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Capítulo 8: "Decisión tomada"

No logré pegar un ojo en toda la noche. Sin embargo, apenas escuché a mis padres desayunando en la cocina, corrí hacia allí con el folleto en mis manos. Había decidido aceptar la propuesta de mi profesor de matemática, pues ¡cómo ignorar semejante beca! Asimismo, desde ese momento en adelante pensaría más en mi futuro que en mi pasado y creí que eso era lo mejor que podía hacer. Sólo me faltaría atravesar una innumerable lista de obstáculos para finalmente lograr mi objetivo, entre ellos, convencer a mis padres.

Una vez en la cocina, los saludé y comenzamos una conversación amena hasta que consideré oportuno poner el folleto que tenía escondido en la silla, en la mesa. Ellos lo observaron estupefactos y hasta les costó horrores pronunciar una palabras.

- Eso es... -interrumpió el silencio mi madre, pero se trabó a causa de su perplejidad- ¿Qué es eso?

- Aún no terminaste la secundaria y ya piensas en universidades -espetó mi padre- y no cualquiera, esa es la Universidad Nacional de Sevilla. 

De esta manera, mis padres iniciaron una conversación acerca de la universidad, su prestigio y criticaban mi decisión. Por otro lado, también hablaban de los problemas económicos que atravesábamos con tantos viajes y se fueron por las ramas. Yo, por mi parte, ignoraba sus críticas mientras pensaba en la mejor manera de contarles la noticia y juntaba agallas para hacerlo.

- Volviendo a lo que quiero decir desde un principio, mi profesor de matemática tiene un amigo suyo en un puesto de alto rango en esta facultad. Según tengo entendido, habló de él sobre mí y me ofreció una... -vacilé un momento- beca. 

- ¡Eso es maravilloso, hijo! -manifestó mi madre con la mayor de las alegrías.

- Verdaderamente lo es, es más, estoy completamente sorprendido de tu nivel. -dijo mi padre- Sólo entran a esa universidad las mentes más brillantes del planeta. Mas no será sencillo que asistas. En primer lugar...

- ¿Pero es posible? Ya comenzamos con los problemas -interrumpió mi mamá.

- Es que no sólo no terminó la secundaria, sino que para ello nos deberíamos instalar en Sevilla y no será nada fácil -anunció mi padre.

- Por el título secundario no se preocupen, no habrá problemas con eso -intervine en la conversación.

- Esto será un tanto difícil de lograr, mas lo haré en tanto me contestes esta sencilla pregunta: ¿De verdad quieres ir a esta universidad? puedes ir a la escuela que te plazca, ¿esa es la que eliges?-cuestionó mi padre.

Me quedé en silencio. Esa era la gran pregunta por responder tanto a ellos como a mí mismo. De todas formas me sentía sumamente agradecido debido a que me daban la posibilidad de elegir por más difícil que resultara la posibilidad de asentarnos. Me demostraron -que por cierto no era frecuente en ellos- que les interesaba. No tuve otra opción más que asentir y dejar que todo tomara su rumbo. De ahí en adelante, debería tomar las decisiones por mi mismo como todo adulto, pues en eso me estaba convirtiendo. No obstante, sabría que en todo momento tendría su apoyo incondicional y eso es algo invaluable.

Ese mismo día llamé al departamento y dejé todos mis datos. Las clases comenzarían en unos meses, por lo tanto, había suficiente tiempo para lograr asentarnos en Sevilla para aquel entonces. Por un lado, las siguientes semanas no pararon de transferir a mi padre de ciudad en ciudad y ya no estábamos más de una semana en cada una. ¡Fue una completa locura! Sin embargo, por más tiempo que tardamos, logramos asentarnos en Sevilla con el permiso del empresario Hernandez antes de comenzar el año. 

Con el inicio de clases, cambió mi vida por completo. Conocí a gente especial que jamás me permitiré olvidar y aprendí como nunca antes lo había hecho. Si tan sólo volviese a ser aquel chico que entró por primera vez a la universidad, sin problemas, con toda la vida por delante. Ojalá mis años estudiando ingeniería hubiesen sido más placenteros, daría lo que fuese por ello. Si todas aquellas lágrimas nunca hubiesen sido derramadas, si hubiese existido la tecnología de hoy en ese momento hubiese sido posible lo imposible. Jamás me arrepentí de mi decisión en sí, me arrepiento toda la vida de lo que sucedió cuando conocí el incipiente instituto del otro lado del campus. No obstante, una vez tomada una decisión no hubo vuelta atrás...   




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