Side of the coin
Nakamoto Akira siempre habia sido diferente.
Tenia todo lo que una chica podía pedir. Una familia que la amaba, amigos que estaban en todo momento apoyándola, y cada cosa que quería la obtenía. Mas ese tipo de vida no siempre iba a durar. Todo era una ilusión. Y Akira lo descubrió de una mala manera.
La mayoría de esas cosas no le importaban. Solo eran parte de su vida porque no tenia muchas opciones. Su padre ya no estaba con ella, su madre le tenia miedo y sus supuestos compañeros solo la seguían para sus propios beneficios. Nada de todo eso era real, y en su lugar, la hacían desear irse tan lejos como podía. Tal vez a un lugar donde nadie la conociera. O mejor aun, donde no pudieran juzgarla por lo que era.
Aunque no pensó que se cumpliría tan literal.
-Que bonito se ve-
La chica se dijo a si misma cuando vio el delineado que hizo esa mañana. La pantalla de su teléfono mostraba su pálido rostro perfectamente cuidado, con ojos que brillaban ante la luz, además de una cabellera negra perfectamente acomodada en una coleta. Quien la viera sonreír de esa manera ante su reflejo pensaría que era una narcisista de primero.
Y tal vez así era.
Algo que Akira tenia, era autoestima. Por era razón no tenia miedo de consultar ese tipo de cosas en el medio de la calle, de tomarse fotos frente a vidrieras o simplemente de usar extravagantes prendas de color rojo. Era lo que la caracterizaba. Y estaba bien que la gente la reconociera por eso. De hecho, era inusual verla sin colores que no fueran de esas tonalidades.
Era casi imposible perderla entre la multitud.
-¿Nakamoto Akira?- una voz dentro de los consultorios la llamó -Eres la siguiente-
La recién nombrada guardo el aparato en su bolso de mano para acercarse a ver al asistente de su doctor. La mirada que le ofreció a ese muchacho fue fría y calculadora, como si no quisiera estar en el mismo lugar que él. Mas eso no parecia afectarle en lo mas minino. Es mas, la parecia divertido como alguien que lucia tan tranquila pudiera asesinarte con solo una mirada. Suponía que ese dicho sobre que las apariencias son engañosas, aplicaba por completo con esa chica.
Tal vez demasiado.
Nakamoto lo analizo mientras entraba al consultorio y tomaba asiento. Parecia tener dos, o incluso tres años mas que ella. No era muy alto, de ojos marrones y cabello teñido de un rubio casi blanco donde todavía se podían ver las raíces negras en la parte superior. Uno pensaría que el chico quería resaltar. Pero algo en sus ojos le decía que era todo lo contrario.
-¿Como estas querida?- Eso fue lo primero que escucho -¿Por que no te sientas y comenzamos?-
Akira miro aburrida al hombre a cargo. Tenia ganas de salir corriendo de ese consultorio antes de que sea tarde. Mas no era como si tuviera muchas opciones. O dejaba que el medico hiciera todos los chequeos rutinarios, o sentiría la furia de su madre por teléfono. Aunque para ser un poco sincera, no era como si escucharla le molestara demasiado. Sus gritos ya no la inmutaban.
De hecho, no sabia si en algún momento lo hicieron.
-Bien, empecemos-
Comenzar con las mismas preguntas de siempre, los mismos estudios y ciertamente las mismas aburridas palabras. No sabia porque se molestaban tanto en encontrar que sucedía con ella si Nakamoto ya se dio cuenta lo que estaba mal. Le parecia tonto que todos los médicos a los que visito en su vida jamás dieran con la razón por la que no sentía dolor físico ni tampoco mental.
Era tan obvio ante sus ojos.
-¿Prefieres que mi asistente se quede con nosotros?- continuo el hombre -¿O deseas que salga?-
-No tengo una preferencia- dijo desinteresada -No hay mucho que decir después de todo.
A Shuntaro Chishiya le emocionaban sus reacciones.
El muchacho estaba dentro de ese consultorio porque el medico en jefe le pidió por favor ayuda con ese caso. El señor Asahi ya no sabia que hacer con su paciente, y luego de intentar millones de métodos para determinar que estaba mal con ella, llego a la conclusión que Nakamoto Akira solo era rara.
Mas Shuntaro podía ver algo mas allá de eso. No solo era una chica bastante loca, sino que tenia una maldad en sus orbes que lo llamaba. Poseía ojos que fingían interés en buscar una mejora o un arreglo para su personalidad. No quería cambiar lo que era. Y en cierta parte le recordaba a el.
Eso no siempre era bueno.
-Tus resultados están aquí- le entrego una hoja -Tu insensibilidad ante el dolor todavía es algo que sigue sorprendiéndome.
-¿Alguna vez escucho sobre las enfermedades genéticas?-
-Por supuesto que si- ella pareció ofenderla -Pero esto no es normal. No es físicamente posible que no puedas sentir absolutamente nada. Ni el golpe en tu rodilla, ni cuando chocaste con tu auto, ni tampoco las lagrimas de dolor.
Akira solo sonrió de lado como respuesta.
