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7. Azalea

Azalea: peligro







Para Crowley y Azirafel no era extraño involucrarse en batallas humanas por orden de sus antiguos bandos. Pelear... era un tema completamente diferente.

En el pasado lo habían hecho múltiples veces, la mayoría de estas evitando que murieran más personas de las que se suponía debían morir, la muerte de soldados y personas inocentes, aunque innecesarias, siempre eran inevitables. A veces eran enviados solo para asegurar  que cierto ejército ganará batalla porque eran afines a los objetivos de sus antiguos bandos. A veces solo tenían que asegurar la vida de algún humano o alguna cosa así que estuviera relacionado con el Plan Inefable.

Azirafel había participado en algunas batallas así como Crowley había participado en la Fiesta del té de Boston (luego Azirafel le reñiría por haber desperdiciado tanto té, pasaría medio siglo antes que lo perdonara), ambos habían sido enviados para participar en la Guerra de Secesión de Estados Unidos en 1862, aunque no hicieron mucho esa vez, Azirafel había conocido a un joven Samuel Clemens a quien aún le faltaban unos años para convertirse en Mark Twain mientras Crowley tomaba unas vacaciones en París (para complacer cierto antojo de Crepes de cierto ángel quisquilloso) y conocía a un joven Claude Monet, una de las pinturas "perdidas" de Monet, de las que muchos críticos ni siquiera sabían que existía, se encuentra colgada en algún rincón de la librería de Azirafel, una pintura cierto pelirrojo sentado en medio de un jardín, con el saco medio abierto y un libro colgando despreocupadamente en una de sus manos mientras la otra sostenía una manzana, Crowley había posado para Monet unas cuantas veces, pero solo conservaba ese cuadro que había regalado a Azirafel junto con las Crepes cuando regresó a Norte América. No fue la última vez que estuvieron en América, pero quizás una de esas que no olvidarían.

En conclusión... Azirafel y Crowley evitarían pelear tanto como fuera posible, aunque no siempre fuera posible. Si eran honestos con ellos mismos, no habían luchado nunca, jamás.

Sí, habían participado en la primera batalla entre el cielo y el infierno, se habían visto obligados a hacerlo al igual que todos los demás. Pero la primer gran batalla entre ángeles y demonios donde Lucifer fue desterrado al infierno junto con todos sus seguidores... parecía más un mal día en la oficina donde la mitad del personal fue despedido después de una pelea de almohadas que a una verdadera guerra. La Guerra fue creada por los humanos, por el deseo de poseer lo que no tienen, de tomarlo a la fuerza, quizás de cambiar algo que no les gustaba... si lo pensaba de esa forma, quizás ellos realmente habían creado a Guerra sin quererlo, pero los humanos la habían cultivado.

- Entonces... ¿dejaste a un bebé que es muy probablemente la Segunda Venida con un ángel que tiene tanta experiencia de cómo cuidar a un bebé humano como un niño de 3 años entiende de física nuclear solo en una planta de energía nuclear, rodeado de muchas luces y botones de colores? - preguntó Crowley.

Azirafel había tardado más tiempo del que se sentía orgulloso de admitir para explicar a Crowley que había pedido a Uriel que se escondiera con Jesús en alguna población humana. Al igual que Adán, Jesús tenía esa protección para no ser encontrado por el adversario... y tampoco por los aliados. Así que volvían a estar en el mismo problema que habían estado hace algunos años cuando tenían que encontrar al Anticristo.

El plan original de la Segunda Venida había sido frustrado gracias a que el plan del Armagedon había sido frustrado. Se suponía que Jesús solo debía de llegar a la tierra para juzgar a las almas y finalizar la guerra dando la victoria al Cielo... o algo parecido. No tenían idea de como funcionaban los planes del Cielo, ni siquiera Azirafel que había escuchado hablar de ese plan por los últimos meses y participado en la mejor forma de adaptar a la Segunda Venida al mundo humano de la actualidad, claramente, no era un niño normal. El Cielo no podía permitir que volviera a suceder el error que había ocurrido con Adán ocurriera de nuevo, por lo que tenían un plan de crianza muy estricto.

- Y, ahora pretendes que nos convirtamos de nuevo en los padrinos del niño ¿no? ¿Qué? ¿Van a dejarlo en algún orfanato pobre o a cambiarlo por el hijo de alguna familia marginal para que crezca en la humildad y conozca la bondad verdadera? ¿Van a cambiar al niño de alguna partera o un ángel fingirá que lo es?

- No... no exáctamente. - aunque... ese era más o menos el plan original - Más bien... quería que cuidemos de él.

El Bently frenó tan repentinamente que Azirafel pensó que habían prendido fuego al pavimento, si su corazón realmente funcionara, creía que se hubiera detenido y tenido un ataque cardíaco en ese momento por el freno repentino. Crowley sostenía el volante con tal fuerza que creía que lo rompería en cualquier momento.

- ¿¡Qué carajos, Azirafel!? - no pudo evitar gritar al ángel que solo pestañeó, ya esperaba esa reacción por parte de Crowley, incluso pensó que podía ser peor.

Si no aceptaba su disculpa entonces iba a tener que pensar en otra cosa, si lo aceptaba seguramente iba a estar muy enojado cuando le dijera que había secuestrado a un bebé del cielo y que pretendía que lo criaran juntos para evitar los planes del cielo... bueno, lo mínimo que esperaba era que Crowley echara humo y relámpagos... literalmente. Que solo gritara era todo un logro.

- ¿Qué podía hacer? ¡es solo un niño! A ti... tu te preocupas por los niños, pensé que...

- ¿Yo? No me preocupo por los niños, no me gustan los niños, los niños son... humanos pequeños y molestos con las manos pegajosas y babean... y muerden. ¿¡a quién pueden gustarle los niños!?

Azirafel alzó una ceja en respuesta. A lo largo de los años que ambos habían convivido por poco tiempo, Crowley había pasado mucho tiempo con niños... o mejor dicho, rodeado de niños.

Había visto cómo los niños solían seguirlo por todos lados para jugar con él todo el tiempo antes del diluvio, durante el éxodo mientras seguían a Moisés por el desierto, a veces los niños se acercaban a Crowley para que les contara alguna historia por las noches (eran historias de terror para que no durmieran bien, Ángel), fue uno de los principales responsables de crear grupos de niños ladrones durante la Revolución Francesa para ayudarlos a conseguir comida (no, enseñé a esos niños a robar, nada bueno), durante la Segunda Guerra Mundial Crowley solía ayudar con los trenes de refugiados de niños que los llevaban al campo excusándose que era una forma de "tráfico de mercancía" y que no estaba haciendo nada bueno (¡ni siquiera Crowley se creía eso!), había escogido el trabajo de nana de Warlock porque quería hacerlo e incluso a veces Azirafel se preguntaba si Crowley no se preocupaba más por Warlock que sus propios padres (simplemente lo hice para tener más influencia en él), a veces Warlock aún le escribía o lo llamaba solo para saber cómo estaba, incluso había armado una expedición con los Ellos en Tadfield solo meses después del no-Armagedón al que Warlock también había sido invitado, ahora eran buenos amigos con Adán y jugaban videojuegos en línea, también tenían un viaje a Disneyland programado para celebrar el cumpleaños de ambos al que los Young y los Dowling solo habían accedido si Nanny Ashtoreth los llevaba y, por supuesto, Crowley había aceptado después que dos niños le hicieran ojos de cachorro por tres segundos y pidieran "por favor" dos veces. Solo había un ser en todo el universo con el que Crowley era igual de suave que con los niños y con quien aceptaba casi cualquier cosa casi de inmediato: Azirafel.

Así, tenía muchas otras historias de Crowley siendo bueno con los niños. Si había alguien que podía ayudarlo a cuidar de un bebé no-humano, definitivamente era Crowley.

- Piensa en él como... como una mascota - trato de negociar.

- Sí, una mascota que podría deshacerse de tu existencia solo con el pensamiento. ¿Al menos entiendes lo que dices?

