Capítulo 24: "Confesiones y sentimientos encontrados"
- León.
Eso fue todo lo que pude pronunciar y lo único que se dijo durante los próximos minutos. Por primera vez en mucho tiempo, las palabras faltaban y no había conexión alguna entre nosotros. Simplemente, no podía mirarlo a los ojos sin recordar todo lo acontecido en nuestro último encuentro. Me llené de valor para finalmente hacer lo que no me atreví en su momento: cerrar la puerta sin siquiera dejarlo pasar. Sin embargo, mis planes fueron alterados puesto que él se decidió a hablar primero.
- ¿Puedo pasar? -murmuró un tanto asustado de mi posible reacción.
- Debería cerrarte la puerta en este preciso instante -contesté cortante- pero te dejaré pasar.
Abrí la puerta y él caminó hacia el interior de la casa. Algo me impedía cerrarle la puerta en la cara. Empezaba a superar la separación y él llega de la nada para arruinar mis planes y todo el esfuerzo que he puesto en olvidarme de él. Rápidamente, casi de un momento al otro, se me ocurre que la mejor manera de vengarme en estos momentos sería simplemente ignorarlo y mostrarme con indiferencia. Por lo tanto, me senté en el sillón a continuar mi lectura mientras él me observaba confundido y hasta furioso por mi actitud indiferente.
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Caminaba rumbo al salón de música. Faltaban apenas unos segundos para las siete y estaba más que nervioso... o quizás no eran nervios, sino que una mezcla de emociones dentro mío. Asimismo, no tenía idea de cómo sentirme ni el verdadero motivo de la reunión. Afortunadamente, con tantos ensayos durante la tarde, no tuve ni tiempo de pensar en ello.
Llegué exactamente cuando mi reloj marcaba las siete en punto. María se encontraba mirando a un punto fijo, como si estuviera resolviendo el gran dilema de su vida. Luego, simplemente negó con la cabeza y fue ahí donde se dio cuenta de mi presencia.
- Germán, al parecer llegaste puntual -dijo rápidamente y dudó algunos instantes antes de continuar- sólo te llamé para decirte que tenemos un ensayo mañana importante y una prueba de vestuario.
- ¿Eso es todo?
- Así es -respondió no muy segura.
- Bueno, entonces ya me voy yendo –dije decepcionado.
- ¡Esperá! -gritó de repente - Te llamé acá para contarte lo que no me atreví en semanas. Cada mañana, cada vez que te veía, cada noche que te encontrabas justo enfrente. Simplemente no puedo, o más bien, no podía.
- ¿Qué pasó? -pregunté preocupado.
- La última carta, o en realidad, todas las cartas.
- Fueron demasiado extrañas las últimas dos cartas. Hablabas de que ya no podíamos escribir, algo de una amistad imposible y después me dijiste que todo fue en contra de tu voluntad.
- Es sumamente difícil para mí hablar de esto. Por eso, ayer a la noche tomé la iniciativa de no contártelo, sino escribirlo. Supongo que será mejor que nos sentemos -propuso María.
Nos sentamos en dos pequeños sillones rojos que había en la sala. Noté el nerviosismo en su mirada y sus facciones. Esto debía ser algo grave, demasiado grave. Respiró largamente y me entregó un sobre blanco que tenía dentro un papel escrito. Al hacerlo, rompió en llanto. Creí que lo mejor era llorar, deshaogarse. Durante el resto de la conversación, se tranquilizó, aunque seguía con lágrimas en los ojos.
"Por momentos tengo dudas, dudas acerca de mis pensamientos y opiniones. Siempre me han dicho que odiar está mal, ¿pero si no es así? ¿Si hay excepciones? No tengo en claro si algunas personas que le han hecho mucho mal a mi familia y a mí misma realmente me quieren, o aún peor, si yo lo hago. Quizás es más lo que me dicen a mí, cegados por el dolor y sufrimiento y no es tan grave como se cree. Existen individuos que muy cercanos a mí ven con semejante odio, a tal punto que no sé si está bien odiar o no. Personas que mienten tanto que su propia vida, no es más que es: una mentira, de manera tal que se la pasan mintiendo acerca de cosas tan superfluas. Sus días son completamente falsos, sus miradas son indomables, llegan al punto que no existe verdad en sus corazones ni bondad en sus acciones. Sus vidas son un secreto, que con tanta mentira en sí mismos, probablemente ni ellos conozcan la verdad en sus mentes y corazones. Contagian la mentira, el dolor, el sufrimiento, el engaño y la estafa. Una persona me dice que me quiere, pero es tal la mentira en su mente, que no sé si es verdad o si yo correspondería a ese amor, el cual dudo si es o no condicional ¿Está bien odiar en esos casos? ¿Esas personas tienen la capacidad de amar? ¿Me quieren? ¿Puedo quererlos o creerles? ¿Qué está bien hacer? ¿Seré capaz de odiar?"
