U n o
Sus ojos se veían más cansados de lo normal,
pues hoy se trató de suicidar.
Con un cigarrillo en la mano,
y una botella de alcohol en la otra,
la chica miraba el agua correr por debajo de sus pies con desesperación,
el puente en el que estaba sentada parecía verse más frágil;
tanto, que sentía que pronto se caería.
Sus ojos de un color rojo se tornaron,
casi tanto como su pelo,
por dejar caer sus lágrimas en el agua.
"Linda chica, ¿por qué lloras?".
Le preguntó un extraño a la pelirroja.
"No lo entenderías".
Y en efectivo, no lo entendería.
Porque en ese momento nadie la entendería.
Todos tenemos esos momentos en los cuáles nos sentimos algo rotos.
Entonces, éste era el suyo.
Él se alejó,
no sin antes decirle que era hermosa,
y apostó a que si se veía hermosa llorando,
se vería aún más hermosa sonriendo.
Megan sonrió secamente,
porque sabía que mentía.
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