17 de octubre de 2020

Querido diario,

Hoy estoy escribiendo delante de Claudia. Pero vayamos por partes.

En esta ocasión, por la mañana, he sido el madrugador de la casa y he aprovechado para hacer el desayuno a Claudia y mi madre. Ha sido un desayuno a la americana. Huevos revueltos y beicon. No quería despertarles, así que he desayunado solo y nada más acabar me he ido a la Universidad.

Ha sido raro, además de violento. David se ha acercado a mí y se ha comportado como si no hubiera pasado nada. Como si la paliza de Jorge no hubiese existido. Por suerte a la hora del descanso le he podido decir que durante el día de hoy me dejase solo y también hemos aprovechado para decidir cuándo quedar. Hemos quedado el 20, que es viernes, después de clases. Una parte de mí quiere que todo esto termine ya. Que todo vuelva a ser como antes y que David y yo nos llevemos bien. Pero otra parte de mí piensa que eso no va a ser posible, sobre todo cuando recupere todos mis recuerdos.

Después de la Universidad he vuelto a casa y solo estaba Claudia. Resulta que a mi madre le han cambiado el horario durante una semana. Eso significa que en los 7 próximos días Claudia y yo estaremos solos al mediodía y a la noche. Obviamente, eso me pone nervioso. Creo que Claudia y yo estamos en ese momento de una relación donde las dos personas que se atraen saben que va a ocurrir algo, pero ninguno de los dos da el paso por miedo a la reacción del otro. Espero que esta situación no se alargue mucho, porque se siente casi como una tortura.

Total, después de comer Claudia y yo hemos estado charlando un rato. Me ha contado que las clases en la uni le van bastante bien, de hecho es la primera de la clase. Por si eso no fuera poco, también me ha dicho que los profesores ya le están avisando de que le facilitaran el hacer prácticas en algún laboratorio extranjero para que gane experiencia.

Seré sincero. Por un momento he pensado que ojalá eso no ocurra. Sé que es egoísta por mi parte, pero no quiero que esté lejos. Quiero que esté aquí. Conmigo. Pero supongo que es inevitable.

Poco después de la charla, Claudia se ha ido a la uni y yo he aprovechado para hacer mis tareas. No me he separado del escritorio hasta que ha vuelto por la noche. Ella ha aprovechado para ducharse, y yo que no estaba muy dispuesto para cocinar, he pedido una pizza a domicilio.

Ha sido durante la cena cuando le he contado lo del diario. Por suerte ha sido comprensiva y me ha dicho que no pasa nada si escribo delante de ella y que no hay ningún problema en que le mencione dentro del diario.

Después de eso hemos seguido hablando y no sé cómo ha surgido, pero hemos acabado hablando sobre amores. Ha sido como la típica conversación de dos jóvenes, que intentan preguntar y hablar lo menos posible para no revelar su sentimiento y debo decir que es una situación que no le deseo que a nadie. He intentado ser lo más críptico posible, pero en situaciones así, a veces me da la sensación que soy como un libro abierto y que sin ninguna dificultad cualquiera puede leer mis pensamientos. Podía notar mis nervios y los de Claudia. Así que para evitar que la conversación se alargase le he dicho a Claudia qué estaba cansado y quería descansar un poco. Y aquí estoy, escribiendo todo esto, con ella a unos pocos pasos de mí y ambos listos para irnos a dormir.