
Capítulo 10: Alivio
4 de Octubre de 2020.
Querido diario,
Hoy las clases han ido bien, obviando la parte en la que Jorge no paraba de mirarme. Notaba el odio en sus ojos. He intentado ignorarle todo lo que he podido y he intentado estar lo más relajado posible, pero ha sido imposible por no decir insufrible. Durante todas las clases era plenamente consciente de que me miraba. En algún momento he llegado a pensar incluso que se levantaría y se volvería a enfrentar a mí, como hizo en el día de ayer. Por suerte no ha sido así, pero reconozco que lo he pasado mal.
Después de clases he vuelto a casa, para mi sorpresa estaba Helena preparando la comida junto a Carlos. Me ha hecho mucha ilusión verla. Al parecer ha pedido fiesta en el trabajo para estar conmigo. Es algo de lo que estoy muy agradecido, pero obviamente... no se lo he dicho... Total, hemos comido los 3 juntos y ha sido un momento muy agradable. Resulta que Helena y Carlos han planeado un fin de semana sorpresa, por lo que me han querido comentar, iremos a un pueblo a las afueras de la ciudad para poder descansar todos juntos y poder desconectar de todo. No estoy seguro de que sea necesario hacer este tipo de cosas, pero podría estar bien. Creo que será bueno para los tres, sobre todo para ellos. Aunque ahora que lo pienso, creo que es mejor que vayan ellos dos solos. Así podrían desconectar y descansar. Una vez hemos terminado de comer, he ido a mi habitación, a hacer las tareas que me han mandado en la universidad. Han sido 3 horas sin parar, sin levantar la cabeza del escritorio. Tenía la cabeza a punto de estallar. Fórmulas químicas iban y venían, de un lado a otro de mi cabeza, como una pelota en un partido de tenis, así que me merecía un descanso. Pero no iba a ser posible.
Iba de camino a la cocina a por algo de comer justo cuando alguien picaba al timbre. Sin duda he ido a abrir la puerta, puesto que era el que más cerca se encontraba de ella. Al abrirla me he quedado de piedra.
Me he quedado mirándole como un pasmarote, sin decir nada. Parecía estar nerviosa y evitaba mirarme a los ojos. Hemos estado en silencio, sin saber qué hacer y que decir hasta que Helena ha venido a nuestro rescate. Le ha invitado a pasar, invitación que Claudia ha aceptado. Me he apartado de la puerta dejando paso a Claudia hacia dentro. Mientras pasaba por mi lado no he podido evitar oler su perfume. Era suave, como el olor que desprende una flor a inicios de primavera. Mientras Claudia se adentraba en la casa, yo me he quedado con el pomo de la puerta en la mano, quieto. ¿Y QUÉ HAGO YO AHORA? Ahora entiendo su reacción del otro día. Pobrecita. Después de unos segundos, he cerrado la puerta y me he dirigido a la sala de estar. Claudia ya estaba sentada, pero en su postura podía ver sus nervios. Estaba igual de rígida que un palo y una de sus piernas no paraba de moverse. Me he sentado relativamente cerca de ella, quería dejarle su espacio. Después de un incómodo, pero necesario silencio, hemos comenzado a hablar.
Nos costaba expresarnos. Los dos estábamos nerviosos y en un principio las palabras no fluían como deberían de haber fluido. A pesar de los nervios, le he pedido disculpas por no haberle avisado de mi visita sorpresa, ella simplemente ha dicho que no hacía falta que me disculpara y que ella sentía su reacción. Menos mal, un problema menos del que preocuparse.
Por suerte los nervios nos iban abandonando conforme hablábamos. De repente parecía que la conocía de toda la vida algo que es medio verdad, pero ha sido extraño. Helena ha aprovechado y mientras hablábamos nos ha traído un par de zumos de naranja.
Claudia me ha contado que sí que va a mi Universidad, pero lo que pasa es que nuestros horarios no cuadran, de hecho al parecer ella tiene alguna que otra clase por la tarde.
Una hora después de conversación, Claudia se despedía de mí y yo le acompañaba a la puerta. Una vez allí, sin verlo venir, le he dado las gracias. Por todo. Ni siquiera había visto esas palabras en mi mente. Simplemente me salieron. Ella ha sonreído débilmente y se ha marchado. Después, casi por instinto, he resoplado de alivio mientras sonreía como un tonto.
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