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🍃41🍃

Frente a Aria, quién no podía hacer más que seguir soñando, se encontraba un hombre.

En este sueño, la brisa soplaba con delicadeza apartando el cabello de su rostro, estaba en el campo de flores y usaba uno de sus vestidos más hermosos.

—Sabía que terminarías llamándome en sueños— el hombre se levantó, dándole una vista a su varonil rostro— mi niña parece angustiada ¿qué podría hacer por ti?

Era su padre.

—Creo que siempre estoy llamándote en sueños ¿porqué hasta ahora te presentas?— debate, acercándose a él, lo abraza— estoy en problemas ¿no es así?

Asiente.

—Bueno, no en problemas, más bien en peligro— acaricia su cabello— ¿cuántas más preocupaciones le piensas dar a tu esposo? 

Seokjin, extrañó a aquel imponente y malhumorado hombre ¿estaba dormida? no recordaba con exactitud qué había sucedido, ella estaba acariciando a Diamond cuándo de nuevo aquel punzante dolor en su pecho se hizo presente.

—Estás desmayada y respirando a duras penas— le miró con reproche, eso no era muy alentador— tienes que despertar, Yoongi en cualquier momento colapsará contigo si no ve mejoras.

—Si... tengo que despertar, pero...— se dejó caer en medio de gardenias, suspirando con pesadez— pero estoy tan cansada.

—Seokjin te necesita.

Negó.

—Él tiene a Namjoon y aunque no lo creas, también a Hoseok, estará bien. Ellos lo apoyarán.

—Pero tu le das fuerza, él necesita esa fuerza emocional— lo ve sentarse junto a ella, buscar sus ojos para hablarle directamente— está triste porque no puede estar contigo ahora, tienes que luchar e ir con él.

—Es que... duele mucho, aquí— señala su pecho— duele demasiado.

—Deshacerte de ese dolor es más fácil de lo que crees, hay personas ayudándote— su padre acuna el rostro de su hija— ella no es tan fuerte, nadie que hace el mal con propósitos vanos puede serlo. Seokjin es tu destino, la parte más hermosa de tu vida es el rey de invierno ¿vas a dejarle el camino libre a ella?

—¿Camino libre?

—Ella quiere al mundo para si misma— dice— lo quiere con Seokjin incluido en él paquete.

Niega varias veces seguidas.

—Pero yo quiero a Seokjin.

—Están comenzando a amarse.

—¿Él me quiere?



Verano cargaba en brazos a Aria, había llegado el momento en el que se dividirán y tomarán caminos distintos, la expresión resignada y atormentada del rey de invierno lo decía todo.

Aria y Seokjin al ser destinados, poseían un vínculo fuerte dónde lo mejor era que, una vez se conocieran, no se apartaran el uno del otro.

Ambos llevaban meses juntos, poco a poco se iban conociendo y ahora se querían con tal intensidad, que resultaba notorio y precioso para quiénes podían presenciar las escenas dónde ambos se dedicaban miradas y sonrisas cómplices.

Así que separarlos ahora podía desatar un sentimiento de soledad y depresión para el rey, pero así debía ser por el momento, aunque su expresión y aura sombría incomodaban a Namjoon, ya se había acostumbrado a verlo rebosante de energía y sonriendo a causa de la reina, volver a ver su faceta triste y solitaria lo hacía sentir mal.

—Te encargo a mi esposa— fue lo único que musitó Seokjin a Invierno antes de dar la vuelta y partir.

Otoño se despidió de las estaciones y Yoongi, de nuevo tendrían que adelantar el tiempo si querían llegar rápidamente a la sexta frontera, no podían mantener a los reyes fuera de sus estaciones mucho tiempo o la gente comenzaría a preocuparse.

Jungkook se acercó a la estación que los acompañaba, queriendo preguntarle algo.

—Si yo quiero saber de alguien en específico...— empezó, Otoño se guardó la sonrisa burlona que amenazó con formarse en sus labios, ya sabía que quería— ¿podrías decirme cómo está?

Otoño asintió, no era algo que pudiesen hacer muy seguido pues los desgastaba en energía, pero por una sola vez que lo hiciera, no pasaría nada malo.

—¿Sobre quién quieres saber?

—La costurera real, Hani.

Ya lo sabía, pero escucharlo decirlo tan firmemente lo emocionó.

Jungkook observó aterrado como Otoño se esfumó un segundo y apareció de nuevo al siguiente, como si nunca se hubiese ido.

—Ella está bien, arrastrando un costal enorme con lo que supongo son telas, para cuándo los reyes regresen tendrán un guardarropa nuevo y completo.

—Pero, es decir— Jungkook ignoró lo terca que era esa mujer pues como siempre no recibía ayuda— ¿cómo se ve? ¿sana?

—Luce perfectamente bien, no te preocupes por ella— responde, sonríe con maña— cuando vuelvas deberías invitarla a... no sé, ver la nieve caer o algo, no sé qué tipo de citas se tengan en invierno.

—Uh... podría decirse que solo se sale a comer o a ver la aurora boreal en las noches— contó— en lo alto de las montañas, se pueden apreciar las estrellas y la aurora.

—¿Vas mucho allí?— niega, solo ha ido una vez y logro ver muchas parejas apreciando lo mismo— debes volver allí con Hani.

Bajó la vista a sus zapatos, riendo después.

—No sé si ella quiera salir conmigo.

Otoño frunció el entrecejo ¿acaso Jungkook era estúpido?

—¿Y porque no querría?

Caminaron un poco entre matorrales, cuándo se normalizó el camino, continuaron su conversación, bueno, Otoño lo invitó a continuar mientras veían a Taehyung y a Jimin enseñar a las chicas a montar caballos, sorprendentemente, los tres reyes iban a pie, Diamond seguía de cerca a Seokjin.

—¿Porqué entonces?

Jungkook lo pensó antes de decirlo.

—Sé que hay otros hombres que la pretenden y... entre el lastimado y poco agraciado guardián del rey a un hombre más normal que podría darle más estabilidad... estoy seguro de que elegiría la segunda opción, si yo fuese ella, lo haría.

Otoño observó el perfil de aquel fuerte y bien parecido muchacho, llegando a una conclusión.

—Eres imbécil.

Jungkook se ofendió.

—¿Perdón?

—¿Lastimado y poco agraciado?— repitió, apartando varias ramas del camino— ¿Así te refieres a ti mismo? Pienso que te equivocas, eres fuerte en todo sentido, habilidoso y con determinación, también tienes un buen rostro ¿o es por la cicatriz?— en parte lo era, lo hacía sentir inseguro en cuanto a su aspecto— ¿sabes algo? te ayudaré, así dejarás tus pensamientos estúpidos en el olvido.

Otoño tomó el rostro de Jungkook haciéndole gritar enojado, llamando la atención del resto.

—Quieto, mocoso tonto.

La estación posó su diestra sobre la cicatriz de Jungkook, era bastante grande y abarcaba desde la cien hasta el final del mentón, bastó un minuto para deshacerse de ella. Otoño sonrió complacido con su trabajo y buena acción.

—Ya está, no hay cicatriz fea— palmeó el hombro del chico, quién se tocó el rostro aún en estado de shock— agradéceme después y conquista a tu mujer, tigre.

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