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11. No tardes en volver a mi

📆MÁS TARDE

Sara bostezó ligeramente a la vez que emitía una amplia sonrisa. Los recuerdos de la noche pasada aún permanecían en su cabeza produciéndole una inusitada alegría. 

Estar con Carlos había superado con creces todas sus expectativas y no se arrepentía en lo más mínimo de haber pasado con él, momentos de pasión inolvidables. Unos que deseaba repetir y que no quedaran en solo eso, un momento.

Abrió sus ojos y lo escuchó en la ducha. Se sonrojó ligeramente recordando como él la había tomado bajo el agua de forma más apasionada que en la cama. Buscó su móvil para mirar la hora que era, cuando al hacerlo, éste vibró con una llamada entrante de su hermano mayor, llamada que sopesó si cogerla o no, decidiendo dejarlo sonar.

-¿Porqué no lo coges? -la voz de Carlos la hizo apartar su mirada del teléfono para centrarse en él, ahogando un gemido al ver al piloto frente a si, usando solamente una toalla alrededor de su cintura.

El agua aún mojaba su piel, estando su despeinado cabello de la misma manera. Un vaivén sufrió el cuerpo de Sara, concentrada en repasar cada músculo visible del cuerpo de... su marido. 

-¿Sara? -la diversión en la forma de preguntarle de Carlos era más que evidente. No le pasaba desapercibido como la chica parecía querer desnudarlo con la mirada, algo que no le hacía sentir incómodo, al contrario, le gustaba ver en ella el mismo deseo que sentía él.

-Perdona, pero es que no puedes estar frente a mi medio desnudo y pretender que no te mire -su respuesta le hizo arquear a Carlos una de sus cejas y mirarla divertido. Vio en los ojos de Sara deseo, mucho, contenido y con ganas de ser satisfecho.

-Yo no te he prohibido que me mires, es más, quiero que lo hagas -fue la respuesta de Carlos, quien, dejó caer la toalla al suelo provocando en Sara otro de esos gemidos incontrolables.

No les hizo falta hablar, ni pedirse permiso. La mañana fue testigo de otro encuentro apasionado, del roce incansable de sus cuerpos uno contra el otro y de como ambos alcanzaron juntos ese paraíso que tanto ansiaban.

Sonó el teléfono de Sara de nuevo cuando aún Carlos estaba dentro de ella, y esta vez, fue él mismo quien la animó a cogerlo.

Salió de ella para darle algo de intimidad, a desgana, pues ella su interior lo acogía gustoso, cálido y suave. Buscó su ropa para vestirse, escuchando como hablaba con su hermano en monosílabos, para después emitir un sollozo que le hizo darse la vuelta.

-Gracias, Gonzalo. Iré lo antes que pueda -le prometió ella colgando la llamada y con la lividez tomando su rostro.

-Sara, ¿Qué pasa? -le preguntó Carlos muy preocupado al verla tan preocupada.

-Es mi madre. Le ha dado un ictus. Y es grave.

Más tarde

Terminaba Sara de hacer su maleta, sintiendo como intentaba contener las lágrimas, pero, era un imposible. A pesar de todo lo que sus padres le habían hecho padecer en su juventud y con esos planes de futuro que pretendían tener con ella, no dejaba de ser su madre y le dolía que estuviera sufriendo.

-Sara -apretó sus dientes desviando a continuación su mirada hacia Carlos, quien, con sus brazos cruzados, no perdía detalle de cada uno de sus movimientos.

-Sé lo que me vas a decir, y hasta yo me lo estoy recriminando, pero, es mi madre y siento que tengo que estar con ella -se justificó Sara, algo que no tenía porque hacer con Carlos pero que creía que se lo debía.

-Y yo no voy a llevarte la contrario. De ser tú, también haría lo mismo -dejó en centímetros la distancia que los separaba, acercándose Carlos hacia ella. Colocó sus manos en su cintura, buscando de ésta manera el intentar tranquilizarla- solo que, no tardes en volver a mi. No puedes acostumbrarme a tenerte para que ahora te vayas de mi lado.

Las palabras de Carlos la dejaron en silencio, sin ser capaz de contestarle. No esperaba esta declaración por su parte, y aunque al principio pensó que era fruto de la noche de pasión vivida entre ambos, lo que vio en su mirada, la hizo desistir de lo que creía, para ver sinceridad y verdad en sus ojos.

