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—¡¿Pero que has hecho?!— exclamó verano, atónito y asustado— ¡Le has matado!

La luna blanca observó con pereza a la estación.

—Ya estaba muerto ¿cuál es la diferencia?— fue su contestación, alzó la vista y demandante señaló a Seokjin— sácame de aquí ¿qué esperas?

El mayor arqueó una ceja ¿acaso ella le estaba dando órdenes?

Aria sintió su corazón doler ante la imagen de las cenizas en el suelo, aquel pobre e ilusionado ser...

—¿Ya sabes lo que está pasando?— pregunta Verano, intentando ignorar el último suceso, pues también se sentía dolido— necesitamos que nos ayudes a detener a la luna roja o ya no habrán más estaciones y-

—Y Seokjin morirá, lo sé, no soy imbécil— suspiró— mira, yo no puedo hacer nada, por eso envié a mis hijas a tierra— sacudió la mano— ellas podrán ayudar más que yo, creo.

Aria se acercó a su esposo, cruzada de brazos y un poco sensible, además de molesta.

Observó cómo la estación comenzó a discutir con la luna blanca, no se dió cuenta del semblante neutro y actitud callada de Seokjin.

—Se supone que hemos estado buscándote porque nos ayudarías— Namjoon levanta la voz, la mujer aparta la mirada y se cruza de brazos— piensa en nosotros, en las estaciones ¡piensa en tus hijas!

—Les he dado a mis hijas precisamente para que sean ellas quiénes se encarguen— repite, da la vuelta, ignorando la presencia de verano quién la mira con ojos angustiados— no puedo hacer mucho más y espero que lo entiendan, yo no tengo poder aquí.

—Pero-

—No te preocupes— habló finalmente el rey de invierno, acercándose.

Aquellos ojos escarlata lograron alterarle los nervios a la luna blanca, incluso si se quedaba observandolos podía comprender porque a su hermana le gustaba tanto este sujeto.

Se apartó de la reja, viéndolo aplicar fuerza haciendo que el metal reforzado cediera y se doblara, creando una abertura bastante decente para que pudiese salir.

—Puedes estar tranquila y simplemente salir— pronunció, apacible.

Namjoon desde su lugar miró al suelo, si, definitivamente Seokjin no era fácil de tratar, lo conocía perfectamente y aquel tono de voz...

La luna salió, a paso lento y mirada asqueada, la cual no le duró mucho al sentir su cuerpo ser tomado por los hombros y luego su espalda impactar contra la pared, sintiendo cada rincón de su anatomía temblar cuándo no conforme con sacarle el aire, la mano del rey de invierno se aferró a su cuello sin hacer mayor presión.

Sintió miedo, un solo apretón proveniente de la mano de Seokjin podía hacerla polvo a ella también.

—Ya no me queda mucha paciencia— suspira, viéndola fijamente, aquel par de esferas coloreadas ardían en furia— se agota tan rápido como nuestro tiempo, agradecería que nos comentarás algo que nos sirva.

Incluso en un momento como aquél, Seokjin no carecía de elegancia al hablar.

La luna desvió la mirada como pudo, aterrada, observó al resto de los presentes quiénes no parecían dispuestos a mover un dedo para ayudarla, ni siquiera la reina de primavera que se suponía odiaba la violencia.

—No tengo nada que pueda servirles, mi hermana es impredecible— traga saliva, intentando mostrarse impasible— ella simplemente tomará todo y lo hará suyo, todo lo que se le ha sido negado finalmente lo tendrá, es avariciosa y ni siquiera tú podrías vencerla.

Aquello último lo escupió con la intención de insultar al pretencioso rey, muy contrario a esto, Seokjin le regaló una media sonrisa que logró embobarla unos segundos.

—Entonces ¿eso significa que la has estado ayudando?— preguntó— eso es malo, porque entonces no tendremos a ninguna de las dos lunas de nuestro lado.

—Yo no-

—Supongamos que no es así— continúa— creeremos qué tal vez ella te ha encerrado para evitar que hagas algo en su contra porque se supone eres la parte buena de la luna— suspira— entonces como esa es la situación, yo te dejo ir sin problemas, dices que te mantendrás a la expectativa porque no tienes mucho que aportar y ya está ¿eso quieres?— suaviza el tono al pronunciar la pregunta.

Por un momento vio honestidad, así que no dudó en afirmar, soltando una risa.

—Yo nunca haría nada en contra de los deseos de mi hermana, saldríamos perdiendo, de todas formas.

—Entonces no estás aquí por los motivos que dije anteriormente.

Namjoon abrió los ojos al caer en cuenta de lo que trataba de insinuar Seokjin.

