Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18. Lo estoy

DOS SEMANAS DESPUÉS

Furioso. Cabreado y con ganas de pegarle a alguien. Así es como se sentía Carlos en estos momentos. 

La prensa se había enterado que su mujer estaba embarazada y que el bebé podía tener problemas. "El drama de Carlos Sainz" así eran los titulares más suaves. Excepto ellos, sus padres, Charles y Alexandra, y su primo, nadie sabía de su embarazo. Y confiaba plenamente en las personas a quienes se lo habían dicho. Eso dejaba a la clínica como la sospechosa de filtrar la noticia, algo que su primo Toni se estaba encargando de investigar.

-Sé que es  y que es muy importante, pero, no me veo con fuerzas para ir. No quiero que nadie me mire con pena -el rostro de Sara era de amargura, pues, que ahora todo el mundo supiera de su desgracia era algo que creía que no podría soportar.

-No voy a convencerte de hacer algo que no quieres, porque la verdad es que no deseo exponerte. Eres una persona muy fuerte que has sido capaz de hacer frente a muchas más cosas de las que pensabas, pero, tienes derecho a no serlo -Carlos puso una de sus manos en su cintura, actuando con cautela con ella, pues, lo que menos quería es que Sara se alejara de nuevo de él.

-Odio esto. Odio que la gente comente y hable de algo que no sabe.

Se dejó caer ella sobre Carlos, buscando sus brazos como refugio. Después de sobrellevar bastante mejor de lo que esperaba, su delicado embarazo, ahora, de nuevo, tenía que soportar como le recordaban que puede que su bebé, no naciera nunca.

-Voy a llevar a la ruina al hijo de puta que lo ha filtrado todo -se quejó Carlos incapaz de aguantar la profunda rabia que sentía, unido a la impotencia que sentía por no poder controlar todo lo que se estaba formando alrededor de ellos.

Sara se agarró aún más a su cintura. No podía controlar la ansiedad que quería apoderarse de ella, y si, las tremendas ganas de llorar. Aguantó así unos buenos segundos, solo aferrada a Carlos, dejando que él acariciara su espalda prometiéndole que todo saldría bien. O por lo menos, intentarlo.

El timbre de la casa les hizo separarse, encaminándose Carlos hacia la puerta, una vez separándola de su pecho.

La tristeza se había apoderado de ella con una fuerza descomunal, incrementado todo por los mensajes que su móvil no dejaba de recibir. No quiso contestar ninguno, prefería abstenerse por ahora, de tener que darle explicaciones a nadie, incluyendo a su familia.

-Sara, ¿Cómo estás? -la voz de Toni Oñoro le hizo a la chica darse la vuelta para recibir al primo de Carlos, quien, no lucía muy feliz al verla.

-Cabreada, y desilusionada -le respondió ella dejando que él le diera un par de besos en su mejilla. 

-Ha sido una de las enfermeras de la clínica. La que os asistió en la ecografía -le informó él, instando a la pareja a tomar asiento- ya está denunciada, y la han echado de su trabajo, pero...

-El daño ya está hecho -terminó Carlos la frase de su primo, buscando la mano de Sara después de sentarse a su lado.

-Por desgracia, así es. Podríais negarlo, pero, no es algo que os recomiende. No tenéis nada que esconder, pero si, no contar. Simplemente pedir respeto por vuestra situación cuando os pregunten mañana en Barcelona -les aconsejó Toni, encontrándose con la perdida mirada de Sara, a quien todo este tema la afectaba aún más.

-¿Y si sacamos un comunicado? sin negar nada, pero, recalcando que no vamos a hacer ninguna declaración y si, pedimos que nos respeten -le sugirió Carlos, conocedor de como actuaban los medios cuando había un tema candente de actualidad.

-Me parece bien. Es lo más sensato. ¿Tú qué piensas, Sara? -dirigió Toni su mirada a la chica, quien, aferrada a la mano de Carlos, aún no había pronunciado palabra alguna.

-Lo que vosotros decidáis, me parece bien. Yo solo quiero que me dejen en paz.

Casi se echa a llorar la morena de ojos verdes, excusándose antes de hacerlo con los dos primos. Salió del comedor, dirigiendo sus pasos por el pasillo hasta dejarse caer en su cama. Se hizo un ovillo, apretando sus labios pues no quería llorar.

Poco tardó Carlos en buscarla. En acurrucarse junto a ella, tomándola de la cintura y rodeándola con sus brazos.

-Me gustaría protegerte de todo. Que no tuvieras que sufrir por ser mi mujer, pero, no es algo que pueda controlar y lo odio -las palabras de Carlos la hicieron buscar su mano, entrelazando sus dedos con los suyos y manteniéndolos junto a su vientre, uno que a falta de una semana, casi era de cuatro meses.

