Not that smart
-Que hermosa bienvenida-
Akira casi escupio las palabras. Su visión había estado en completa oscuridad debido a que horas antes los habían encontrado en una de las avenidas principales. Pusieron dos bolsas en sus rostros y los mantuvieron en esa posición por mas tiempo del que quería admitir.
Claro que, ni Nakamoto ni Chishiya dejaron que eso sucediera sin querer.
Los dos habían estado controlando la zona y a los jugadores. Y cuando vieron el momento para llevar a cabo su plan, Akira simulo caer frente a un hombre armado. Shuntaro vio como se hizo la pobrecita y logro que los dos ahora estuvieran a la vista de los residentes de la playa. Todos igual de expectantes al saber quienes eran, los obligaron a caminar a un auto antiguo.
Eso fue todo lo que vieron antes de que los secuestraran.
-Pero miren a quien tenemos aquí-
La chica miro a su costado para ver como un hombre aparecía por el costado de Chishiya. El peli blanco, que ya tenia su mirada puesta en ella, le sonrió dándole a entender que los tenían justo donde los querían.
O casi.
Tendrían mucho que recorrer, porque el resort donde se encontraban era inmenso. Contaba con electricidad y personas que descansaban del mundo exterior, metiéndose en cosas aún peores. Pero eso los hacían sentir normales por unos momentos.
Iba a ser difícil pasar desapercibidos.
-Si son las personas que han estado quitándole las cartas a mis muchachos-
Ambos analizaron al supuesto líder. Cabello largo y negro que demostraba preocupación y una vestimenta tan inusual como la de las personas que vieron en su primer juego. Después de todo el mundo no anda con un traje de baño y kimono por la vida solo porque se ve bonito. Pero eso era lo único que irradiaba. Tenia determinación pero no inteligencia suficiente para saber quien estaba de su lado y quien no.
-Supongo que tus muchachos no son lo suficientemente rápidos- dijo ella con sonrisa inocente -Y tampoco disimulados.
-Nos han estado siguiendo por semanas- interrumpió Shuntaro -Pensé que se alegrarían más de vernos-
Uno de los soldados a sus costados los miro inexpresivo. Muy por el contrario de lo normal, esta vez no tenia ganas de hacer desastre. Podía ver como ambos eran una pareja un tanto explosiva. Esas que no dudarían en ir contra ti si lo deseaban.
Él, a pesar de que no le agradaba en lo mas mínimo, era alguien muy meticuloso que pensaba antes de hablar (si es que en algún momento lo hacía) y sus ojos parecían mostrar una frialdad casi indescifrable.
Mientras que ella tenia una calidez impresionante. Pero no se debía dejar engañar. Eran esas miradas que te atraían y engatusaban a creer que la tenias a tus pies, cuando en realidad era todo lo contrario.
Si el militar tuviera que catalogarlos, ella seria una sirena y el un pirata.
Akira ere hermosa, pero mortal para hombres y mujeres.
Shuntaro era arrogante, y aun mas peligroso que ella.
-Mi nombre es Hatter y este es mi reino -el hombre no le dio importancia a lo que decían -Los hemos visto jugar y déjenme decirles que son impresionantes -quitó sus lentes sonriendo -Es por eso que nos gustaría tenerlos en nuestro ejército-
-No es como si tuviéramos otra opciones de todas maneras-
Chishiya tenia un punto.
-Exactamente- el líder dijo sonriente -Pero para hacerlo es necesario que sigan una simples y cortas reglas. Como bien entenderán, las leyes en este mundo no existen mas, pero eso no significa que no podamos ser civilizados entre nosotros.
"Todos portan ropa de playa. Es más difícil esconder armas en un bikini"
"Todas las cartas deberán ser entregadas a mi tan pronto como las recojan"
"Muerte a los traidores"
Nakamoto miro como dos mujeres entraban a la sala seguidas de un hombre de anteojos. Los tres los observaron por unos segundos mientras Hatter los invitaba a correr una gran cortina al final de la habitación, revelando una pared con todas las letras del maso dibujadas.
-Bastante sencillo ¿Cierto?- la chica asintió por ambos -Me agrada que concuerden porque ellos son mi equipo, y quiero que ustedes formen parte de ellos.
Akira sintió una respiración en su cuello mientras uno de los militares la soltaba. La chica lo vio por el rabillo del ojo sin decir una palabra. Ya se había dado cuenta quien era.
Chishiya y ella quedaron sueltos finalmente, viendo como Hatter se acercaba a ellos con dos pulseras de gimnasio. Nakamoto tenia un 11 en la chapa blanca y él un 10.
