Esa noche Megan ahogó sus sollozos en la almohada,
mientras gritaba y maldecía.
Estaba tan inconforme con su estúpida y miserable vida...
No podía apreciar la felicidad que le quedaba.
Pero... ¿felicidad?
Ella ya no sabía lo que era eso.
Cada lágrima,
cada llanto,
todo lo que hacía demostraba cuán miserable era ella.

Tal vez había demasiados cortes en su cuerpo,
o tal vez se intoxicó demasiado con los cigarrillos,
pero quizás... podrían haber sido aquellos agujeros en su piel;
¿qué te inyectas, Megan?
Ella siempre respondía de igual forma:
una mala mirada y un escupitajo en tu calzado,
acompañado de un "¡¿qué carajos te importa?!".

Si, su actitud y acciones no eran las mejores.
Pero... ¿qué más da?
Eso la hacía ser ella...
Ese era su estilo,
las malas palabras,
al igual que sus acciones,
la indiferencia,
quien la hacía ser ella,
su violento temperamento,
con el cual a veces se convertía en otra persona.
Esa es Megan, la violenta e infeliz Megan.

Pero suficiente de hablar sobre ella,
centrémonos en el tema principal de esta historia...
porque esta no es una historia sobre una chica tonta que odiaba su vida,
no se trata de infelicidad,
ni tristeza,
ni cortes,
ni drogas,
todo eso es parte de la historia,
pero no es lo que importa,
lo creas o no,
esto es una historia de amor.

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N/A: La verdad, no me gustó mucho cómo quedo, pero buano, ¿qué dicen ustedes?