- ¿Quién es? -pregunté perplejo.
- Mis padres.
- Pero, ¿cómo es posible? Mirá María, quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea. No te presionaré en lo más mínimo. Lo único que quiero es verte feliz. Además, sé todo acerca de vos. Nos conocemos demasiado.
- No es así, Germán. Apostaría a que no tenés idea de la existencia de mi hermana menor, Ángeles, por ejemplo.
- ¡Una hermana! -exclamé confundido.
- Así es, las casualidades se juntaron para que nunca se encuentre cuando venís. Ella tiene tan solo seis años, está cerca de cumplir los siete. Es una persona maravillosa. En fin, Germán, estoy por hacerte una confesión que no he hecho nunca antes -espetó preocupada, yo le tomé la mano para demostrarle que podía continuar- Desde que tengo memoria, la música ha sido parte de mi vida. Mi madre tiene algunos antecedentes musicales y teatrales y se empeñó en hacerme estudiar piano desde una temprana edad.
- Eso no es algo negativo -agregué.
- No, en lo más mínimo. Los problemas vinieron más adelante cuando el profesor de piano le informó a mi mamá que mi talento no era suficiente como para ser la pianista que ella quería que sea. A los ocho años comencé con danza, cuyos resultados no fueron mejor que los anteriores. Mis padres estaban aún más interesados en mis estudios escolares que dejaron de preocuparse e insistir, especialmente mi papá que no quería que tuviera nada que ver con la música. Ya me encontraba bastante interiorizada en el mundo musical cuando, para mi cumpleaños de diez, les pedí a mis padres ir a una función de ópera. Realmente me fascinó ver cómo cantaban, con aquellas voces potentes.
- Y comenzaste clases de canto.
- Así es. A los diez años, me escapaba de mis clases de danza para acudir a las de canto en el mismo instituto. Cuando se enteraron mis padres, se pusieron furiosos. Querían que le preste atención a mis estudios. Ellos siempre quisieron que sea la número uno en todas las materias, que tenga el mejor atuendo o simplemente destacar. Nunca les quise fallar, pero en mis estudios nunca fui capaz de lucirme de la manera que ellos hubiesen querido. Sin embargo, cuando vieron mi gran talento en el canto, a los doce años, no dudaron en intensificar las clases de canto al máximo. Desde entonces, buscaron por años algún lugar en el que pueda brillar. No obstante, las respuestas fueron las mismas siempre: "Es demasiado chiquita" o "No tiene suficiente experiencia", incluso me llegaron a decir que con el talento sólo no alcanza. Recién a los dieciséis, encontraron a Antonio. Él fue el único en creer en mí. Aún así, las cosas empeoraron desde ese momento, lo que no saben es que no quiero brillar, quiero cantar. Porque cantar es lo que soy. Viven presionándome y yo sigo cediendo a eso. Lo peor fue la carta.
- ¿Cómo se relaciona con la carta?
- Ellos me obligaron a escribirla porque no quieren que tenga que ver con gente fuera del mundo del espectáculo. Quieren que sea únicamente amiga de grandes personalidades. Revisaron todas nuestras cartas y me prohibieron verte o escribirte por ese motivo. Digamos que se enojaron cuando pensaron que nosotros... En fin, enloquecieron por completo y no sé qué hacer. Las cosas realmente empeoraron con tu visita hace varios años. ¿Te acordás del tema que nos encomendó Antonio? Era para mostrárselo a una discográfica y lanzar mi carrera como solista. Para eso te trajo Antonio, para que me ayudes a componerlo. El tema no fue de lo mejor y las cosas fueron de mal en peor. La carta muestra lo que siento. Me llegaron a mentir mil veces. Ya no sé que hacer.
- La solución en sencilla: simplemente tenés que decir "no". Ya tenés diecinueve años, te tienen que respetar. Es el momento de independizarse de ellos. Además, es mejor tener padres que presionan antes que padres ausentes.
- Gracias, no sé si voy a ser capaz de decirles un "no", pero me siento mejor con el solo hecho de que me hayas escuchado. Creo que es el momento que me cuentes tu historia. Siempre te vi como el chico independiente, de las mejores notas y con una mente prodigiosa.
- No hay mucho que contar. Mis padres siempre estuvieron ausentes. Trabajaban día y noche y era completamente invisible para ellos. Siempre intentaba sacar lo mejor de mí para que ellos estuvieran orgullosos y jamás me fue mal en un solo examen. De seguro les hubiese dado igual. El primer día de clases en la primaria, ni siquiera se presentaron en el colegio -dije con una pequeña lágrima en el ojo- Ese es solo un ejemplo. No hablábamos casi nunca y no era un chico muy sociable que tenía tantos amigos. Viví una muy dura infancia de la que no quiero hablar porque es sólo una historia repetida una y otra vez: padres ausentes. MI padre con su estudio de ingeniería que siempre estuvo al borde de quebrar y mi mamá con sus clases de música. María, tus padres lo único que quieren es lo mejor para vos. Todo lo que hicieron o hacen es lo que creen conveniente para tu futuro. Yo no puedo hacer nada contra la indiferencia, en cambio, solo tenés que decir que no.
- Yo sé que sí, sé que me aman, pero es...
- Complicado- dijimos ambos al unísono.
En ese momento, nos dimos cuenta que teníamos tanto en común el uno del otro. Nuestro pasado es opuesto, pero a la vez similar. Nuestras mentes trabajan de una manera conjunta y nuestros corazones laten al mismo ritmo. En un escenario lleno de lágrimas, historias, similitudes y diferencias y después de semejantes confesiones, confesiones que jamás creí que haría; confesiones que quería que queden como un recuerdo bien oculto en el pasado; que nadie se enterara del dolor que alguna vez sufrí por la indiferencia. Me sentí preparado para contarle otra gran confesión: mis sentimientos hacia ella.
- No pensé que tengamos tanto en común, ni que lo confesáramos todo en el salón de música -espetó entre lágrimas y risas- suficiente drama por un día.
- María, entre tantas lágrimas y confesiones, no puedo dejar pasar esta oportunidad para hacerte otra gran confesión, quizás la más grande. Cuando te veo de esta manera, me di cuenta que no era ningún truco de mi imaginación mis sentimientos hacia vos. Sé que lo único que quiero es verte sonreír, porque en esos casos, yo también sonreiría. Quiero consolarte en momentos como estos y llorar, si hace falta, junto a vos, tal como lo hacemos ahora. Quiero escucharte cantar y percibir la pasión con la que lo haces. Estos poderosos sentimientos capaces de cambiar hasta lo más profundo de nuestro ser, no cambiarán en mí, pase lo que pase. Mi anterior visita a Buenos Aires, lo cambió todo y vos sos la culpable. Desde mi regreso a Sevilla, me fui dando cuenta que sentía más que una simple amistad. Pasé meses muy difíciles allá tratando de olvidarme, no haciendo caso a lo que decía todo el mundo. El proyecto lo hice para tener otra cosa en la que pensar porque ocupabas la totalidad de mi mente, no podía dejar de pensar en vos, todos estos años. Ahora con mucha seguridad, te digo que te amo María y con el solo hecho de verte sonreír, será mi mayor recompensa.
Estupefacta me miraba María aún con los ojos llenos de lágrimas incesantes. Sabía, pase lo que pase, que era el momento para hacerlo. Incluso si me dice que no, yo estaré feliz. Quizás este no sea el momento para estar juntos. Quizás ella pueda pensar en otra cosa que no sea en mí. Somos distintos, todo lo sucedido en las últimas horas en las que estuvimos llorando juntos, lo comprueban. Ella es distinta a la que recordaba, quizás haya cambiado o directamente no la conocía. Ahora entendía todo: la razón por la que estaba tan rara aquel día que compusimos el tema, sus extrañas actitudes. No obstante, ahora no me cabía duda, sólo hay una verdadera María y es la que está frente a mí.
- Germán, no esperaba una confesión así. ¿En serio? Venís después de años a decirme todo esto. Yo, no sé que decir. No lo sabía, nunca me diste una sola señal. Yo no puedo con esto, perdoname -exclamó y se fue para la puerta.
