5
— ¿Una cesta de rosas? ¿Para él?
El Alfa frunció el ceño a Jean-Paul, su asistente personal, que estaba de pie en la puerta que acababa de abrir para permitir que la Omega que la llevaba entrara en el despacho. La Omega en cuestión había cargado como un carro de combate llevando en sus brazos lo que, evidentemente, era un arreglo floral caro y extravagante.
Al parecer, su asistente personal no veía ninguna razón para hacer algún comentario que le explicara a qué venía aquello, pero un gesto de sus labios indicaba algo parecido a la desaprobación o el disgusto. Mientras tanto lo miraba como para ver su reacción. Esa actitud se añadía a lo que había sido una mañana de lo menos productivo. ¿Por qué había permitido Jean-Paul que esa tontería llegara hasta él? Parte de su trabajo era protegerlo de intrusos inesperados.
—¡Aquí está usted! —exclamó la repartidora con satisfacción dejando la cesta en medio de su mesa de despacho sin tener cuidado con los papeles que tenía encima.
Zayn, viéndose directamente enfrentado a esa corpulenta omega, del tipo que no se dejaba intimidar por nadie, se levantó y pretendió mostrarse firme y sucinto al tratar con la situación. La repartidora lo miró de arriba abajo, como midiendo a la clase de Alfa a la que se podían mandar rosas. Por lo menos había tres docenas de ellas. Fuera quien fuese el remitente, se había pasado, en opinión de Zayn.
—Me temo que ha cometido un error —dijo secamente—. No pueden ser para mí.
—No. No me he equivocado. Tengo el pedido aquí en mi mano —dijo ella pasándole un papel con aire de triunfo—. Véalo por usted mismo. Señor Zayn Malik. Edificio de Administración de Malik Electronics en Bondi Junction. Eso es aquí y, ese es usted, muy bien. No hay ningún error.
—Bueno, eso parece —cedió el Alfa, dándose cuenta de que no le quedaba más remedio.
—Entrega personal. Esas fueron las instrucciones de quien lo envía. Por cierto, que insistió mucho en ello. No tenía que dárselo a nadie más que al señor Malik en persona. Así que he venido yo misma para asegurarme —afirmó la Omega mientras dejaba el papel sobre la mesa y le ofrecía una pluma—. Y ahora, si no le importa firme aquí, señor Malik. Eso lo demuestra bien claro, ¿no?
—¿Quién...?
El Alfa no continuó con la pregunta, ya que no quería darle más conversación a la Omega. El que le mandaba las flores debía estar de broma. Una broma de muy mal gusto.
—Hay un mensaje para usted en el sobre —dijo la corpulenta mujer y se lo señaló.
—Gracias —respondió Zayn mientras firmaba. Luego le devolvió el papel sonriendo levemente y continuó. —Su prueba de que me lo ha entregado.
—Bueno. Esto le ha dado un poco de interés a un día aburrido. No se envían rosas a muchos Alfas, usted es el primero al que lo hago.
—Me alegro de haberle proporcionado una experiencia nueva. Ahora, si no le importa.
La mujer se rió sonoramente. Luego lo miró con aire pícaro. —Supongo que debe ser usted muy bueno en la cama, señor Malik ... Me refiero en lo de proporcionar nuevas experiencias. Todas esas rosas rojas ...
Luego agitó la cabeza y salió de allí riéndose a carcajadas. ¡Buena broma! Jean-Paul no la acompañó a la entrada y se quedó en la puerta. Estaba muy claro que aquello le divertía tan poco como a él.
¿Estaba esperando a ver qué había sucedido en su vida privada? ¿Quería ver quién le mandaba rosas?
Zayn tenía que dar por sentado que probablemente Jean-Paul tendría sus razones para considerarse a sí mismo como el primer candidato para una nueva experiencia con él y, esas rosas debían ser como una especie de desilusión para esas esperanzas. No es que le hubiera hecho alguna promesa a aquél Omega. Seguía sin estar muy seguro de querer lo que Jean-Paul le estaba ofreciendo sutil pero indudablemente. Pero aceptar su sugerencia del hotel en Reino Unido era, de alguna forma, una posible aceptación a su invitación.