- Creo que... esta vez... tengo una mejor idea de lo que está sucediendo que tu, Crowley. No podemos dejar que el cielo lo encuentre... si lo encuentran... lo obligarán a hacer cosas terribles.

- Parece que por fin entiendes lo que el cielo es capaz de hacer.

- ... - mordió su labio, jugaba con sus manos sobre su regazo.

No tenía ninguna respuesta, Crowley tenía razón, la tenía... Oh, Señor, había tenido la razón tantas veces, la había tenido desde el principio, todo ese tiempo... el cielo estaba contaminado, corrompido, estaba podrido, no sabía qué era lo que había causado que el cielo fuera de esa forma, que los había llevado a ser así, quizás siempre lo habían sido y simplemente no quería verlo. Simplemente había aprendido a seguir órdenes y no cuestionar, la caída había enseñado a todos los demás a no cuestionar y sólo obedecer. Estar con Crowley le había enseñado que a veces no estaba mal preguntarse si las órdenes del cielo eran realmente buenas.

- ¿Y qué? ¿Esperaremos otros 11 años para criar al niño y luego a ver si este decide o no iniciar el fin del mundo?

- No... es necesario detenerlo ahora. Pero, ¿realmente crees que mientras preparamos a... a todos los demás para... lo que sea... Uriel será capaz de cuidar de un niño?

- No sin matarlo antes. - Azirafel se encogió de hombros, sabía que los ángeles realmente tenían tanto conocimiento de cómo funcionaban los humanos como él de lo que era Intagran a pesar que Crowley había publicado algunas fotos de ellos juntos almorzando antes - ¿Cuál es tu plan, Ángel? hablas como si quisieras iniciar una guerra.

- Creo que lo hice...

- No, la guerra contra el infierno fue solo porque Shax invadió la librería, creo que incluso Shax se avergüenza de eso, de todas formas, dudo que sea capaz de comandar un ejercito por más pequeño que sea.

- No me refiero al infierno, me refiero al cielo.

- Exageras.

- Cuando Metatron lo descubra... no va a estar feliz.

- No creo que ese anciano haya tenido un día feliz desde antes de la creación.

- ¿Ustedes se conocían de antes? de antes de... ya sabes... todo.

Sí, había conocido a Metatron antes de la caída, había trabajado con él como muchos otros ángeles encargados de la construcción y diseño del universo, muchos de aquellos que se dedicaron a crear las estrellas y los diferentes cuadrantes habían trabajado con Metatron de una u otra forma, él había sido uno de los muchos desafortunados de trabajar de cerca con la cabeza flotante, que tan cerca o que tanto habían trabajado... ya no era importante.

- Sí, algo, eso no importa ahora ¿Por qué un bebé? Creí que Jesús ya tendría... ¿qué? ¿33 años?

- Creen que es mejor... de esta forma, Metatron dijo que podían tener más influencia si la Segunda Venida se gestaba de esta forma.

- ¿Jesús se negó a continuar con el plan original?

- Prefiero no hablar de eso... - Crowley le miró por encima de sus lentes, Azirafel apartó la mirada, no podía mentirle, además, de entre ellos, Crowley había conocido mejor a Jesús que él aunque nunca habían conversado realmente de lo que había sucedido en ese entonces, sabía que le había mostrado los reinos de la tierra, las famosas tentaciones en el desierto - Me pidieron ser el encargado de... criar al niño hasta que tuviera la edad necesaria...

- ¿Otros once años?

- No realmente... se supone que debe comenzar a manifestar sus poderes a los siete años, sabes que al Todopoderoso le gusta mucho ese número.

- ¿Van a dejar el destino de la humanidad en un niño de 7 años? sí... es algo que el Cielo haría.

- Trate de decirles que era mala idea...

- Igual que dejar el fin del mundo a un niño de 11 años.

Azirafel asintió, no pudo más que estar de acuerdo con lo dicho por Crowley.

- A todo esto ¿a dónde estamos yendo, Ángel?

Habían estado dando vueltas en el Bentley por Londres por poco más de una hora mientras conversaban, Azirafel simplemente había dicho que tenían que buscar a Uriel antes que tratara de hacer que un niño recién nacido (¿recién aparecido?) comiera una hamburguesa... o peor... que Uriel probara la comida humana.

