21. Mi turno para llorar
Kyungsoo no supo qué hacer cuando su amigo cayó de repente en el suelo de su habitación. Su primera reacción fue ayudarlo, pero Kai fue más rápido. Parecía sentirse culpable y responsable, así que lo atendió mientras el dueño de casa pensaba en algo. No podía llamar a Jongin para pedirle ayuda, sería complicado explicarle por qué había un doble suyo. Chanyeol era la mejor opción.
El gigante llegó cuando Baekhyun tomaba una taza de té caliente y miraba con cierto recelo a Kai. Completamente asustado, el muchacho hizo mil preguntas: ¿se sentía mal? ¿había comido algo en mal estado? ¿le bajó el azúcar? ¿necesitaba ir al médico? El mayor de todos intentó hacerle entender que no había sido nada y que Kyungsoo había exagerado, pidiendo ayuda como si se tratara de una emergencia.
Por pedido de Kyungsoo, Kai intervino lo menos que pudo, para no levantar sospechas. No necesitó actuar ni hacer nada especial, Chanyeol estaba demasiado preocupado por su amigo para prestarle atención a los demás. En parte, eso los aliviaba. Baekhyun dijo que tendrían que conversar luego, pero debido a las circunstancias, era mejor si se marchaba.
–Tienes que agradecer que ni siquiera se fijó que Kai llevaba puesta una piyama– le susurró Baek a Kyungsoo mientras salían. –Su despiste te salvó esta vez. Debes tener más cuidado.
–Sí
–Un momento, hay algo raro aquí– comentó Chanyeol en voz alta y los otros tres muchachos se pusieron en alerta. ¿Se había dado cuenta?
–¿Hicieron una reunión sin mí?
Con un puchero enorme se quejó por no ser incluido en los planes grupales y tuvieron que explicarle que nada había estado planeado y que al siguiente día le llevarían a comer carne y que podía escoger el local. Para Baekhyun fue demasiado fácil avanzar por el pequeño departamento, empujando su enorme espalda fuera del lugar tan peligroso, donde muchos secretos estaban en riesgo.
–Tengo que hablar seriamente con ustedes dos. Esto debe resolverse.
Kyungsoo despidió a sus amigos y cayó sobre su cama con todo el peso de su cuerpo. ¿Cómo había terminado involucrado en una situación tan complicada? Si bien era obvio que estaba protegiendo y completamente involucrado con Kai, seguía pensando en que no podía separar a Jongin de su imagen idealizada de la persona de la que estaba enamorado y eso representaba un problema más grande de lo que parecía.
–Creo que no hay mucho para hacer. Prepararé un poco de ramen y té, ¿quieres un batido?– preguntó con naturalidad. Era increíble el cómo se había acostumbrado a vivir con otra persona y compartirle la intimidad de su casa.
La ropa organizada en su armario, el baño con dos toallas, dos cepillos y dos gabinetes separados. Sin darse cuenta, había ido comprando todo lo necesario para que Kai se sintiera cómodo. El chico no mentía. No tenía una casa o un lugar a dónde ir, no podía dejarlo en la calle.
–¿Quieres un batido?– repitió incorporándose y buscándolo con la mirada. Kai estaba parado en la puerta de la habitación y, no podía mentir, se asustó al verlo ahí, con esa expresión extraña. –¿Pasa algo?
–Es el cuarto.
–¿El cuarto?– preguntó sorprendido.
–Kyungsoo, ese amigo también es como tú.
–¿Qué?
Mientras sorbían los fideos calientes, los dos muchachos se sentaron en el suelo y usaron la pequeña y baja mesita de la sala para colocar todos los papeles que iban a ocupar con su teoría. Cuatro de esas personas "especiales" trabajaban juntas en un mismo lugar, se conocían y eran cercanos. Eso quería decir que tal vez estaban separados por grupos, esperando el momento para...
–¿Para qué? ¿Por qué somos especiales?
–Todavía no puedo decírtelo. Me gustaría averiguar un poco cuánto puedes saber sin crear el caos.
–¿Contarme estas cosas puede crear el caos?
–Sí– respondió simplemente Kai y el otro chico decidió no insistir. Lo conocía y cuando ponía esa cara, quería decir que no daría su brazo a torcer y no soltaría palabra.
Kai temía hablar de leyendas y poderes mientras no supiera a qué atenerse. No quería cambiar la vida de Kyungsoo. Quería alargar su tiempo juntos lo más que pudiera, porque no tenía idea de lo que pasaría con él cuando su tiempo se acabara.
–Podrían ser grupos de cuatro. Con tres repartidos por el país, podrían estar reuniendo energía al convivir.
–¿Y si se trata de una coincidencia? Podríamos ser los cuatro, pero otros estar solo dos, o tres o no conocer a otra persona "especial"
–Las le.. personas especiales se atraen. No creo que sea una coincidencia, probablemente buscan el equilibrio sin saberlo. Creo que tres grupos de cuatro pueden lograr ese equilibrio– explicó el muchacho con seriedad.
–Entonces, ¿me dices que todos ellos han sido clonados?
–Sí.
–¿Y soy el único que falta?
–Sí.
–Porque en vez de secuestrarme y robarme mi ADN, ¿decidiste protegerme y ponerte en riesgo para ayudarme?
–Sí.
–¿Por qué pareces feliz de que ellos también sean especiales, Kai?
–Porque ellos pueden protegerte, en caso de que lo necesites.
Kyungsoo pensó en las implicaciones. Kai siempre estaba asustado y hablaba de peligros y de tener miedo de que algo le pasara. Era un ser que podía teletransportarse, se notaba que era fuerte y muy inteligente. Tampoco parecía mentir y a veces tenía la inocencia de un niño. Se sintió culpable por no agradecer todas las molestias y los peligros en los que se estaba metiendo para salvarlo. Es decir, había hablado de misiones, por lo tanto gente más poderosa que él debía estar intentando hacer cosas horribles y Kai lo protegía.
Se acercó y acarició su mejilla con una sonrisa. Pudo notar la electricidad recorriendo el cuerpo ajeno, su simple toque parecía ser todo un acontecimiento para él. Sentando en el piso, avanzó un poco más y bajó su mano hasta su cuello. Kai no le dejó tener la iniciativa. Se lanzó sobre él para besarlo con verdadera hambre. Había podido disfrutar de pequeñas cosas y detalles que le encantaban, como comer juntos o tomarse de las manos, ver una película abrazados y dormir acurrucados. Pero Kyungsoo parecía reacio a dejar que las cosas fueran más allá, hasta ese momento.
Entres suspiros y risitas disimuladas, lograron subir hasta el sofá para estar más cómodos, Kyungsoo lo agarró con fuerza de los brazos mientras el más alto de los dos clavaba sus dedos en las caderas ajenas, evitando morder con fuerza, como le hubiera gustado. No quería hacerle daño, sólo sentía desesperación por mostrar su gigantesco afecto. ¿Cómo un cuerpo tan débil, pequeño e insignificante podía acumular una emoción tan abrumadora? Los humanos eran impresionantes.
Kyungsoo estaba decidido, paseaba sus manos con lujuria, e intentaba sacarle la ropa. Kai estaba un poco asustado, pero su cuerpo no le hacía caso a su mente, así que correspondió la desesperación. Besó todo su rostro, su cuello y su pecho, también dejó que el otro muchacho le dejara una marca enorme cerca del cuello. La electricidad que recorrió su cuerpo por la mezcla de dolor y placer le hizo gemir tan fuerte, que el dueño de casa se echó a reír completamente complacido.
Justo cuando el pantalón de piyama estaba por ser retirado, unos golpes fuertes se escucharon en su puerta. Kyungsoo alzó la mirada, sorprendido. Intentó buscar su celular, eran cerca de las once de la noche y tenía siete llamadas perdidas de Jongin.
–No puede ser–murmuró.
–Lo mismo digo– reclamó Kai, completamente frustrado por la interrupción.
–Creo que es Jongin– informó preocupado.
–¿Qué? ¡Dile que se vaya y que no te toque. Siempre te toca, eso no me gusta.
–Espera un minutos– el muchacho se puso de pie y se acomodó su ropa. Eso enojó por completo a Kai, que se negó a moverse y menos a vestirse. –¡Ponte algo!
Otros golpes exagerados se dejaron escuchar y una voz resonó, interrumpiendo su pequeña discusión. Era su nombre el que se podía oír, era Jongin quien lo pronunciaba con dificultad y se notaba que estaba ebrio.
–¡Abre por favor!– pedía Jongin mientras daba con su palma abierta, más golpes en la puerta. –¡Necesito hablar contigo!
Había salido con unos compañeros del colegio y todos le habían recordado su pasado. Cuánto le había confundido y gustado Kyungsoo, el problema que habían causado las habladurías y todo lo que le había provocado volverlo a ver. Estaba entusiasmado, porque los besos que habían compartido habían despertado algo inexplicable en él. Bebió tanto, que pidió un conductor designado, pero cuando se dio cuenta, le dio la dirección de su compañero de trabajo y terminó frente a su puerta exigiendo verlo.
–Sé que es tarde, pero sólo necesito verte un minuto– pidió con la lengua trabada, luego volvió a llamarlo en voz alta.
–Dile que se largue–exigió Kai, molesto.
–No puedo dejarlo así. Escóndete en el cuarto, hablaré con él y lo enviaré a casa.
–¿Por qué tengo que esconderme? Vivo aquí y él vino sin invitación– respondió cruzándose de brazos,
–Por favor– un suave beso en los labios lo convenció, pero igual dio un portazo, como el niño majadero que era.
Kyungsoo se apresuró a abrir la puerta y tuvo que recibir en sus brazos a Jongin, que perdió el equilibrio mientras intentaba seguir insistiendo. Pidió disculpas e intentó ponerse de pie.
–¿Te sientes bien?– fue lo primero que preguntó Kyungsoo. –Siéntate, te prepararé un poco de café. ¿Cómo viniste aquí? ¿Un taxi?
–Un conductor designado, pero ya se fue– respondió el muchacho.
–Bueno, podemos llamar a otro. Lo más importante es que te sientas mejor. ¿Por qué bebiste tanto?– quiso saber el dueño de casa mientras ponía agua a hervir.
–No sabía que tenías un espejo en tu sala– comentó Jongin.
–No tengo un espejo en mi... ¡Kai!
Sentado frente a Jongin, Kai había salido de la habitación y lo miraba con odio. Los celos parecían ser más fuertes, especialmente porque Kyungsoo le estaba dando atenciones y preparándole café en su jarro.
–Kai... es la persona que te gusta, ¿verdad? Baekhyun piensa que yo soy Kai. Pero yo no te gusto tanto como él, ¿verdad? ¿qué tengo que hacer para gustarte como Kai?
–Ser Kai– murmuró el clon, fastidiado.
–Fuera de aquí– amenazó Kyungsoo entre susurros.
–Voy a verlo todo– respondió mientras se retiraba.
–Jongin, ¿por qué mejor no tomas el café que voy a hacerte y descansas un poco antes de regresar a casa? Creo que– una mano se colocó en su rostro y Jongin sonrió como un bobo.
–Me gustas tanto, ¿por qué me gustas tanto desde hace tanto tiempo, por qué?
–¿Estás... llorando?
Cuando se quedó completamente dormido, Kyungsoo apagó la cocina y fue por una manta, dejó unos cojines cerca de él y lo acomodó para que estuviera cómodo. No tenía corazón para despertarlo y sacarlo, podría dormir ahí y vería qué hacer al siguiente día. También puso seguro en su habitación, porque no podía entrar y encontrarse con que estaba durmiendo con él mismo. Vería qué hacer al siguiente día, en ese momento estaba tan cansado y mentalmente agotado, que le daba la impresión de que todo podía esperar.
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