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08; Feliz cumpleaños.

Martes 2 de junio, 23:48 pm.
Casa de la familia Messi Roccuzzo.

La celebración que se llevaría a cabo en la casa de la familia Messi Roccuzzo estaba a minutos de comenzar y los protagonistas de la noche se daban sus últimos retoques antes de recibir a los invitados.

Era muy normal que Renata y el Kun celebraran sus cumpleaños juntos, siendo que la fotógrafa cumplía el 1, y el futbolista el 2 de junio.

Además, no solo celebraban sus cumpleaños, sino también lo que venía después; La Copa América, cosa que esperaban, fuera un gran logro.

Cinnamon Girl de Lana del Rey, resonaba entre las paredes de la habitación que Lionel Messi le había dado a Renata Messi hacia dos días atrás.

Con suma delicadeza, destapó su perfume favorito de Victoria Secret, Bare vainilla, y lo esparció alrededor de su cuerpo.

Caminó por el piso de madera unos segundos para acostumbrar los pies ante alto tacón, y luego se paró frente al espejo, deliberando si realmente le gustaba lo que estaba viendo.

Su castaño pelo se encontraba en unas ondas algo despeinadas, acompañado de su clásico flequillo, un maquillaje muy suave, y unos colgantes plateados.

Un corto vestido color verde oscuro se amoldaba a su figura perfectamente, y que a la vez hacía resaltar ciertos atributos, como el corte corazón a sus pechos y el ajuste en su cintura, que la hacía mas pequeña.

Además, aquellos blancos tacones aguja, regalo de su cuñada, eran de talle perfecto y muy cómodos.

Sonrió emocionada.
Se sentía muy linda, cosa que no pasaba seguido.
Renata solía ser bastante insegura.

Aplicó un poco mas de rubor en sus cachetes y abandonó su pieza temporal para dirigirse a la sala, en donde se llevaría a cabo la mayoría de la fiesta.

La temática del festejo era blanco y verde, por la tanto, todos debían traer algo de esos colores, y por ello también, la casa se encontraba decorada en esos tonos. 

Muchísimos globos, carteles, cortinas y papeles de la gama elegida impactaron sus ojos.
Se veía extremadamente bien.

Se preguntaba, ¿cuanto habían tardado los organizadores en preparar todo aquello? La casa Santafesina de su hermano era enorme. 

Le pareció raro no ver nada del proceso, seguro estaba durmiendo.

También le pareció raro no ver a nadie. Sabía que esa noche no había hijos, sobrinos, o nietos. puesto a que eso se asemejaba mas a una joda con alcohol de por medio, que a un almuerzo familiar un domingo, pero no veía a ningún adulto.

Se dirigió hacia la cocina. 

El retumbar de sus tacones hizo que el Kun le sacara la vista a los aperitivos. Sonrió como un nene chiquito y abrazo a su hermana de corazón, también, emocionado.

En medio del abrazo, los dos comenzaron a dar vueltitas y a saltar.
Y es que ya tenían un par de copas encima, gracias a Lio, quien había mandado a sus respectivas piezas un champagne para que disfrutaran mientras se arreglaban.

—Estas hermosa Rena.—Le dio una mirada de arriba abajo con un poco de brillo en sus ojos.

—Ay.—Paso uno de sus brazos por los hombros del Kun, para juntar sus cabezas.—Vos también, muy elegante... Y floral.
Rio. 

El atuendo del Kun se basaba en una camisa verde oscuro, un pantalon y zapatillas blancas, y ademas, una vincha de flores que había robado de la cabina de fotos.

Rena soltó a su amigo, así podrían acercarse a la mesa a picotear.

—Mm. Que rico.—Saboreó un canapé que tenía una especie de crema de queso por arriba y jamón de relleno.
—Buenísimo.

—Escúchame una cosa.—Vació el contenido de su copa para bajar la pesadez de los once bocadillos y mirarla con ojos picaros.—Cuidado con lo que haces, eh. Te voy a estar mirando.

Renata rio entre dientes desvergonzada.—Tranquilo,  yo me voy a portar bien.

02:28 am.

El reloj había avanzado y los invitados ya habían llegado. Algunos hace bastante, otros hace no mucho.

Entre los amigos del Kun, y los de Rena, imagínense la cantidad de personas que había. Por suerte, Lio tenia una enorme mansión, y eso los mantenía tranquilos. Aunque no les sorprendería si al despertar al otro día, faltara algo.

Abrazada a Marianella de La Cruz, su mejor amiga desde la adolescencia, recordaban viejos tiempos.
Una tucumana perdida en Santa Fé, y una Santafesina con demasiada información, la dupla perfecta para aquel entonces.
Otra persona a la cual no veía mucho, y extrañaba horrores.

—No puedo creer Reni.—La llamó por el apodo que había inventado en primaria.—Ya veintiséis. Te juro que parece ayer cuando te tire por las escaleras del colegio.

—Yo tampoco me voy a olvidar. Sobre todo porque me rompiste la nariz.—Rio entre dientes.

Sonrió con malicia.—Si... Las mejores veinte amonestaciones que me pude haber comido en quinto año.
Se separó.

—Igual no lo hice apropósito. Yo solo quería empujarte un poquito, y en joda.—Aclaró.

—Si, Maru, ya se.—La volvió a abrazar.

Marianella podía ser bastante violenta, pero esa era su forma de demostrar amor. Solo que a veces no medía su fuerza.

—Bueno amiga, yo me voy a ver si me puedo levantar algún jugador.—Le dio un beso en el cachete.—Acércate al palo de luz que esta parado allá porfa. Hace diez minutos te esta mirando como si fueras la última botella de agua en el desierto.

Maru carcajeó bastante fuerte, pero no fue escuchada por la alta música.
Se adentró a la pista de baile moviendo sus caderas de forma muy extraña, mientras le robaba una copa al camarero que pasaba por ahí.

Renata la miro embobada, amaba a su mejor amiga, tanto que siguió su consejo.

Le dio una mirada para nada disimulada al palo de luz que posaba metros alejada de ella, cosa que infló el ego del arquero hasta los cielos.

Emiliano tenía una camisa blanca arremangada y pegada a su cuerpo. Unos pantalones negros básicos y una pequeña pulserita verde que resaltaba en su muñeca izquierda.
Ella tenía que admitir que estaba muy lindo.
Aunque para el, Renata no se quedaba atrás, e hizo exactamente el mismo escaneo.

Emi se enderezó cuando la vio caminar hasta el con seguridad.
Pudo sentir un pinchazo en la panza y como las piernas le temblaban.
Y bueno, que querían que hiciera, si a una persona normal se le escapaba un like mientras stalkeaba no pasaba nada, porque nunca iba a ver a la persona stalkeada, pero el no era normal, porque a veces se olvidaba de como usar Instagram.
Además, la estaba viendo, venía justo hacia el. Estaba mucho más que nervioso.

—Emiliano, ¿no?—Ella le habló y lo miró con mucha dulzura.

Tartamudeo un poco.—Si. ¿Renata?

Ambos preguntaron, a pesar de ya saber la respuesta.

Asintió.—¿Llegaste hace un ratito?

—No... Hace una hora, hora y media maso menos.

Parpadeó varias veces ¿Cómo era que no lo había visto? ¿Por que nadie los había presentado?
La verdad era que los chicos de la selección solo querían ver sufrir a Emi, sabiendo que le daba mucha vergüenza acercarse.—Perdón. No te había visto.—Admitió apenada.

Emi aflojó los hombros, estando mucho mas tranquilo, y le sonrió ladeadamente.—Yo sí, pero estabas muy concentrada hablando con Papu que no quería interrumpir.

Que lindo, pensó.—No ibas a interrumpir nada, te hubieras acercado igual.

El había preferido no acercarse. Además de Renata y Papu, estaban Lean Paredes, Licha y el otro cumpleañero. Se iban a reír de el y su tartamudeo descontrolado, aunque no se presencio por mucho aquella vuelta.

—En algún momento te iba a encontrar.—La señaló con el vaso.—Y al final vos me encontraste a mi, así que.—De alguna forma eso no era tan cierto. No cuando el llevaba varios minutos mirándola, esperando que dejara de hablar con todas las personas que se cruzaran por su camino así poder interrumpirla sin nadie a su alrededor que lo pusiera en evidencia.

—Si...

Suspiró.—Feliz cumpleaños.
—Casi que se olvidaba lo mas importante.

Le sonrió cautivadoramente.—Gracias.
Contestó alegre.—¿La estas pasando bien?

Emi separó su espalda de la pared, contagiado de la felicidad.
Su nerviosismo había desaparecido.
—¡Si! ¿Queres ir a...?

La pregunta había quedado en el aire.

Rodrigo pasó por detrás de la Messi mas chica con una copa en mano, cosa que no paso desapercibida por Emi, quien le envió miradas automáticas para que se fuera de ahí. 

Renata ladeo la cabeza un poco confundía.
Dio media vuelta, y entendió lo que pasaba cuando lo vio. Rodó los ojos con una sonrisa.

Rodrigo de Paul, acostado en la encimera de, la ahora vacía cocina, elevó su trago.—¡Salud!

05:13 am.

Eran más de las cinco de la mañana y la fiesta aun no terminaba.
Renata robó el saco de un hombre x, y se escapó para el patio.
Ciertamente, mayo había acabado y junio comenzaba a arrastrar los días fríos.

Había dejado de tomar hacia un rato. No quería pasarse de copas el día de su cumpleaños, y vomitar todo lo ingerido al día siguiente, o en los peores casos, en ese momento.

Con un vasito de agua, y un sanguchito de miga, se sentó en el cómodo sillón de exterior. 

Se desabrocho los tacones, que fueron rápidamente olvidados en el pasto.

—¿Puedo sentarme?— Apareció luego de unos minutos.

Borracho bajo una farola ella lo conoció.

El sonido de los grillos era lo único que se escuchaba, además de la lejana música. 

Asintió con la cabeza, sin mucho que decir.

Se sentó a su lado, también con un vaso de agua y un sanguchito de miga.
Al mismo tiempo, llevaba con el una bolsita blanca.

—Te traje algo.—Esbozó una sonrisa, más parecido a una mueca, aunque no se veía mucho, puesto que había poca luz.—Si no estuviera borracho no me animaría a decirte esto pero, el día que se me escapo el like, no solo fue esa foto. Se que te gustan muchos las flores, y cuando lo vi, dije, es perfecto.

Renata lo observaba atentamente, como se trababa al hablar por el alcohol en sus venas.
Le daba mucha ternura, le hacia acordar a una ardilla.

Abrió la bolsita y saco de ella una caja de terciopelo negro.
Acarició la tapa, sintiendo la suave tela, para luego abrirla.

Una delicada cadenita que tenía un dije en forma de flor, brillaba bajo sus ojos. Era precioso.

—Quizás no es la gran cosa, pero...

—Me encantó.—Lo interrumpió.—Es muy hermoso.

A Renata realmente no le importaban los regalos lujosos o caros, realmente ni siquiera le importaban los regalos.
Los gestos como el que tuvo Emiliano, eran perfectos, y le encantaban.

Lo miro fascinada.—¿Me ayudas?

El asintió sin dudar.

Rena se deshizo del collar de perlas que tenía para dejarlo a un costado.
Giró su cuerpo, así dándole la espalda a Emi, y corrió su pelo.

Los duras manos del arquero agarraron los extremos de la cadenita y la paso por encima de la cabeza de la fotógrafa. Al llegar a la nuca Intentó engancharlo. Eso hizo que sus dedos rozaran con la piel de la mujer, quien, de inmediato tuvo unos escalofríos que recorrieron su espina dorsal.

—Listo.

Miró hacia abajo y acarició la flor.

Volvió a su postura inicial, pero observando a su acompañante, quien ya tenía sus ojos sobre ella.

Era un momento demasiado íntimo. Tanto, que hasta Rodrigo lo sintió.
Por primera vez los dejo tranquilos, y sin interrumpir, volvió adentro.



















n/a

les juro que los amo tanto
e

spero que les haya gustado

besos

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