Crowley había tenido dos experiencias de ángeles probando la comida por primera vez. Azirafel mientras esperaban a que la tormenta se detuviera después de ir por los hijos de Job, había comido todo lo que estaba en la mesa del banquete y hubiera comido más si fuera posible, pero no había más comida. Con Muriel... Bueno, solo diría que se arrepentía de haberle llevado a un Burger King. No quería imaginar que sucedería si otro ángel que nunca había probado la comida comía algo por primera vez sin vigilancia. Crowley conocía a otros demonios que también habían probado comida humana, muchos disfrutaban del alcohol, otros habían interferido en la comida chatarra o la comida rápida (Crowley se acreditaba la creación del ramen instantáneo, Azirafel le haría beber agua bendita si se enteraba, por suerte, era mentira), un demonio nunca había pasado por esa hambre insaciable por la que los ángeles que comían por primera vez tenían.

- No estoy seguro. Dijo que enviaría una señal discreta cuando se encontrarán en un lugar a salvo.

Señal discreta, pensó Crowley mientras hacía que el radio del Bentley sintonizará las noticias en lugar de cualquier canción de Queen, la noticia de una enorme esfera de luz que había volado sobre Central Park la noche anterior y el sonido de trompetas que muchos decían era señal del fin del mundo y que la segunda venida estaba cerca (no sabían qué tan cerca de la verdad estaban esta vez) le dió la ligera impresión que Uriel estaba escondiéndose en Nueva York con el pequeño Jesús 2.0. Azirafel se sonrojó, tomó nota de ser más específico la próxima vez... a la vez que esperaba que no existiera una próxima vez.

- Así que... ¿vamos al aeropuerto?

- Ugh...

*

Milagrosamente habían encontrado un vuelo para Nueva York a esa hora y habían reservado una habitación en un hotel que milagrosamente estaba libre porque una pareja había cancelado a último momento.

En otras circunstancias quizás hubieran simplemente chasqueado los dedos y aparecido en Nueva York, pero debían de evitar milagros demasiado evidentes hasta que pudieran encontrar a Uriel y asegurarse que el Jesús bebé siguiera sano y salvo en manos de un ángel que no sabía nada sobre humanos. No importaba si era un ser mitad celestial como lo había sido Adán, seguía siendo parte humano y los humanos son bastante frágiles para su gusto. Se registraron en su hotel y dejaron el poco equipaje que llevaron en su habitación. Aún no sabían dónde encontrar a Uriel y comenzaban a preocuparse que el cielo se adelantara. 

- Bien... entonces el plan ahora es encontrar a Uriel, cuidar de un niño por once años y evitar que el cielo nos encuentre ¿estoy en lo cierto? - preguntó Crowley cuando ya estaban medianamente listos.

- Si fuera tan simple como suena...

- Sí... lo de Alpha Centauri sigue en pie si quieres ir, Ángel.

- ¡Crowley!

- Solo... decía... 

Azirafel giró los ojos. Ambos sabían que abandonar la tierra no era una opción, al menos ya no lo era más, Crowley había traicionado al infierno una vez al detener el Armagedón, Azirafel lo estaba haciendo de la misma forma al detener el plan de la Segunda Venida, ambos habían participado en ambos casos... pero no era lo mismo mentirse a sí mismo sobre que estaba participando para detener los planes del infierno que ahora estar en contra de quienes se suponen eran su propio bando. 

No, ya no era su bando, no lo había sido desde hace mucho tiempo, pero se tardó demasiado en darse cuenta de eso. Al fin podían estar en su propio bando y... de hecho se sentía bien, aun existía esa inquietud por saber si estaba haciendo lo correcto o no, pero ¿realmente el cielo estaba haciendo lo correcto? el plan inefable era... bueno... inefable... ¿realmente era el Todopoderoso quien quería acabar con el mundo? ¿o era lo que el Cielo y el Infierno querían? 

Soltó el aire que retenía en sus pulmones cuando sintió las manos de Crowley en sus hombros, ni siquiera se dió cuenta en qué momento se había puesto tan rígido o cuando dejó de respirar hasta que el suave contacto de Crowley hizo que se relajara inmediatamente. 

- Estoy aquí, Ángel - susurró el demonio - ya lo hicimos una vez... podemos detener el Armagedón una segunda o tercera vez si es necesario. Sino... siempre está en pie el plan de Alfa Centauri, aunque no me apetece tener a Gabriel y Belcebú de vecinos... y creo que Muriel también querá venir, encontró algunos libros de estrellas y por culpa de alguien se enteró que yo había ayudado en eso y... ¿sabes? hace muchas preguntas, incluso más que yo a veces... 

La suave risa del ángel lo hizo callar sus balbuceos, instintivamente alejó un poco sus manos, pero Azirafel fue más rápido al girar y buscar los labios del demonio, el beso fue igual de cálido cómo lo había sido en la librería, con las manos de Azirafel en los hombros de Crowley y las manos de Crowley alrededor del Ángel. Si había una cosa de la que Crowley y Azirafel podían estar de acuerdo, era que ninguno se había dado cuenta de lo mucho que deseaban ese contacto hasta que lo tuvieron por primera vez, era como comer o dormir 

Azirafel no había notado lo hambriento que estaba hasta que probó la comida por primera vez.

Crowley no había notado lo cansado que estaba hasta que durmió por primera vez.  

No habían notado cuando deseaban ese contacto hasta la primera vez que se tocaron, no habían notado lo mucho que deseaban ese beso hasta ese día en la librería. Era como el fruto en el Éden, en el momento que lo probaron, fue como abrir los ojos a un mundo nuevo, un mundo que había permanecido en tinieblas por más de 6000 años. 

- Tenemos que buscar a Uriel - recordó Azirafel.

El cálido aliento de Crowley aún chocaba con sus labios, aún podía sentir sus manos en sus hombros, arrugando su chaqueta, podía ver el bonito color amarillo de los ojos del demonio muy cerca, Crowley podía admirar el azul de los ojos de Azirafel, era como pequeños cielos llenos de estrellas. 

- Sí... tenemos que hacerlo. 

- Sí... - insistió Azirafel, por fin separdose el uno del otro, instintivamente sus manos se buscaron entre sí, el mínimo contacto... solo un poco más de ese cosquilleo que no sabían tanto necesitaban - debemos... ir... 

Encontrar a Uriel no sería fácil en una ciudad como Nueva York. Si fuera fácil sería un problema, claro... si hablamos de la Segunda Venida del hijo del Todopoderoso, no les extrañaría que hubiera convertido El Lago en vino. Cosa que ya había hecho en su vida pasada... pero quizás era algo de lo que era mejor que nadie se enterara.

*

Hay muchas puertas que llevan al cielo o al infierno. Se encuentran en los lugares menos esperados y en todo el mundo, donde haya humanos es seguro que habrá una puerta al cielo o al infierno. Nueva York no era la excepción. 

Ya lo hemos dicho antes, los ángeles no saben ser discretos y no saben mucho sobre las tradiciones humanas, pasar desapercibido por un ángel es tan fácil como un elefante rosa en patineta paseando por Time Square en Fin de Año. Así, el milagro de Uriel claramente no paso desapercibido para los que se encontraban en el cielo, por mucho que hubiera algunos pocos ángeles que quisieran evitar el segundo Armagedón, aún había muchos que harían lo posible para tener la guerra contra el infierno que había sido prometida desde el principio de los tiempos. 

Así que cuando la alerta de un milagro en la tierra llegó a oídos de Metatron, no dudo que debía tratarse o del niño o de alguno de los ángeles que se había revelado en contra del Cielo, en contra del Gran Plan. Definitivamente Azirafel era como una epidemia, no... el demonio, Crowley era como una enfermedad que se contagiaba a todos los que estuvieran a su alrededor, había sido él quien comenzó a cuestionar las cosas, quien introdujo la duda a muchos otros ángeles... un ángel que no es capaz de aceptar las ordenes de sus superiores, no merece ser un ángel. El escape de Gabriel y Belcebú habían infectado aún más el cielo, muchos se daban cuenta que había un fallo en el sistema y comenzaban a cuestionarse cómo eran las cosas, no podía hacer mucho para detener aquella duda que había sido sembrado en ellos y que crecía lentamente hasta desgarrarlos florecer. 

