Capítulo: 13
-Le dije que la amaba, no sé si me escuchó; había mucho viento en el tejado y no dijo palabra alguna. La fiesta había terminado, no había nada más que hacer. Solo ella, la luna y yo. Te puse en el fuego nena. Entonces un rayo cayó sobre mí. Por cierto, el amor puede ser aterrador. Todo lo que se al final del día es que quieres lo que quieres y dices lo que dices, sigues a tu corazón aunque este se rompió. Todo lo que se al final del día es que amas a quien amas, no hay otra manera. Si hay algo que aprendí de millones de errores es que tu eres lo que quiero al final del día.
POV Rubén
—Kelsey, Kelsey despierta — le hablé mientras la zarandeaba pero era inútil.
—Dejame dormir — susurro adormecida.
—Kels, es demasiado tarde, se nos irá toda la mañana si no te levantas.
Se sentó en la cama su cabello estaba todo desordenado, se veía un poco pálida y su rostro estaba un poco hinchado e incluso así era hermosa.— Nadie, nunca, NUNCA se había despertado antes que yo, en ningún lugar, en ningún momento. ¿A que hora te levantas, Doblas?
—A la siete—. Me miró divertida.
—Eres raro.
—Me lo han dicho. En el baño hay un cepillo de dientes nuevo, usa ese— le dije antes de irme.
(...)
—¿Qué haces?— escuché su voz entrando a la cocina.
—Te seré sincero, iba a cocinar pero como me gusta mi cocina prefiero hacer un cereal.
—¿Eso que tiene que ver?
—La quemaría, toda.
—Quítate, Chef. Yo me encargo.
—Espera un momento— subió las mangas de su camisa y me miró— ¿Quién te dio el permiso de tomar esa camisa de mi closet?
—¿Rubén, puedo usar una de tus camisas?— me dijo entre risas
—No—le dije firmemente.
—Pues que mal porque ya la tome— dijo volviendo a lo estaba apunto de hacer,
La observe mientras cocina, ella tomaba cosas de mi refrigerador y de la almacena como si estuviera en su casa. Por lo que podía ver que tomaba supe que haría panqueques, me gustaban, pero nunca intentaría hacerlos, una vez más: Me gusta mi cocina.
Se movía de un lado a otro, buscaba sartenes, cucharones, batidores; cosas que solo tenía porque amigos venían seguido y les gustaba cocinar. Fue al refrigerador de nuevo y sacó fresas y bananas, revisó y encontró la nutella y los syrop de chocolate y fresa, susurró un "Perfecto". Vertió la mezcla de los panqueques sobre el sartén y pocos minutos después la saco, luego de repetir eso unas cinco veces más, las repartió en dos plato y luego se puso a decorarlas, corto las fresas y las bananas, hizo una mezcla en una taza con los syrop's y la nutella, coloca los trozos de frutas que había cortado y luego echo la mezcla.
—¿Todo eso por unos simples panques?
—Oh no mi amigo, no son simples panques. Pruebalos—. Me paso un plato y yo los probé. Era la cosa más deliciosa que mis papilas gustativas han probado en mucho tiempo.
—Joder, Kelsey, esto esta delicioso.
—Te lo dije, disfrutalo. No hago esto todos los días.
—¿Panqueques?—. Ella negó— ¿Entonces qué?
—Cocinar para alguien más.
(...)
—Habrá un fiesta en casa de un amigo, ¿quieres ir?
—No, hoy quiero quedarme en casa por lo que queda del día.
—¿Quieres que te lleve a casa?
—Corrección, quiero quedarme aquí, contigo, por lo que queda del día— dijo mientras se apegaba más a mi.
(...)
Pasamos la tarde en casa, Kelsey también hizo el almuerzo y fuertes esperanzas de mi parte esperaba que hiciera la cena también.
Entre a mi habitación y estaba ella quitándose mi camisa.
—Mierda— dije mientras salía.
