Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8. Hasta que te hartes de mi

DÍAS DESPUÉS

Era la primera vez en mucho tiempo que Sara estaba tranquila, sin sobresaltos, solo descansando sin pensar en nada y disfrutando de un buen tiempo de ocio. Parecía mentira que solo hacía unas semanas, su vida se limitaba a cuidar a una persona, desviviéndose constantemente por ella. Y ahora, había otra persona que también se ocupaba de que ella estuviera bien, pero, en todos los sentidos más amplios de la palabra.

-¿Porqué me imaginaba que estarías aquí?

Alzó Sara sus gafas de sol para contestarle a la persona cuyas palabras habían hecho que todos los vellos de su piel se erizaran. Llevaba Carlos un bañador que le quedaba a mitad del muslo, uno color verde agua que maldita sea si no le marcaba todos esos lugares precisos con los que Sara soñaba.

-Estabas reunido, ¿Qué otra cosa podía hacer? -le contestó ella intentando desviar la mirada de su cuerpo, no sin mucho éxito, pues Carlos avanzaba con lentos y cuidados pasos que parecían querer alargar el escrutinio de la chica sobre él.

-Podías ir de compras con las otras chicas. Creo que las tiendas del complejo estarían muy agradecidas por tu visita.

-Carlos, ni me gusta ir de compras ni tengo presupuesto para tanto. Además, he estado trabajando, poco rato, pero lo he hecho -Sara encogió sus hombros y acabó incorporándose en la hamaca, pues él se había sentado frente a ella.

-¿Otra vez tenemos que hablar de dinero?

-Carlitos, una cosa es que esté casada contigo y que tú te encargues de todo nuestros gastos, y otra que deje que pagues mis caprichos -Sara le habló forzando una mueca porque, por más que que quisiera ser orgullosa en el tema del dinero, Carlos siempre acababa ganando la batalla que tenían sobre este odioso tema.

-¿Tú sabías que en algunos países árabes el marido ordena y la mujer manda?

Las palabras de Carlos iban cargadas de toda la provocación que Sara vio en ellas, más si él las hacía pasando su lengua por entre sus labios, gesto este que la chica recibió de forma acalorada.

-¿Qué estás insinuando, Carlos?

-Que esta tarde tú y yo nos vamos de compras, y no quiero un no por respuesta. Creo que hasta le permiten al marido azotar a su mujer si ésta se niega a acatar sus órdenes.

Recibió Sara las últimas palabras de Carlos con bastante indignación para que él se riera de ella. Azotarla. Llevar su mano a ese culito respingón que solamente tapaba un escueto bikini de color avellana que acentuaba el bronceado natural de la chica. Intentó el piloto no desviar su mirada hacia sus pechos, pero, esto era tarea casi imposible, cuando estos se desbordaban a través de la tela y podía vislumbrar como de duros tenía sus pezones. 

-¿Me estás mirando las tetas? -la pregunta de Sara tenía un tono entre indignado y divertido que fue lo que se encontró Carlos cuando subió la vista de sus pechos, a sus ojos.

-Si, ¿te molesta?

Sara tragó saliva sin saber muy bien que contestarle. No le molestaba. Le gustaba. Quería que él la mirara. Quería que la siguiera haciendo sentir como lo hacía estos días. Especial. Que de verdad era su mujer por como la miraba y por como ignoraba al resto de preciosas mujeres que se acercaban a él no con buenos propósitos. Pero, él estaba casado y quería creer que de verdad lo estaban y Carlos la respetaba porque era su mujer.

-Me voy a dar un baño -le anunció ella poniéndose en pie para huir de Carlos y de lo que su lujuriosa mirada provocaba en ella.

Dejó él que Sara recorriera los pocos metros que la separaban de la pequeña piscina privada que ambos tenían en su suite, para, en cuanto ella llegó al agua, volver a hablarle.

-Estás huyendo, Sara -le gritó él consiguiendo ponerla aún más nerviosa de lo que estaba. La de ojos azulados solo tuvo que darse la vuelta para devolverle una pícara sonrisa y si, retarlo, que es de lo que tenía ganas.

-No, idiota, te estoy provocando para que vengas a bañarte.

Tardo muy poco en abandonar Carlos la comodidad de esa hamaca y querer seguir a la morena, pero, una llamada en su móvil y ver el nombre de su primo en la pantalla, le hizo abandonar su cometido.

- Oñoro, ¿Qué se está quemando ésta vez? -le pregunto en tono divertido con su mirada puesta en la chica que ya bajaba las escaleras para zambullirse con parsimonia en el agua.

-Tu reputación.

-Cuando creo que nada puede sorprenderme más, resulta que no es así -Sara agitó su cabeza de un lado a otro, dejando a un lado la tablet que mostraba las imágenes de la madre de Rodrigo, quien, había concedido una entrevista a un semanario sensacionalista- jamás pensé que Adoración caería tan bajo. Y yo pensando que me quería.

-Ella solo quería a Rodrigo. Para ella, su hijo era perfecto y no cometía errores -añadió Carlos muy molesto por lo que la madre del que fue su mejor amigo, había soltado sobre Sara y él.

-No es justo que hablen así de nosotros cuando ni siquiera saben toda la historia -las protestas de la chica no servían para nada, pues, la entrevista de Adoración ya les estaba causando a los dos mucho daños.

