3. Mauve pansy
Pensamiento malva: nostalgia del amor perdido
*
Miró los pétalos de camelias rojas que acababa de toser. También había unas gotas de sangre que manchaba la tela blanca. Sentía una extraña comezón en el pecho y dolía cuando respiraba (aunque no necesitaba respirar). Era extraño.
Había comenzado a toser flores no mucho después de regresar al cielo. Cada vez que se acercaba para ver la tierra o cuando se distraía en sus pensamientos, una molesta picazón en la garganta lo interrumpía, cada que alguien estaba cerca tenía que tratar de disimular, no era tan complicado, lo había hecho antes durante más de 6000 años cuando debía entregar sus informes al cielo. Claro, en esas ocasiones no tenía que lidiar con flores que crecían en sus pulmones (o... donde fuera).
Azirafel no era tonto, de hecho era muy inteligente. Sabía de qué se trataba y sabía porque era.
Nunca pensó que llegaría a enfermar de Hanahaki. Quizás no se había dado cuenta de cómo se sentía acerca de Crowley, le gustaba la proximidad que tenían, le gustaba como su relación se había desarrollado los últimos años. Estaba conciente que no podían estar juntos, al menos no el juntos de lo que muchas parejas humanas describen con estar juntos. Pero el estar juntos que conocía era suficiente para sentirse bien. Habían muchas cosas de las que no se había dado cuenta, era como si las diera por hecho.
Cuando llegó al cielo se dió cuenta que se sentía extraño. Había estado muchas veces antes en el Cielo y siempre sentía esa extraña incomodidad, se sentía cansado todo el tiempo, tensó y alerta, no se había sentido de esa forma en mucho tiempo, pero pensó que era simplemente porque se había acostumbrado a sentirse de esa forma en el Cielo. Pero había algo más. Sentía como si algo faltaba, pero no estaba seguro de qué.
Se apresuró a ocultar los pétalos de flores y limpiar la sangre. Debía de reunirse con Uriel y Miguel, no podía permitir que vieran que estaba enfermo.
Trato de recordar la última vez que había visto a un humano enfermar de Hanahaki, Maggie se encontraba bien, lo había comprobado... pero recordó a un... muy querido amigo del pasado.
*
Azirafel había conocido a Oscar Wilde por ahí de 1890 en una fiesta a la que había sido invitado por algunos conocidos, una de sus obras más importantes acababa de ser publicada, una obra extraordinaria a su parecer sobre un hombre joven que recibe el regalo de la juventud eterna mientras que un retrato suyo se pudre lentamente como su propia alma.
Había compartido su fascinación por aquella obra con Crowley que no parecía realmente interesado mientras hablaba (aunque en realidad, escuchó todo lo que dijo).
- No entiendo porque los humanos están tan interesados en cosas como la juventud o la vida eterna - bufó Crowley en algún momento de su conversación mientras tomaba una copa que le ofrecían - No es tan... impresionante si me lo preguntas.
En esa época, Crowley había tomado su apariencia femenina, debía cumplir una tentación y era más simple hacerlo en su forma femenina(1), se habían encontrado por casualidad en una fiesta, Crowley para cumplir una tentación y Azirafel simplemente había sido invitado, sin embargo terminó por pasar la mayor parte de la velada junto con Crowley.
- Tu y yo no somos humanos, Crowley, la eternidad es otra medida de tiempo para nosotros, los humanos saben que su vida terminará en algún momento... supongo que por eso se interesan por la vida eterna, hay muchas cosas que ver o hacer para ellos y quizás no puedan hacerlo.
- Aún así... ¿cuántos humanos has conocido? tu y yo hemos conocido a muchos humanos y todos ellos están muertos ahora. No es divertido ver a los humanos envejecer o enfermar y morir.
