7. Buenas noches
–Actúas muy extraño– comentó Kyungsoo mientras lavaba unos cuántos trastes y su invitado lo miró con asombro.
–Vaya. No es imposible que pueda cortar los vegetales sin herirme con el cuchillo. ¿Te estás burlando de mí?
–No– el chico mantuvo su semblante serio. –No hablo de ahora, hablo de la oficina. Cuando estamos aquí todo es tan cómodo y natural. Pero cuando hay alguien más, te transformas. Es como si fueras una persona durante el día y otra durante la noche. Al principio me pareció que era extraño, luego pensé que tal vez era hasta adorable. Pero estoy dudando y quiero saber, ¿estás jugando conmigo?
–¿Por qué piensas eso?– Jongin dejó de sonreír pensando que era una conversación casual. Iba a ser un poco difícil lidiar con el tema sin levantar sospechas.
–Primero, te arreglas como si quisieras parecer otra persona cuando vienes aquí. Después, eres muy esquivo en la oficina y pareces incómodo, cada vez que puedes me evitas y actúas como si nada hubiera cambiado desde el colegio. Y, para empeorar todo, pareces sufrir de lagunas mentales. Olvidas las cosas o finges hacerlo. Por ejemplo, te digo que vengas a las siete, me dices que va a ser un día ocupado para ti y apareces a las ocho.
–Dije que estaba ocupado, llegué tarde... pero llegué– intentó justificarse el muchacho.
–Pero eso no es todo– continuó Kyungsoo. –Preparamos comida juntos y, al día siguiente, me miras como si tuviera monos en la cara por repartir el kimbap que tú mismo ayudaste a cocinar. Te dije que compraras las bebidas y no trajiste las que acordamos.
–No... no las encontré– mintió con nerviosismo.
–Me confundes, Jongin. Y eso no me gusta.
Hubo un largo silencio. Kyungsoo siguió con sus actividades y Jongin puso todos los ingredientes al fuego mientras intentaba buscar una forma de solucionar el problema en el que se había metido por no ser lo suficientemente cuidadoso.
–¿Qué es lo que más odias en el mundo?– preguntó Jongin y el chico se quedó atónito por el cambio repentino de tema.
–¿De qué hablas?
–Lo que más odias en el mundo es que invadan tu privacidad. Lo has dicho muchas veces. Te gusta que tu vida personal no la conozca nadie más que tú. Si actuamos en la oficina como actuamos aquí, vamos a dejar la privacidad fuera de casa. ¿Eso es lo que quieres?
Kyungsoo se quedó sin palabras. Era un argumento que no podía enfrentar. Efectivamente, odiaría que cualquier persona en el mundo se metiera en su privacidad. Iba a quedarse callado, hasta que se dio cuenta que Jongin había modificado las cosas para distraerlo y salirse con la suya.
–No estamos hablando de mi vida privada expuesta. Estamos hablando de que pareces dos personas diferentes. ¿Es eso normal? ¿Puedo confiar en ti? Es decir, te dejo entrar a mi casa y te permito ser parte de esa privacidad que tanto defiendo y no estoy muy seguro ahora de esto...
–¿Dudas de mí?
Jongin se puso de pie, con su ropa oscura, su cabello verde y sus lentes de contacto que tanto le gustaban. Se acercó lenta, pero firmemente, hasta acorralarlo con la pared. Lo miró directamente a los ojos y puso su mano derecha muy cerca de su cabeza. Se inclinó un poco para estar a la misma altura y empezó a hablar, tan cerca de sus labios, que podía sentir su aliento.
–¿Dudas? ¿Es eso? ¿Ya no quieres que sea parte de tu intimidad?
–No... dije eso–susurró el muchacho, sintiéndose un poco nervioso, pero recuperando su seguridad de inmediato.
–¿Entonces?
–Quiero que me pruebes que eres la misma persona con la que trabajo. A veces me da la impresión de que me estás engañando.
–¿Qué?
–Hay algo demasiado extraño en esto. El cabello, el maquillaje, las confusiones. Me estoy volviendo loco. Ni siquiera sé a lo que vamos a llegar con esto– Kyungsoo lo separó un poco. –Somos buenos amigos, ¿no? Nos hemos hecho más cercanos en este mes que en todos los años que nos conocemos, ¿por qué tendríamos que esconder que nos llevamos bien a nuestros colegas?
–Porque me siento incómodo– admitió el menor de los dos, alejándose por completo.
–¿Y por qué te sientes incómodo?
–Porque no quiero ser tu amigo nada más y creo que si nos mostramos cercanos... cualquiera podría darse cuenta de eso.
Jongin tomó sus cosas y se fue. Kyungsoo no tenía idea de qué había pasado, pero su corazón latía con fuerza contra su pecho, intentó calmarse colocando sus manos encima, pero no consiguió nada. La verdad, es que estaba lleno de frustración consigo mismo por no haber sido capaz de manejar correctamente la situación y haber hecho que el otro chico se sintiera mal.
