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Prólogo: "Un recuerdo oculto en el pasado"

Me encontraba en un lugar, en donde el pasado se une con toda remembranza guardada en ese sitio, formando así, un pasado oculto. Infinitos recuerdos alberga cada habitación, mueble o instrumento. No sólo memorias mías, si no que también de mi papá, mis amigos, mi familia y especialmente mi mamá, María. "María Saramego", curioso nombre que todos habrán escuchado en más de una oportunidad debido a su éxito profesional como cantante, pero yo lo oí pocas veces en mi vida. A pesar de mis veinticinco años recientemente cumplidos, sé tanto de ella como me lo ofrece una foto, su ropa o algunas páginas de su diario, esto se debe a que algunos de sus allegados se cerraron completamente al saber de su muerte o no están más. Me encuentro una vez más acá, atravesando la enorme puerta de madera oscura que unía el jardín con el living, sin un objetivo claro, tan sólo el hecho de visitar lo que alguna vez fue mi casa. De todas formas, si hay algo que anhelo, aunque no lo demuestre muy seguido, son respuestas, las cuales nunca me fueron dadas por algún motivo.

Al entrar a la casa noté que todo se encontraba intacto, se podía decir que nada en la casa había cambiado, estaba de la misma manera que yo la había visto a los 16 años, cuando vine con mi papá de Europa, la casa se hallaba detenida en el tiempo. Desde mi llegada a Buenos Aires después de la muerte de mi mamá y los numerosos viajes por trabajo de mi papá, las cosas comenzaron a cambiar sin parar. Durante los largos años que viví en esta casa, descubrí la amistad, el amor, la familia y principalmente lo que en verdad significa crecer.  

Hace ya dos años que no vivo en esta casa, pero debo admitir, una vez adentro, que ansiaba con verla una vez más, observar aquellos ostentosos sillones, el espacioso comedor, el magnífico piano que coronaba el comedor y cada cosa de esta vivienda. Lentamente fui acercándome a las escaleras para así subir a mi cuarto y luego visitar el ático de la casa, donde se encuentran todas las pertenencias de mi mamá.

- ¿Por qué vinimos acá, mi amor? -preguntó León, mi prometido y futuro esposo -acabamos de llegar del aeropuerto, ¿no podíamos por lo menos esperar a dejar las valijas en casa?- comentó un tanto irritado producto del largo viaje en avión- estoy muy cansado por nuestra gira 

- Es que tenía que visitar la casa y lo antes posible- dije mientras subía las escaleras y me acercaba a mi cuarto

- ¿Tu papá? -cuestionó al notar que no estaban

- Mi papá tuvo que ir a un viaje por negocios urgente, me llamó para que -dudé un momento- revise que todo esté bien en la casa ya que desde que Olga y Ramallo se casaron viven ellos solos en la casa- comenté mientras entraba a mi habitación -dejá las valijas abajo y subí, te quiero mostrar algo- grité puesto que de otra manera no se iba a escuchar

Todo se encontraba de la misma manera que lo había dejado. No había cambiado en absoluto. Miles de recuerdos pasaron por mi cabeza, cada momento que estuve acá. Me quedé allí inmóvil unos minutos observando cada detalle del cuarto hasta que León se asomó por la puerta y yo rápidamente salí y avancé hacia las habitaciones contiguas en las que alguna vez habían estado Federico, Angie, Olga, Ramallo, Ludmila y tantos otros. Me detuve finalmente en una puerta. Dudé unos segundos, no obstante, moví el picaporte y me decidí a abrirla. 

-¿Qué es ese cuarto? -preguntó mi prometido denotando que dudé antes de abrir la puerta- nunca estuve ahí antes

-Es un lugar especial -contesté- acá adentro están todas sus pertenencias, discos, ropa, maquillaje, entre tantas otras cosas suyas. Cuando entro a este sitio, siento que todo está en orden y que ella está conmigo -vacilé un momento- De todas formas, no es uno de los lugares que más feliz me hace, me recuerda a todo lo que no sé de ella, de mi papá, de mi familia, mis dudas o de la gente en general. Siento que no conozco a nadie de verdad una vez allá adentro. -sentí una lágrima en mi mejilla- Hay tantas cosas que no sabré de ella, de mi familia, de mi pasado. Ya no tengo veinte años y cada vez tengo más dudas y menos recuerdos de ella ¿sabés que no alcanza una foto o un CD? ¿sabés lo que es no recordar a tu propia madre? Es como si me hubieran ocultado su vida -otra lágrima escapó de mi ojo mientras daba otro pequeño paso que me acercaba aún más al interior del ático-

- ¿No es eso lo que hizo tu papá? ¿ocultarla de tí? 

- No lo sé, en un momento comenzó a abrirse, pero cuando murió -en ese momento el llanto se volvió más intenso y él sabía perfectamente a quién me refería- creo que fui yo quien me cerré 

- ¿Viniste acá desesperada por eso? ¿por respuestas de tu madre? -asentí con la cabeza-

- Vine acá por muchas cosas, pero quiero entrar a ese lugar una vez más -dí otro paso más- desde que perdí su diar -no continué ya que sentía como mi cara se llenaba de lágrimas y él me abrazo- 

- ¿te acompaño o prefieres entrar sola? - murmuró y yo asentí con la cabeza- 

- vení conmigo -expresé en una vez baja mientras me tomó de la mano y rápidamente entramos al ático 

Todo se veía exactamente igual a la última vez. Comencé a dar vueltas y pude observar detalladamente cada prenda de ropa e imagen que había. León continuó caminando para otro lado y pude notar como observaba con una enorme sonrisa cada objeto que veía. En un momento lanzó un estrepitoso grito y rápidamente fui a ver qué le pasó. 

-Mi amor, ¿estás bien? -cuestioné preocupada

-Sí, es que se salió un pedazo de madera y me caí -intentó despreocuparme ignorando su dolor- no es nada

-¿Seguro? -me sonrío- ¿cómo es que se salió un pedazo de madera del piso?

-No sé, sólo pisé y se rompió - levantó su pie y observó el interior de ese pequeño pozo formado en el piso- mirá, acá hay algo -sacó un diario- y parece haber unas hojas ahí adentro

-¿y esto?- pregunté

Al parecer, era un cuaderno de cuero, algo similar a un diario. A simple vista se podía suponer que alguien había ocultado ese cuaderno, pero no podía entender por qué. Luego de vacilar algunos segundos y con el dilema de si abrirlo o no, me decidí a observar detenidamente la primera página. Por la letra podía notar no sólo de quién era, si no que una vez que leí algunas palabras me dí cuenta cuál era el contenido de ese cuaderno. Mis ojos una vez más se humedecieron y comenzaron a salir algunas lágrimas. Inmediatamente lo cerré y León me abrazó.  

-¿Qué es eso? -nos separamos

- Un cuaderno que -dudé un momento- dice cosas-dije conteniendo lágrimas 

- ¿Piensas leerlo? -negue

- Aún no, no estoy lista para afrontar lo que dice ese diario todavía -suspiré unos segundos- mañana vendremos y lo leeré 

Apoyé cautelosamente en la mesa el diario, apagué la luz y salí del ático. Jamás me hubiese imaginado las cosas que estaba por leer el día siguiente. Jamás hubiese querido enterarme. Los recuerdos ocultos en el pasado son dolorosos. Por algo están ocultos. No debí leerlo, lo acepto. Pero necesitaba respuestas, y las encontré, a pesar de que no fuesen las respuestas que esperaba.

Esta es la historia, la desgarradora historia de mi pasado.

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