-Sara. En serio te lo digo, pasa de esto. Esa mujer no se merece que malgastes ni un minuto pensando en ella -le aconsejó Carlos apagando la tablet y buscando la mano de Sara.

-Pero me siento impotente, Carlos. Lo he hecho con Rodrigo mejor que su propia madre, ¿y así me lo paga esta familia?

-A lo mejor pensaban que estarías llorando por las esquinas.

-Ya lloré mucho cuando vi ese acta de matrimonio, Carlos.

La mirada de Sara se perdió más allá de las vistas que se cernían sobre ella. Adoración no tenía derecho de hablar así de ella. Lo había dado todo por Rodrigo, soportando una mentira y haciendo de tripas corazón con tal de darle unos dignos últimos meses de vida, y así se lo pagaba su familia. Sintió la mano de Carlos apretando la suya y tuvo que apartar la vista de esa ventana para centrarse en él.

-Estoy aquí, Sara, lo sabes, ¿verdad? -el roce de las yemas de sus dedos en la palma de su piel, le produjo a la chica un agradable e intenso cosquilleo del que disfrutó cada segundo que este duró.

-Lo sé. Siento que eres la única persona en la que puedo confiar, Carlos.

-A mi me vas a tener hasta que te hartes de mi -los azulados ojos de la morena parecían sonreírle de una forma tan arrebatadora, que Carlos sintió un agradable vuelco en su corazón. Porque mirar a Sara era lo más bonito que había visto en su vida. Porque ella lo era.

-Pues me da que vas a tener Sara para mucho rato -le sonrío la morena buscando que él también emitiera una sonrisa en respuesta. En su lugar, Carlos tomó sus labios dejando un cálido beso en ellos, uno que de nuevo erizo la piel de Sara.

-Todo el tiempo del mundo, entonces.

Esas palabras inundaron a Sara de un agradable calor que se instaló en todo su cuerpo y que tardó en irse. Ambos se miraron con intensidad, como si fueran dos personas que guardan sentimientos el uno por el otro, y que por miedo a no saber lo que piensa la otra persona, los esconden y callan. El silencio imperó en ellos, hasta que fue Sara quien lo rompió

-¿Qué se hace cuando alguien te difama de ésta manera? ¿se responde? -le pregunto ella deseosa de saber las medidas que tomaría el piloto después de tan burda entrevista.

-No se hace nada. Eso es lo que espera ella, que nosotros le contestemos para así ella contestar. Hacer esto, sería darle más entrevistas y entraríamos en un círculo vicioso. Nunca contesto a mis haters, simplemente, lo hago cuando surge, y créeme, surgirá. Esa señora no sabe con quien se ha metido. 

Las rotundas palabras de Carlos consiguieron calmarla de cierta manera. Ella, la que siempre había sido la que llevaba las riendas de la relación con Rodrigo, pues a él le costaba tomar decisiones y siempre las dejaba en sus manos, ahora, por primera vez, se sentía cómoda sin tener que ser ella la que se encargara de todo. Era un alivio que Carlos supiera que hacer y como en cada momento.

-Bueno, ya que nos han jodido el baño, ¿Qué te parece si nos vamos de compras? lo mismo te apetece un bolso de esos caros que a las chicas tanto os gustan -la propuesta de Carlos fue recibida por Sara con un rodamiento de ojos de su parte, algo que al piloto lo divirtió, pues también le encantaba las muecas que ella le mostraba.

-No te vas a quedar a gusto hasta que me compre algo.

-Así es. Tampoco me gustaría que dijeran por ahí que soy un rácano y no mimo a mi chica.

La palabra mi chica casi formó una sonrisa en la boca de Sara, una que contuvo pues no quería que Carlos viera lo evidente que era con él. Le gustaba. Claro que le gustaba. Cualquier mujer en su sano juicio veía atractivo al piloto. Pero para Sara era algo más. Era como la trataba, como estaba pendiente de ella para que se sintiera cómoda y segura y si, también como la miraba, pues varias veces lo había atrapado buscándola con esa mirada chocolate, y eso era algo que "el teatro" no podía esconder.

-De acuerdo -acabó claudicando Sara para satisfacción de Carlos- me compraré algo, pero, tiene que ser algo que a ti te guste.

-Sara...

-Tú pagas, tú eliges.

Acabó Carlos admitiendo las propuestas de Sara, levantándose ambos para poder salir de la habitación de hotel e ir a recorrer las tiendas del complejo donde estaban alojados. Tardó la chica poco tiempo en cambiarse de ropa y coger su bolso, para, buscar la mano de Carlos saliendo del cuarto. 

Alegres y despreocupados, recorrieron las tiendas comprando ropa y otros complementos para los dos. Estaban tan ensimismados con sus adquisiciones, que no se percataron de la presencia de varios reporteros, los cuales habían burlado la seguridad del hotel para acosar a la pareja.

Recibieron toda clase de preguntas con desagrado, protegiendo Carlos a Sara de tan desagradable encuentro. No contestaron a ninguna, caminando con premura para dejar atrás a la horda de periodistas, hasta que una de las preguntas, fue la gota que colmó el vaso de la impaciencia de Carlos, haciendo que se detuviera para contestar.

-¿Es verdad que tu mujer te ha engañado con otro?

-Mi mujer no me ha engañado nunca con nadie. Confío en ella. Sé perfectamente con quien estoy. Y para los que duden de mi mujer, solo les diré que estamos juntos aunque les joda.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro