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[Momentos antes]
***
—Sunghoon, ¿tienes un momento? —una seria Danielle había aparecido a su lado cuando él estaba sirviendo bebida en su vaso.
Confundido -claro que no esperaba que la ex novia de su mejor amiga estuviera parada frente suyo-, asintió no muy convencido. De todas formas, dejó la botella con que líquido a un lado, prestándole atención.
—Quería pedirte un favor —el chico abrió los ojos, casi indignado—. Por favor, escúchame...
Danielle le explicó su plan. Él distraería a Karina, o aun mejor, la convencería para que la dejara hablar con Haerin y no la atacara como el lobo feroz que era, más cuando se trataba de aquella castañita.
Al principio el rubio se había negado rotundamente, diciendo que no podía traicionar a Hae de ese modo.
Pero Marsh podía llegar a ser verdaderamente insistente.
***
—Haerin, gracias —fue lo primero que le dijo la australiana después de haberla llevado detrás de la casa. No soltó ni permitió que Haerin separara sus manos en ningún momento.
Y, vamos, la castaña tampoco pensaba hacerlo.
—Sé que es raro que esté aquí, pidiendo hablar, pero de verdad necesitaba hacerlo.
La menor seguía muda como siempre, la miraba en silencio, tenía el semblante serio y cualquiera diría que no tenía interés.
Pero Danielle la conocía muy bien.
Supo de inmediato que estaba nerviosa cuando notó sus pies balancearse mínimamente.
—Hae... y-yo lo siento... lo siento de verdad, por todo.
La surcoreana sintió su cuerpo débil, ahí estaban las disculpas que tanto tiempo anheló oír, esas que Danielle no fue capaz de decir cuando terminó con ella, en su cumpleaños, en su propia casa y sin dar explicaciones.
Solo le dijo que ya no la quería y se fue, dejándola con sus ojitos húmedos y miles de nuevas inseguridades.
Por mucho tiempo sintió que fue todo su culpa, quizá el ser tan callada aburrió a Marsh y quería a alguien mejor, más extrovertido y divertido; todo lo contrario a ella.
Por supuesto aún se sentía insegura respecto a su personalidad, pero dejó de culparse una vez sus amigos le dieron la charla más larga de su vida, explicándole por qué era totalmente inocente. Que la idiota era Danielle.
—Lamento haberme ido así ese día, lamento no haberte dado motivos de mi estúpida decisión. Lamento no ser lo que te merecías.
Los ojos de la extranjera ahora estaban llorosos, amenazando con empapar sus mejillas.
Haerin sintió su corazón doler.
—De ver-verdad no... no sabes cuánto me arrepiento...
Y fue ahí cuando Danielle se lazó a su cuerpo, abrazándola con fuerza. Pegó el rostro de Haerin contra la curva de su cuello y lo hundió, posando una de sus manos en la cabeza contraria y la otra rodando por detrás la cintura de Kang.
Se dedicó a llorar en su hombro, extrañando estar cerca de su gatita, quien, aún en un trance, cerró los ojos, sintiéndose verdaderamente mal.
No quería, en serio no quería sentir lástima por la chica que la apretaba como si fuese lo más preciado en su vida, pero no pudo evitarlo, menos cuando Danielle acarició sus cabellos como antes hacía, en pequeños círculos, enterrando sus dedos en el cuero cabelludo con delicadeza.
Inevitablemente, se dedicó a llorar también, bajo y casi sin hacer ningún ruido.
—Te he extrañado tanto... Me sigues gustado muchísimo —habló minutos después, un poco más calmada—. Sé que te mereces a alguien mucho mejor que yo, sé que soy una mierda por lo que pasó, p-pero... pero yo te necesito y odio la idea de no tenerte, odio tener que decir que estoy soltera o que tú ya no eres mi novia. Odio la manera que Karina te abraza... odio que sea tan buena contigo y odio que le gustes, porque estoy segura que lo hace. También odio pensar que probablemente le gustas a medio salón.
Y ahí estaba su celosa ex novia. Esa que Haerin nunca entendió, aunque le gustaba cómo después de una escena de celos la besaba con mucha más intensidad, reclamándola únicamente suya. O cómo no soltaba su mano en mucho tiempo.
—Y-y me aterra la idea de que sigas tu vida sin m-mí...
Haerin sintió la ansiedad en sus palabras. Quiso gritarle en la cara que jamás volviera a decir aquello, que ella no sería capaz de hacerlo. Que la necesitaba y extrañaba más de lo que alguna vez lo hizo con cualquiera.
Cosa que en parte detestaba.
Siguió escuchando a la muchacha y, de un momento a otro, Danielle la separó, aún sosteniendo sus brazos.
Conectaron sus miradas, los orbes de Danielle eran como un planetario: brillantes y con miles de estrellas en ellos. Haerin tuvo que apartar la vista unos momentos, su cuerpo se sentía más inestable de lo habitual.
—Mírame —demandó, tomando su mentón—. Haerin, por favor, hagas lo que hagas, no te enamores de alguien más... te
lo ruego.
—Danielle... —dijo en un bajo susurro, la nombrada la miró con atención—. ¿Q-qué... qué buscas con e-esto? —logró formular, apenas.
Danielle abrió los ojos, no esperaba que su ex novia le hablase, menos que le preguntara algo como eso. La Haerin con la que ella estuvo se hubiese quedado ahí, parada, sin mover un solo músculo y sin hablar.
Sonrió un poco.
—Yo... mmh —sus manos nerviosas jugaban con la tela de la toalla que aún envolvía a la menor—. Necesitaba disculparme, fui una idiota al no hacerlo antes. De nuevo, lo lamento —la vergüenza la atacó—. Además, necesitaba que supieras que sigues en mi mente y, si me lo permites, haré todo para recuperarte, gatita.
Haerin se sonrojó, Danielle era una tonta. Una cursi y manipuladora tonta que sabía llegar a su corazón con palabras bonitas y apodos ridículos.
—Hae... —invadió el espacio personal de la otra, su rostro demasiado cerca para los nervios de Kang—. ¿Puedo? —su pregunta salió de sus labios con un tono quizá demasiado íntimo, porque Haerin sintió sus piernas debilitarse.
Marsh había acercado sus labios a los de su ex pareja, y cuando estuvo a punto de juntarlos, Haerin movió el rostro, su mejilla sintió los suaves belfos sobre la zona.
—No sea mala, unnie —dijo como pudo, su corazón casi que salía por su pecho—. No me haga pasar por todo esto si me hará lo mismo, por favor... N-no sea egoísta.
Su voz era sincera, causándole un escalofrío a la más alta, se sintió realmente mal por la chica, lo decía como una súplica, como si Danielle fuera de verdad un monstruo que iba a romperla entera.
Y no la culpaba.
—No, yo de verdad te quiero, Hae. No se repetirá nada de esa vez. Lo juro...
Pero Haerin se volvió más insegura de lo que creía.
—No, u-unnie...
***
El humo la envolvía, llenaba sus pulmones y luego lo expulsaba por la boca. Karina no era de fumar, pero la situación lo ameritaba.
La chica que le gustaba está probablemente ahora mismo besuqueándose con su ex novia.
¿Y ella? ¿Dónde quedaba ella?
Se lo preguntaba seguido, sabía que su papel en la vida de la castaña era amiga -o hasta mejor amiga-, pero de eso no pasaba, no porque el corazón de Haerin seguía latiendo por Danielle.
Da una calada más honda, siente el tóxico humo recorrer sus pulmones y volver a subir por su garganta, abre la boca para deshacerse de él.
Se siente estúpida.
Pero todo ese sentimiento de insuficiencia se fue a la mierda cuando unos bracitos se enrollaron en su torso, abrazándola firmemente. El sollozo que oyó la hizo reaccionar automáticamente, tirando el cigarrillo al piso y devolviendo el gesto con fuerza.
Todos sus sentidos se alteraron cuando Haerin apoyó su cabeza en su pecho, de puntillas para alcanzar el cálido lugar.
—Hae... ¿qué pasó, qué te hizo? —su voz salió preocupada—. Sabía que no era buena idea. ¡Sungay tarado! —resopló, acariciando su cabello—. ¿Necesitas que hable con...?
—La quiero muchísimo, Rina unnie —interrumpió la menor, aún en su pecho. Buscó las manos más grandes y las apretó, quería sentirse protegida.
Y Karina era como un suave escudo anti males.
—Gracias por no ser una idiota nunca.
—No entiendo... —murmuró la azabache.
—Y-yo estoy bien, de verdad —y se notaba en su tono de voz, porque por más que llorase, se escuchaba alegre. De hecho, Yoo estaba segura que cuando saltó hacia ella lo hizo entremedio de una risita—. Danielle, ella... Nosotras... ¡No lo sé! Pero eso no importa ahora, yo solo me a-acordé cuando usted me consolaba luego de lo que pasó... y, solo puedo decir g-gracias. Muchas gracias —terminó en un hipo
Karina sonrió con ternura y pegó aún más sus cuerpos.
—Oww, pequeña Hae. No hay de qué, en serio —rió, Haerin parecía una masita adorable en sus brazos—. Pero... ¿al final qué sucedió con Marsh?
Sí, el disgusto fue obvio en la forma en que preguntó, aunque no le importaba.
—Eso... Sí, no pasó nada, creo —respondió, separándose un poco.
—¿Cómo que crees?
—Unnieeee~ eso da lo mismo ahora, cuántas veces tendré que repetírselo —hizo un puchero—. Estoy feliz.
—Okay... —se sentía un poco confundida, Haerin estaba actuando extraño, pero mientras sonriera, lo demás dejaba de importarle realmente—. Eres algo rara, gatita, aunque me alegra que estés feliz —dicho eso, recibió el leve golpe en su pecho que esperaba y rió.
—No soy rara, unnie mala~
—Sí, como sea, vamos que quiero beber.
La tomó de la mano y volvieron al patio, Sunghoon las recibió preocupado, pero sonrió cuando Haerin lo hizo primero. Supo que todo estaba bien.
Pasaron la noche entre más risas y diversión.
Cuando el fin de la fiesta estaba cerca, el rubio las llevó a cada una a sus hogares.
Haerin abrió la puerta de su casa y subió hasta su habitación en silencio. Suspiró cansada y feliz mientras se acostaba sobre el colchón con aún la ropa puesta; movía sus piecitos emocionada. Decidió abrir la aplicación que tanto la entretenía antes de dormir.
***
¡Más 1700 de palabras! :D
Puede que a ustedes les de flojera leer (espero que de todos modos lo hagan porque es importante para la historia), pero para mí, no sé, se siente bien escribir algo extenso y acabarlo. :]
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