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🍃49🍃

Aria corría, escapando.

—¡Ya basta!— exclamó, riendo con fuerza.

Esta vez era diferente a las demás, ella escapaba, pero de Seokjin y sus inquietas manos que sólo querían atraparla, abrazarla y no soltarla nunca más.

Seokjin era amor, era entrega y lealtad, Aria sabía que bajo esa coraza de molestia e indiferencia se encontraba un  hombre que quería y merecía ser amado, él nunca había conocido el cariño, así que Aria se encargaría de enseñarle todos aquellos sentimientos y sensaciones de los que fue privado.

Allí en los desolados pasillos de lo que parecía ser un castillo, Seokjin le alcanzó, le había seguido el juego, pero por supuesto su esposo no poseía la paciencia suficiente para prolongarlo.

—Te tengo— susurró en su oído, su piel hormigueó ante la respiración chocando contra su cuello después— te necesito conmigo— la apretó contra su pecho— por favor, ven a mi lado.

Aquella petición agónica la destrozó, así que sus recuerdos junto a su cuerpo y alma reclamando a su destinado, finalmente lograron motivarla a lo que tanto esperaban.

Aria abrió los ojos, despertando de lo que parecía un eterno sueño.







Seokjin despertó, no supo en qué momento exacto se había quedado dormido.

Su respiración un tanto brusca, su pecho subía y bajaba por lo mismo, se removió hasta sentarse, dándose cuenta de que aquella habitación no era la suya y de que sorprendentemente el aire dentro de la misma conservaba un exquisito aroma a rosas.

Había entrado con la intención de buscar alguna de sus capas, pues sabía que ella había tomado más de una y ahora él deseaba tener al menos una de esas devuelta con él.

Tenía aquella sensación horrible en el pecho, la extrañaba como un loco, quería algo suyo o lo que sea que hubiese pasado por las manos de su reina, pensando así que la espera a su despertar fuese menos dolorosa.

Quiero a mi reina a mi lado.

Suspirando se puso en pié, la habitación de Aria ciertamente parecía un armario lleno de vestidos, incluso pudo ver unos cuántos nuevos en las esquinas del lugar, parecía que Hani se había emocionado de más confeccionando para Aria.

Se acercó a uno en especial que logró llamar su atención, era blanco, falda translúcida y con algunas piedras brillantes decorando el corsé e inicios de la misma, le gustó.

Inhaló, llenándose del dulce aroma para después exhalar con lentitud, aquello al menos podría brindarle un poco más de calma y apaciguar la tristeza inmensa e inexplicable que lo invadía aquel último tiempo.

—Esta situación tiene que terminar pronto—musitó, saliendo del cuarto a paso rápido.

Tristeza y enojo combinados en alguien tan voluble como Seokjin no era exactamente un panorama agradable para externos.

🌸🌸🌸

Bin y Joe entraron al salón dónde Seokjin pidió sus presencias, permitió también la entrada de sus respectivos hijos y es por eso que ahora Rosé se encontraba a su izquierda comiendo otros dos trozos de pastel y tarareando una melodía desconocida para todos los presentes.

Namjoon fue el último en llegar y para colmo abotonando su camisa de pijama, parecía que alguien se había llenado de valor para despertarlo, estaba con un pie en el mundo de los sueños y con otro en la reunión de los reyes.

No era lo mejor, pero al menos ahí estaba.

Hoseok se burló de sus ojos hinchados y su aspecto moribundo, callando después de la mirada molesta que el rey de otoño le brindó.

—De un puñetazo te puedo volver un rey eterno en un coma eterno— Bin no pudo guardar su carcajada ante aquella cómica amenaza, Joe se cubrió la boca, escondiendo la sonrisa que deseaba formarse en sus labios, Rosé se ahogó con su pastel, sintiendo después las palmaditas de Seokjin en su espalda, agradeció silenciosamente— es que como odio que me despierten, una hora más y podía estar como nuevo ¿saben cuántas horas duermo normalmente? tres miserables horas.

Jimin frotó el hombro de su rey, buscando calmarlo o en cualquier momento sería una bomba estallando en insultos y palabras grotescas.

—Bueno— alza la voz Seokjin, llamando la atención— tenemos muchas cosas que discutir además de muchísimas preguntas por hacer.

Asintieron, Seokjin observó cada rostro y termino con los ojos sobre Bin, era su único conector con el enemigo.

—¿Puedes ver lo que está haciendo justo ahora o sólo es en caso de que sea algo realmente grave o de importancia?

—Puedo hacerlo a voluntad— eso era una excelente noticia— desde que salimos de la sexta frontera he estado al pendiente por momentos y es bastante extraño— entrelaza ambas manos sobre la mesa— Roja está constantemente acumulando poder pues si lo que busca es influir desastrosamente en el ciclo natural, necesita resguardarse y usar la menor cantidad de energía posible.

—Así se le llama al poder e influencia de las lunas; energía— explica Joe— esta energía se condensa dentro de ellas, específicamente en todo su centro y conforme se acumula puedes ver cómo irradia a su alrededor, como una especie de aura brillante que marca su silueta— suspira, recordando— Blanca estaba constantemente entregándole su energía a Roja, por eso no era tan fuerte y sufría incluso desmayos, su personificación era muy inestable mientras que Roja se mantenía firme, podríamos decir que se alimentaba de ella, de la energía que Blanca le transfería.

—De hecho— señaló Bin, todos se encontraban atentos, escuchando aquellos datos de los que no conocían nada, Rosé y Wendy no sabían mucho acerca de quién fue su madre, solo unas cuántas anécdotas que no sabían si eran o no ciertas— es por eso que las fases de la luna existen, porque Blanca al entregar su energía no tenía el poder suficiente para enseñar en el cielo una luna llena, por eso aveces veíamos solo la mitad de esta, menguante, creciente... mientras que Roja se presentaba cada diez años como una enorme luna roja llena.

Aquello era impresionante, entonces esta llamada energía es la que la luna roja a estado acumulando por décadas, le asustaba un poco imaginar lo que sucedería cuando decidiese canalizar todo aquello con su entorno para obtener lo que quería.

Jimin gritó y los demás brincaron en sus asientos cuando de la nada, Otoño apareció sobre la mesa, exhausto y sin mucha fuerza, Seokjin no se inmutó pero si sintió curiosidad ante tan original entrada.

Señaló a Namjoon.

—Lo necesito— dijo, el rey lo miró como si estuviese demente— lo tomaré prestado.

—Relájate un segundo, imbécil, tu-

No le dio tiempo de refutar, pues jaló de él y al minuto siguiente ambos se habían esfumado.

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