- Bueno... supongo que es una fortuna que no podamos enfermar - comentó Azirafel mientras veía las flores de uno de los jarrones que decoraban el salón, Crowley comprendió a lo que se refería. Habían visto a muchas personas morir a lo largo del tiempo que llevaban en la tierra, muchas de Hanahaki - supongo que... la muerte puede ser un descanso para algunas personas.
- Solo si van al cielo, supongo...
- No muchos... humanos van al cielo, me temo.
- Sí... es lo que suponía.
Los casos de Hanahaki se habían incrementado en los últimos años.
El Romanticismo estaba siendo una pesadilla en ese sentido, las personas morían porque creían que su amor no era correspondido, se enamoraban apasionadamente de otra persona a la vez que el pensamiento de no ser correspondidos permanecía en ellos. Más tarde, muchos dirían que morir de Hanahaki era la máxima representación del Romanticismo. Quizás no eran tantos como en la Edad Media, en la que cualquier joven con Hanahaki sería expulsado por su familia por considerarlo un adultero o sería obligado a casarse.
- Señor Fell - lo llamaron a su lado, ambos se giraron. Se trataba de un conocido de Azirafel - quería presentar a un buen amigo mío, el Señor Wilde.
- Oh! Señor Wilde, es todo un placer conocerlo, soy... un gran admirador de su obra - saludo Azirafel, Crowley luego diría que parecía que el Ángel estaba a punto de explotar de la alegría.
- El placer es mío, Señor Fell - saludo Wilde para luego girarse a Crowley - también es un placer Lady...
- Crowley - saludó el demonio, tomando otra copa de licor - si me disculpan, nos veremos otra vez, ángel.
- Eh... claro, hasta pronto.
Crowley se marchó, debía de cumplir con su trabajo y había visto que la persona a la que debía de tentar se estaba marchando, luego explicaría esto a Azirafel para que el ángel terminará contando cómo había pasado toda la noche conversando con Wilde a la vez que llenaba de halagos al autor y contando como lo había invitado a una reunión a su casa y otras cosas (2).
Pocos años después de conocerse, surgió el escandalo que termino con la carrera de Wilde. Para ese entonces Azirafel y Wilde eran muy buenos amigos (Crowley solía decir que no parecían ser solo amigos y Azirafel solía ignorar ese comentario).
- ¡Es una locura que le hagan esto! - reclamó Azirafel después de leer un periódico de la época que hablaba sobre la sentencia de su amigo. - No entiendo porque los humanos... son tan crueles a veces...
- No me mires. Lo justifican por cosas de tu bando.
- ¿Crees que a mi bando o al tuyo les importa que esten enamorados de un hombre o una mujer? ¡Son tonterías humanas!
- Wow... Ángel, no te había visto tan molesto desde Alejandría.
- Lo siento, querida - se disculpó, alisando las solapas de su chaqueta - es solo... el Señor Wilde es una buena persona, no es justo que le hagan este tipo de cosas.
- Sabes cómo son los humanos - suspiró Crowley - aunque hay veces en las que me sorprenden lo... moralistas... que son los humanos en ciertas épocas. Hace que te cuestiones si realmente necesitan de influencia demoniaca para ser malvados.
- Me preguntó si algún día a los humanos no les importaran estas cosas - suspiró Azirafel, parecía verdaderamente afectado.
- ¿Y lo conoces? Al... otro sujeto, digo, no a Wilde, sé que conoces a Wilde.
- ¿A sir Douglas? Sí. Lo encontré... un par de veces en casa del Señor Wilde, nada importante... creo que no le agrado por alguna razón.
Crowley creía saber la razón por la que a Sir Douglas no le agradaba Azirafel, misma razón por la que a Crowley no le agradaba Wilde. Pero prefirió guardarlo para sí mismo por el momento.
En los dos años que Wilde estuvo en la cárcel, era común que Azirafel y él intercambiaran correspondencia, de la misma forma en la que Crowley parecía estar más pendiente de Azirafel.
- ¿Te das cuenta que podrían acusarte también de sodomita si no tienes cuidado? Deberías detener esa correspondencia. - sugirió Crowley una tarde.
- Tonterías, somos solo amigos - replicó Azirafel un poco nervioso.
- ¿Y crees que eso les importe? desde la denuncia a Wilde se han vuelto locos con esto... ¡las personas se vigilan entre ellos para asegurar que no haya... nadie como Wilde!
- No hay necesidad, Crowley. Soy un ángel.
- Todos creen que eres un hombre de mediana edad soltero y que es amigo de Wilde. Es sospechoso y alguien podría tratar de denunciarte.
- ¿Es por eso que has estado actuando así?
No hubo respuesta. Crowley había estado apareciendo casi todos los días en la librería a la vez que cuando salían a pasear por las calles, insistía en que Azirafel le tomaba por el brazo o actuaba de forma un tanto descaradamente coqueta con él. No es que fuera extraño, a Crowley le gustaba molestando actuando de esa forma y a veces le gustaba que fingieran que eran esposos, lo habían sido en Galilea hace casi 1900 años por poco más de 30 años. Hubo otro momento por allá de 1700 que también fingieron ser esposos, solo que era Azirafel quien había tomado forma femenina en ese entonces. En momentos como esos... no creían que fuera mala idea colaborar, después de todo tenían que mezclarse entre los humanos y a veces era más natural que una pareja de enamorados anduviera por ciertos eventos sociales o se reunieren con ciertas personas. Pero ese no era el caso ahora.
- No creo que los tuyos estén felices si te metes en problemas, Ángel.
- Los tuyos tampoco lo estarán si descubren que tratas de salvar a un ángel - le recordó Azirafel - estaré bien... no... no te necesito.
- Como digas - gruño Crowley.
Esa tarde, Crowley dejó la librería y no lo volvería a ver hasta después de un par de años. Azirafel continuó su correspondencia con Wilde, al menos de esa forma, creía que podía hacer que su buen amigo se sintiera bien.
-
(1) Al menos eso había dicho a Azirafel, la verdad era que se había aburrido un poco de la apariencia masculina, llevaba casi dos siglos con su apariencia masculina y quería cambiar un poco, además, le gustaba la moda victoriana. De todas formas Azirafel ya estaba acostumbrado a eso, Crowley cambiaba de peinado cada década y casi cada siglo cambiaba su apariencia.
(2) No es necesario mencionar como el Hanahaki de Crowley empeoró durante esa época.
*
- Azirafel - la voz de Uriel lo sacó de sus pensamientos.
Se había quedado en silencio por demasiado tiempo, olvidando por un momento que se encontraban en una reunión importante, seguían tratando el tema de la Segunda Venida, preparando todo lo que se suponía debía ser importante para esta.
Los ángeles no eran precisamente expertos en asuntos humanos. Diría que todo lo contrario, no serían capaces de pasar desapercibidos en la tierra por más de un par de horas... y eso contando con la habilidad de los seres humanos por no prestar atención a las cosas que no fueran importantes para ellos en ese momento. El propio Azirafel tenía problemas para pasar desapercibido de vez en cuando, en palabras de Crowley se debía a que le era difícil adaptarse a los progresos de los humanos con la rapidez con la que estos funcionaban. Crowley le había tratado de enseñar cómo utilizar un teléfono móvil durante el 2020 cuando nada terminó en junio con la idea de tener llamadas video o algo así, pero terminó por desistir después de un mes.
Si para él era difícil adaptarse a los cambios en la tierra, los ángeles que conocían no sabían socializar con los humanos.
- Oh sí... ¿de qué estábamos hablando? - preguntó tomando de nuevo los papeles que estaban frente a él.
- Campaña publicitaria - informó Uriel.
- Oh, cierto. ¿Decían algo sobre un programa en la radio?
- No - detuvo Miguel, visiblemente molesto - ¡no puedes seguir sin prestar atención a estas reuniones! ¡Estamos perdiendo el tiempo!
- Lo... siento...
