Capítulo 2: "El comienzo"
Las cámaras no dejaban de invadirnos. Nos encontrábamos allí, en medio de una extensa alfombra roja, rodeados de periodistas, gritos, fotógrafos y estrellas. No obstante, era una de las cosas que menos me importaba en aquel momento. Mi mente estaba ocupada por otra cosa y, a pesar de que pensaba que lo había logrado, no era cierto. Me estaba torturando. Seis días completos absteniéndome a leer el diario. Habían sido cinco largas noches de insomnio y llantos ocultos. Aún me resultaba imposible creer que ese diario en verdad existía. Que tenía la posibilidad de saber qué había sucedido entre mis padres y lo que en verdad originó el accidente, lo que había anhelado por tanto tiempo. Sin embargo, lo más insólito era el hecho de que no lo leía. Pero todo tiene una razón y, en este caso, sabía que era malo leerlo. Ese diario puede tener contenido del cual no me quiero enterar, puede decir cosas que no me imagino. Tras todo lo acontecido, había entendido -o eso pensaba- que debía alejarme del pacto o de los recuerdos ocultos en el pasado. Ese diario está basado en el dolor de mi papá, una desgarradora historia. De todas formas, una parte de mí quería leerlo, lo que me causaba un dilema enorme.
De pronto, mis pensamientos fueron interrumpidos por los fotógrafos que se acercaban a mí acorralándome por completo. Quedé inmóvil por un momento. Fue una sensación sumamente extraña. Puedo decir que fue como si algo me llamara, pero a la vez, me encontraba al borde del desmayo. Sentí en un instante como si la gente se acercara aún más a mí y todo se veía borroso. No se me ocurrió manera de salir de esa situación. León me lanzó una extraña e inusual mirada. Esa fue la confirmación de que las cosas andaban mal. Una vez más estaba por caerme y sólo se me ocurrió una manera de salir de la situación: correr. Recuerdo la manera en la que corrí, sin importar nada, hacia un pasillo alejado. Me sentía débil, pero no con respecto a mi estado físico, sino débil ante el hecho de no tener poder ante cosas que me superan.
-¿Por qué tuve que abrir el diario? ¿Por qué no pude prevenir esta situación? -Me pregunté a mí misma en voz baja.
-No es tu culpa- dijo León detrás de mí mientras se acercaba.
-No lo sé, no entiendo por qué estoy así, por qué debo leerlo- exclamé furiosa, pero a la vez, con la cara llena de lágrimas.
-Vamos...- espetó siendo poco claro- a la casa.
-Tengo miedo- manifesté mientras me hundía en su abrazo -no sé qué diga ese diario, no sé qué sucederá si lo leo... -vacilé un momento- o si la historia... se repite, Además, tendríamos una enorme cantidad de problemas con la prensa
-La prensa es lo que menos me importa en este momento, vamos -expresó tomándome delicadamente de la mano llevándome a la salida, para luego entrar al auto.
Al notar nuestra ausencia, la prensa se dirigió a nosotros y se acercó. Sin embargo, logramos salir de la zona -a pesar de que fuimos perseguidos por una innumerable cantidad de periodistas por cuadras-. Finalmente llegamos a la suntuosa casa en la que alguna vez había vivido.
Salí del auto con prisa y entré a la vivienda. Sin siquiera dudar un instante, subí al ático y tomé el diario que se encontraba en el mismo lugar en el que lo había dejado. Tan sólo lo abrí y retomé la lectura, esperando lo peor.
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20 de Octubre de 1999
Sinceramente, creí que sería más fácil escribir esto, pero el sólo hecho de estar cerca de este diario ya me afecta. ¿cuánto puedo tardar en escribir la historia de una vida? ¿una semana? ¿un mes? Desde mi punto de vista, serán años. El día de ayer intenté comenzar a escribir, pero es más difícil de lo que me había imaginado. Lo intentaré nuevamente.
Muchos se pensarán que voy a empezar con nuestro encuentro o quizá el momento en el que se complicaron las cosas, pero no es así. Esta no es una tragedia griega en la que se narran los actos heróicos de sus protagonistas o un cuento fantástico. Esta es una historia real, la de mi vida y será contada tal y como fue.
Pero si yo les dijera la verdad, esa verdad que jamás revelé, ¿ustedes me creerían? ¿desconfiarían de mi cordura? ¿acaso creerían que esta historia no es tan solo producto de la locura?
No los culparía, mas les aseguro que aún lo recuerdo, todo se encuentra grabado en mi mente. No me importa si pasaron cinco o veinte años. Cada momento lo tengo sellado en mi cabeza y creo que eso es lo más doloroso. Cuando una persona pierde a un ser querido, lo más doloroso son los recuerdos.
Jamás creí que llegaría el día en el que te tuviese que decir adiós. El día en el que todo acabaría. El día en el que nuestro "eterno amor" se acabaría.
Seguiste tus sueños: giras, conciertos y canciones, pero me dejaste atrás. Todas nuestras promesas quedaron atrás. Me olvidaste en el medio de un laberinto sin salida. Ese es mi mayor problema, una vez adentro de este eterno laberinto del amor, no puedo escapar.
Tengo conmigo nuestros mejores momentos. Momentos de felicidad, abrazos, risas, sonrisas, canciones... todo acabó tan rápido, ¿no es así?. Nos encontramos en este momento en el comienzo, el principio de esta intensa historia...
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