Hasta mientras, Jongin avanzaba por las calles oscuras con paso rápido, intentó fingir que no se daba cuenta que estaba siendo acechado. Tal vez, podría sólo desaparecer antes de ser atrapado, pero no tenía tanta suerte. Entonces, apareció frente a él, bloqueando su camino.
–¿No te está tomando demasiado tiempo?
–No es fácil.
–Los otros dos ya tienen la confianza necesaria. Perdiste tu primera oportunidad y ahora parece que empiezan a dudar de ti.
–¿Escuchaste todo?– Jongin bufó fastidiado. –Soy yo quien tiene toda la información necesaria y quien está en el día a día en esto. Sé lo que debo hacer y lo voy a conseguir cuando esté seguro. De otra forma, todo podría salir mal.
–¿Estás seguro de que sabes lo que haces?
–Muy seguro– respondió con firmeza. –El original puede parecer un problema, pero no lo es.
–Recuerda que tienes un tiempo limite.
–Lo sé. Sé perfectamente lo que tengo que hacer. No necesito un monitoreo, esto podría resultar más sospechoso que cualquier cosa que yo haga.
–Bien, entiendo. No es necesario que te exaltes. Sólo recuerda que tienes una misión.
–Es lo único que hago– respondió Jongin fastidiado, y desapareció.
***
Jongin fue el último en llegar a la oficina. Tuvo una reunión que duró mucho más de lo que había imaginado y estaba un poco atrasado con sus cosas. Quería terminar todas las ilustraciones con los cambios que habían decidido para esa tarde, y de esa forma no complicar aún más el trabajo de sus compañeros. Pero, como líder del equipo, a veces era un poco difícil manejar la burocracia y sus tareas al mismo tiempo.
–Lo lamento tanto, no me imaginé que me tendrían ahí más de veinte minutos y terminé demorándome dos horas– comentó el muchacho mientras entraba. –¡Buenos días a todos! Me pondré a trabajar en un instante.
–Calma, Nini, todo está bien– le animó Baekhyun. –Estás haciendo un maravilloso trabajo.
–¡Sí! Nosotros te apoyamos desde aquí– terció Chanyeol con los pulgares arriba.
–Pero me faltan todavía unos detalles de los diseños y lo que Kyungsoo me pidió que cambie.
–Te ayudaré ahora mismo y terminaremos a tiempo, no te preocupes– comentó el aludido con voz suave.
–Oh... gracias– Jongin se sintió completamente incómodo por la calma con la que el chico le trataba en los últimos días, como si quisiera estar de buenas y se hubieran reconciliado sin que él se enterara.
No era algo malo que se llevaran mejor, en otra época eso le hubiera hecho feliz. Pero, estaba tan acostumbrado a que Kyungsoo lo odie, que cuando se volvía amable no sabía a qué atenerse. Había asimilado tristemente el no ser aceptado por el chico, pero el cambio repentino e injustificado lo aterraba. No sabía si hacía bien o mal las cosas. Si Kyungsoo hacía el esfuerzo por el trabajo, el mérito no era suyo. Y, si lo hacía para llevarse bien personalmente, estaba más perdido aún.
El muchacho dejó sus cosas en su escritorio y prendió la tablet. Los dos se pasaron casi dos horas viendo hasta el último detalle y adelantando el trabajo hasta que ambos quedaron satisfechos. Jamás habían trabajado tan bien antes, sin interrupciones y sin discusiones. Chanyeol y Baekhyun se miraron cómplices. Esos dos por fin parecían personas normales estando el uno con el otro.
El almuerzo también se puso muy animado. Conversaron entre los cuatro, hicieron planes para arreglar la oficina para que se viera más creativa. Hablaron de los proyectos futuros y de su propia publicidad. Tenían muchas ideas, anotaron las mejores para ponerlas en práctica en cuánto su presupuesto se los permitiera. Estaban creciendo como mini empresa y tenían suficiente apoyo financiero para sentirse seguros por algún tiempo. Eso los motivaba como equipo.
Ese día, se les hizo tarde a todos. Baekhyun terminó de programar la aplicación que se les había solicitado y Chanyeol se encargó de decorarla, mientras Kyungsoo y Jongin terminaron con los vídeos promocionales para las pantallas gigantes. Con el trabajo en equipo, las habían hecho lo suficientemente llamativas, sin que fueran agresivas con los usuarios.
–Bueno, se acerca la noche. Necesito vino y un largo baño de burbujas. También me vendría bien unas vacaciones en Santorini, pero no todo en la vida es tan maravilloso, así que mejor sólo me retiro a mi casita– anunció Baekhyun apagando su computadora. –¡Nos vemos mañana!– exclamó Jongin.
–Yo iré al gimnasio– contó Chanyeol mostrando sus músculos. –Dormiré muy cansado y por muchas horas.
–Infame, vas a ir a hacer ejercicio después de un día como este– le reclamó el mayor de todos y se despidieron entre risas.
–Yo llamaré un taxi, como fui directamente a la reunión y no encontré mis llaves...