Shuntaro la observó de reojo, no solo corroborando que estaba bien sino también pidiendo que continuara la conversación. Aun que no iba a ser necesario puesto que la chica siempre soltaba comentarios que de cierto modo los beneficiaban.
-¿Y se supone que esto es alto o bajo?-
-Oh querida, no tienes idea- el de pelo largo los obligó a caminar a la pared -Están entre los veinte mejores.
-¿Por que?-
-Las cartas tachadas con rojo son las que actualmente poseemos. Y creemos que si juntamos todas, el juego podría darnos un escape libre.
-Y tú serás el primero en irte- dijo casi como afirmación el peliblanco -¿No es así?-
-Efectivamente querido- se paró frente a ellos -Una vez que yo lo logre, los números continuarán subiendo liberando a los ejecutivos. Entre ellos ustedes -miro la cara inexpresiva de ambos para carraspear -Y como se estarán preguntando, sus puestos son altos debido a las cartas que tan amablemente nos entregaron.
La mujer que tacho los numero se corrió dejando en blanco siete lugares.
Dos de ellos podrían ser marcados fácilmente si ellos entregaban las cartas que dejaron atrás en la seguridad de su departamento. Chishiya agradeció mentalmente tomar esa decisión. Lo único por lo que debían preocuparse en ese momento era encontrar las faltantes y tomar aquellas escondidas en algún lado de ese hotel.
Y finalmente serían libres.
-Ann, porque no llamas a Kuina- el líder señaló a una mujer de lentes -Ella les enseñara el lugar y les dará ropa nueva.
Nakamoto sintió la mano de Shuntaro tomar la suya para arrástrala hacia la salida. No querían estar ni un segundo mas ahí dentro. Pero mientras se acercaban a la puerta, la chica no pudo evitar darle una mirada al mismo chico que la había desatado.
Era quien días antes la intento reclutar usando el color rojo como excusa. Solo que esta vez tenía un rifle en su hombro y los miraba con una ceja alzada. Akira pasó la lengua por su labio inferior cuando conectaron miradas. Sabia que él seria el único viendo esa acción.
Y sonrió al ver como el de piercings repetía la acción.
-Me llamo Kuina y hoy voy a ser su guía- una mujer se paró frente a ellos -Síganme. Su habitación está en el piso número diez. Pero primero tenemos que hacer algo con esos atuendos.
Nakamoto miró su ropa. Estaba llena de tierra y sangre pero no lo suficiente como para dar pena. ¿Verdad? Sacudió sus pensamientos de eso y se dedicó a seguir a la extrovertida chica frente a ellos. Ella les hablaba y esperaba a que contestaran, recibiendo asentimientos o palabras cortas.
Akira se giro a ver a Shuntaro cuando este apretó su mano. Ambos con la misma idea en mente. Necesitaban a alguien con mejores habilidades sociales que las que ellos poseían. Y si la mujer frente a ellos pasaba la prueba podría ser una aliada. Aunque Chishiya no estaba seguro por cuánto tiempo.
Después de todo, solo eran Akira y él desde hacía mucho.
-¡De esto estoy hablando!-
Shuntaro río por la bajo al ver la emoción de la chica cuando los tres ingresaron a un enorme cuarto repleto de ropa. Nakamoto tomo, sin pensarlos, trajes de baño de un color rojo sangre que brillaban aun mas que sus uñas.
Mientras, Chishiya se decidió por tomas dos camperas iguales de una tonalidad blanca junto a un par de shorts y remeras. De estas ultimas prendas también tomo unas de talles mas chico, las cuales lanzo en dirección a su compañera.
-Nadie pensaría que tienes buen estilo Shuntaro- ella vio el short negro -Pero aquí estas, dándome estas hermosas prendas-
-Lo demás lo encontraran en su habitación- Kuina sonrió ante la interacción -No está muy lejos, vamos.
El grupo emprendió su camino nuevamente al décimo piso. La puerta numero cuatro se abrió de par en par revelando la habitación y dejando a la pareja entrar. La mujer se retiró cerrando la puerta tras de ella y pensando que tenia que darles un poco mas de privacidad para adaptarse a todo eso.
Pero ellos ya tenían muchas ideas en mente.
Akira aprovechó el tiempo para revisar el resto del lugar. En el centro había una cama de dos plazas, con mesas de luz a cada costado, un sillón más adelante junto a una mesa de vidrio y atrás de eso, un mueble donde podían colocar sus pertenencias.
Mientras tanto Chishiya entró al baño, divisando productos de higiene, toallas y una enorme ducha. Ambos estaban en el paraíso. Pero eso no significaba que había dejado su guardia abajo. Porque tan pronto como terminaron la pareja comenzó a buscar si había algo que podía llegar a estar observándolos.
Para su suerte, la gente ahí no era tan inteligente.
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