Danielle > Haerin

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Su cita fue un cariño al corazón.

Tomadas de las manos, caminando por la arena sin de qué preocuparse, ambas se sintieron en paz luego de mucho. La playa estaba casi vacía y eso Haerin lo agradecía. Nunca fue fan de las multitudes.

Las suaves olas las acompañaron el resto de la velada junto con aquellas sonrisas bobas que no abandonaron sus rostros ni un segundo.

Danielle hablaba y hablaba, muy alegre, Haerin se dedicaba a oír.

Como siempre.

Porque a Danielle le encantaba hablar y a Haerin le encantaba escuchar. No era sorpresa que se complementaban; juntas, hacían uno.

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Por la noche.