- ¡No! - grito Miguel, poniéndose de pie - ¡esto es inaceptable! ¿¡Por qué el Metatron pensó que alguien tan... ineficiente como Azirafel podía ser capaz de llevar a cabo un plan importante como este!
- Miguel, no es nuestro deber cuestionar... - comenzó Uriel.
- ¿¡No es acaso lo que este traidor ha hecho siempre!? ¡Fue su culpa que no hayamos cumplido con el Gran Plan! ¿¡Por qué es él quien ahora se encarga de esto!?
- Estoy de acuerdo con Miguel - apoyó Saldalphon - había mejores candidatos para dirigir al cielo antes que el traidor.
- ¡Exácto! - exclamó Miguel. - ¡Al menos alguien está de acuerdo conmigo!
Uriel y Saraqael se vieron entre sí, ambos sabían que cada uno se refería a ellos mismos, pero preferían no involucrarse en esa pelea.
Azirafel soltó un largo suspiro, no era la primera pelea que tenían en aquellas reuniones, si no habían avanzado nada en la planificación de la Segunda Venida (cosa que en gran parte agradecía) no se debía a que él no estuviera participando o prestando atención a todo eso, sino porque Saldalphon y Miguel comenzaban a discutir sobre quien sería un mejor Arcángel Supremo y sobre los errores de Gabriel, lanzando indirectas sobre porque Azirafel era la peor opción.
- Si hay algo que les moleste, agradecería lo dejaran por escrito en el buzón de sugerencias que esta frente a mi oficina desde hace mucho tiempo y parecen ignorar - suspiro Azirafel - ahora... Uriel ¿qué decias?
- La campaña publicitaria..
- No necesitamos una caja de sugerencias - volvió a interrumpir Miguel, Uriel parecía estar a punto de ceder a la ira y lanzar su tablilla contra Miguel, Saraqael le hizo un gesto para que resistiera - si no fuera por alguien ni siquiera estaríamos en este aprieto, si todo hubiera ido como debía de ser con el Gran Plan...
Azirafel soltó un suspiro. Miró a la nada, dejando de escuchar las quejas de Miguel o de Saldalphon sobre el fallido primer intento de terminar con el mundo, como si todo hubiera ido con forme al plan nada de eso estaría sucediendo. En su mente se encontraba en su librería, en su sillón favorito leyendo alguno de sus libros, quizás uno de Jane Austen o ese del señor Gaiman del que había escuchado, habría querido ir a ver la obra en el West End pero no había tenido oportunidad. Quizás estaría leyendo junto a la ventana con una taza de té o chocolate caliente, se le antojaban unas crepas, en algún momento de la tarde entraría Crowley y...
"Pudimos ser... nosotros..."
Sus dedos tocaron sus labios de forma instintiva. Sintió como algo picaba en su garganta, tuvo que soportar los intensos deseos de toser, se puso de pie de manera repentina y dió fin a la junta.
- Si no vamos a discutir nada importante, no vale la pena seguir aquí - concluyó, tomando sus cosas y saliendo de la sala de conferencias.
- ¿Qué le pasa ahora? - pregunto Saraqael.
- Es patético, definitivamente una mala elección - se quejó Miguel.
- Trata de hacer su trabajo - defendió Uriel, tomando sus cosas y levántandose - si tienes más quejas, quizás deberías consultarlas con el Metatron, claro... si tienes valor de hacerlo.
Miguel miró sorprendido mientras Uriel dejaba la habitación igual que Azirafel, Saraqael no tardo en seguir su ejemplo y salir de la habitación de la misma forma. Miguel y Saldalphon se quedaron mirando el uno al otro muy confundidos ¿por qué todos estaban molestos?
*
Aclaraba su garganta, tratando de no toser, sabía que si tosía escupiría más flores, no podía permitir que nadie se enterara que también había enfermado de Hanahaki. Esa había sido la razón de Gabriel por dejar el cielo, había enfermado por Belcebú, no porque dudaba que era aceptado, sino porque creía que no podían estar juntos.
Azirafel se sintió culpable al pensar en Crowley. También se sintió enfermo cuando recordó a Oscar Wilde.
*
Pasados los dos años de la sentencia, Azirafel recibió una invitación para reunirse con Wilde.
No había visto a Crowley por un tiempo, pensó que no era necesario decirle nada... después de todo... no era su problema.
Se reunió con Wilde en casa de este, vivía junto con sir Douglas. Azirafel estaba feliz porque pudieran vivir juntos y continuar con sus vidas después de todo lo que había sucedido, pero parecía que no todo era bueno... Wilde había enfermado de Hanahaki estando en la cárcel.
- Es extraño... ¿no debería estar mejor ahora que viven juntos? - se atrevió a preguntar. Wilde no se lo había dicho, pero comenzó a toser tan fuerte que el ángel se preocupó, luego vio las flores y Wilde no tuvo otra más que decir la verdad.
- Los sentimientos no son tan coherentes como a veces desearía que fueran - respondió con su habitual sonrisa, al menos la que Azirafel creía era habitual en él - no es tan malo...
Sonrió de forma nerviosa.
¿Qué podía decir en esa situación? Era claro que Wilde no amaba tanto a sur Douglas como para enfermar de esa forma, en alguna de sus cartas incluso se había quejado sobre cómo sir Douglas era una interferencia en su trabajo. No creía que alguien pudiera referirse de esa forma por aquella persona a quien temes tanto perder que las flores hacen que te ahogues con ese sentimiento hasta tu muerte. Una hermosa pero dolorosa muerte.
- ¿No ha pensado en... publicar de nuevo? - pregunto después de un tiempo.
- No creo que haya quien desee publicarme después de lo sucedido.
- Ya veo...
- Señor Fell... ciertamente había algo que tengo para decirle desde hace mucho tiempo. Yo...
No pudo terminar. Sir Douglas entró en esos momentos y detuvieron su conversación, a sir Douglas no le gustaba ver que Wilde y Azirafel estuvieran a solas en cualquier lugar, en sí, no le gustaba que continuaran manteniendo correspondencia entre ellos.
Azirafel nunca comprendió porque no le agradaba a sir Douglas, Crowley le había dicho que no le diera importancia. Un par de veces había tratado de llevarse bien con sir Douglas durante las reuniones para mantener una especie de paz entre el amante de su amigo y él... pero había fracasado, así que dejo de darle importancia. Sir Douglas simplemente saludo de manera adecuada y se retiró a sus habitaciones.
- Parece... que las cosas van bien entre ustedes - comentó Azirafel, tratando de no ser entrometido. No tenía sentido que Wilde estuviera tan avanzado con el Hanahaki si las cosas iban bien. Wilde sonrió.
- No todo... es lo que parece - suspiró - su padre... lo ha amenazado con dejar de ayudarlo... no estoy en mi mejor época ahora... no creo que pase mucho antes que se vaya.
- Quizás... no sea asunto mío. Pero... si las cosas van tan mal, quizás lo mejor sea separarse.
- Sí... a veces también pienso en eso - suspiró - Estoy pensando en ir a París, un cambio de aires. ¿Por qué no viene conmigo?
- Yo... no he estado en París... un tiempo.
- ¿Es eso un sí?
- No puedo - negó, aún si quisiera, tenía cosas que hacer en Londres, además... - tengo... tengo cosas que hacer aquí, además, mi librería y...
- ¿Es por lady Crowley? - la pregunta lo sorprendió, no podía negarlo. Azirafel no se dió cuenta de cómo Wilde soportaba el picor de su garganta, como las flores crecían lentamente en su pecho.
Crowley era una de las razones por las cuales no podía dejar un demonio suelto por Londres sin vigilancia ¿cierto?
- No puedo. - repitió, pudo ver como el brillo en la mirada de Wilde desaparecía. - lo... lo lamento.
- Está bien - sonrió - te perdono.
