P R E F A C I O
El inicio de todo
Lohan
Esa noche.
Esa noche la playa estaba inundada de personas, más de lo usual. Y significaba una sola cosa, más trabajo, a lo que lleva; estrés
Y por más que la playa se inundara de una población salvaje, el imbecil de Drake no iba a pagarme más de mi miserable sueldo que apenas me alcanzaba para comer.
Y necesitaba tanto ese dinero.
La barra se llenaba cada cinco minutos, impidiéndome lograr tomar pequeños descansos. Mis pies adoloridos pedían reposo, pero era una tarea difícil con esa multitud de personas.
Las sienes me palpitaban gracias a la fuerte música y las luces improvisadas a unos cuantos pasos de al lado de la barra para alumbrar en la arena, dando vista a muchas personas borrachas, besándose y hasta podría jurar que drogándose.
En este mundo te acostumbras a observas todo tipo de personas, desde lo mas hábiles hasta los mas débiles.
—¡Hey!— mi hermoso trance de intento de relajación fue interrumpido, para observar a la chica tras la barra mirándome algo impaciente por volver a la pista–¡Sirveme otro!– grita sobre la música, y eso es suficiente para levantarme del asiento y tomar su vaso.
Lo preparo tan rápido que ella apenas pudo darse cuenta, me dio una sonrisa ladina y se fue tomándolo muy a gusto al extenderlo. Parecia borracha, mucho para ser capaz de dar pasos cuerdos.
Si, de nada
–Es una mierda– Tara, mi compañera de trabajo, dice un poco fastidiada.
Era un desastre aquella noche, y solo éramos tres junto con ella.
Estúpido Drake
–¡Barman!– Otra vez aquella chica se acercó, llamando la atención esta vez de Tara
¿No acababa de venir por un trago?
Coloca un vaso encima de la barra, iba tan ebria que me replantee en seguir dándole tragos, puede estar sola y es peligroso.
Su sostén del traje de baño hacia resaltar sus senos, impidiendo poder no mirar un poco pero la aparto tan rápido como puedo, siendo consciente de lo rápido que he desviado el tema. Llevaba el cabello empapado y tenía una piel morena muy brillante, logrando resaltar unos ojos verdosos notorios a pesar de la oscuridad y la poca luz de los reflectores.
–¡Sirves otro!– sonó más a orden que pregunta, a lo que Tara rodó lo ojos discretamente a pesar que aquella chica iba muy borracha para notarlo
–Ridículas universitarias– me dice bajito para que solo yo pueda oírla y se va a servirle su orden.
La desconocida me observa, tanto que Tara lo nota y le achica los ojos esperando que se marchara
–Tu deberías estar en la pista y no sirviendo tragos– se acerca por a través de la barra para que logre oírla, me mira coqueta y solo se centra en mirarme con confianza
–Triste, me toco ser tu barman– sonríe más
–Podrías servirme de otras maneras– ella me mira con la cabeza ladeante y mirándome de arriba abajo.
Eso no me sorprendió, muchas chicas borrachas lanzan comentarios de esa manera por su estado, así que solo me limito a sonreír para no ser grosero.
–Soy Keyt– me extiende su mano.
–Lohan
–Cuando puedas dejar de ser solo mi barman, ven a la pista y me buscas– toma el trago cuando Tara le coloca su vaso nuevamente lleno– Un placer, Lohan– me guiña un ojo y se da media vuelta para irse a tropezones a la pista
–Vaya, no me sorprende con ese alcohol en su sistema.
–Oye
–No te subas el ego. Son chicas borrachas
–Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.– Puntualizo el dicho famosillo
–Y la gente sincera igual—Le hago una mueca –Tienes cliente, guapetón– dice eso último imitando la voz de la chica Keyt para señalar a la barra
Al observar mi zona de la barra, desee haber tenido el poder de esconderme antes de que me viese
—Lo de siempre— la voz dominante de Franco hizo presencia en toda la noche. Iba vestido como usualmente viste, fino, pulcro y elegante. Su aura gritaba billones por donde lo miraras.
Conocía a Franco porque solía venir casi siempre para tomarse unas tragos y ligarse a una que otras chicas que terminaba llevándose en su carro lujoso de chico millonario y conquistador.
Mientras yo me preocupaba por pagar la renta y sobrevivir.
–Has vuelto– le coloco su copa enfrente suyo. Él me mira después de estar echando vistazos al alrededor.
–Estuve en unos asuntos– Toma su copa y bebé un sorbo– Bueno, tu no sabrás. Cosas de gente importante.
y era un patán cabron cuando se lo proponía.
–Claro– digo para poder irme a mi asiento y hundirme de nuevo en mi miserable migraña, para no soportar su existencia.
–Oye Lohan. ¿Te gustaría ganar dinero?– suelta de la nada.
¿Que?
–¿A que viene eso?– farfullo.
Me sonríe maliciosamente sin dejar de observarme ni un segundo, como deseando no perderse ninguna reacción de mi parte.
Me hace una seña con la mano para que me acerque y pueda oirlo solo yo, una conversación confidencial, aunque dudaba que alguien escuchara con ese gentío y ruido.
–Se que estas jodido y quiero ayudarte.– eso me aceleró los nervios.
¿Como el sabía mi situación económica?. Sabia que Franco no era ningún santo y tenia sus contactos, nada confiables, pero a que me analizará a mi me puso los pelos de punta, lo que menos le permitía era que se involucrará en mi vida. Lo conocía lo suficiente.
–Pero a cambio debes ayudarme a mi también.
Me quedé paralizado, pero sin saber muy bien qué rayos sucedia. Y quizá pensarlo y rechazar la situación me sonaba más lógico, pero una parte mía viendo mi mierda toda junta me hizo considerarlo.
Esa noche cambio todo lo que podía haber evitado.
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