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12

Zayn se quedó mirando la puerta del cuarto de baño. La negativa de Liam diciendo que no le pasaba nada le sonaba muy falsa. Era otra defensa, como esa puerta, para mantenerlo apartado. Lo que le sorprendió fue ver lo mucho que eso le importaba. Hacía una semana, tal vez ni habría notado el que el Omega lo dejara fuera y lo habría achacado a un mal humor que se le pasaría, nada de lo que preocuparse. Pero el Alfa había cambiado. Y, de repente, le parecía terriblemente importante no tener puertas cerradas entre ellos. Se habían abierto y quería que siguieran así. Eso le importaba muchísimo.

Tenía el estómago encogido y la mente funcionando a toda velocidad. ¿A qué venía ese súbito rechazo? ¿Qué era lo que lo había disparado? Se había apartado de él con una reacción tan extrema que lo había hecho sentirse un montón de fango con el que Liam no pudiera soportar rozarse. Se estremeció cuando tuvo la premonición de que su Omega estuviera terminando con lo que había empezado entre ellos antes siquiera de que él se hubiera dado cuenta del todo. Todo en él se negó a aceptar eso. Fuera lo que fuese lo que hubiera sucedido tenía que ser detenido, arreglado.

Pensó entonces en Jean-Paul. Había sido Jean-Paul y ese hotel lo que había hecho que Liam empezara a cambiar. Y allí estaban, en Durley House con Jean-Paul, y los dos Omegas habían estado a solas en el salón antes de que él saliera del baño. El humor y las actitudes no cambian tan de repente sin un sentimiento poderoso que lo impulse, y Jean-Paul había despertado sentimientos poderosos en Liam en otras dos memorables ocasiones. Tal vez Liam estuviera sacando algo de sus proporciones, pero Zayn quería descubrir qué había pasado entre los dos.

Miró su reloj, estaba impaciente por hablar con su asistente personal. No podía tardar mucho en terminar de vestirse, les servirían el desayuno dentro de cinco minutos. Llevó el café que Liam le había hecho a la cocina, ya no le apetecía. El camino desde el aeropuerto había sido una delicia. Había instalado a Jean-Paul delante del Mercedes, junto al conductor y Liam y él se habían sentado detrás. Su Omega había brillado de felicidad y emoción. Le había gustado sujetarle la mano y ver su entusiasmo por el viaje y por lo que pensaba hacer hoy. Entonces Liam no había tenido ningún problema en tocarlo, no había habido ninguna sensación de distancia entre ellos. Miró la mano que había sujetado la suya y flexionó los dedos, recordando la sensación de haber tenido entre ellos algo precioso y que no deseaba que desapareciera.

La impresión de tener una segunda oportunidad para su matrimonio era muy fuerte y se dio cuenta de que quería profundizar más en ella, de que quería más de la vida. Necesitaba saber qué le estaba pasando a Liam para poder corregirlo. Recordó que, cuando entró en el salón, estaba preocupado por los negocios y no se había dado cuenta de nada en particular. Parecía como si Jean-Paul y Liam estuvieran charlando. Trató de reconstruir la escena mentalmente. Liam estaba sentado en el sofá, con una revista en el regazo. Jean-Paul, aún con bata, estaba al otro lado de la mesita de café. Había oído vagamente a Jean-Paul ofreciéndole su ayuda, nada ofensivo en su tono, nada que lo alertara para lo que vino después. La mirada que Liam le había dirigido ...Era como si él se hubiera transformado del Doctor Jeckyll en Míster Hyde delante de sus ojos. En vez de verlo a él, parecía estar viendo a un extraño al que noconociera, en el que no confiara y del que no quisiera estar cerca, alguien de quien era más seguro escaparse. Que era precisamente lo que Liam había hecho, escapar metiéndose en el cuarto de baño.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de la puerta. Era el camarero con su desayuno, Jean-Paul salió entonces de su habitación, adoptando de nuevo su aire de perfecto anfitrión. Se había pasado anteriormente, posiblemente ofendiendo a Liam, aunque no se le había notado. De todas formas, Zayn iba a tener unas palabras con Jean-Paul al respecto. La puerta del cuarto de baño permaneció cerrada a cal y canto. Los grifos seguían corriendo.

Mientras el camarero servía la mesa bajo la supervisión de Jean-Paul, Zayn llamó a la puerta del cuarto de baño.

—Liam, el desayuno está aquí y los cruasanes están calientes. Podrías dejar el baño para luego ...

—No —dijo el Omega—. No tengo hambre. Gracias.

Aquello no le dejaba a Zayn más opción que aguantarse. No podía salir nada productivo de esa charla a través de la puerta y, no iba a ceder al impulso primitivo de echarla abajo. Probó el picaporte, pero la puerta no sólo estaba cerrada, sino que el cerrojo estaba echado.Y eso no significaba nada bueno. Jean-Paul acompañó a la puerta al camarero y, dado que él era la única persona que le podía dar alguna respuesta, se dirigió al salón, instalándose en la mesa y esperando a que volviera.

—¿No va a desayunar con nosotros tu esposo?—le preguntó.

—No. No tiene hambre.

—Bueno, él puede comer cuando quiera.

Sus ojos parecieron decirle que no como ellos. Zayn luchó contra la intimidad que Jean-Paul estaba proyectando, aunque fuera perfectamente razonable, dadas las circunstancias. Había una especie de complacencia en su actitud que implicaba que la presencia de Liam no era requerida. Ni deseada. Un equipaje superfluo del que podían pasar. ¿Había hecho sentirse así a Liam esa mañana? Se sintió culpable mientras le ofrecía una silla a Jean-Paul. Probablemente él había ayudado a que su Omega se sintiera así con su insistencia de que ése era sobre todo un viaje de negocios. De todas formas, no le gustaba que Jean-Paul pensara que él era más su compañero de lo que era Liam. Jean-Paul Calder no era nada para él. ¡Nada!

Comparado con Liam. El aroma que le llegó era demasiado intenso, tanto que deseó asomarse a una ventana para tomar un poco de aire fresco y sacarse ese olor de la nariz. Estaba llegando rápidamente a la conclusión de que Jean-Paul estaba siendo también demasiado intenso. Se sentó, tomó una servilleta y se preparó un cruasán mientras pensaba en lo siguiente que tenía que hacer.

—¿Te sirvo el té?

Zayn apenas se contuvo de decirle que él no era su Omega. Jean-Paul definitivamente estaba exagerando en su papel de anfitrión.

—No, ya lo haré yo —respondió secamente. Tal vez estuviera poniéndose demasiado sensible. No, maldita sea. No le importaba si era así. No quería que ese Omega adoptara un papel de pseudo esposo con él. Había sido un error el que ambos se instalaran en un solo apartamento. Compartir las horas laborables estaba bien, pero debía haberse vuelto loco para aceptar algo más. No, casi se había dejado engañar por su falso encanto. Que estupidez, se dijó.

—He reconsiderado la sugerencia que me hiciste acerca de que te hospedes en otra parte, Jean-Paul—dijo el Alfa—. Voy a llamar ahora a recepción para ver si tienen disponible otro apartamento para ti.

La mirada del rubio ¿fue de sorpresa? ¿De placer? ¿De triunfo? Inmediatamente después, Zayn llamó por teléfono sin importarle y tardó poco en hacer los arreglos necesarios. Tuvo suerte, había disponible una suite de una habitación. A Jean-Paul le encantó la noticia. Pero el que estuviera igualmente de encantado de que lo dejara fuera de sus planes después de las horas de trabajo, eso habría que verlo. Pero a Zayn no le importaba, Jean-Paul no tenía ningún derecho en su vida privada.

El rubio le dijo que no habría ningún problema en volver a hacer la maleta antes de que se marcharan esa mañana. De todas formas, no se había llevado muchas cosas. Como era un viajero experimentado, no llevaba demasiada ropa consigo. Al contrario que su esposo, interpretó Zayn. La abultada maleta de Liam era suficientemente grande como para contener el armario entero. ¿Y qué? No había ninguna razón para que Liam se pusiera limitaciones si no quería, y había todas las del mundo para que se hubiera traído lo que quisiera si le apetecía. Una segunda luna de miel no requería eficiencia. Nada más que en una cosa.

—¿Has hecho algún plan con mi esposo esta mañana? —le preguntó el Alfa tratando de conseguir la información que necesitaba.

—No. ¿Cómo podría? Yo voy estar muy ocupado contigo en las juntas, Zayn.

—Creí haberte oído ofrecerle tu ayuda.

—Oh, sólo de una forma general. Es su primer viaje aquí —dijo condescendientemente.

—¿Ha sido de eso de lo único que han hablado?

—¿De qué más?—respondió Jean-Paul mirándolo inocentemente—. Le dije que el cuarto de baño estaba libre. Parecía como si el vuelo le hubiera afectado mucho.

No, algo más había afectado a Liam. Tal vez el cansancio tuviera algo que ver, pero no era lo principal. Miró a Jean-Paul y su expresión de inocencia y supo que no confiaba en él. Aquello fue también una sorpresa. De repente vio que había puesto a ese Omega en una posición de confianza y que podía hacerle mucho daño si no tenía cuidado. Sólo Dios sabía el daño que ya podía haber hecho con Liam.

Durante el resto del desayuno estuvieron hablando de la reunión que tenían por delante y, cuando Jean-Paul se fue a su habitación para hacer de nuevo la maleta, Zayn se acercó a la puerta del cuarto de baño. Estaba claro que Jean-Paul había hecho que Liam se sintiera aparte y esa era su forma de no interferir, dejándolos fuera. De cualquier manera, Zayn se sentía de lo más incómodo con la situación y sintió la apremiante necesidad de aproximarse de nuevo a Liam antes de marcharse. Llamó a la puerta y dijo.

—¿Estás bien?

Se produjo una pausa y luego el castaño contestó.
—Sí. Es un baño de lo más agradable.

—¿Te importa si entro un momento, Liam? Me marcho dentro de un momento.

Una pausa más larga. —Me estoy lavando la cabeza, Zayn. No puedo salir ahora. Que tengas un buen día.

Aquello sonaba razonable y deseó poder creerle. Por otra parte, mientras Jean-Paul estuviera allí sabía muy bien que Liam se moriría antes que revelar lo que le pasaba cerca del rubio. No le gustaba nada dejarlo de ese humor tan negativo en su primer día en Londres. Sintió un fuerte impulso de quedarse con su Omega y mandar a Jean-Paul a la reunión. Aunque, por otra parte, el tiempo a menudo suavizaba las cosas.

—Liam, he hecho que Jean-Paul se vaya a otra suite —dijo, esperando que esa información sirviera para algo —.Vendrá un botones para llevarse su equipaje. Será a eso del mediodía. Tendremos este apartamento para nosotros solos, ¿te parece bien?

Dentro se produjo un sonido ahogado.Tal vez Liam se estuviera lavando el pelo de verdad. Podía llamarlo más tarde, hacerle saber que le importaba. Quería que supiera que estaba pensando en él y que era importante para él. De una importancia primordial.

—Te dejaré los números de teléfono donde me puedes localizar si no atiendo el celular. No dudes en llamarme si quieres cualquier cosa de mí. En cualquier momento, Liam. Pregunta por mí. Dejaré instrucciones para que te comuniquen conmigo esté donde esté.

Ninguna respuesta.

—¿Liam?

—¿Sí?

A Zayn no le gustaba nada sentirse inútil.
—Ya hablaremos esta noche.

Y lo dijo en serio. Con una buena comunicación podían resolver lo que fuera. El que Jean-Paul no estuviera allí podría ayudar. Tendrían una intimidad absoluta garantizada. Y, seguramente, Liam también estaría deseoso de que hubiera intimidad entre ellos. El silencio al otro lado de la puerta era de lo más descorazonador. Zayn esperó que su Omega estuviera de un humor más receptivo esa noche. Se preguntó qué más podría hacer mientras esperaba a Jean-Paul para marcharse. La inspiración no le llegó hasta que no estuvieron en el ascensor.

—¿Podría enviar unas flores? —le dijo a la Omega de recepción.

—Por supuesto, señor Malik.

—Una cesta de rosas rojas. No, mejor mil rosas. Para ser entregadas aquí e instaladas en la mesa del dormitorio principal de mi apartamento.

—Yo me ocuparé.

—Me gustaría dejar un mensaje con las rosas.

—¿Quiere escribirlo usted mismo, señor Malik?

La Omega abrió un cajón y sacó un block de notas y sobres a juego y se los ofreció sonriendo. —Gracias.

Zayn pensó por un momento y luego se puso a escribir: Me muero de ganas de estar contigo esta noche. Zayn.

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