viii. el comienzo de una amistad
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Edward me mira antes de hablar: —¿Disfrutando de la lluvia? —Me detengo en seco al oírlo.
—¿En serio? ¿Por eso querías caminar conmigo? ¿Para hablar del clima? —El cobrizo sonríe.
—Eso parece —responde. Ante lo cual me encojo de hombros.
Nos sumergimos en un agradable silencio y yo procuro solo pensar en la vista alrededor nuestro. Caminamos bastante por entre el follaje de Forks bajo la ligera lluvia.
Yo, por puro acto reflejo, no respiraba, aunque no lo necesitara y tampoco había razones para no poder inhalar en su presencia. Estaba intimidada—. Edward, ¿llevas mucho tiempo siendo... esto? —Le pregunté impulsivamente, y me arrepentí al instante—. Eso fue grosero. No quise...
—No hay nada ofensivo en tu pregunta —Me respondió, un poco sorprendido—. Y en respuesta a tu pregunta, sí, llevo casi noventa años de esta... existencia. Nací en Chicago, en 1901, y fui transformado en 1918. Me estaba muriendo de gripe de española, mis padres ya habían fallecido, y no tenía a nadie. Carlisle, mi... padre en muchos sentidos, me encontró en el hospital y me transformó.
—¿Tienes casi un siglo de edad? —jadeé, atónita.
—Sí, ¿se me nota mucho? —bromeó Edward, que parecía encontrar mi reacción muy graciosa.
—Tanto como a Garrett.
—Respecto a él, me intrigas, ¿cómo lo haces? —cuestiono, mirándome de forma extraña.
—Vaya gracias, será que eres fácil de impresionar —conteste, sarcástica—, ¿cómo hago el que?
—¿Cómo es que no estás enojada con Garrett? Te arrebato la vida. Durante mis primeras décadas no soportaba ver a Carlisle, llegué a separarme un tiempo de él y Esme.
—En realidad Edward, él me salvo. Puede que no haya tenido opción pero es la vida que elijo vivir. No voy a sentarme a lamentar lo que pudo ser y no fue.
¿Quieres saber cómo es que estoy aquí ahora, hablando contigo? Todo empezó por que salte del automóvil en movimiento de mi tío, habíamos discutido y él estaba muy borracho. Intento propasarse y elegí saltar. Solamente que no era el momento ni el lugar. Al saltar me lastime, no sangraba mucho. Pero era suficiente para un vampiro que estaba de cacería. Garrett solo se detuvo segundos antes de dejarme seca ¡Ja! No pongas esa cara. Garrett es un nómada peculiar, aunque no me sorprendió luego de saber que fue soldado. Un soldado acaba con los malos y defiende a los inocentes ¿no? Es algo que está muy arraigado en él. Solo caza criminales y me ha inculcado fuertemente ese sentimiento de "justicia".
Mi acompañante se quedo un minuto en silencio, digiriendo lo que acababa de decir y parecía que algo en mis palabras le había calado hasta el fondo.
—No lamentar lo que pudo ser y no fue. Es muy fácil decirlo —murmullo. Sin embargo antes de que pudiera decir algo el cobrizo cambio de tema.
Pasamos esa noche deambulando por el bosque. Hablamos mucho, sobre todo de los recuerdos de nuestras vidas humanas. Él admitió que era muy poco lo que podía recordar. Si yo, con pocos años en mi haber como vampira apenas recordaba cómo era mi madre, en su caso era aun peor.
—Mi apellido es Griffin. Katherine Georgina Griffin. Pero en tu existencia me llames así, te descuartizare Cullen.
Edward rio levemente.
—¿Cuántos años tienes?—prosiguió él.
—¡Hey! ¡A una dama no se le pregunta su edad! —Con mi cadera golpee ligeramente la suya, riendo.
—Lo sé. Mi madre me educo bien, pero tú no eres una dama Katherine.
Solté una carcajada al oírlo y esta vez sí le golpee con un poco mas de fuerza. Edward reía con más fuerza.
—Técnicamente tengo casi 30 años. Pero si quieres mas detalles me convertí a los 19 años y tengo 9 años como inmortal.
Yo le conté sobre mi infancia, sobre mi madre, quien era originaria de Mónaco y que debido a eso la primera palabra que aprendí a decir estaba en francés. Hable de cómo todos en mi familia eran artistas.
—Mi hermano hacia berrinche por que no le gustaban como retrataban las obras en la escuela, así que las reescribía una y otra vez hasta que estaba conforme, mi papá era su único actor así que te podrás imaginar lo divertido que era verlo cambiar de personaje ahí mismo en el escenario, yo me encargaba de la escenografía y era el público, y mi madre... —No pude evitar hacer una mueca al mencionarla—. Mi madre tocaba todo el repertorio en el piano. Esa era mi familia.
Edward me escuchaba con atención y paciencia. Le describí mi postre favorito, le conté sobre los libros que había leído, todos los distintos lugares donde había estado con Garrett, como de difíciles habían sido los dos primeros años con él, lo mucho que le había costado controlarme.
Y él a su vez me conto de todas las veces que había cursado la escuela secundaria, diferentes anécdotas con su familia. Los países en los que había vivido. Después me contó dónde había estado durante algunos de los hechos históricos más relevantes; Por ejemplo, Edward había estado en clase de Español cuando se dio el famoso discurso de Martin Luther King "Yo tengo un sueño", dicho por él me parecía tan vivido que sentía que estaba ahí, la Revolución Cubana, la guerra de Vietnam, el primer transplante de corazón, ¡la llegada del hombre a la luna!
La noche se nos pasó volando.
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