Esa fue la última vez que se vieron. Azirafel a veces escuchaba noticias sobre Wilde, a veces hacía un milagro y cruzaba para ver cómo se encontraba. Le dolía verlo... tan destrozado, tan solo.
Cómo ángel, había visto nacer y morir a cientos de humanos. Se creería que para ese tiempo Azirafel ya estaba acostumbrado, pero la verdad era que nunca te acostumbras a ver morir a aquellos humanos con los que te has encariñado. Si tuviera que ponerlo en palabras, era como los humanos con sus mascotas, los humanos estaban conscientes que su perro viviría menos que ellos, que lo verán morir en algún momento, aún así, no pueden evitar encariñarse con ellos y llorar su muerte, tal vez, en algún otro momento de su vida, volverían a adoptar un cachorro, lo verían crecer... y otra vez lo verían morir. Para Azirafel era así. Para Crowley también.
Una vez cada ciertos años, cuando se habían encariñado demasiado con un humano y este moría, olvidaban por una noche la rivalidad de sus bandos y se reunían para beber algo. No recordaba cuándo fue la primera vez que lo hicieron, quizás fue antes o después de Da Vinci... simplemente... necesitaban compañía a veces.
- Se ha ido - susurró Azirafel esa noche que Crowley apareció por la librería, aun mantenía su apariencia femenina.
- Lo sé, lo escuché - respondió ella sirviendo dos copas - meningitis causado por las flores...
- ¿Por qué las cosas tienen que ser así?
- ¿Estas dudando del Gran Plan, Ángel?
- No... no de... no de Ella, de ellos, de los humanos... ¿por qué tuvieron que hacer todo esto? Todo como si... como si su vida valiera menor por amar a otro hombre. ¿No se supone que los humanos tienen libre albedrío? ¿Qué deben amarse los unos a los otros?
- Han malinterpretado los mensajes de los tuyos, Ángel... son humanos, su libre albedrío se encuentra en que pueden equivocarse, juzgar a otros y hacer daño si es lo que quieren ¿no? La forma en la que los humanos aman... ¿no te parece tan... humana?
- Suena como si quisieras decir "errónea".
- A veces... los envidio por poder cometer errores tan libremente.
Azirafel no recordaba haber dicho nada esa vez. O quizás lo hizo y lo había olvidado. Bebió esa noche con Crowley, a la mañana siguiente ambos habían regresado a sus vidas normales.
Pasó un tiempo antes que Azirafel pudiera volver a tomar uno de las primeras ediciones de Oscar Wilde, especialmente... aquellas que estaban firmadas.
*
Uriel había ido hasta la oficina de Azirafel.
Estaba tan de acuerdo con la elección de nuevo Arcángel Supremo como lo estaba Miguel. Azirafel podía no ser malo pero no era un ejemplo de ángel, lo había demostrado al mantener una relación de amistad con un demonio por más de 6000 años... claro, después de lo que había hecho Gabriel ¿realmente podía juzgarlo solo por eso? también era muy poco eficiente a la hora de hacer su trabajo, así que quizás sí podía juzgarlo por eso. Pero, a pesar de todo, no le gustaba la forma en la que Saldalphon y Miguel lo estaban tratando en las reuniones donde trataban de hablar sobre los planes de la Segunda Venida y otras cosas.
Eran incapaces de avanzar por culpa de esos dos, Azirafel solo hacía lo mejor que podía. Incluso Uriel se daba cuenta de eso. Cuando llegó a la oficina, entró sin tocar como solía hacer cuando era Gabriel quien estaba al mando.
- Azirafel, quería hablar sobre...
Se quedó estático un momento al ver al nuevo Arcángel Supremo de rodillas en el suelo, tosiendo con un pañuelo manchado de sangre cerca de su boca y vientos de pétalos de color rojo a su alrededor.
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Hola.
Me gustaría saber que les esta pareciendo hasta ahora y saber si debería continuar con esta historia.
Gracias por leer.
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