Estaba a punto de perderla de vista cuando ella volteo a verme. No tenía idea que estaba haciendo, o que había significado todo esto. Algo me impulsó a seguirla. Tenía que luchar por ella, por lo que sentía. Creí estar consciente del riesgo que estaba por asumir: el riesgo de salir lastimado. Recordé la mirada de Alicia en nuestro último encuentro, una mirada llena de dolor. Un cartel de advertencia invadía mi mente, así y todo, no le hice caso y seguí a María hasta que paró, cansada de tanto correr, en un pequeño parque a pocos metros del Studio. Era un día bastante fresco y ventoso, aunque soleado. Un clima muy poco frecuente en Buenos Aires esa época del año. En medio del frío, nuevamente la invadió el llano, pero ella había creído que me había perdido, que no la habría seguido, que la dejaría ir sin luchar por ella. Necesitaba una respuesta, incluso una negativa.
- No escapes de mí, por favor -musité con tono de suplica.
- No me hagas esto, Germán, no me pongas en esta posición.
- Yo no te voy a decir ni hacer nada, ni tampoco te voy a presionar por una respuesta.
- ¿Entonces a qué viniste? -preguntó aún más confundida.
- A que tomes por primera vez una decisión, pero no por tus padres. Por primera vez en tu vida, es el momento que tomes una decisión por tu cuenta, sin pensar en ellos. Quiero que me digas lo que dicta tu corazón, no sus órdenes. Ese es el gran paso que tenés que dar. Como dije antes, no te voy a presionar para tomar la decisión. Solo tómala -dije antes de irme nuevamente para el Studio.
Ya estaba demasiado lejos para que María me pare. Ya me encontraba en la otra punta del parque. Debo admitir que pocas veces había hecho las cosas tan mal. Lágrimas volvieron a brotar de mis ojos. Había esperado demasiado de ella, ¿qué esperaba? No iba a venir corriendo a mis brazos para decirme que me amaba. Viaje medio mundo para decirle esas dos palabras, actué por impulso y lo arruiné todo. De todas formas, aún tenía una oportunidad, podría conquistarla, pero ¿valía la pena? Al menos lo había intentado. A lo lejos, se escuchaba una distante voz. Lo que decía era imposible de escuchar, hasta que se acercó más. En ese momento, di la vuelta y me encontré frente mío a María, aún con los ojos llorosos.
- Tenías razón, en todo -murmuró- no te puedo explicar lo que intenté luchar contra mis sentimientos por mis padres, por miedo a su reacción o quizás yo no quería reconocer que mi amor era imposible. Estabas tan lejos -agregó mientras se intensificó el llanto y elevaba su tono de voz- Me mandaste tan pocas cartas. Yo tenía mis cosas, vos las tuyas. Te lo intenté decir tantas veces: en el aeropuerto cuando fuiste a Sevilla, en cada una de mis cartas. Perdí la esperanza hace tanto tiempo. Te amé, Germán. Pero, ¿Dónde estabas cuando yo te buscaba? Me escribiste meses después, estuve meses esperando un simple "Hola, llegué a Sevilla, ¿cómo estás?" -exclamó con la cara empapada de lágrimas- No estabas, no me buscaste, ¿intentaste escapar de lo que sentías? Mis padres se dieron cuenta de lo que sentía y me hicieron hacer y decir cosas contra mi voluntad. Ahora, llegás un día, así de repente, diciendo que me amas y presionándome para decirte que siento. Llevo semanas intentando no cruzarnos, pero hoy necesitaba el apoyo de una persona en la que confío. Yo te amé, Germán. Te esperé. Y lo peor de todo es que siento lo mismo que sentía antes. Incluso si me rompiste el corazón durante años, TE AMO. ¿Querías escuchar esa respuesta? Acá no está ni mi mamá ni mi papá, logré tomar una decisión sola. Entendelo, tengo sólo dos años menos que vos. Está bien, no seré una genio en matemáticas y, a pesar de que todo me dice que no tengo que amarte, te amo y no hay nada que puedas hacer con eso -agregó gritando como si estuviéramos a kilómetros de distancia.
Lo había dicho y yo simplemente me quedé perplejo. Me resultó tan sorpresivo, no lo esperaba de esta manera. ¿Me había amado durante tanto tiempo? ¿Sentíamos lo mismo el uno por el otro? Desde ese momento y para siempre, todo cambió. Quizás en mi mente el momento me lo hubiese imaginado distinto, aun así no fue menos perfecto. Corrimos, nos abrazamos y lloramos en los brazos del otro. Era un momento duro para ambos: si queríamos estar juntos tendríamos que dejar todos nuestros miedos, preocupaciones e incluso intereses. Todo tendría que quedar atrás para comenzar de nuevo.
Existe un momento en el que dos caminos se cruzan, dos almas se encuentran y es en ese preciso momento en donde todo toma su rumbo. Las miradas se conectan y los cuerpos se acercan. Un lazo inseparable los une en el instante que los labios se unen en un mítico beso. Son sumamente afortunadas aquellas personas que lo logran, logran experimentar estas sensaciones. Son afortunadas aquellas personas que experimentan el amor.
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- Violetta, por favor hablemos -suplicó León de repente.
Yo me encontraba leyendo una de las partes más emotivas del diario. No podía dejar de llorar. Su amor era tan profundo y tan complicado. No puedo creer que mis abuelos hayan sido de esa manera. Sería una dramático romance de película, pero encontrarlo en la vida real y que se haya tratado de mis padres es increíble. Aún me pregunto por qué me escondieron tantas cosas. Miles de pensamientos cruzaban por mi mente a tal punto que ni siquiera me acordaba que León se encontraba dentro de la casa. Llena de lágrimas, tomé el coraje para hablar cara a cara con él.
Al pararme, observé a un León irreconocible. Se veía cansado con ojeras apenas visibles ya que su tono de piel las camuflaba relativamente bien. También se notaba cansado e irritado. Habrá tenido que luchar fuertemente con su orgullo para mostrarse ante mí en estas condiciones.
- Está bien, hablemos- contesté haciéndole un gesto para que se sentara.
- ¿Qué te pasa?- preguntó.
- ¿Venís a mi casa para preguntarme qué me pasa? No te alcanzó haberme dicho todo eso. Ahora lo recuerdo: yo estoy loca e inventé lo que vos me dijiste -contesté con sarcasmo- al igual que inventé este diario. ¿Vos lo ves? Yo lo estoy viendo.
- Claro que sí -contestó secamente.
- Ahora veamos, venís acá para disculparte y decirme que no podés vivir sin mí, ¿verdad? Quedate tranquilo que yo ya te superé. Tuve que ir a Australia quizás para hacerlo, pero lo hice.
- ¡¿Australia?!
- Así es, no sabés cuánto me divertí cuando no estabas -contesté sarcásticamente.
- Mira Violetta, sé que estás enojada y que todo lo que dije estuvo mal, o más bien, estuve realmente mal. Estaba fuera de mí, ya no lo pude controlar. No resistí perder un espectáculo más solo por -dudó un momento- lo que sea que haya sido. No dormí en días y realmente me siento muy mal sin tí. Perdón, de verdad.
- No me alcanza un simple perdón. Me hiciste pasar un pésimo momento atacando a una de las cosas más importantes para mí que es mi familia. Yo no estoy loca. Sólo soy una persona que sufrió mucho. Quizás creas que este llanto es un símbolo de debilidad, pero no lo es. He estado años fingiendo que todo estaba bien, que no me importaba mi mamá. Para empeorar las cosas, pierdo también a mi abuela después de la primera gira. No estoy bien. Te aseguro que cometiste un grave error al decirme todo eso. Este diario es muy importante para mí. Ahora sé tantas cosas más acerca de mi mamá. ¿Dónde está ese León que me apoyaba y me acompañaba incluso cuando me equivocaba una y mil veces? Yo estuve ahí cuando nadie estuvo, ¿te acordás o simplemente lo olvidaste? Cuando te lastimaste y estuviste un mes en camilla sin poder cantar ni bailar o cuando sufriste la crisis de tu familia. ¿Quién estuvo con vos cuando te sentías mal? ¿Cuando estabas triste? ¿Quién estuvo con vos cuando te engañó la discográfica? Sí, así es, estuve yo. Lo hice porque te amo y no quería nada a cambio porque sabía que hubieses hecho lo mismo por mí. Por eso me quería casar con vos, porque siempre estás para mí. Al parecer, no es así. Solo quería que en ese momento, cuando todo empezó a dar vueltas en medio del escenario, cuando mi vista se tornó nublosa y estaba a punto de desmayarme en medio del escenario, que me abraces y que me digas que todo estaría bien. Luego, desapareciste y yo necesité escapar, irme lejos tuyo y de todo lo que me hacía sufrir. Me tomé el primer vuelo al destino más lejano que pude: Australia. Y acá estoy nuevamente. Lo peor de todo es que todavía confío en vos y te quiero perdonar desde lo más profundo de mi alma, pero no puedo y tampoco quiero –agregué entre lágrimas.