De todas maneras, no era su dueño. Y no tenía que pensar que lo fuera. O que lo podría ser alguna vez. Lo miró directamente a los ojos y le preguntó decididamente:
—¿Algo más, Jean-Paul?
Su asistente miró primero a las rosas y luego a él.
—Pensé que te gustaría que se las diera a alguien más. Tal vez al hospital o algo así.
—Ya te lo haré saber.
Aquello era una despedida inequívoca. Jean-Paul inclinó la cabeza y se marchó. Una de sus habilidades principales era saber cuándo tenía que retirarse. Jean-Paul Calder trabajaba muy sutilmente y Zayn apreciaba su capacidad para hacer que todo pareciera sencillo. Demasiado sencillo, pensó. Esa mañana él estaba lleno de incertidumbres. Y ahora le llegaba esa ridícula cesta de rosas para agravar las cosas. ¿Quién se estaría riendo a sus expensas?
Se pinchó cuando trató de tomar el sobre de la cesta. Luego lo abrió impacientemente y leyó la nota impresa.
"Esto es sólo para decirte que te amo y para agradecerte una noche maravillosa". L.
[...]
Liam se dirigió a las escaleras que daban a las oficinas de Zayn. El saludo de la recepcionista todavía le resonaba en los oídos.
—Le sienta muy bien ese color, Liam.
Eso le había dado valor. Ayer no se habría ni atrevido a mirar ese traje color rojo. Pero aquella mañana había entrado decididamente en la boutique, se lo había puesto, había pagado y se había marchado con el puesto. Brillante y orgulloso, se había dicho a sí mismo. Y muy positivo.
Cuando llegó a la planta de las oficinas respiró profundamente y empezó a caminar, con la cabeza alta y los hombros firmes, sin permitirse ninguna clase de duda o nerviosismo. Una mirada a su reloj le indicó que era exactamente mediodía. Una hora perfecta para almorzar. Las rosas debían haberle preparado el camino. La florista le había asegurado que las había recibido Zayn en persona. No había problema. Así que ahora el Alfa sabía muy positivamente que Liam no sentía ganas de vomitar, ni estaba cansado o sintiendo lástima por sí mismo. ¡En absoluto!
Se había movido como un torbellino desde que Tyler le había dicho aquello. Tenía la mente probablemente más enfocada y clara de lo que la había tenido en toda su vida. Sus intenciones estaban muy claras también. Por otra parte, se veía dominado por una sensación de urgencia. Fuera eso instintivo o intuitivo, realista o no, no tenía importancia. Lo sentía y tenía que actuar al respecto.
Jean-Paul estaba sentado en su mesa en la oficina exterior y parecía de lo más clásico. Su cabello rubio perfectamente peinado. Una camisa rosa clara añadía un toque elegante a la simplicidad del traje de chaqueta gris perla. Liam tuvo un momento de terribles dudas en sí mismo. Jean-Paul parecía tan hermoso como una rosa inglesa. ¿Era esa imagen más del gusto de Zayn que la suya actual, vibrante y salvaje? Entonces agitó la cabeza para quitarse esa idea de encima. Ahora no podía retirarse y se obligó a seguir sin pensar en las consecuencias. Por lo menos Zayn no podría decir que no se daba cuenta de su presencia.
—¿Cómo estás, Jean-Paul?—le preguntó brillantemente.
El otro Omega levantó la cabeza de repente de los papeles en los que estaba trabajando. Liam le dedicó una sonrisa encantadora y continuó hacia la puerta, ya que no quería entrar en conversación con él. Para entonces Liam ya había llegado a la puerta del despacho de Zayn y Jean-Paul se había puesto en pie con una mano extendida, como si quisiera agarrarlo.
—Señor Payne ...
—Oh, por favor hace mucho que no uso mi apellido de soltero, uso más bien Malik, pero lIámame Liam. Estoy seguro de que a mi marido lo llamas sólo Zayn. Me gustaría que te sintieras igual de familiar conmigo. Y, por favor, sigue con lo que estés haciendo. Voy a verlo.