A decir verdad no tenia mucho mas de lo que hablar. Solo esperaba como cada sesión a que el hombre se hartara de su personalidad para nada amigable y la echara de ese consultorio antes de que terminara perdiendo la cordura.
-¿Te importa algo de esto si quiera, Nakamoto?-
-¿A usted que le parece?- se inclino pareciendo dulce -Pero voy a ser sincera con usted por una vez desde que nos conocemos. Quiero ser transparente en lo que siento.
Asahi pensó que había logrado algo.
Chishiya no tanto.
-¿Que es lo que sientes?-
Su medico no parecía saber leer a las personas.
-Que esta conversación me esta aburriendo demasiado- sonrió inocente ante el fastidio del hombre -¿No tiene nada mejor que decirme? Todas las sesiones es lo mismo, necesito cosas nuevas en mi vida-
Shuntaro no habia dicho una sola palabra desde que esa chica entro.
Pero cuando la escucho hablar de esa manera tan despreocupada y condescendiente, además de una descares impresionante, algo se removió dentro de él. Sabia su historia. No porque el medico le explicara todo, sino mas bien porque lo leyó en su expediente luego de verla unos meses atrás esperando para entrar a su consulta.
No pudo sacarla de su cabeza en ningún momento.
Ni siquiera cuando Asahi le conto su grave problema con no sentir dolor alguno.
Y ahora que la veía de esa manera, entendía porque se obsesiono tanto con ella. No solo no era alguien que pudiera apegarse a los demas tan fácilmente. Tampoco seguía las normas ya establecidas por la sociedad, y prefería estar sola a tener que pasar tiempo con gente que no era de su agrado. Despreciaba a quienes no eran como ella porque el mundo donde vivía no estaba hecho para ella.
Pero Chishiya pensaba que no estaba sacándole provecho a su condición.
O al menos no como él lo hacia.
-Sabes que no puedes seguir de esa manera ¿Verdad?- continuo el medico sin paciencia -Debes cambiar tu actitud o eso no te llevara a nada-
-¿Esta seguro?-
Nakamoto pregunto retóricamente, ya cansada de tener que estar ahí dentro. Era la segunda vez en la semana que la llamaban y solo estaban a miércoles. Los médicos de la sala la usaban como su conejillo de indias porque creían que nadie podía ser tan insensible como ella lo era, mental y físicamente hablando. Akira tendía a diferir. Existían personas aun peores. Gente que no tendría miedo de hacer lo que fuera necesario para sobrevivir.
Esas que harían lo que fuera para destruir el mundo si así lo querían.
Y ella no habia alcanzado ese punto.
Al menos no todavía.
-Yo creo que mi personalidad es exótica ¿No lo cree? Llama mucho la atención y todos quieren tenerla. Pero solo algunos pueden- Shuntaro vio la mirada que le dirigió -Y peor aun, muy pocos la entienden. Claro que, no espero que usted lo haga. Es muy ingenuo para este mundo. Y estoy segura que tarde o temprano descubrirá que no todo es lo que parece.
Sin mas, salió de la habitación sin dirigirle un solo saludo a ninguno de los dos.
El señor Asahi parecía estupefacto.
Chishiya estaba maravillado.
Nakamoto vio en él algo que nadie antes descubrió. Y ahora no podía quitarla de su cabeza. Era incluso peor que antes de conocerla personalmente por primera vez. Tal vez por eso salió detrás suyo con la intención de hablar por unos segundos mas con ella. No de la misma forma que su jefe, sino mas bien en busca de entenderla con mas profundidad.
Además de que, tenia la excusa perfecta para comenzar una charla.
-¡Nakamoto espera!-
-No volveré ahí dentro si eso es lo que pretendes -ella respondió cuando estuvieron frente a frente -Ese hombre me irrita y ya no lo soporto-
-Lo se- él levantó una ceja divertido- Pero no vengo por eso-
-Entonces...-
-Ten, olvidaste esto-
Chishiya colocó en su mano una pulsera roja que se había deslizado de su muñeca cuando salió apresurada del consultorio. O al menos eso fue lo que él le hizo creer. Eso estaba entre su poder desde hacia un par de días. Quería tener la oportunidad para devolverla personalmente y crear una pequeña conversación con ella. Necesitaba saber mas. Y ahora se le dio de la manera mas inesperada del mundo.
-Quédatela, ya no tiene sentido tenerla-
Era la cinta que comenzó su obsesión por el rojo.
La misma que su padre le regalo en su fiesta de cumpleaños numero nueve. Pero ahora ya no estaba y conservar eso no tenia sentido. Shuntaro escucho una suavidad en su tono de voz que jamás sintió de nadie. Era como si su personalidad se hubiera apagado por un minuto, antes de darse cuenta lo que hizo, y desaparecer por el estacionamiento sin decir una sola palabra mas.
Nakamoto Akira lo intrigaba de muchas formas.
Y ahora, estaba dispuesto a averiguar aun mas sobre ella. No sabia si era porque quería usarla en un futuro o porque realmente le interesaba. Después de todo, no muchas personas lograban ese efecto en el -por no decir ninguna-. Salvo que esta vez, Chishiya pareció toparse con su otra mitad de la moneda.
Y no podía quedarse de brazos cruzados.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro