de ambos.
Habíamos ido de visita con uno de mis tíos. Jimin nos acompañó porque yo así lo quise. Después de todos esos años él no volvió a desearle el mal a mi hermano, incluso ya lo cargaba y lo mimaba. Y yo sentía que ese niño se parecía más a Jimin que a mí.
Nos alejamos de la casa de mi tío hasta llegar a un río; solo íbamos nosotros dos. Jimin había llevado una pistola. Cuando la vi me fascinó, nunca había visto una. Me mostró que aún tenía una bala y sonrió. Me dio miedo pero intenté seguirle el juego, después de todo él jamás me haría daño.
—¿De dónde la sacaste? —le pregunté curioso.
—Tu tío —contestó—. No te preocupes, tenía muchas.
—¿Qué haremos con eso?
—Dispararle al árbol —señaló un viejo roble que estaba del otro lado del río—. Al que le salga la bala, pierde.
—Okay, acepto.
Jimin apuntó al árbol pero al final no salió la bala, así que me la entregó.
—Tu turno. —me dijo con una voz un tanto inocente, me pareció gracioso.
Disparé y nada.
Jimin la cargó, disparó y nada.
Y otra vez volvió a ser mi turno.
—¿Listo? —me preguntó.
Yo asentí.
Me dio el arma y puse toda mi atención en el árbol, pero Jimin gritó repentinamente asustándome y haciendo que la bala saliera hacia una dirección que desconocía. Suspiré, había perdido y ni siquiera le atiné al árbol.
Jimin iba burlándose de que había sido el perdedor, pero ambos nos quedamos callados al ver que, al llegar a la casa de mi tío, había una ambulancia.
Toda la familia estaba preocupada; mi madre estaba llorando a mares y repetía el nombre de mi hermano. Tuve un sentimiento de culpa. Tenía que decir que fue nuestra culpa. Me preguntaba si mi hermano estaba bien, quería saber cómo se encontraba, pero Jimin me tomó del brazo con fuerza.
—Si dices algo nos van a llevar a prisión, y en prisión nos pueden matar. —me dijo, como si me estuviera amenazando.
Yo lo miré muy asustado y no pude evitar llorar.
—Mi hermano...
—Tu hermano está muerto.
Y me pareció ver que había sonreído.
—¡No! —grité negando con la cabeza.
Nos descubrieron, habíamos estado escondidos, pero nos ignoraron excepto mi padre. Él corrió a abrazarnos y nos preguntó si estábamos bien, Jimin asintió.
—¿Qué pasó con Kookie? —preguntó él, triste—. Escuchamos un ruido muy extraño.
Me sorprendió la facilidad con la que dijo aquello, yo no podía dejar de temblar.
—Al parecer había un cazador por aquí y disparó por error. —respondió mi padre, tranquilo.
No entendía cómo podía estar tranquilo, yo no podía evitar sentirme incómodo a un lado de Jimin. Pero de pronto mi padre nos abrazó a ambos, pegándome más a Jimin, y él me abrazó; yo no quería que me abrazara.
—Esperemos que Jungkook se encuentre bien. —dijo finalmente mi padre.
● ● ●
El viaje se había arruinado. Mis padres estaban en el hospital y me dejaron en la casa de Jimin. Sus padres estaban discutiendo, yo me sentía incómodo a pesar de estar dentro de su cuarto, los podía escuchar y Jimin solo se mantenía serio, mirándome, poniéndome más incómodo.
—¿Lo hiciste a propósito? —pregunté después de varios minutos que intercambiamos miradas.
—¿Quieres saber la verdad? —soltó con total seriedad. Yo asentí—. No pensé que fuera a resultar.
Miré a Jimin asustado; Jungkook era mi hermano y para él también era como uno, debía cuidarlo, no querer matarlo.
—No entiendo. —dije confundido.
—Jungkook quiere ser solo él. Siempre está llorando, y cuando me ve contigo, quiere que lo estemos mimando —comenzó a rascar sus brazos con fuerza—. Quiere separarnos, ¿no te das cuenta?
—Jungkook es un bebé.
—¡Es un bastardo! —me gritó—. Todos ustedes son tan estúpidos. Y tu madre es una puta.
Me tapé la boca sorprendido. Jimin me miró furioso, su pecho subía y bajaba por su respiración tan agitada. No podía quedarme callado, así que también le contesté.
—¡Y la tuya es muy vieja!
No era bueno para los insultos.
Jimin me miró serio e indiferente, no le afectó mi supuesto insulto. Después de parecer analizarme sonrió, como si se le hubiera ocurrido una idea.
—¿Quieres ver lo que yo he visto? —me preguntó. Yo lo miré indeciso y terminé por aceptar—. No solo lo he visto en persona, yo lo veo por las cámaras; miré cuando tu madre se acostó con mi padre para crear a Jungkook.
Lo miré con mis ojos llorosos, no podía creer lo que me decía.
—No quiero verlo. —dije amenazando con romper en llanto.
Jimin me tomó de la barbilla con fuerza y sacó su celular mostrándome un video, no podía ver bien porque me moví y él hacía lo posible para que no me moviera. Se subió sobre mí y presionó mi cabeza sobre la cama.
—N-No... ¡Me lastimas! —comencé a llorar con fuerza.
Jimin me soltó, ambos nos quedamos callados, y gracias a ese silencio pude escuchar a mi madre hablar de Jungkook con el señor Park; esa grabación tenía años, fue antes de que Jungkook naciera. Jimin sonrió victorioso y yo solo pude cubrir mis oídos mientras lloraba.
Entendí el por qué Jimin odiaba a mi madre.
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