Luego evitó cualquier cosa que Jean-Paul pudiera hacer limitándose a abrir la puerta, entrando y cerrándola luego rápidamente. Se volvió y miró a Zayn dedicándole una sonrisa radiante. El corazón le latía locamente y necesitó desesperadamente algo que le asegurara que estaba siguiendo el camino correcto. También el estómago lo tenía encogido. En realidad sólo su mente estaba funcionando decididamente.
El Alfa había echado para atrás su sillón y había puesto los pies sobre la mesa y tenía el ceño ferozmente fruncido mientras miraba la cesta de flores. Su repentina entrada lo sorprendió y bajó los pies de la mesa. Su rostro reflejó una mezcla de expresiones, de sorpresa, incredulidad, culpa, enfado, amargura, ironía...No le devolvió la sonrisa. Parecia como si no supiese qué hacer con su sonrisa, las rosas o su inesperada presencia allí. Por alguna inexplicable razón, eso le dio fuerzas a Liam para continuar y se acercó. Si lo que el Alfa quería era iniciativa, eso era lo que le iba a dar.
Sin dejar de sonreír, le dijo. —Me sentía tan feliz esta mañana que quise que lo supieras. Y quise sorprenderte.
—Realmente lo has logrado —dijo el Alfa sin acercarse.
Entonces Liam recordó lo que Zayn le había dicho la noche anterior. ¿Te pasa algo en las piernas, Liam, para que no puedas venir a mí? Pero hoy no podía acusarlo de no acercarse, a pesar de que su actitud de espera lo hacía sentirse extremadamente consciente de cada paso que daba, consciente de lo que vestía ... incluso de ropa interior. Las bragas de encaje del mismo color del traje que se había puesto lo rozaban al andar. No dejó de hablar para evitar lo que podía ser un ataque de nervios que debilitara su decisión.
—He estado pensando en lo que me dijiste sobre que esperabas que yo fuera quién tomara la iniciativa como amante. Y recordé el placer que me producía cuando me mandabas rosas, así que quise darte la misma sensación de ser amado y valorado.
Zayn se puso colorado. —No es lo mismo con los Alfas —murmuró.
¿Estaba avergonzado? ¿Se sentía culpable por no haber pensado él en mandarle las rosas? Hacía mucho tiempo que no lo hacía, desde el mismo día después de que naciera Suri.
— ¿Por qué no es lo mismo? De cualquier manera es un mensaje de amor.
—¿Lo es? Zayn lo miró dura, suspicazmente.
—¿Qué otra cosa podría ser? —le preguntó el Omega sintiendo que la garganta se le secaba. Necesitaba algo de ánimo para seguir con aquello.
—Es un juego al que la gente juega —respondió el Alfa sin dejar de mirarlo—. Un juego manipulador.
—Eso es muy cínico, Zayn.
Liam dejó su bolso sobre la mesa y se acercó al pelinegro para rodearle el cuello con los brazos, castigándolo con la mirada por pensar aquello.
—Te amo. Y he querido demostrártelo. Y también quiero demostrártelo ahora. Entonces se puso de puntillas para besarlo. El cuerpo del Alfa estaba tenso y sus ojos duros y fríos. —Almorcemos juntos y luego hagamos el amor por la tarde —murmuró el Omega tratando de suavizarlo—. He reservado una habitación para nosotros ...
—¡Oh, por Dios, para ya! —gruño Zayn mientras se soltaba hábilmente—. Nadie cambia su naturaleza de la noche a la mañana. No soy tonto, Liam. No me hagas que pierda el respeto que te tengo.
—¿Respeto? —repitió Liam, no muy seguro de haberlo oído correctamente.
Zayn parpadeó, luego se apartó más aún antes de volver a hablar mientras agitaba una mano en el aire, como desesperado. —¡Mira! Siento lo de anoche. ¿De acuerdo? Lo siento —dijo con frases entrecortadas, como si odiara decir esas palabras, pero no tuviera más remedio que decirlas.
Liam pensó que él no lo sentía en absoluto, pero no logró decir nada. ¿Cómo podía ser que, cuando estaba tratando de seducir a su Alfa, lo único que estaba consiguiendo era alejarlo? Incluso cuando no estaba haciendo más que seguir sus instrucciones. Parecía como si estuviera mal si no lo hacía y también si lo hacía.