Su cabeza y su corazón eran un torbellino para Sara. En algunos momentos se sentía hasta culpable pues aún estaba intentando barrer de su vida los recuerdos de un amor que de alguna manera la había traicionado, pero, que fue el gran amor de su vida. Y por otro, se sentía viva. Carlos la había despertado de nuevo. Solo el roce de su piel contra la suya. De sus labios apoderándose de los de ella con una rotundidad abrumadora, y sus apasionados encuentros, unos que jamás había tenido Sara con tanta fogosidad, la hicieron confirmar algo que negó un par de veces, que sentía algo por Carlos, algo más fuerte de lo que pensaba. 

-Vaya, esto es culpa de mis labios, los has besado y te he atrapado en ellos -le contestó ella intentando quitarle algo de incomodidad a las palabras de Carlos, acompañando las suyas con una amplia sonrisa.

-No sólo tus labios.

La besó. Tenía que hacerlo. Por él. Porque Sara tenía algo de razón, una vez que la había besado, quería más de ella, y que ahora se fuera, le dejaba una terrible sensación en el pecho, como si después del gran paso que habían avanzado, dos pasos los volvían a retrasar.

-Iré solo para ver como está y por si me necesita. Nada más. Ni me voy a quedar allí a vivir ni voy a caer en sus chantajes, si es eso lo que te preocupa -le respondió Sara, intentando de ésta manera que él creyera en sus palabras.

-Sea como sea, eres mi mujer, Sara. Y...

Calló Carlos. No dejó que el resto de sus palabras salieran de su boca, pues, no era el momento de hacerle una confesión tan intensa, una que involucraba tantos sentimientos por ella. En su lugar, tomó sus labios besándola de una forma arrebatadora, como si fuera el último beso que le diera, y tuviera que poner todo en él. Quería que ella no olvidara, que cuando se fuera, se llevara el sabor de sus labios impregnados en ellos y que fuera éste gesto la que le hiciera recordar que él la esperaba. 

-Que necesito que estés bien -esa fue la frase que terminó Carlos, una que, si bien tenía mucha verdad en ella, no era la que de verdad quería decirle.

La ayudó a recoger sus cosas, acompañándola minutos después fuera de la habitación. Un coche la esperaría en la parte de atrás del hotel para llevarla a un aeródromo, donde un avión privado la llevaría a Barcelona. Aunque él se empeñó en acompañarla, Sara le pidió que no lo hiciera hasta que supiera lo que se encontraría al llegar allí.

-Ve a por todo en Arabia Saudí -le pidió ella cogiendo una de sus manos, y empezando así la despedida.

-Ojalá puedas estar allí, sería buena señal que estuvieras -la agarró Carlos de la nunca y estampó su boca con la suya en un largo e intenso beso que les hizo a los dos vibrar y desear más de ese momento.

-Pórtate bien, marido -le pidió ella marcando una sonrisa en su rostro, a la vez que sentía los brazos de él rodear su cuerpo.

-No tengo ninguna necesidad de no hacerlo -fue la respuesta de él, una clara, sencilla y el inicio de una promesa.

Lástima que Carlos no la cumpliera. 

Días después

Charles miraba a Carlos moviendo su cabeza un par de veces, y hasta molesto por lo que veía. Intentó contenerse con lo que pensaba, pero, le era muy difícil cuando el español no mostraba signos de estar arrepentido de su comportamiento. 

-¿Qué? -le preguntó Carlos viendo el gesto de reproche con el que su amigo y compañero lo miraba.

-Estás casado.

-Un matrimonio de mentira -le respondió él intentando quitarle importancia a algo que no la tenía pero que él se repetía para convencerse de que lo que estaba haciendo ahora, no era tan malo.

-Díselo a Sara cuando vuelva. Porque hasta el día que ella estuvo aquí, si era un matrimonio.

-Tú lo has dicho, hasta que estuvo aquí -su respuesta estaba cargada de bastante rabia, la que sentía a veces por su "mujer".

-Volverá. Y cuando lo haga... -alzó Carlos su mano para callarlo y que dejara de hacerle tan estúpidas reclamaciones.

-Pero no ha vuelto, así que, no me jodas más, Charles.

Se dio la vuelta el madrileño para ir en busca de sus mecánicos y repasar de nuevo su coche. Pero, antes de irse, se encontró con la última recriminación de su amigo.

-¿Le contarás a Sara que te estás follando a Rebecca, tu ex?

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