Metatron en ese momento lamentó que el Hanahaki no fuera mortal para los demonios. Por un momento... también se preguntó porque el Todopoderoso había dado esa enfermedad tan absurda a un demonio como Crowley.

- Señor - llamó Miguel entrando a la oficina de Metatron - hemos localizado a... al traidor Uriel. ¿Cómo quiere que procedamos? 

Frente a Metatrón se desplegó una ventana flotante en la que se veía a Uriel con ropa humana que no era en absoluto discreta, con colores brillantes y demasiados complementos, era como si hubiera entrado a una tienda de beneficencia y se hubiera colocado encima todo lo que estaba en descuento (que no digo no haya sido así). 

- Espera un poco. Aún debemos de esperar a que se reúna con el traidor Azirafel y el demonio Crowley. 

- Señor... hay un problema.

- ¿Ahora qué? 

- No está... 

- ¿Qué? 

- El niño... no está con Uriel. 

*

- ¿¡Qué quieres decir con qué perdiste al niño!? 

Encontrar a Uriel no había sido tan difícil como esperaban pero tampoco había sido fácil. Fue cosa de ir al último lugar donde había sido visto y encontrar a alguien que estuviera vestido con cosas al azar de una canasta de la tienda de caridad, a Crowley le sorprendía la nula capacidad de los ángeles o de los demonios para pasar desapercibidos entre los humanos, llevando una camisa de una talla demasiado grande de color anaranjado brillante y un abrigo que parecía un zorro muerto sobre sus hombros y pantalones de mezclilla rotos, los zapatos eran los mismos mocasines cafés que usaba con su ropa normal, además de eso, llevaba un sombrero vaquero rosa brillante. Resaltaba tanto entre la multitud que Crowley pensó que solo faltaba un cartel neón que dijera "llevó a la segunda venida en una canasta de pan". 

- Azirafel, ¿puedes decir a tu demonio mascota que no es necesario que grite?

- Si... eh... todos deberíamos tranquilizarnos... 

- ¿Tranquilizarnos, Ángel? ¡Estamos en Central Park y este...! - contuvo la respiración, dió un par de vueltas en el mismo lugar, comenzaba a ponerse rojo y Azirafel le preocupaba que no comenzara a soltar humo por las orejas (literalmente) o que un rayo destruyera los árboles - ¿¡Cómo puedes perder un bebé!?

- ¿En serio TÚ eres el indicado para hacer esa pregunta, demonio? 

- ¡Yo no tuve la culpa de perder al AntiCristo! ¡Yo no lo entregue a sus padres! ¡No tuve esa canasta por más de una hora!

- No es momento para pelear - se interpuso Azirafel antes que Uriel dijera otra palabra - tenemos que encontrarlo antes que el cielo lo haga o antes que el cielo...

Dejó  la frase sin terminar, en la ajetreada ciudad de Nueva York nadie lo habría escuchado, las personas que caminaban con sus móviles o corrían con sus audífonos puestos, aquellas que conversaban a gritos por sobre el ruido de los autos en el tráfico, pero en ese momento se escucharon unas trompetas en el cielo. Azirafel sintió como si todo se volviera más frío, Crowley soltó una maldición. 

- Sí, eso será muy difícil ahora, Azirafel.

Se giraron al escuchar la voz de Metatron, parados detrás de ellos dos se encontraban Metatron y Miguel, a unos pasos de ellos se encontraban varios ángeles vestidos con los ridículos uniformes de batalla que Azirafel ya había visto una vez en el Argamedon pasado. 

- Así que... es mejor que se rindan ahora. Nos digan dónde está el niño y... su muerte no será tan dolorosa. Claro, no sé qué tan doloroso es el fuego infernal para los ángeles. O el agua bendita para un demonio. Y esta vez no habrá trucos. 

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