- Violetta, mi amor, yo sé todo lo que te hice sufrir y no puedo estar más arrepentido por ello. Fui un egoísta que privilegió el minuto de fama arriba del escenario antes que a su amada prometida. Me equivoqué, lo acepto, pero estoy dispuesto a hacer lo que sea por remendar mi error y verte sonreír, ¿sí? Además, yo sé que tú no eres débil, al contrario, eres la chica más fuerte que conozco.
- Esta vez no va a ser así de sencillo, nada de lo que hagas va a remendar lo que hiciste. No me alcanzan algunas palabras de amor para solucionarlo todo. Me rompiste en verdad mi corazón. - dije mientras el llanto se intensificaba- No te puedo perdonar por haberme hecho eso de tal manera porque no me lo perdonaría a mí misma.
- Te conozco Violetta, lo siento. Te prometo que esta vez no me voy a ir. No me muevo de este preciso lugar hasta que no estés bien. Así que cuéntame por qué estás así. Aunque en realidad, sé exactamente qué te está sucediendo -exclamó rápidamente, sentándose en el sillón nuevamente.
Lo que jugaba principalmente en mi contra, era que León me conocía demasiado bien. Solo por el hecho de amarlo de la manera en la que lo hago, le perdonaría cualquier cosa. No soportaba más sentirme de esta manera. Desde que había fallecido mi abuela, Angélica, hacía dos años atrás, todo cambió para mí y toda mi familia. Angie y papá se cerraron de nuevo y fue como sentir a mi madre aún más lejos. Mi tía estaba tan distante al igual que mi papá. Angie y Germán no se fueron simplemente a un viaje de negocios, se fueron porque no soportaban más vivir acá en Buenos Aires, donde hay tantos recuerdos. Lo único que quedó de ellos son las discusiones que tuvieron lugar en estas mismas paredes antes de divorciarse y viajar por separado. Es más, para mí toda esta situación fue casi como vivir la muerte de mi madre dos veces. Todos se cerraron y alejaron. Fue otra dura pérdida en mi familia. Gracias al apoyo de la música y el amor de mi familia, logré sobrellevarla. ¿Quién me preguntó cómo me sentía? Durante años pretendí no llorar por mi mamá. Ya no más. Era el momento de decir lo que sentía. De confesarlo todo, al igual que mi mamá y mi papá lo habían hecho largo tiempo atrás.
- Abrázame León -supliqué mientras lloraba a mares, aún así, León cumplió con mi pedido y me abrazó- No me voy a enojar con vos por algo de lo que no tenés que ver completamente. Te perdono por todo, es que simplemente no pude subirme a un escenario y no lo haré por un tiempo, lo lamento.
- No tienes por qué disculparte, lo entiendo y voy a apoyarte en cualquier decisión que tomes.
- Lee esto- musité.
Le acerqué el diario y leyó en tan sólo unos minutos lo que había tardado horas en leer. No hicieron falta palabras. En su mirada ya se notaba lo sorprendido que estaba por la profundidad y dramatismo de los hechos. Simplemente nos abrazamos durante un largo rato hasta que me percaté de que me colocaban algo en el dedo. Al observar mi mano, noté que mi anillo de compromiso se encontraba nuevamente allí. Lentamente, nos fuimos acercando...
Existe un momento en el que dos caminos se cruzan, dos almas se encuentran y es en ese preciso momento en donde todo toma su rumbo. Las miradas se conectan y los cuerpos se acercan. Un lazo inseparable los une en el instante que los labios se unen en un mítico beso. Son sumamente afortunadas aquellas personas que lo logran, logran experimentar estas sensaciones. Son afortunadas aquellas personas que experimentan el amor.
El pacto hizo demasiado bien sus jugadas, todo estaba saliendo perfectamente como lo planeaba. El final cada vez estaba más cerca. Aún le faltaba mucho por hacer. Sabía que mi eterno amor no era eterno, mas lo que no me esperaba era que todo fuese a cambiar tan repentinamente. Los problemas no tardarían en llegar, pues ya estaban por tocar la puerta. Lamentablemente, los sentimientos encontrados y las confesiones se esfumarían y todo quedaría en una fina capa de peleas.
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