-Nada de esto es culpa tuya. Pude salir corriendo y no lo hice. Preferí quedarme a tu lado. Y no me arrepiento de mi decisión -su mejilla fue pronto besada por los labios de Carlos, compartiendo ambos la emoción del momento.

-¿Y si te pido que hagas algo más por mi? -ladeó su cabeza Sara algo confusa, pues no sabía que quería Carlos de ella, inmersos ambos en tan delicada situación.

-Lo que quieras -le admitió ella sintiéndose cada vez más relajada entre sus brazos.

-¿Crees que podrías trasladar todas las cosas de tu habitación a mi dormitorio? estoy un poco harto de que me quites los calzoncillos cuando te levantas por la mañana y no encuentras tus bragas -Sara había contenido el aliento esperando una petición que no se parecía a nada de lo que ella había pensado. Y si, acabó riéndose. 

-Necesitaré la cómoda entera para mi ropa interior.

Al día siguiente

Sara había accedido finalmente a acompañar a Carlos a Barcelona. Debido al revuelo que ser formó en el aeropuerto cuando ambos llegaron, decidió que no lo visitaría el paddock durante las primeras jornadas, quedándose en el hotel. Tenía pensado visitar a su madre en la residencia, pero, las recriminaciones de sus hermanos mayores, al no ser informados de su estado, la hicieron desistir también, pues, se temían que la prensa la siguiera y añadieran un nuevo drama a la vida de la chica.

Sentada en una de las hamacas que daban a la piscina, intentaba Sara sin mucho éxito proseguir con la lectura de uno de sus libros favoritos, pero era imposible, pues de vez en cuando, alguien se percataba de quien era, y los cuchicheos llegaban a sus oídos.

-Hola, ¿puedo sentarme? -levantó su mirada de ese maldito libro, sorprendiéndose al ver frente a ella a Melissa Jiménez, la pareja de Fernando Alonso, y también, periodista.

-Puedes, pero yo ya me iba -le contestó Sara recogiendo sus cosas.

-Lo siento. Entre mi segundo y tercer hijo, yo tuve un aborto y sé lo que se siente -sintió Sara un escalofrío ante las palabras de la periodista, no fiándose de si lo que ella le decía era verdad, o más bien el buscar un nuevo titular.

-Yo no he tenido un aborto. Mi bebé aún crece en mi vientre -quiso hacerle saber para que dejara su dolientes palabras.

-Si, lo sé, perdona. Solo quería decirte que sé lo que duele un hijo y que la incertidumbre es una puta mierda -algo en el rostro de Melissa, uno invadido por la melancolía, la hizo detenerse y querer darle una oportunidad.

-¿Y cómo pudiste seguir adelante? yo creo que si le pasa algo, no voy a poder ser capaz de hacerlo. Ya me cuesta ahora.

-Tenía dos hijos más por los que luchar. Vivir y seguir adelante. Nunca se olvida y aunque parezca que nos recuperamos de esto, no es así. De vez en cuando pienso en como sería ahora, o que haría o dejaría de ser -forzó Melissa una cálida sonrisa, algo difícil pues el recuerdo de ese hijo que no pudo nacer, aún seguía muy latente en ella- no dejes que cuatro imbéciles gobiernen tu vida. Ni te escondas. No has hecho nada malo, al contrario, estás luchando por tu bebé, y eso es digno de admirar.

Fue Melissa la que se puso en pie, dándole un pequeño apretón de manos a Sara, quien, aún seguía sorprendida por la conversación con la periodista. Sopesó cada una de sus palabras, teniendo que admitir que tenía razón. Si se quedaba aquí, encerrada, solo conseguiría alimentar más los rumores sobre ella y su bebé. 

Cogió su teléfono, marcando el teléfono de Toni, a quien le pidió que le enviaran un coche para llevarla al circuito.

Poco tardó Oñoro en prepararlo todo y para cuando se quiso dar cuenta, caminaba a su lado, sonriendo y saludando a la gente que la llamaba, con su barbilla bien en alto.

Así la vio Carlos avanzar por el paddock. Como si fuera la dueña de este, manteniendo una orgullosa actitud sin esconderse de miradas ajenas. 

-Se le nota la barriga -Charles se apoyó en el hombro de su compañero, haciendo hincapié en algo que también para él había sido muy evidente.

-Está preciosa embarazada -fue lo que él le contestó, sonriéndole a su mujer cuando ella acortaba la distancia que los separaba.

-Jamás pensé que llegaría este día -terminó de decirle Charles a su amigo, antes de que Sara estuviera frente a ellos.

-¿Qué día, milord?

-El de verte realmente enamorado, porque, lo estás, ¿verdad?

Solo tuvo que mirarla. Fijarse en sus hermosos y radiantes ojos verdes. Desafiantes, como lo era ella. Orgullosa y altanera. Y tan suya. 

Y la respuesta que le dio a Charles fue algo que no tuvo que pensar ni medio minuto.

-Lo estoy. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro