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—Entonces... ¿Has abandonado la búsqueda de tus padres? —Le preguntó Vanesa a Luna.

La última había estado contándole todo lo ocurrido el día anterior.

—No —Dijo Luna trás pensarlo un poco—. Quiero saber que les pasó, dónde están...

—Bueno, seguro que los encuentras, y me encantaría estar a tu lado para eso... —Empezó Vanesa— Pero primero debo decirte que he descubierto algo sobre el collar con la piedra verde.

De repente Luna dejó lejos todo lo que estaba pensando y se centró.

—Dime —Se interesó.

—Ven, no lo podemos hablar aquí —Susurró.

Estaban en el comedor, el cual estaba lleno. Se levantaron de sus asientos y salieron por la puerta. Había poca gente en los pasillos, pero aún así decidieron llegar hasta la sala secreta de Vanesa.

—Me interesaría saber por qué aquí no puedes hacer magia —Pensó Luna en voz alta.

—Ni yo lo sé, habrá que investigarlo —Sonrió la chica—. Bueno, a lo que iba... He descubierto algo.

—Te escucho.

—¿No te suena haber visto esa piedra en alguna otra parte? —Se apoyó Vanesa en la pared—. Abre memoria.

—No sé... Me recuerda a algo, pero no logro saber el qué.

—Vale, pues yo sí que lo sé —Vanesa se separó de la pared y se puso al frente de Luna—. A ver cómo te lo enseño...

Pareció que pensaba un momento sin sacar ninguna conclusión.

—Necesito usar mi magia, pero quien vea que te enseño eso... Uf...

—¿Y si vamos a tu cuarto? —Preguntó Luna señalando la puerta con el dedo.

—¡No! —Gritó asustando a Luna y tapándose la boca a la vez—. Perdón.

—¿Por qué no?

—Te acuerdas que hace no mucho te dije que nunca se sabe cuándo nos vigilan, ¿no? —Vanesa miró a Luna, que asintió—. Este sitio tiene mucha seguridad por si atrapan a la persona que destrozó nuestro mundo.

—¿Creen que está aquí? —Se asustó Luna.

—Sí, y posiblemente piensen que es humano, porque sino nadie destruiría nada... Así que si ven que te enseño esto —Dudó—. Podrían desconfiar.

—Vamos a ver —Dijo Luna movimiento las manos—. ¿No íbamos a presentarme ante todo el mundo en una feria o ceremonia?

—Ahí iba —Se quejó Vanesa suspirando—. Si te muestran es muy probable que te descarten, ¿por qué harías eso si hubieses creado esta catástrofe? La cosa es que te lo tendría que enseñar después de la ceremonia.

Luna empezó a encajar todo.

—De acuerdo —Dijo Luna—. ¿Pero como me vas a enseñar entonces lo que quieres?

—Tendremos que esperar —Suspiró Vanesa.

Luna empezó a pensar en todo, estaban pasando muchas cosas en muy poco tiempo y no le daba tiempo a asimilarlo.

—Vale —Dijo—. ¿Sabes por dónde empezar para llegar de nuevo a tu destino?

—Creo que sí, he estado investigando —Sonrió.

Luna estaba interesada en saber como llegarían al lugar donde estaban los "seleccionadores de recuerdos". Su amiga sentía atracción por ese puesto, poder ayudar a los humanos la animaba, y más ahora que conocía a una.

Caminaron un rato hasta que llegaron a lo que parecía el centro de la construcción.

—Aquí se van a celebrar las fiestas —La informó Vanesa—. Tenemos que hablar con Tresa, la chica de la que nos habló Tomás. Es la que lleva todo esto.

Luna asintió mirando a su alrededor.

Estaban en un espacio muy grande, perfecto para hacer una celebración de grandes dimensiones. El suelo era de cerámica, contrastando con las paredes aún grises que eran iguales en toda la construcción. Pero lo que más le llamó la atención fue una especie de cúpula redonda que había sobre sus cabezas. Alguien había creado aquella burbuja con su magia, haciendo además que pareciese que había luz solar. Miró hacia el techo, como intentando traspasar aquel techo gris con la mirada, cargarse aquella construcción y ver qué había fuera.

—Es aquella —Dijo Vanesa sacando a Luna de sus pensamientos cuando vio a Tresa—. Tenemos que hablar con ella.

Luna siguió a su amiga intentando identificar a la persona que buscaban. Era pelirroja, algo poco usual, tenía los ojos marrones claro y vestía con ropa elegante; estaba dando indicaciones sobre dónde poner una pancarta.

—Más arriba... —Dijo señalando con la mano—. Bájalo un poco de la izquierda.

—Hola —Se acercó Vanesa por detrás, asustando a la mujer—. Venimos buscando a Tresa.

—Esa soy yo —Dijo girándose sin apartar del todo la mirada del cartel—. ¿Qué buscáis?

Lo preguntó amablemente, haciendo que ambas chicas cogieran algo más de confianza.

—No sé si habrás hablado con Tomás —Dijo Luna cautelosamente.

Tresa las miró de arriba a abajo.

—Sois las dos chicas de las que me habló, ¿verdad?

—Sí —Vanesa asintió—. No sabemos si este año se podría montar el escenario —Acabó con una sonrisa amistosa y suplicante a la vez.

—Ya lo he hablado con él —Le respondió con una sonrisa muy grande—. Podemos montarlo para la ocasión, tiene que salir bien.

Luna se fijó en como la mujer dirigió una mirada de reojo al cartel. Parecía muy ocupada.

—No te molestamos más —Dijo Luna—. Lo hablamos en otro momento.

—Muchas gracias, ahora mismo ando sin tiempo.

Se despidieron y oyeron a lo lejos como la mujer le indicaba al chico que ponía la pancarta que la bajase más de la izquierda.

—Vale —Dijo Vanesa—. Solo hará falta pensar que quieres decir.

Luna suspiró, no sabía cómo subiría allí. ¿Y si no les gustaba? ¿Y si desconfiaban de ella? Muchas dudas sobre ese tema la llenaban, pero confiaba en Tomás y Vanesa.

—Entonces ahora mismo tenemos que aparcar el tema de que soy tu Kun, ¿no?

—Sí, por lo menos hasta que lo sepan —Dijo Vanesa entre susurros—. Mira, todos aquí se saben lo que te voy a decir, así que resultaría raro que alguien de nuestra edad no estuviese al tanto del tema.

—De acuerdo —Dijo Luna mientras veía que las calles se iban quedando más vacías—. ¿A dónde vamos?

—A mi cuarto —Dijo Vanesa—. Ya está anocheciendo fuera.

La cabeza de Luna proyectó lo que podría ser un anochecer allí fuera, pero por alguna razón le parecía irreal, no sabía lo que había fuera. En esos momentos tenía la necesidad de encontrar el lugar de Vanesa, saber de sus padres y conocer el exterior de ese sitio. Ya sabía cómo era antes, pero no como en esos instantes.

—Buenas noches, Luna.

—Buenas noches.

___________

—Buenos días —Escuchó una voz de fondo—. Ya es tarde...

Luna entreabrió los ojos y se encontró con los de su madre adoptiva, Almudena.

—Buenos días —Se sentó en la cama.

—Hoy empiezas en el instituto nuevo, mejor no llegar tarde —Sonrió con dulzura.

Luna abrió los ojos de par en par por fin. Se le había olvidado. Tenía muchas ganas y un poco de miedo a la vez. Antes les enseñaban las cosas en el internado, pero ahora era distinto, especial. Almudena salió de la habitación y ella se cambió y peinó un poco. Su pelo marrón estaba revuelto, así que se lo amarró en una coleta. Bajó las escaleras que la separaban de un irresistible olor a tostadas recién hechas.

—¡Hola! —La saludó Fiona cuando la chica entró en la cocina.

Todos estaban sentados en la isla, y Milo estaba preparando el desayuno tranquilamente con la radio de fondo.

—Hola —Dijo Luna mientras tomaba asiento.

El perrito de la familia pasó por la cocina y se sentó en una esquina, esperando su parte. Luna sonrío mientras la miraba, Kora era encantadora.

—¿Cómo te gustan las tostadas, Luna? —Le preguntó su padre.

—Con cualquier cosa me vale —Sonrió cuando él se la devolvió.

—De acuerdo, entonces te preparo mi especialidad —Se ánimo Milo.

Fiona se acercó a un cajón y sacó pienso para Kora, se lo echó en el cuenco y lo guardó de nuevo. 

—¿Cómo es el instituto? —Le preguntó Luna a Carla.

—Es un edificio muy grande y con muchos pasillos, pero seguro que pronto te acostumbras —Empezó—. También hay tres zonas de recreo y una biblioteca enorme.

—No te olvides de mencionar los laboratorios —Sonrió Fiona—. Son de lo mejor, hay un montón de material para las clases de física y química.

Luna asintió asimilando todo.

—También hay un montón de clases, y uno de los patios tiene muchos bancos y está abierto —Dijo Almudena.

—¿Tú también has estudiado allí? —Preguntó Luna curiosa.

—Sí, y tengo muy buenos recuerdos, seguro que tú también haces muy buenos —Dijo mientras se sentaba en la isla en uno de los dos taburetes que quedaban libres.

Milo se acercó a la mesa con un plato de tostadas con muchos ingredientes encima para Luna.

—Qué aproveche —Dijo dejándolo en la mesa.

—¡Qué buena pinta! —Exclamó Luna con entusiasmo—. Tiene que estar buenísimo.

—Y lo está —Dijo Carla metiéndose otro trozo en la boca.

Pasó un rato, terminaron de desayunar y se prepararon para ir al instituto. Luna se sentía nerviosa y excitada a la vez, aquello sería una nueva experiencia. Espera disfrutar del primer día lo máximo a pesar de que era mitad de curso.

—Me dijiste que era grande, no enorme —Dijo Luna con la boca abierta mientras admiraba la fachada del edificio.

Era blanco, como la gran mayoría. Tenía un aparcamiento para los profesores y una fuente en frente. De ella salía agua sin parar, reflejando los rayos del sol. La puerta que daba a dentro del edificio era bastante grande y de cristal; y a la izquierda estaba la biblioteca de la que le habían hablado sus nuevas hermanas. Se apuntó mentalmente entrar allí alguna vez, pero primero debía de centrarse en lo esencial: llegar a su clase.

A su lado estaba Carla, pues parecía que iban a estar en clases cercanas. Estaban frente a la puerta y Luna no dejaba de imaginarse a ella misma haciendo cosas allí. Un par de pasos y entraron...

Hola ❤️🍄🌱

¿Qué os ha parecido?

¿Cómo se lo pasará Luna, le irá bien?

Os leo.

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