—Lo que acabas de confesar me da a entender que estás aquí encerrada para evitar que algo malo te suceda— abrió y cerró los ojos, nerviosa— es una suposición loca ¿no?

Namjoon continuó pensando en ello, tenía sentido ¿y si en algo afectaba a la luna roja el hecho de que atentaran contra su hermana? técnicamente al ambas ser lunas, representaban una mitad de la otra.

Pero entonces ¿porqué sería tan sencillo llegar a ella? Tal vez...

—Ella no lo sabe— pensó en voz alta, miró a Seokjin— la luna roja no sabe que su hermana podría afectarla de algún modo— se acercó a ambos, mirando fijamente a la nerviosa personificación— tú misma te has encerrado aquí con el fin de jamás ser encontrada y así evitarle problemas a tu hermana— rió cuándo apartó la mirada— seguramente ni siquiera sabe que estás aquí, por eso evaporaste a esa alma, porque nos ha guiado hasta tu paradero y pedirle a Seokjin que te libere es solo teatro.

—¡No, no lo sabe! ¿feliz?— respira con irregularidad— estos son sus territorios p-pero la cueva está encantada, así que no se puede enterar de lo que ocurre aquí— confesó, desesperada, comenzando a forcejear— ya les he dicho, suéltame.

—¿Pero porque la ayudas?— preguntó verano, indignado— hemos cuidado del mundo que amamos, juntos, toda nuestra existencia a sido dedicada a ello, nunca te hicimos algún mal.

—¡Es mi hermana!— exclama, sobrellevada por las emociones que la situación le obliga a sacar— solo ella podría tener la fuerza para hacer justicia por todo lo que ustedes cuatro nos han negado y humillado.

—¡Eso es mentira!— grita de vuelta— no hemos hecho más que apoyarlas, cuando ambas quedaron embarazadas fuimos los primeros en expresar nuestra alegría, jamás cuestionamos sus decisiones en tierra.

—¡Si lo hicieron!

—¡Sólo una vez!— ya todos conocían aquella razón— Ella no podía alterar el nacimiento de los eternos y destruir el linaje real como lo hizo, arruinó el ciclo previsto en el mundo, algo que estaba totalmente prohibido.

Seokjin aún la sostenía, no pensaba deshacer su agarre tampoco.

—No podían pretender darle eternidad a humanos cuando nosotros perfectamente podíamos ocuparnos de todo— respondió ella, sollozando— ella lo dijo miles de veces, está mal complacer a los mortales, las estaciones no necesitan reyes poderosos cuándo tienen Dioses que velan por un equilibrio justo.

Verano cubrió su rostro, sobrellevado por todas esas palabras tan hirientes producto de pensamientos tercos llenos de sed de autoridad y fuerza absoluta.

Aria se acercó a la estación, intentando brindarle confort con un apretón a su hombro.

—Ellos tenían razón— susurró— no debimos tomarlas tan a la ligera.

La luna blanca resopló.

—Por eso están muertos, por entrometidos—declaró, a partir de ahí nadie entendió a que se referían— si yo hubiese sido más consciente, también me hubiese deshecho de Rosé y Wendy  tal como lo hizo mi hermana con sus hijos.

Aquello dejó atónito a Verano, todos observaron como las lágrimas salían a borbotones humedeciendo las mejillas de este, quién jamás en su existencia de había sentido tan herido e impresionado por la falta de tacto de alguien a quien consideraba su familia.

Le dolió, porque para él y para primavera, Taehyung era como su hijo, no había nacido de ellos pero aún así, lo habían criado y visto crecer con tanto amor, que escuchar aquello lo rompió por completo.

Incluso Otoño e Invierno siendo tan simples y neutros como su naturaleza impone, amaron y aman a Jimin de la misma manera, como si hubiese nacido de ellos.

Era inaceptable.

—Entonces, no nos sirve de mucho— participó Hoseok por primera vez, observando rencoroso a la mujer llorosa de cabellos rubios— averigüemos que pasa si la luna blanca desaparece.

Aquello la alteró mucho más.

—¡No puedes matarme! Soy una representación, soy inmortal, a-además-

—Estando aquí si puedes— Verano dio media vuelta, se alejó un poco seguido de Aria, pronunciando una última cosa— por favor, rey, tome esto como mi única petición a su persona. Arránquele la vida.

Seokjin no dudó ni un sólo segundo en aceptar aquella petición, ni siquiera cuando esos ojos suplicaban piedad.

Hoseok se volteó también, él simplemente no toleraba ver cosas como esas, lo mismo sucedía con Aria.

Un último grito abandonó los labios de la luna antes de que el rey de invierno cerrará su mano por completo alrededor de su garganta, estrangulandola y escuchando esta crujir.

Luego presenció su cuerpo deshacerse, hecho polvo.

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