–¡Están en el estante!– informó Chanyeol, interrumpiendo las quejas de Jongin desde la puerta.
–¿Cómo pueden estar en el estante si ayer regresé a casa en el auto?– se quejó el chico encontrándolas, efectivamente, en el lugar.
–Seguro son las copias– se rió Kyungsoo. –Vamos, te llevaré a casa.
–¿Vas a llevarme a casa?– preguntó sorprendido.
–Sí, no creo que esté muy lejos y no me cuesta nada. ¿Por qué tomarías un taxi si puedo llevarte?
–Sí, tienes razón.
Kyungsoo se colgó su mochila al hombro y cerraron su oficina. Jongin parecía un poco ansioso, como si quisiera apurarse. El muchacho lo notó e intentó hacer todo lo más rápido posible. Cuando estuvieron en el auto, le preguntó su dirección para colocarla en el GPS.
–¿Tienes que llegar a casa a tiempo? ¿Pasa algo?– quiso saber el mayor de los dos al verlo tan extraño.
–¿Eh? No... no. Todo está bien.
–¿Te molesta que oscurezca? ¿Acaso pasado el atardecer te conviertes en el chico del cabello verde y no quieres que vea tu transformación?
Jongin abrió la boca sin entender lo que estaba pasando, pero luego eso del cabello verde hizo un click en su mente. Acaso, ¿Kyungsoo había hecho un chiste? No lo podía creer. Al principio no supo como reaccionar, pero luego un ataque de risa nerviosa lo invadió y no pudo detenerse. ¿De dónde había sacado semejante tontería? ¿Cabello verde? ¿Transformación? ¿Qué clase de broma era esa? Su risa era contagiosa, así que el conductor rió con gusto a su lado. Cuando llegaron el ambiente ya no era tan incómodo, así que Jongin se atrevió a dejar sus miedos atrás.
–¿Quieres subir?
–Sí– no se esperaba una respuesta tan inmediata. –Es la primera vez que vengo a tu casa– el chico iba a añadir un "a pesar de que tú has ido tantas veces a la mía", pero decidió callar para no complicar las cosas.
–Podemos pedir algo de comer– sugirió Jongin.
–O podemos cocinar algo, ¿tienes ingredientes?– quiso saber el invitado y el dueño de casa asintió con la cabeza. Había escuchado que Kyungsoo cocinaba y su kimbap había estado muy bueno. Pero cocinar juntos sonaba un poco extraño, aunque él mismo lo había invitado a pasar, ya estaba un poco arrepentido de la inusual cercanía que tenían.
Subieron en el ascensor y cuando entraron, el invitado se sorprendió por lo lindo, pequeño, acogedor y agradable que parecía todo. Por alguna razón lo había imaginado un poco desordenado, pero era una casa impecable.
–¡Qué impresión! Tu casa es muy bonita.
–G-gracias. No traigo gente casi nunca, así iré por unas zapatillas de adentro– comentó el muchacho y fue por el pasillo a una habitación. En el área social no había muchas cosas.
Cocinaron, tomaron una cerveza y la pasaron bien. Pero casi no hablaron. Jongin mencionó exclusivamente cosas del trabajo y Kyungsoo supuso que tal vez estaba resentido todavía con él y quería mantener distancias. Se sintió mal por eso y se arrepintió por su pequeña discusión. Llegó un punto en el que era mejor retirarse, así que Jongin lo acompañó a la entrada.
–Gracias por todo. Creo que es mejor si me voy. Buenas noches, Jongin– el chico se acercó y dejó un suave y rapidísimo beso en la comisura de los labios ajenos y desapareció en el corredor, fingiendo mucha seguridad en cada paso. El dueño de casa se quedó parado, sin saber qué hacer con su vida en ese momento.
Kyungsoo respiraba agitadamente, se subió a su auto y apagó su teléfono, porque no se sentía capaz de enfrentar a nadie en ese momento. No sabía de dónde había sacado la fuerza de voluntad para hacer una cosa así y estaba arrepentido. Jongin no lo había detenido, no había ido tras él y ni siquiera había reaccionado a su gesto. ¡Todo estaba perdido! Después de estacionar su auto, fue caminando hasta su edificio y cuando llegó, Jongin lo estaba esperando en la entrada, con todo su estilo nocturno.
–Pero... ¿cómo? ¿Acaso te teletransportas? ¡Me has dado un susto de muerte!
–Llegas tarde– el muchacho parecía enojado. –Y ya debo irme.
–Jongin, pero es imposible que puedas estar aquí antes, porque yo...
El chico dio unos pasos hasta él, tomó su rostro y lo besó. No fue un pequeño gesto casto e inocente en la comisura de los labios como había hecho él. No. Jongin mordió sus labios y deslizó su lengua mientras profundizaba el contacto hasta robarle por completo el aliento. Se separaron cuando ambos necesitaron respirar.
–Buenas noches, Kyungsoo– hasta que el muchacho pudiera recuperarse, Jongin ya había desaparecido.
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