x. danza con lobos
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Edward se despide con una tácita sonrisa y se apresura a entrar en la casa al momento en que pisamos la propiedad Cullen. Comprendo su ansiedad y la comparto. Yo también me muero por ver a la pequeña pero decido darles privacidad a padre e hija.
Nuevamente son pocos los vampiros que acudieron en ayuda del clan los que permanecen cerca de Forks, sé –por el olor– que la mayoría se van a explorar las ciudades colindantes. Los lobos que estaban a mi llegada tampoco se quedan por mucho tiempo, van y vienen.
Rodeo la casa y me dirijo hacia donde mi sentido del olfato me indica que esta Garrett. Lo encuentro junto a una vampiresa que lleva un traje de piel de animal, el cabello largo y negro trenzado. Tiene extremidades muy largas, dedos y rasgos faciales agudos, todo en ella gritaba »salvaje«. Me detengo al instante, cautelosa. Cada una de mis terminaciones me gritaba que ella era peligrosa, que me alejara y que me llevara a Garrett conmigo. Pero el lado más racional de mi cerebro me recordaba que seguramente estaba aquí como invitada del clan de Olympic y ver la postura tan relajada de Garrett me ayudaba a intentar hacer lo mismo.
—¡Katherine, querida. Ya regresaron! —exclama Esme acuclillada entre las hermosas amapolas y azaleas que bordean su hogar.
Asiento sin quitar la vista de mi creador. —Edward entro a ver a Renesmee —contesto. Y hago una mueca al oír la aprensión en mi tono.
Ella sonríe y me pide que le pase un pequeño bote de herbicida. Me siento en la tierra a una distancia prudente y tomo una de las tijeras para podar. Recuerdo –borrosamente– haber ayudado a mi abuelo con su jardín y bajo la guía de Esme logró no destrozar ninguna de sus flores.
—En mis primeros años Carlisle y Edward estuvieron apoyándome en todo lo que pudieron pero nunca es fácil.
Dejo escapar un suspiro, en parte por escuchar de nuevo lo que me han dicho ya tantas veces y también en un intento de calmarme.
—Garrett dice lo mismo. Dice que debo tener paciencia —Hago otra mueca al volver mi vista de nuevo hacia él—. Pero esa es una virtud de la que carezco.
—Él tiene toda la razón. Ya pasaste por lo mas difícil, que es la etapa de neófita sin embargo aún toma mas tiempo controlarnos por completo —Intenta consolarme.
—De verdad espero que con los años deje de estar a la defensiva por todo. Es uno de los pocos aspectos que odio de ser vampira, de hecho creo que es lo único qué odio.
La sonrisa maternal en el rostro angelical de Esme me retuerce el estómago al evocar la de mi madre. Corrijo; los recuerdos empañados por la vista humana también me molesta.
Sin poderlo evitar hecho otra mirada en dirección a mi creador.
Mi acompañante lo nota e inquiere: —¿Lo quieres mucho, verdad?
Su pregunta me saca una pequeña sonrisa. —Sí, lo quiero muchísimo.
La expresión de su rostro cambia a una apenada cuando vuelve a hablar. —Perdóname si me excedo querida, pero, ¿alguna vez consideraron estar juntos?
Yo no puedo evitar soltarme a reír. —Ni por un segundo se me cruzo por la cabeza y estoy segura que por la de él tampoco. En el momento en que abrí los ojos a esta nueva vida lo considere un padre —Me detengo sopesando mis propias palabras. Nunca, ni siquiera en mis pensamientos le había llamado »padre« a Garrett. Se sentía bien decirlo en voz alta—. Tranquila Esme, es una pregunta que me hacen siempre que me ven acompañándolo.
El clan irlandés había cuestionado lo mismo, igual Peter, Charlotte y Tia.
—Me alegro muchísimo que se tengan el uno al otro, sabes —Mi sonrisa se amplía al oírla. Lo dice de corazón. Esme es bondad pura—. Carlisle nos hablaba mucho del aventurero e intrépido nómada, y siempre le preocupo verlo vagando solo. A ambos nos hace felices ver que ha encontrado en ti a una hija.
Estoy por agradecerle cuando el grito ahogado que profiere repentinamente Garrett hace que me estremezca. De haber sido posible mis vellos se hubieran erizado.
Siseo sorprendida cuando un firme brazo me jala hacia atrás; Edward me acerca hacia él sosteniendo a su hija con el otro brazo.
Parpadeo, confundida. Ni siquiera me percaté de que me había puesto de pie y estaba en dirección a Garrett, lista para atacar.
—Ella es Zafrina. Puede hacer que la mayoría de la gente vea lo que ella quiera, y vea eso y nada más —explica el cobrizo—. Garrett le pidió que le mostrara su don. Todo está bien Katherine, él esta bien.
Mi cuerpo había actuado por instinto incluso antes de que mi cerebro registrara lo que estaba pasando. Creo que una parte de mi aún no lo procesa, por que sigo queriendo alejar a Garrett lo mas lejos posible de la vampira. Y ahora también a Edward y Renesmee.
Sabiendo de mi lucha interna Edward me atrae más hacia el, tanto que mi piel entera es abrazada por el calor que despide la híbrida. Ella pasa uno de sus bracitos por sobre mi hombro en un medio abrazo. Prácticamente estoy en medio de padre e hija, ambos intentando tranquilizarme. Me centro en los latidos constantes de Ren y en el olor de Edward para lograrlo.
Desde su lugar Esme susurra palabras dulces y reconfortantes.
Por largos minutos me tienen así, encerrada entre ellos hasta que un carraspeó hace que Edward se aleje. Es Jacob, el metamorfo favorito de Renesmee. No dice nada, se limita a ver fijamente a mi congénere comunicándose en silencio. Con un suave movimiento Edward me entrega a la bebé y se adentra en la casa con el chucho siguiéndole.
Es extraño, pero decido centrarme en la niña en mis brazos. Necesito la tranquilidad que me proporcionaba. Alzo la cabeza para observar a Garrett todavía enajenado en lo que sea que le este mostrando Zafrina.
Pese a la afirmación de Edward necesito confirmar que este bien, y estando más centrada y en control es seguro que no me lanzaré de buenas a primeras sobre la salvaje vampira. Pero de ninguna forma Ren estará cerca.
Estaba por llevarla con Esme cuando un fuerte aullido resonó por el bosque. Un alboroto se armó dentro de la casa en ese instante.
—¡No me habías dicho que la chupasangre rubia es una neófita! ¡Una maldita neófita Cullen! ¡¿Cómo es posible que la dejes estar cerca de Nessie?! ¡Podría atacarla en cualquier momento! ¡Bella estaría tan furiosa com-! —Los gritos del chucho se vieron interrumpidos y fueron reemplazados con gruñidos y el sonido de vidrios rompiéndose.
—¡Jacob no!
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