—Rubén — me llamó antes de que saliera totalmente.
—Juro que no vi nada.
—Que lindo de tu parte pero ¿porque no entras a TU habitación?, te recuerdo que no hay nada que no hayas visto antes.
—Lo se, pero no quiero abusar de..
—¿De que?
—No importa— dije saliendo de allí antes de que todo se pusiese más incómodo.
Baje las escaleras para sentarme en el sofá, encendí la tv y comencé a pasar los canales buscando algo interesante; me mantuve así hasta que escuché que alguien toca mi puerta. Era una señora mayor con un uniforme de sirvienta.
—¿Se le ofrece?
—La señorita Kelsey me ha pedido que le traiga ropa a esta dirección. Se la he traído pero por favor dígale que sus padres están un poco preocupados y se sienten culpables. Entiendo si ella prefiere no ir hoy, pero dile que vuelva pronto.
—Okay— la señora me dejó una maleta y se fue.
Subí las escaleras y me dirigí a mi habitación; esta vez antes de entrar toque la puerta para asegurarme de que ella estaba en condiciones.
—Adelante— pase y ella estaba un una toalla alrededor de su cuerpo.
—Kelsey, una señora te ha traído esto— le entregue la maleta y ella la tomo
—Oh, la señora Atencio. Es una dulzura de mujer, solo en ella puedo confiar para algo así.
—Me dijo que tus padres están preocupados y se sienten culpables. Kels esa maleta es grande, ¿cuanto te quedarás?
—El tiempo que me quieras aquí, tal vez.
—¿Como que tal vez?
—Le pedí una maleta porque estoy considerando la idea de irme.
—¿A donde?
—A un lugar al que nunca haya ido antes.
—¿Que te parece Noruega?
—Me parece perfecto, ¿cuando nos vamos?
—Mañana mismo.
—Sí— dijo ella con emoción y se aproximo a abrazarme— Gracias.
—¿Por?
—Por todo— . No pregunte más y me separé de ella.
—Vístete, te llevaré a un lugar— . Asintió y abrió la maleta que le había entregado, sacó ropa y luego se volteo a verme. — Ya me voy, baja cuando estes lista.
(...)
—¿Me trajiste al tejado?
—Si, ahora siéntate —. Se sentó justo en la orilla— Estas consiente de que si caes de allí morirás, ¿verdad?
—No creo caer, pero en el caso de que eso pase, ¿como crees que reaccionaría la gente que me conoce?
—Todos te echarán de menos.
—¿Todos?, ¿realmente eso crees?
—Mira—. Señalé abajo, para que ella viera lo que a mi tanto me gustaba observar. — Por eso vengo aquí.— le dije observando como de a poco la ciudad se empezaba a iluminar, tratando de escapar de la oscuridad.
—Mira— dijo señalando un accidente de auto que a duras penas se lograba ver. — Que lindo.
—¿Que?, ¿los coches que han chocado?
—No, tonto. Eso— señaló una pareja de chicos, se veían de unos 17 años cada uno. Se abrazaban fuertemente, mientras la chica besaba cada parte del rostro de su novio.
—Son lindos.
—Me gusta este lugar, puedes ver tantas cosas desde un solo punto.
—Si, eres como Dios en este momento—. Ella soltó una risita y me miró
—Si mi madre hubiera escuchado ese comentario y hubiera notado que yo me reí tal vez me mataría con la excusa de que es una señal del cielo— guardó silencio por unos minutos — Escuché el te amo de anoche.
—Kelsey, no puedo...
—También te amo— me interrumpió mientras se levantaba.
—Podemos hacer que esto funcione, Kels.— le dije mientras también me levantaba con cuidado.
—Lo sé, pero si no funciona; quiero que sepas que sería mi culpa.— susurré un "No me importa" mientras me acercaba. Cuando la distancia entre nosotros era prácticamente inexistente la tome de las mejillas y la bese. Quería que fuera así para siempre. Ella, la luna y yo.
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