Zayn continuó hablando. —No debió haber sucedido. Me gustaría que hubiera sido así. No te mereces lo que te hice y, te puedo asegurar que, esta mañana, no estaba nada contento conmigo mismo. No es necesario que tú ... que me lo restriegues por las narices —terminó.
Liam agitó la cabeza. —¿Así que ha sido por eso por lo que lo has organizado todo para que me dejaran dormir hasta tarde? No querías enfrentarte conmigo. Porque te sentías mal contigo mismo.
—No quise que te sintieras presionado.
—¿Te importaría decirme por qué tienes que sentirte mal por hacerme saber lo que quieres?
—¡Maldita sea, Liam! Anoche prácticamente te asalté. Perdí el control por completo ... —dijo el Alfa agitando la cabeza, profundamente desorientado, incapaz de explicarse o excusarse. Su mirada estaba llena de recriminaciones.
—¿No crees que fue un alivio para los dos? —le preguntó Liam suavemente, deseando hacerlo sentirse mejor.
—¿Quién sabe? Lo que estoy tratando de decirte es que no pienses que tienes que servirme o mimarme. No me gustaría nada. Sé que sería algo falso y odio pensar en que te obligues a ti mismo a ... agradarme —afirmó el Alfa con cara de disgusto.
El castaño se quedó anonadado. ¿Es que él no comprendía nada del amor? ¿Que había que dar y recibir?
—Bueno, pero es que a mí me agrada agradarte—dijo dudosamente.
—¡Vamos, Liam! ¡No soy ningún niño para que me mimes y me halagues diciéndome que soy un buen chico sin importar lo que haya hecho!
Liam se mordió la lengua. Estaba logrando empeorar las cosas. Parecía que Zayn fuera a darle la vuelta a cualquier cosa que le dijera y la volvería en contra suya.
—No tienes que enviarme rosas de repente --continuó Zayn—. No tienes que parecer también de repente sexy y disponible. ¿En qué estabas pensando? ¿En hacerlo sobre la mesa?— El Alfa se rió secamente y siguió hablando. —No, no creo que tanto. Te va más la cosa tranquila, así que has reservado esa habitación.
Una oleada de calor se asomó entonces al rostro del Omega.
—¡Cielos, no pongas esa cara!—exclamó el Alfa cuando vio su expresión mortificada y luego se frotó los ojos como para quitarse de encima esa imagen—. No es de ti de quien me estoy quejando, Liam, es de mí. Esto es lo que crees que tienes que hacer por lo que hice yo y odio haberte hecho tanto daño.
—No me hiciste daño, Alfa —insistió Liam tranquilamente. Le sorprendía de sobremanera que Zayn hubiera estado torturándose viendo su pérdida de control como un crimen abusivo que debía avergonzarlo y con ello creía le había hecho tomar caminos a Liam que normalmente no habría seguido.
Zayn agitó la cabeza y lo miró apesadumbrado.
—Si quieres jugar a imaginar, Liam, yo preferiría imaginar que lo de anoche fue un mal sueño. Entonces no tendrías que hacer nada. Podemos seguir como antes.
—Pero tú no eras feliz con lo de antes.
—Pero lo puedo soportar.
—¿Crees que reprimir tus necesidades es una buena forma de vivir, Zayn?
—Ese no es tu problema, Liam —dijo el Alfa evasivamente —. Y no lo hagas tuyo.
De repente el Omega tuvo un mal presentimiento, como si el Alfa lo estuviera dejando de nuevo a un lado, metido en una caja y con la etiqueta de madre de sus hijos. Respiró profundamente y le dijo.
—Tal vez estés tratando de encontrar a alguien que te las llene. ¿Es esa la respuesta?-
—No insistas. No tienes nada de qué preocuparte. Eso no afectará a tu vida.
¡Cielos! ¡Ahora sí que quedaba claro que lo estaba pensando! Repentinamente le resultó difícil respirar. La imagen de Zayn yendo con otro Omega para satisfacerse sexualmente le resultó insoportable. ¡Y tenía el cinismo de decirle encima que semejante cosa no afectaría su vida! Liam se dio cuenta entonces de que Zayn pensaba que sabía todo lo que tenía que saber sobre él. Y ni siquiera se había enterado de lo que le había estado diciendo, no había hecho caso porque pensaba que lo conocía mejor. Luchó por recuperar la respiración. Lo necesitaba. Tenía que dejar claro eso en ese mismo momento, antes ... O Zayn ya ... ¡No, no podía ni pensarlo!
—¿Qué te hace pensar que soy feliz con la vida que me has proporcionado, Zayn? —le espetó por fin. El Alfa frunció el ceño, como no sabiendo a dónde quería llegar el castaño. Liam levantó la barbilla y la voz. —¿Qué te hace pensar que era feliz antes de anoche?
El Alfa agitó la cabeza como si estuviera diciendo tonterías, pero Liam continuó. —¿Qué te hace pensar también que lo de anoche fue todo cosa tuya? ¿Recuerdas que te pidiera que pararas? ¿Lo recuerdas?
—No—respondió Zayn como avergonzado—. Creo que te lo tomaste como una especie de prueba de resistencia.
—Piensa en una especie de rito de iniciación y te acercarás más a la verdad. Yo no tenía ni idea de lo que se podía hacer realmente entre un Alfa y un Omega hasta anoche. Ahora lo sé. No se puede volver atrás, Zayn. Y, lo que es más, ¡yo no quiero hacerlo!
Ya estaba. Esa era la verdad y Liam no estaba dispuesto a permitir que Zayn lo ignorara. Por lo menos ahora el Alfa lo estaba mirando como inseguro, lo que era un paso en buena dirección. Si Zayn dejara que esas ideas se instalaran bien en su cabeza y les permitiera a los dos tener la oportunidad de sentir cosas buenas el uno hacia el otro, se daría cuenta muy rápidamente de que no necesitaba a otro Omega en absoluto. ¡De eso nada!
Entonces llamaron a la puerta. Se abrió antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada y Jean-Paul apareció sin entrar del todo, como si no quisiera interrumpir, pero haciéndolo. Los miró como disculpándose antes de dirigirse a Zayn que, instantáneamente, se había puesto su máscara autoritaria.
—Por favor, disculpame. Querría saber si seguimos con lo del almuerzo, Zayn. Tendríamos que marchamos a las doce y media.
Eso hizo que ambos miraran sus relojes. Eran sólo las doce y dieciocho, lo que decía mucho en favor de la puntualidad del asistente y de la oportunidad que había tenido para interrumpirlos.
—Saldremos a las doce y media —dijo el Alfa—. Si me esperas en tu despacho ...
Liam no pudo dar crédito a sus oídos. ¿Zayn se iba a almorzar? ¿Lo iba a dejar allí plantado como si nada, cuando estaban en medio de una de las conversaciones más críticas de sus vidas?
Jean-Paul le dedicó una sonrisa radiante a Zayn.
—Por supuesto —dijo y luego desapareció. Esa sonrisa afectó tremendamente a Liam.
—¿Un cambio de prioridades? —le dijo al Alfa demasiado agitado como para dejar pasar el asunto.
—¿Perdón? —respondió Zayn frunciendo el ceño, como no sintiéndose muy cómodo de repente con un esposo que no se estaba comportando conforme a lo que era habitual.
—Anoche me dijiste que no habría nada más importante para ti que el que tu Omega te deseara activamente —le recordó Liam—. Y ahora parece que tienes un almuerzo que es más importante que estar conmigo y no has dudado mucho en preferirlo después de la invitación que yo te he hecho.
—Creía que eso ya había quedado claro, Liam ...
—Así que no quieres almorzar conmigo.
Zayn pareció dolorido. —Otro día ...
—Y no quieres hacer el amor conmigo —dijo el Omega sin poder evitarlo.
El Alfa suspiró largamente. —Creo que sería mejor que dejemos esta conversación para esta noche.
Estaba claro que Zayn no estaba dispuesto a ceder ni un poco para recompensar sus esfuerzos para salvar su matrimonio. —Ya veo entonces que los negocios son antes que nada —le reprochó Liam irritado—.Tal vez en los pocos minutos que nos quedan querrías contarme por qué es tan importante ese almuerzo de hoy.
El Alfa se puso tenso. —Se trata de mantener mi palabra.
—Bueno, la integridad siempre es algo admirable. ¿Ante quién has de mantener tu palabra, Zayn? ¿Ante alguien importante para tu éxito futuro y tu felicidad?
Un músculo se contrajo en la barbilla del Alfa. —Vamos a dejarlo, Liam. Ya hablaremos esta noche.
Pero el Omega no estaba dispuesto a hacer así como así. —Dime un nombre —le exigió—. Un nombre que me haga pensar que sí, que es perfectamente comprensible. Alguien que yo pueda pensar que no puedes faltar a un almuerzo con él.
—He invitado a almorzar a Jean-Paul.—Eso hizo que se le retorciera el corazón a Liam.—Hoy es su cumpleaños.
—Su cumpleaños —repitió el Omega.
—Hace ya algunas semanas le prometí que iríamos a almorzar —continuó el Alfa—. No serviría cualquier otro día. Un cumpleaños es un cumpleaños.
— Y eso tiene prioridad, claro.
Zayn hizo una mueca ante la evidente crítica del Omega.
—No veo ninguna razón para decepcionarlo.
Liam se rió amargamente. —Bueno, eso ciertamente indica el valor que le das a los Omegas en tu vida, Zayn.
—No saques esto de sus proporciones, Liam.
El Omega no dejó de mirarlo mientras tomaba su bolso y empezaba a dirigirse hacia la puerta.
—Su cumpleaños—dijo—. Lo hace acercarse otro año a ti en experiencia y conocimientos. Probablemente no le tengas que enseñar nada a él. Y es muy conveniente para ti, ¿no?
Zayn se movió para agarrarlo. —Oye, mira ...
Pero Liam lo evitó y le respondió airado. —¡Mira tú, Zayn Malik! Y que te quede claro esto. Ve y disfruta de tu almuerzo con ese otro Omega. Pero será mejor que no huelas a él cuando vuelvas a casa esta noche, porque el día en que nos casamos me hiciste unas promesas y, ¡que Dios te ayude si las olvidas alguna vez!
Ese exabrupto emocional lo paró en seco y pareció absolutamente anonadado. Liam nunca antes le había hablado de esa manera y, ciertamente, nunca con semejantes connotaciones. Eso también sorprendió a Liam. No sabía que pudiera ser capaz de hacerlo. Pero no estaba dispuesto a retirar sus palabras. Levantó la cabeza, se dirigió hacia la puerta y la abrió.
Afuera se encontró con Jean-Paul, que estaba esperando sentado en su mesa a que Zayn lo llevara a almorzar. De ninguna manera Liam estaba dispuesto a que ese Omega lo viera preocupado o derrotado. Sonrió. Rogó mentalmente a Dios que le ayudara. Y, súbitamente, se le ocurrió el nombre Durley House, en Londres. Ahora lo tenía claro.
—Perdona que te entretenga un momento más, Jean-Paul —dijo dulcemente y sin dejar de sonreír—. Estoy seguro de que la agencia de viajes de Zayn te debe haber dado una tarjeta. ¿Te importaría dármela?
—No hay problema —respondió Jean-Paul sacando una carpeta de tarjetas y ofreciéndole la requerida. Liam se la guardó.
—Gracias. Luego pensó que, tal vez se atragantara, pero añadió. —Que tengas un buen almuerzo y un feliz cumpleaños.
—¿Para qué quieres la tarjeta, Liam?
La voz del Alfa los interrumpió antes de que Jean-Paul pudiera decir nada. Venía desde la puerta de su despacho. Aparentemente se había recuperado de la sorpresa lo suficiente como para haberlo seguido. Con el estado de ánimo beligerante en que se encontraba, Liam decidió que no le vendría nada mal otra sorpresa.
Sonrió lo más brillantemente que pudo y lo miró.
—¿No lo recuerdas, Zayn? Anoche me dijiste que, si quería viajar a Europa, debería planearlo adecuadamente. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que con tu agencia de viajes?
Aquella era su salida.Y esperaba que esas palabras le produjeran tal efecto a Zayn que le fastidiaran por completo el almuerzo.
¿Y bien? ¿Qué les pareció el capítulo?
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