Capítulo 7: "Nuevos comienzos"
Cuando el avión aterrizó en Barcelona creí que mi universo se derrumbaría, pero sólo prejuzgué un cambio en mi vida. Todo viaje trae consigo una maduración enorme y esta no fue la excepción. Me enseñó a reaccionar ante situaciones intensas y adaptarme con mayor facilidad a los cambios, los cuales no eran frecuentes.
Los primeros días en Barcelona no se alejaban de la normalidad, parecía que no nos habíamos ido. Estábamos viviendo en una -alquilada- casa acogedora cerca de la empresa, la cual pertenecía a aquel empresario con el que hablamos en el evento. Mi madre, por su parte, también encontró un trabajo, no como maestra en un colegio, sino que de profesora de piano en un instituto. El pago en ambos casos era aceptable y nos permitía vivir relativamente mejor que en Buenos Aires.
En mi caso, yo pasaba mis largos días leyendo, haciendo ejercicios de aritmética y-en menor proporción- de trigonometría. Mis padres -aunque nunca me lo dijeron- posiblemente hubiesen querido que yo haga algo "productivo" durante ese tiempo ya que no consideraban el estudio como alguna fuente de ingresos favorable. Sin embargo, para no molestarme, se tragaron sus palabras y siguieron con sus respectivos trabajos. Durante algunos días me detuve a pensar si anotarme a esa prestigiosa universidad, pero no le dije nada a mis padres que ya tenían suficientes problemas.
De vez en cuando recibíamos alguna carta de Buenos Aires contándonos cómo iban las cosas allí. La gran mayoría eran de mis abuelos, también preguntándonos cómo estábamos o de amigos de mis padres. Cada vez que llegaba una carta me detenía a pensar si extrañaba mi ciudad natal, mas la fui dejando de extrañar en semejante proporción a medida que pasaban los meses. Entendí que tomé la decisión correcta y por mi propio bien debía dejar la aflicción de lado.
Los meses de tranquilidad en Barcelona fueron sumamente pocos -a pesar de que pareciesen eternos- ya que a mi padre lo comenzaron a transferir de un lugar a otro. Los siguientes dos o tres meses los pasamos de avión en avión. Si teníamos suerte, estábamos dos semanas en una ciudad. Son de esas clases de situaciones que no recomiendo a nadie. No desempacar las valijas porque a los dos días estarías en la otra punta del país te hace dudar de dónde eres y te produce una innumerable cantidad de preguntas. No obstante, lo peor de todo fue no encontrar un sentimiento de pertenencia a ningún lugar.
Por mi parte, hubiese asegurado que a mis padres dejé de importarles con tantos problemas y viajes de no ser por una conversación que escuché escondido detrás de la pared. Estábamos en uno de los hoteles de Zaragoza y yo estaba yendo a la cocina a hacerme un té cuando mi madre se acercó y le pidió a mi padre que vaya al comedor. Seguramente ambos creyeron que yo estaba dormido, mas les aseguro que si recuerdo esto es porque estaba bien despierto. Me escondí detrás de uno de los muros y escuché su larga conversación.
Comenzaron hablando de cómo estaba el trabajo de mi padre y la complicada situación de mi madre para conseguir empleo con todos esos traslados. Fue ahí donde yo aparecí como tema de conversación. Ella le dijo que no era bueno para mí estar yendo de un lugar al otro. Mi padre le dio la razón, pero no encontró solución al asunto. La obvia respuesta al problema salió a la luz unos minutos después: era absolutamente necesario asentarnos, por lo tanto, yo debería tomar una decisión acerca de mi futuro y de qué hacer con mi vida.
Una vez que hubo finalizado la conversación, pero antes de que se separen y descubran que estaba espiando, fui corriendo a mi habitación, tomé el folleto y me quedé observándolo como si fuese el vacío más infinito, como si ese papel sería la solución a todos los problemas del mundo. Pues de lo que decida hacer con ese pedazo de folleto, dependerían los próximos años de mi vida.
¿Qué hacer con mi vida? ¿Qué hacer con este folleto? ¿Ir a Sevilla a estudiar ingeniería? ¿Ir a Buenos Aires? ¿Quedarme acompañando a mis padres? ¿¡Qué hacer de mi vida!?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro