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Capítulo 18

Yoongi:



Olvidarme de todo, era todo lo que quería.

Mientras hacía las compras intenté pensar en cosas distintas a mi hermano y Jimin, pero a ellos los veía en todos lados.

Tomé tres ramen instantáneos y los eché al carrito (favoritos de Jungkook). Llevaba bastantes cosas. Curiosamente aún nos quedaba bastante dinero, no estaba seguro si la tarjeta del padre de Jimin aún generaba dinero. Supongo que no, debía cuidar bastante nuestra economía porque en un futuro yo necesitaré conseguir un empleo.

Pasé por un pasillo donde habían varios televisores de distintas pulgadas. Quisiera comprarle una a Jungkook, porque cuando yo era un niño deseaba tener una como la que Jimin tenía. 

Jimin lo tenía todo.

Un chico se paró a un lado de mí mirando el mismo televisor, al verlo recordé a Jimin un poco más joven; sus brazos fuertes, sus cachetitos, esos preciosos ojos. Jimin era precioso, y aún lo es, pero siento que ha adelgazado. Y sin querer, otra vez estaba pensando en él.

Maldije bajo, no quería pensar en mi novio, aunque básicamente no había mucho en qué pensar. Mi mundo era Jimin y Jungkook.

El chico me escuchó maldecir y se alejó asustado; ni que fuera a sacar un arma en este lugar. No quisiera ir a la cárcel, qué estúpido.

Uno de los televisores tenía las noticias. Me acerqué a escucharlas porque me pareció escuchar una voz familiar. Y en efecto, era familiar.

Después de tanto tiempo, mis padres reportaban nuestra desaparición. Mis padres estaban juntos.

—...desde entonces no los hemos vuelto a ver.

—Los padres de estos chicos... —en la pantalla aparecieron unas fotografías de Jungkook y de mí. Jungkook había cambiado un poco, ahora es más guapo, o así yo lo miraba quizás porque es mi hermano— esperan por su regreso y piden la ayuda de las personas para que los ayuden a traerlos de regreso; uno de ellos tiene una discapacidad. 

—Mierda. —murmuré.

Si Jimin miraba ese comercial, estoy seguro que se enfadaría o haría algo, su madre ni se había preocupado por él. No quiero que su enojo recaiga sobre mi hermano.

Me apresuré a pagar todo y corrí hasta el estacionamiento. Cerca de ahí había un hombre que vendía cigarros. Los miré por un momento. Iba a seguir, pero la tentación me ganó y sin pensármelo le compré una cajetilla.

Jimin detesta los vicios, pero por alguna razón siento la necesidad de fumar. Esto lo hice un poco antes de irme de casa; salí con unos amigos (Jimin no sabe), fumamos, tomamos. Hice de casi todo menos serle infiel a mi novio; no volví a fumar pero siento que debo.

Llegué a casa, bajé del auto y me recargué en la puerta a escuchar.

—¿Vas a querer licuado de fresa? —escuché a Jimin hablar. Su voz la sentía un poco asustada, pero al menos no sonaba amenazante. 

No había razón para intentar detenerlo.

—S-Sí, por favor. —contestó mi hermano.

—Deja lavo las fresas.

Jimin podía odiar a Jungkook, pero hace bien eso de cuidarlo por mí.

Me quedé afuera fumando, pensando en todo lo que me acaba de suceder; mis padres estaban buscándonos. No sé si Jungkook quiera volver, pero yo no puedo volver; Jimin estaría solo.

Mi razón principal para huir no fue Jimin. Fue mi hermano. Viendo la situación en la que vivía, no me gustaba pensar en que Jungkook estaba solo y más con una discapacidad, pero ahora siento mucho miedo. Amo a Jimin, pero no quiero que intente hacerle daño a mi hermano solo porque piensa que él quiere algo conmigo; eso era muy enfermo.

Varias veces he pensado en irme mientras está dormido. Pero lo veo dormido y recuerdo al chico del que me enamoré; siempre ha hecho cosas por mí pero siempre afecta a terceros.

Desearía que todo fuera normal. Quizás a mis padres les gustaría ver a Jimin como mi novio, ¿o les molestará? Así como el padre de Jimin. Ese día tuve mucho miedo, mi miedo se convirtió en ira y lo intenté asesinar. Supongo que nunca me gustó ver a mi novio así de asustado o triste, siempre me ha gustado su sonrisa, todo de él me encanta.

Suspiré dándole una calada más a mi cigarro.

—¡Qué mierda es eso! —escuché a Jimin decirle a mi hermano. Salió molesto, abrió la puerta y le sorprendió verme, y más con el cigarro entre mis dedos—. Eres un pendejo. —me dijo.

Yo solo rodé los ojos; como siempre metiéndose en mi vida. Hace unos momentos estaba pensando en lo mucho que lo amaba y ahora no quiero ni verlo.

—¿Qué quieres? —pregunté.

—¿Acaso tú quieres cáncer? —fue hasta conmigo e hizo el intento de quitarme el cigarro. Alcé mi mano prohibiéndole tomarlo, dio unos cuantos saltos y se molestó más—. ¡Quiero que lo dejes! 

—Primero alcánzalo. —respondí con una sonrisa burlona.

—Eres de lo peor, eres el peor.

—Solo es un cigarro, quiero dejar de pensar en los problemas y tú vienes aquí a gritarme.

—¿Problemas? —rió— Tu problema será que tendrás cáncer. El único vicio que debes tener soy yo. 

—¡Es mi maldita vida!

—¡Tú eres mi vida! —me gritó y me quedé callado, no lo esperaba. En verdad no me esperaba que me gritara eso. Ahora me besó en los labios tan vorazmente mientras acariciaba mi abdomen. Antes tenía un abdomen marcado, lo he perdido un poco, aunque aún se sentía—. Te amo. —dijo, bajando sus manos hasta mis pantalones deportivos y acarició el elástico de la cadera tentándome a querer más.

—Jimin... —lo separé un poco.

Él me miró confundido, sus labios brillaban a causa de mi saliva, sus mejillas sonrojadas. Cómo he adorado eso de él. Volví a besarlo, no quería entrar porque Jungkook sabría a dónde iríamos. Así que, lo íbamos a hacer afuera en el porche.

Jimin se pegó más a mí, permitiéndome apretar su trasero mientras nos besabamos.

Nos separamos, y cuando estaba listo, una patrulla llega a la casa. ¿Cómo nos encontraron? O más bien, ¿qué querrán estos policías?

De ella se baja un chico precioso; se acercó hasta nosotros. Me pregunto si nos habrá visto besarnos.

—Buenas tardes —dijo—, me permiten pasar para hacer algunas preguntas.

Jimin se metió a la casa molesto.

—Sí —contesté yo—. ¿Gusta algo de beber?

—Sí, por favor.

—Entonces, pase por favor. —le abrí la puerta. 

—Muy amable, gracias












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