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6


El teléfono que Zayn tenía sobre la mesa sonó, distrayéndolo de lo que debería estar haciendo. Había pensado que su vida personal estaba más o menos organizada, pero ahora parecía haber un montón de elementos nuevos por ahí y él no los controlaba.

—Zayn Malik—dijo secamente.

—Soy Liz Copeland, de Viajes World Finder.

La alarma se apoderó de él. ¿Es que Liam hablaba en serio con lo de irse a viajar por Europa? Liam no llegaría a tanto, ¿verdad? No. Seguramente esa llamada era debida a su próximo viaje de negocios, era su asistente quién se estaba ocupando de los detalles con esa tal Liz, pero Jean-Paul no estaba en ese momento, ya que lo había dejado en el centro de la ciudad y le había dado el resto del día libre después de almorzar. Y, por lo que había hecho él en la oficina desde su vuelta, podía haber hecho lo mismo. Pero la cosa es que no estaba preparado para volver a casa todavía.

—¿Cómo estás, Liz? —dijo—. ¿En qué puedo ayudarte?

La Alfa era una agente de viajes de lo más competente y que siempre le había proporcionado exactamente lo que él había querido y había cubierto cualquier contingencia. Como, por ejemplo, una huelga de trenes en España el año anterior. Hubiera desbaratado por completo sus planes si Liz no hubiera tenido un plan alternativo preparado.

—No hay problema, Zayn. Pero es que no he podido ponerme en contacto con tu esposo y ya son casi las cinco y estoy a punto de marcharme a casa. Así que he pensado llamarte para decirte que todo está en marcha, que las reservas han sido hechas y confirmadas.

El Alfa se estremeció. —¿Qué reservas?

Liz contuvo entonces la respiración.—¿No me digas que no sabías que tu Omega ha venido a verme para que le organizara el ir con ustedes a ese viaje?

El Alfa apretó la mandíbula y necesito de toda su fuerza de voluntad para aflojarla y seguir hablando sin parecer un tonto.

—Sabía que iba a ir a verte para un viaje a Europa, pero no para éste. Ha debido querer darme una sorpresa.

—¡Oh! Y yo lo he ventilado. Lo siento, Zayn.

—Bueno, de todas formas, Liam seguramente me lo habría dicho esta noche —dijo sin querer que nadie se imaginara una falta de armonía en su matrimonio—. Entonces, ¿le has conseguido un asiento en el mismo vuelo en que voy a ir con Jean-Paul?

—Sí, así es. Pero no he podido conseguirle un asiento de ventanilla en el vuelo de Sydney a Londres. El único que quedaba en primera clase estaba en el centro, un poco más atrás de los que vas a ocupar. Tal vez a Jean-Paul no le importe intercambiar el suyo con tu Omega para que puedan ir juntos, ¿no?

—Estoy seguro de que podremos organizamos. Gracias, Liz.

—Oh, y por favor, recuérdale a tu esposo que necesito su pasaporte mañana. Es por el visado para Francia y otras cosillas de última hora, queda muy poco tiempo.

Era miércoles y salían el domingo. La verdad era que tenían bastante poco tiempo.
—Se lo diré.

—¡Muy bien! Es encantador que hagan este viaje juntos. Tu esposo me ha dicho que ha estado tan ocupado con los niños estos años que nunca ha tenido la oportunidad de acompañarte a Europa hasta ahora. Me dijo que va a ser como una segunda luna de miel para ustedes.

—Sí. Es una bonita idea —logró decir Zayn—. Gracias, Liz.

—Bueno, hazme saber cualquier cosa que yo pueda hacer para que el viaje sea más romántico. ¡Hasta pronto!

Primero las rosas. ¡Y ahora esta segunda luna de miel! Y sin contar con él para nada. Colgó el teléfono y se levantó. Ahora si se iba a casa. No estaba dispuesto a seguir jugando a aquello y sería mejor que Liam lo supiera antes de que fuera más lejos.

[...]

El corazón se le aceleró a Liam cuando oyó el ruido de un motor entrando en el garaje. Los dedos le temblaron mientras cortaba las rodajas de limón para los gintónics que estaba preparando en la mesa de la cocina y pensó que si le temblaban así, se podría cortar.

—Ese parece el coche del señor Malik —dijo Tracy mientras probaba la salsa boloñesa de la cena de los niños.

—Ha vuelto antes de lo habitual —comentó Shirley.

Mucho antes de lo habitual, pensó Liam aprensivamente. Lo que podía significar un montón de cosas, y no estaba seguro de que alguna de ellas fuera buena. Se le hizo un nudo en el estómago y su cuerpo se llenó de tensión mientras oía a sus hijos jugando con su abuela y sabiendo que estaba jugando con fuego.

Carlene Malik era una Omega encantadora y la suegra más amable que alguien pudiera esperar. Era viuda, tenía más de sesenta años, y no paraba de estar ocupada con cosas de lo más variadas. Estaba llena de vitalidad y se conservaba perfectamente. Liam no había tenido la menor duda en pedirle ayuda, ya que sabía que Zayn no le negaría nada a su madre. Aquella era una forma de mantener de su lado todos los triunfos posibles. De todas formas, esa feliz escena doméstica podía detenerse abruptamente en cuanto Zayn fuera informado de lo que sucedía.

Llevaba media hora preguntándose si no estaba llevando aquello demasiado lejos. A Zayn no le iba a gustar nada que lo manejara de esa manera, que se metiera en lo que él ya había organizado. Pero se rebeló. Si no pasaba nada con Jean-Paul, entonces, ¿por qué le iba a molestar que su esposo lo acompañara a Europa? Adelantándose a sus posibles principales objeciones, ya había preparado a los niños para su ausencia, como él pronto descubriría. No había ninguna razón válida para que Zayn se opusiera a que viajara con él.

Se obligó a sí mismo a seguir cortando rodajas de limón, pero cada vez se sentía peor mientras esperaba a que el Alfa apareciera por la puerta. Durante todo su matrimonio, Liam se había basado en la aprobación de Zayn. El Alfa siempre había sido amable y considerado con él. Con él se había sentido seguro en el nido familiar. Pero eso se había roto la noche anterior. Tal vez llevaran jugando a actuar demasiado tiempo, haciendo como si todo fuera perfecto. El buen Omega, el buen Alfa, los buenos padres, el buen matrimonio.  Pero ahora se veían obligados a enfrentarse a la verdad, a no esconderse de él o hacer como si no existiera. Era la única forma de seguir adelante. Seguramente Zayn sería capaz de verlo.

Dejó el cuchillo y puso las rodajas de limón en los vasos. Las bebidas estaban listas, pero el Omega estaba tan tenso que no se podía ni mover. Pensó que tenía que dejar que, esta vez, Zayn fuera el primero en mover ficha. Entonces se abrió la puerta.

El Alfa lo miró desde allí y fue como si todo lo demás desapareciera en una nube. Podía oír los ruidos de los demás, verlos a su alrededor, pero estaba como en una burbuja solo con él. Tuvo la extraña sensación de estar íntimamente ligado al Alfa y, de todas formas, lo estaba viendo como a un desconocido. Le dio la impresión de que Zayn lo estaba viendo de la misma manera. Y eso lo estaba enfadando, la pérdida de lo que le resultaba familiar. Estaba lleno de ira, como si hubiera sido traicionado y tal vez hubiera sido así. Tal vez Liam también. ¿Es que ambos se habían enamorado de unas imágenes qúe ahora se estaban esfumando? Eso lo llenó de una sensación de vacío que no pudo soportar.

No podía admitir que no se conocieran en absoluto. Era sólo una cuestión de esforzarse de nuevo para acercarse, de hacerlo a unos niveles más sinceros. De otra manera ...No, no podía, no debía verlo de otra manera. Era demasiado estremecedor.

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